La Secretaria de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Liz Truss, ha dicho que el gobierno introducirá un proyecto de ley, acorde con el derecho internacional, para cambiar el acuerdo comercial posterior al Brexit para Irlanda del Norte.

El gobierno de Boris Johnson pactó el acuerdo comercial -que rige la forma en que los bienes entran en Irlanda del Norte desde el resto del Reino Unido- con la Unión Europea en 2019 tras la votación del Brexit.

Pero una disputa sobre su impacto en el comercio ha creado un bloqueo en la formación de un gobierno descentralizado en Irlanda del Norte.

El Partido Democrático Unionista (DUP) se ha negado a unirse a la administración de poder compartido hasta que se realicen reformas en el acuerdo, que dice que trata a Irlanda del Norte de forma diferente al resto del Reino Unido.

En el Parlamento, Truss dijo que la propuesta de ley no eliminaría el acuerdo, sino que introduciría cambios limitados, como liberar la circulación de productos fabricados en el Reino Unido de la "burocracia innecesaria" y las barreras reguladoras.

Pero en respuesta a la declaración de Truss, la UE dijo que "tendría que responder con todas las medidas a su alcance" si el Reino Unido seguía adelante con la legislación.

El ministro irlandés de Asuntos Exteriores, Simon Coveney, dijo que la acción unilateral del Reino Unido era "perjudicial para la confianza".

Por su parte, los laboristas afirmaron a través de Stephen Doughty que el gobierno dirigido por Boris Johnson debería respetar el acuerdo que firmó y trabajar con la UE "para encontrar soluciones prácticas a estos problemas" en lugar de alterar el acuerdo unilateralmente.

Recordemos que el acuerdo, o también llamado protocolo, es un acuerdo especial que mantiene a Irlanda del Norte alineada con el mercado único de bienes de la UE, evitando de esta forma una frontera dura con la República de Irlanda. Sobre esta base se garantizaba la continuidad del libre comercio a través de la frontera terrestre irlandesa, una cuestión delicada debido a la historia del conflicto en Irlanda del Norte.

Sin embargo, el protocolo introdujo algunos controles nuevos sobre las mercancías que circulan entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte y ha sido criticado por los políticos unionistas desde su introducción en 2021.

El líder del DUP, Sir Jeffrey Donaldson, se ha manifestado en la línea de saludar la legislación propuesta por el gobierno del Reino Unido y dijo que su partido tomaría medidas para volver a participar en el reparto de poder en Irlanda del Norte a medida que avanza.

La Sra. Truss afirmó que dada "la grave situación en Irlanda del Norte", era "necesario actuar para garantizar que las instituciones puedan restablecerse lo antes posible"; y, añadió que el Reino Unido sigue prefiriendo una solución negociada con la UE en consulta con su negociador Maros Sefcovic, que ha sido invitado a Londres para mantener más conversaciones. En una declaración el martes, Sefcovic dijo que la Comisión Europea "está dispuesta a continuar las conversaciones con el gobierno del Reino Unido para identificar soluciones conjuntas en el marco del protocolo".

"En caso de que el Reino Unido decida seguir adelante con un proyecto de ley que desaparezca elementos constitutivos del Protocolo, como ha anunciado hoy el Gobierno británico, la UE deberá responder con todas las medidas a su alcance", añadió Sefcovic.

"Nuestro objetivo general es encontrar soluciones conjuntas en el marco del protocolo". Si no se puede llegar a una resolución, el Reino Unido tomaría medidas para "consolidar las disposiciones" que funcionan en el protocolo, al tiempo que "arreglaría los elementos que no lo hacen" (...) "El gobierno tiene claro que proceder con nuestra legislación es consistente con nuestras obligaciones bajo el derecho internacional", dijo la Secretaria de Asuntos Exteriores.

Siempre de acuerdo con la Sra. Truss, el proyecto de ley propone carriles "verdes" y "rojos" para las mercancías que viajan entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte; se ha pensado para garantizar que las mercancías que circulen y permanezcan en el Reino Unido queden "liberadas de la burocracia innecesaria" si no están destinadas a la UE; se pueda suprimir los obstáculos reglamentarios para que las mercancías fabricadas según las normas del Reino Unido puedan venderse en Irlanda del Norte; permitir a las empresas elegir entre cumplir las normas del Reino Unido o las de la UE en un nuevo régimen normativo dual; otorgar al gobierno británico el poder de decidir sobre las políticas de impuestos y gastos en todo el Reino Unido; y, abordar las cuestiones relacionadas con la gobernanza, "alineando el protocolo con las normas internacionales".

Lo que propone la Secretaria de Asuntos Exteriores sería un gran cambio, pues significaría que Irlanda del Norte funcionaría con un sistema dual para el comercio, de bienes en lugar de seguir las normas de la UE.

Tras la declaración de Truss, algunos diputados, entre ellos el conservador Simon Hoare, que a la sazón resulta ser el presidente del comité parlamentario dedicado a los asuntos de Irlanda del Norte, sugirieron que la legislación violaría el protocolo y el derecho internacional.

A ello Truss aseguró a los diputados que la legislación no lo haría y dijo que "estableceremos la posición legal a su debido tiempo".

Por su parte, el Primer Ministro defendió los planes del Gobierno de modificar el protocolo si no se llega a un acuerdo con la UE.

Dijo que los cambios eran una "necesidad" para "arreglar los problemas de la situación política de Irlanda del Norte", pero insistió en que equivalían a "deshacerse de algunas barreras relativamente menores al comercio".

A la pregunta de si el Reino Unido puede permitirse una guerra comercial con la UE, respondió: "No creo que sea probable".

El elemento desencadenante

Las elecciones a la Asamblea de Irlanda del Norte celebradas el 5 de mayo dieron como resultado una mayoría que acepta el protocolo, incluido el nuevo partido con mayores apoyos, el Sinn Féin, que declaró que el gobierno del Reino Unido estaba dejando que el DUP "mantuviera a la sociedad como rehén" después de que Johnson se reuniera el lunes con todos los partidos políticos de Irlanda del Norte.

Esta es la primera vez que un partido que aboga por la unificación de Irlanda, el Sinn Féin, ganó las elecciones en Irlanda del Norte, lo que supone un choque con las posiciones expresadas por los grupos políticos protestantes. El consenso establecido ha permitido hasta ahora interpretar las instituciones políticas del Ulster como la garantía de permanencia en el Reino Unido.

No obstante, dicha permanencia pasó a ser cuestionada por el referéndum del Brexit y el acuerdo de salida de la UE, con los que Londres se vio obligada a aceptar el desplazamiento de la frontera aduanera británica al mar de Irlanda.

Por tal motivo, tal y como hemos señalado más arriba, los partidos de los unionistas protestantes se han negado a formar un gobierno hasta que se retire el protocolo. Sobre todo, dada la historia de violencia de Irlanda del Norte, el riesgo de que su oposición se convierta en enfrentamientos es algo sobre lo que conviene tomarse las cosas muy seriamente.

La decisión del gobierno de Boris Johnson no va en la dirección, en este caso, de lograr negociar mejores condiciones económicas con la UE, sino más bien calmar las inquietudes de los protestantes unionistas. Se trata de evitar un retorno de la violencia en Ulster, cosa que implicaría, con un alto grado de probabilidad, que el Reino Unido cediera más soberanía, atendiendo a lo sucedido en 1998 con el acuerdo del Viernes Santo. Para profundizar más sobre este particular, recomiendo la lectura del artículo que escribí el 15 de noviembre de 2020.

Irlanda del Norte es la mayor obsesión de los británicos, particularmente desde el prisma de Inglaterra. Aunque es cierto que el grado de madurez del independentismo escocés resulta ser un frente más destacado para Londres a la hora de atender esa brecha a la unidad del Reino Unido, no es menos cierto que el nacionalismo del Ulster viene vinculado a Irlanda donde Inglaterra podría perder su presencia física en la isla tras siglos. No olvidemos que, desde la mentalidad del Partido Conservador, el Brexit debía servir para evitar algo que consideraban que la Unión Europea iba a propiciar: las independencias de facto de las naciones celtas dentro de sus fronteras, con diferentes grados de madurez en dicha resolución, pero con un proceso al alza (incluido Gales). De modo que desde el 10 de Downing Street se ha tenido que aceptar el protocolo comunitario que le priva del control total sobre Irlanda del Norte, que ha quedado en el mercado común, separada del reino por una nueva frontera marítima.

Con ello Londres sufría la mayor derrota de la era contemporánea, mientras trata de "volver" al Continente con la geopolítica de Europa Oriental y Central, entre otros factores. La situación actual es la constatación de que los católicos del Ulster ya son mayoría, y que, recuerdo, podrían conseguir un referéndum para reincorporarse a Dublín, tal como prevé el acuerdo del Viernes Santo.

Sobre todo, y a diferencia de Escocia, los republicanos gozan de un apoyo externo crucial en Ulster. Tras fijar en el texto constitucional el objetivo de unificar la isla, de un tiempo a esta parte la República de Irlanda ha intervenido descaradamente para impedir el retorno de la frontera con el Ulster, para corroborar el sentimiento secesionista. A ello debemos añadir que tras haber impuesto un acuerdo abiertamente contrario a Inglaterra en 1998, Estados Unidos se ve a sí mismo como garante de la unificación, un compromiso compartido por la mayoría de los estadounidenses, cuyo segundo país de origen, por cierto, es Irlanda... y sin olvidar a aquellos que descienden de escoceses.

Ciertamente, el apoyo de Estados Unidos y miembros clave de la Unión Europea a la causa de la unificación irlandesa complica el panorama para los británicos. Ni siquiera la guerra en Ucrania ha eliminado la oposición estadounidense al intento británico de frenar la lenta expulsión de Irlanda.

Quizás, el único elemento con el que contaría Londres vendría dado por el hecho de que estamos ante una población local mucho menos polarizada que en la era de los Troubles, como demuestra la creciente popularidad del partido Alliance, cuya propuesta gira alrededor del reconocimiento de una identidad norirlandesa, con lo que se superarían de esta forma a la británica e irlandesa y, como consecuencia, adoptar una vía de paralización y estancamiento de la situación actual... algo que no deja de ser esperanzador por un lado, en el sentido de que anuncia una sociedad menos polarizada, por lo menos por el momento, pero también es cierto que no resuelve nada y quizás las cosas podrían llevar a los acontecimientos hacia un punto de resolución.

Ciertamente, tampoco hay que olvidar otros elementos que están influyendo y conformando el espacio de una nueva Mancomunidad de carácter pan-europeo, y tampoco podemos olvidar que se puede dar una negociación en términos quid pro quo alrededor de lo que mencionaba, por ejemplo, en un reciente Trazo de Kalamos que es necesario repasar.