El parlamento federal de Somalia eligió al décimo presidente de Somalia, con 214 votos contra 110 en una última tercera votación. Se trata del expresidente entre 2012 y 2017, Hassan Sheikh Mohamud, que derrotó al rival saliente Mohamed Abdullahi Mohamed, conocido como "Farmaajo", abreviatura de 'formaggio', que en italiano significa "queso", apodo dado por su amor por el queso, ya que, según parece (o él mismo lo ha adoptado) le encantaba el queso cuando era un niño que creció en esta antigua colonia italiana.

Somalia ha tenido cambios pacíficos de liderazgo cada cuatro años desde 2000, y tiene la distinción de tener el primer presidente elegido democráticamente de África en renunciar pacíficamente, Aden Abdulle Osman en 1967.

El país del Cuerno de África comenzó a desmoronarse en 1991, cuando los señores de la guerra derrocaron al dictador Siad Barre y luego se enfrentaron entre sí. Años de conflicto y ataques de al-Shabaab, junto con la hambruna, han destrozado el país de unos 12 millones de habitantes.

El objetivo de una elección directa de una persona, un voto en Somalia sigue siendo difícil de alcanzar en 50 años. En teoría esta vez debería haber sido posible. Sin embargo, el gobierno federal y los estados acordaron otra “elección indirecta”, con legisladores elegidos por líderes comunitarios, delegados de clanes poderosos, en cada estado miembro.

Las elecciones, celebradas este pasado domingo 15 de mayo de 2022 tras quince meses de retraso, siguen un modelo indirecto complejo mediante el cual las legislaturas estatales y los delegados de los clanes eligen a los legisladores para el parlamento nacional, quienes a su vez eligen al presidente. El candidato ganador debe obtener el respaldo en voto secreto de dos tercios del parlamento compuesto por 329 legisladores de ambas cámaras, exigiéndose para ganar en la primera ronda, que un candidato obtenga dos tercios de los votos, (219 votos), a partir de tal momento el mínimo en las siguientes rondas de votaciones es de 184 votos, por tal razón han sido necesarias tres rondas de votación, pues se partía de 39 personas candidatas a la presidencia. Con lo que se trata más de alianzas y relaciones más que de ideas concretas.

Las autoridades somalíes tenían como fecha límite el 17 de mayo para celebrar la votación o correr el riesgo de perder fondos clave de donantes internacionales.

Somalia celebraba unas elecciones presidenciales tan esperadas el domingo 15 de mayo de 2022, con la finalidad de poner fin a meses de demoras fruto de una crisis política que sufre el país desde febrero de 2021, cuando el mandato del presidente saliente Mohamed Abdullahi Mohamed terminó su mandato, y trató de extenderlo en abril de 2021 por dos años mediante decreto votado por la Cámara baja que alargaba por ese periodo su mandato y el del gobierno federal, cosa que significó la furia del Senado y violentas batallas callejeras cuando las facciones rivales se enfrentaron en Mogadiscio. Tras la presión internacional, Farmaajo nombró al primer ministro Mohamed Hussein Roble para buscar un consenso sobre el camino a seguir, pero el progreso ha resultado ser en extremo lento, perseguido por denuncias de irregularidades e interferencia política, y de hecho Farmaajo se ha visto envuelto en una lucha de poder con su primer ministro, Mohamed Hussein Roble, por el control del gobierno, con el apoyo del clan de los Hawiye, ya que amenazó con la renuncia a Farmaajo, rompiendo de esta manera sus ya vacilantes intenciones tras las protestas del círculo presidencial y las estructuras de seguridad. El parlamento canceló así la prórroga en mayo de 2021, el gobierno y la oposición acordaron reiniciar el proceso electoral.

Las estructuras militares más sustanciales de carácter nacional se han constituido en un primer freno evidente, pues permanecieron fieles a las instituciones en febrero y abril de 2021. Lo mismo podemos observar con los intereses vinculados a la reconstrucción y las infraestructuras: los fondos de cooperación e inversión interfieren en la distribución de la ayuda humanitaria y en el cobro de impuestos especiales y tasas, creando nuevos grupos de interés. Tras la epidemia, la economía informal aún vale las tres cuartas partes del PIB y la agricultura representa más de la mitad, pero la recaudación de impuestos ha tenido una cierta tendencia a la mejora y el Estado ha ido ofreciendo algunos servicios más, aunque esto se podría ver amenazado por los graves desafíos que enfrenta el país del Cuerno de África a día de hoy. La tendencia a la normalización ha hecho surgir, especialmente en Mogadiscio, una generación que ve un futuro más alejado del conflicto. La economía es todavía pequeña. La riqueza nacional real vale poco más de $ 20 mil millones en un año: menos de una décima parte de la keniata, por ponerla en relación con el entorno. El potencial en materia agropecuaria sigue ligado a la estacionalidad y los caprichos de los mercados regionales, las energías tradicionales y renovables son casi solo hipótesis de estudio, las del pescado son depredadas por consorcios extranjeros, obligando a la piratería.

En este sentido Farmaajo, que fue elegido para abordar estas dinámicas y volver a centralizar la nueva Somalia en Mogadiscio, terminó cerrándose en un estéril discurso nacionalista. La denuncia de "enemigos externos" (en referencia a Kenia, a la que acusaba Farmaajo de influir a la región autónoma de Oltregiuba -Jubalandia- para que se opusiera a la reforma del sistema electoral, y a la que se sumaron las otras regiones autónomas de Somalilandia y Puntlandia) escondía un diseño de poder personal; a pesar de las propuestas sobrevive un enjambre de notables aún protagonistas y viejas glorias que concurren a las elecciones por estricta conveniencia. Estos últimos están guiados en gran medida por los presidentes de los seis estados regionales, en particular los de Oltregiuba y Puntlandia. Sheekh Axmed Maxamed Islaam Madoobe y Siciid Cabdullaahi Deni comparten una visión política anticentralista para explotar las dificultades del federalismo. Madoobe, sin embargo, se apresura a cumplir con los deberes institucionales para elevar su perfil luego de debilitarse en el largo mano a mano. El estado del sudoeste se posiciona frente a las autoridades federales de manera crítica pero más constructiva; los líderes de Hirshabelle, Galmudug y Banadir (Mogadiscio), regiones de mayoría Hawiye, están en cambio más atados a las elecciones de la presidencia.

Ahora, el nuevo presidente, Hassan Sheikh Mohamud, habrá de enfrentar enormes desafíos que incluyen una insurgencia islámica, el grupo yihadista vinculado a Al-Qaeda, Al-Shabaab ("La juventud"), que golpea y controla una parte significativa del país (alrededor del 60% del país), y con este escenario de luchas políticas internas, además de los retrasos en las elecciones, han permitido que Al-Shabaab explote la situación y lleve a cabo ataques más frecuentes y a gran escala. Por ejemplo, dos atentados suicidas en marzo mataron a 48 personas en el centro de Somalia, incluidos dos legisladores locales, y en este mismo mes de mayo un ataque a una base de la Unión Africana mató a 10 cascos azules de Burundi, según el ejército de Burundi. Fue el ataque más mortífero contra las fuerzas de la UA en el país desde 2015. A lo que hay que añadir el pasado 15 de mayo de 2022 el lanzamiento de seis granadas de mortero en el aeropuerto internacional de Mogadiscio, pues las elecciones presidenciales seguían su curso en un hangar de este aeropuerto, dentro del campamento militar de Halane, que está protegido por las fuerzas de paz de la Unión Africana. Por no mencionar el hecho de que Al-Shabaab intentó asesinar a Hassan Sheikh Mohamud en su primer mandato.

A esto hay que sumar una sequía que amenaza con llevar a millones de personas a la hambruna, y los niños pequeños enfrentan el mayor riesgo. De hecho, las agencias de la ONU han advertido sobre una catástrofe humanitaria a menos que se tomen medidas tempranas, de modo que la sombra de que se repita la devastadora hambruna de 2011, que mató a 260.000 personas, la mitad de ellas niños menores de seis años, empieza a crecer. Hay que señalar un aumento de la inflación en un país con más del 70 % de la población viviendo con menos de $ 1.90 por día, y con la corrupción en Somalia como un problema de primera magnitud, pues figura en el índice mundial de corrupción de Transparencia Internacional en el puesto 178 de 180 países. Hay que sumar también que un paquete de ayuda de $ 400 millones (380 millones de euros) de tres años del Fondo Monetario Internacional (FMI) expiraba automáticamente a mediados de mayo si una nueva administración no estaba en funciones. Las elecciones somalíes son notoriamente corruptas y ha habido denuncias generalizadas de soborno que comienzan con la selección de legisladores.

Mohamud, nuevo presidente

El país está muy polarizado en este momento. La creciente brecha entre los dos hombres no ha mejorado las cosas, mientras que el gobierno central también se ha visto envuelto en disputas con ciertos estados, lo que ha supuesto que se ralentizara aún más el proceso de votación. No obstante, la clara victoria de Sheikh Mohamud parece dar una estabilidad parcial al sistema político-institucional somalí. El recién elegido obtuvo el reconocimiento inmediato de su rival, un elemento que no se da por sentado en muchas elecciones africanas.

Mohamud, que cuenta con 66 años (nacido en 1955 en Gialalassi, en la provincia de Hiraan), es el líder del partido Unión por la Paz y el Desarrollo, que tiene la mayoría de los escaños en ambas cámaras legislativas. Es, a su vez, miembro del clan Hawiye, uno de los más grandes de Somalia y el más preponderante, y es considerado por algunos como un estadista con un enfoque conciliador. También es conocido por su trabajo como líder cívico y promotor de la educación, incluso por su papel como uno de los fundadores de la Universidad SIMAD (Instituto Somalí de Gestión y Administración) de Mogadiscio en 1999.

Mohamud durante la campaña había prometido que su gobierno sería inclusivo, reconociendo los errores de su gobierno anterior, que enfrentó múltiples acusaciones de corrupción y fue visto como indiferente a las preocupaciones de los grupos rivales. Estudió en una escuela coránica, donde obtuvo su diploma de escuela secundaria en 1973, luego se mudó a Mogadiscio en 1978; aquí completó sus estudios superiores en disciplinas técnicas en la Universidad Nacional de Somalia en 1981. Realizó un período de formación y trabajo en la India, en la ciudad de Bhopal, donde en 1988 obtuvo una maestría en la universidad local. En 1993 decidió regresar a Somalia y dedicarse a actividades humanitarias, siendo contratado por UNICEF ​​como director de programas de formación en el centro y sur de Somalia. En 2010 decidió hacer una apuesta concreta por la política dando vida al Partido Unión por la Paz y Desarrollo, que preside desde entonces, inspirado en los valores caritativos y mutualistas del islam y políticamente cercano al asociacionismo y estructura política de al-Islah.

Sobre el papel volveríamos a la situación de 2012, pues Mohamud en el papel de jefe de Estado existe el riesgo de que surja y gane popularidad no solo un enfoque moderado del Islam, sino también cuenta con ciertas visiones muy próximas en algunos aspectos a la Hermandad Musulmana egipcia con su propia estructura poderosa y un gran número de seguidores. En detrimento de la visión más radical, y de la capacidad de acción, y sobre todo de financiación, de las organizaciones salafistas.

Se espera que Mohamud nombre un primer ministro Darood, el otro gran clan somalí, para crear esa distribución equitativa en la parte superior que faltaba en parte bajo Farmaajo.

El primer mandato de Hassan Sheikh Mohamud sucedió en septiembre de 2012, y lo convirtió en el primer presidente en ser elegido de forma regular y plebiscitaria por el parlamento somalí después de más de veinte años de guerra civil y anarquía. Aunque nunca ha ocultado una cierta proximidad en el pasado al partido islámico de Harakat al-Islah ("Partido Reformista"), la rama somalí de los Hermanos Musulmanes, Sheikh Mohamud es generalmente considerado un político independiente. De hecho, Harakat al-Islah es el promotor del renacimiento cultural de Somalia, a través de la creación de la nueva Universidad de Mogadiscio y la Universidad de África Oriental de Puntlandia.

El conflicto Gobierno central versus regiones autónomas y la proyección de poder de otros actores

De modo que detrás del impasse político en Mogadiscio llevado a cabo por Farmaajo podemos percibir un latente conflicto entre el Gobierno central y las regiones autónomas, una dinámica que puede convertir a Somalia en otro escenario de enfrentamiento. Así, veíamos en febrero de 2021 que varias facciones de la oposición somalí se reunieron en un bloque parlamentario que anunció que no reconocía la legitimidad del saliente presidente Farmaajo.

En enero de 2021 Kenia era acusada de entrenar a las milicias locales, lo que a finales de enero desencadenó violentos enfrentamientos con las Fuerzas Armadas de Somalia en los que murieron 11 civiles. Un mes antes, el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, había recibido a su homólogo de Somalilandia, Muse Bihi, en Nairobi. Un acto hostil que a los ojos del gobierno somalí es una confirmación del intento de Kenia de desestabilizar el país. Objeciones naturalmente rechazadas por los directamente involucrados.

En el contexto de la crisis política y la tensión entre Kenia y Somalia se levanta el enfrentamiento de proximidad entre Turquía y Emiratos Árabes Unidos. Particularmente, a partir de la visita de Erdoğan a Mogadiscio en agosto de 2011, la posición de Turquía se ha enfocado en posiciones cercanas a la reconstrucción del estado somalí. De este modo se entiende la esfera turca en lo que respecta al puerto comercial y el aeropuerto internacional de Mogadiscio, donde se entrena a las Fuerzas Armadas autóctonas en la base militar más grande instalada fuera de Anatolia. También ha hegemonizado los aparatos y domina el territorio. En pocas palabras Turquía ve a Somalia como una suerte de protectorado, que le permite la salida oceánica natural de Anatolia. La terminal del corredor africano paralelo al Mar Rojo, en el que no puede entrar.

Por otro lado, tenemos a los Emiratos Árabes Unidos, que ha garantizado la gestión de los puertos estratégicos de Somalilandia y Puntlandia, hubs que tienen un carácter determinante a lo largo del corredor Golfo-Mediterráneo. Las necesidades de inversiones y otros aspectos clave en la construcción del gran espacio han llevado a Emiratos Árabes Unidos y a Turquía a cierta entente, aunque no por ello Emiratos Árabes Unidos no deja de percibir la proyección turca entre el Cuerno de África y el Océano Índico, temiendo la posición de fortaleza de Ankara, con las implicaciones para las líneas vitales de suministro marítimo de Emiratos Árabes Unidos que eso supone. Por otro lado, Abu Dhabi y Ankara tienen muy presente el papel, de carácter decisivo, jugado en los golpes de Estado en Egipto y Sudán contra los pro-turcos Morsi y Bashir.

Ante esta situación Ankara tenía un dilema que desentrañar. Es aquí donde podemos seguir viendo el encaje de piezas. En enero de 2021 Turquía se comprometía a vender 110 vehículos blindados de la clase Hızır a Kenia con el fin de reforzar las capacidades militares del país frente a al-Shabaab, que en conjunto con la crisis política se reforzó en la región, como hemos mencionado. También como consecuencia de la retirada de las tropas estadounidenses ordenada por el entonces presidente Trump y la suspensión de los bombardeos contra terroristas somalíes a partir del ascenso de Joe Biden, que con la elección de Mohamud ha entrado en la ecuación en este mayo de 2022. En definitiva, la asociación militar con Kenia también permite a Turquía atenuar las tensiones entre Nairobi y Mogadiscio y, de paso, atraer a Kenia a su órbita.

En lo que se refiere a la crisis política, Erdoğan ha tenido sobre la mesa dos líneas principales de acción a su disposición. O bien adoptar lo que podríamos llamar el "modelo libio", es decir favorecer el surgimiento de un agente de proximidad no demasiado comprometido con el actual sistema de poder, para cerrar tanto la disputa interna como las aperturas que facilitarían la intrusión de actores externos. O bien, tomar partido por el presidente Farmaajo, como temía la oposición, que acusaba a Turquía de no ser un actor imparcial y, de hecho, de proporcionar a Farmaajo las herramientas militares para consolidar su poder. Con el riesgo real de que Somalia se convierta en la Libia del Cuerno de África.

Turquía y Etiopía se oponen a los empujes centrífugos de las regiones autónomas de Somalia, pero eso no es óbice para que ambos miren también a Somalilandia. Italia y, en cierta medida, Estados Unidos también están a favor de las lecturas unitarias, pero se abstienen de jugar un papel principal en la diatriba. Kenia, los Emiratos Árabes Unidos y el Reino Unido (pero de una forma más velada) apoyan en cambio de una forma más pronunciada a las potencias periféricas.

Uno de los objetivos de estas elecciones es pues, evitar que Somalia desarrolle todo ese potencial latente para convertirse en uno de los próximos escenarios del enfrentamiento geopolítico en curso dentro de ese vórtice que abarca desde Trípoli, apoyándose en el Sahel y el Golfo de Guinea hasta Bakú, donde se desarrolla la competencia estratégica entre los grandes actores regionales.

Otro aspecto destacable es el anuncio del regreso de las tropas estadounidenses a Somalia tras la elección de Sheikh Mohamud. Se espera que el contingente sea inferior a los 500 efectivos, pero la Casa Blanca quiere enviar una señal de apoyo al nuevo ejecutivo somalí después de que el presidente Donald Trump retirara a 700 soldados. Al mismo tiempo, quiere llenar un vacío político-seguridad que Rusia ha demostrado en muchos países africanos que puede llenar a través del grupo Wagner.

En definitiva, realmente no es que sea la influencia de los mencionados actores externos lo que representa un elemento que pone a Somalia en un estado crítico y que repercute sobre la estabilidad del sistema. No, sino más bien tiene que ver con el hecho de que Somalia no esté incluida en una visión global, cosa que deja a este territorio en una disposición tal en la que no hay ningún papel para Somalia que vaya más allá de la subordinación.

Si todos los estados federados siguieran una trayectoria natural con el debilitamiento permanente del gobierno central, el resultado sería la atomización definitiva de Somalia en beneficio de los actores regionales, que podrían declarar una suerte de protectorados en una zona neutral (o bien de choque abierto para eliminar a los competidores).

Zonas Económicas Exclusivas y puertos

Por último, y para completar el análisis, hemos de hablar de Zonas Económicas Exclusivas y de puertos, entre otros factores vinculados a actores como pueden ser China y los países del Golfo. Las audiencias que se han llevado a cabo desde 2014 ante la Corte Internacional de Justicia sobre la delimitación de las fronteras marítimas al sur implican una mayor importancia que la meramente legal, pues alcanzan a sancionar un rescate somalí. Quizás una de las implicaciones de la sentencia sea el ver sucumbir a Nairobi. Pero hay una evidencia, y que quizás debe tenerse en cuenta para ajustar la visión analítica de la futura presidencia y de los actores que se acumulan en este lugar tan clave: para que los efectos prácticos sean positivos, acaba por ser imprescindible una colaboración de ambos lados de la frontera.

Con Farmaajo, Mogadiscio ha ido en la dirección de desaprobar los realineamientos regionales, ya que no los controla y trata de contenerlos. En este sentido, si planteamos una superación del sectarismo esto podría favorecer una reagregación: tal aspecto se ha podido percibir con la victoria de los candidatos de la oposición en Somalilandia.

Ha venido existiendo una orientación para excluir las presencias rivales de la reconstrucción somalí (intervenciones prioritarias en salud, educación, justicia, caminos y prevención de inundaciones); de intereses comerciales; desde la construcción y gestión de puertos a lo largo de las rutas que unen Asia con la Península Arábiga, África Oriental y el Mediterráneo. Con la apertura del Canal de Suez perdió cierto sentido la parte centro-oriental de África (puente a las Indias) en beneficio del Mar Rojo, Yemen y Somalilandia. Pero en los últimos años venimos siendo testigos de excepción de una carrera renovada hacia la infraestructura, y del ascenso de las rivalidades regionales y globales y la forma en que se unen en este lugar.

Somalilandia abrió el puerto de Berbera a los EAU DP World, con una concesión a treinta años firmada en 2017. Inaugurada en junio, la nueva terminal es la plataforma de penetración de Abu Dhabi hacia África, con Bosaaso y Socotra insertas en el "collar de perlas” que Emiratos Árabes Unidos está extendiendo hasta el Atlántico y que apuntará también hacia el Mediterráneo. En marzo de 2021 se acreditó al primer embajador emiratí en Somalilandia, un movimiento frecuentado por Mogadiscio que confirma cómo la relación entre Abu Dhabi y Berbera se está desarrollando en el aspecto político-comercial, perdiendo el carácter militar. Berbera también ha intercambiado visitas diplomáticas con Taiwán, matiz peculiar de la dinámica centrífuga somalí. Las delegaciones chinas, que mantienen el pivote logístico regional en Djibouti, también han llegado a Somalilandia, pero el presidente Muuse Biixi Cabdi ha venido permaneciendo, por lo menos hasta el momento, poco interesado en las ofertas de Beijing.

A esto hay que añadir los intereses de la gran región del llamado Escudo Árabe-Nubio. Geográficamente, y de norte a sur, el Escudo Árabe-Nubio incluye partes de Israel, Jordania, Egipto, Arabia Saudita, Sudán, Eritrea, Etiopía, Yemen y Somalia. Los metales preciosos e industriales, incluidos el oro, la plata, el cobre, el zinc, el estaño y el plomo se hallan diseminados a lo largo y ancho de esta zona, por no hablar del valor geoestratégico que se apunta simplemente entre Djibuti, Yemen y la isla de Socotra. Sobre esta región se ha lanzado China, como señalábamos en este Trazo de Kalamos el pasado 1o de enero de 2022.

Es por ello y con la excusa de la crisis somalí, que el presidente chino, Xi Jinping, ofreció apoyo a Mogadiscio. Por razones internas predominantes, Beijing desea que se contraste el regionalismo: o bien con Farmaajo, o bien con el primer ministro etíope Abiy, o también con el presidente eritreo Afwerki. La relación profunda es por tanto con las autoridades somalíes y se ejemplifica con acuerdos bilaterales que contemplan el uso de vacunas chinas contra la COVID-19.

Estados Unidos se proyectaría mediante el uso del puerto de Chisimaio para operaciones militares en el interior: una demostración de fuerza para rivales y afirmar aliados o sondearlos. Una delegación etíope también estuvo presente en Berbera. Aunque distraída por la crisis de Tigrè, Etiopía es un apoyo importante para Mogadiscio y para el experimento amistoso de Farmaajo que ha tratado de frenar el regionalismo, controlar las amenazas a la seguridad y no cerrar el acceso al mar. Etiopía no oculta el interés también en la naciente Zona Económica Exclusiva y en el desarrollo de una alternativa a Yibuti o Eritrea para su comercio.

También en esto, y por sorpresa, Turquía resulta presentar una postura ambivalente con respecto a los puertos. Ankara puede exhibir el contrato ganado por Albayrak para gestionar el aeropuerto de Mogadiscio hasta 2035, un esfuerzo que sigue al realizado para el aeropuerto de Aden Adde y para el gran hospital (“Erdoğan”) de la capital. Albayrak ha estado en Somalia desde 2014, pero el contrato se discutió primero con DP World, cuyo giro se entiende por el enfriamiento de las relaciones con Abu Dhabi en aquel contexto. La perseverancia turca, el apoyo de las autoridades centrales, fue recompensado. Tener al menos algo que decir (y poder ser escuchado) sobre lo que sucede en el Norte representa un interés paralelo que puede diluir la relación con el gobierno central.

La ambigüedad también caracteriza la acción de Qatar. El vínculo que ha establecido con el círculo de Farmaajo ha resultado ser muy estrecho, aunque también es cierto que el interés primordial, y lo hemos visto en estas elecciones del 15 de mayo de 2022, no es otro que el de proteger las inversiones conteniendo las tensiones y reafirmando una preeminencia. La misión del enviado especial qatarí al-Qahtani en mayo de 2021 sirvió para extinguir cualquier hipótesis de llevar la rivalidad con Kenia a unos escenarios peores tras el cierre de las embajadas y la frontera.

Ante la retirada militar de Emiratos Árabes Unidos y su apuesta por la vía comercial, y la intensificación de los intereses saudíes, el diálogo con Doha y su peso en la nueva ecuación de Somalia sigue un desenlace natural. Como ya hizo en 2020 para el envío de ayuda médica a Somalilandia, por ejemplo (o con Palestina) Qatar apoya las realidades locales siempre y cuando resulta ser útil para sus intereses. También por ese motivo Somalia no ha desdeñado con Farmaajo las ofertas egipcias de diálogo, que se desarrollaron hasta la visita oficial de Roble a El Cairo (en agosto de 2021) donde se reunió con al-Sisi.

Ha transcurrido ya una década desde la histórica visita, antes mencionada, del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan a Somalia, que ha abierto un nuevo camino para el país. Los parlamentarios y empresarios somalíes han ido adquiriendo la ciudadanía turca como medio para alcanzar mejores oportunidades de inversión, servicios de salud y educación, tanto para ellos como para sus familias... el poder blando turco se ha dirigido también hacia ellos en forma de producciones audiovisuales. Pero no por ello no dejamos de percibir la creciente polaridad de esta presencia, antes menos controvertida. En lo que se refiere a Europa lo podemos resumir en la siguiente expresión: presente pero poco incisiva. De ahí que quizás las Estrategia del Golfo de la Unión Europea presentada recientemente busque, junto a otros socios, un encaje en esta región, de lo que hablaremos en un próximo documento.

A esto hay que añadir la presencia de las flotas militares rusa e india, con escaso eco en tierra, pero de nuevo la asociación de India con sus socios en el Golfo, la misma Unión Europea por su Estrategia del Golfo, Estados Unidos, el Reino Unido... pueden servir para "amarrar" esa flota india. Rusia, como ya he dicho, buscaría usar a sus peones Wagner, y por tal motivo Biden ha tomado la decisión que he explicado en este mismo documento más arriba.

Conclusión

A modo de conclusión podemos afirmar que la elección de Sheikh Mohamud también tiene una implicación internacional bastante relevante. El nuevo presidente fue elegido por el impulso de los parlamentarios de Jubalandia y Puntlandia, dos regiones de camino a Mogadiscio y que entraron en la órbita de los Emiratos Árabes Unidos. Mientras que Farmaajo contó con el apoyo de Qatar y Turquía, sus partidarios desde 2017. De cara al futuro, esto no reducirá la influencia de Ankara, muy arraigada en el Cuerno de África desde hace años, pero podría acentuar la competencia entre las monarquías del Golfo en la región. En ello tendría que ver lo que analizamos en este Trazo de Kalamos respecto a la terna Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, a lo que sumaríamos Estados Unidos y la Unión Europea a través de la Estrategia para el Golfo de la Unión Europea.