El presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, hacía declaraciones recogidas ayer por la agencia TASS en las que afirmaba que la expansión de la OTAN a Finlandia y Suecia no representa una amenaza directa para Moscú ya que Rusia no tiene problemas con esos países. No obstante, Moscú tomará medidas en respuesta a la expansión de la infraestructura militar de la OTAN al territorio de Finlandia y Suecia, que dependerán de la naturaleza de las amenazas que surjan para Rusia.

Cambio en el discurso de Moscú. Ahora define que la línea roja para el Kremlin no es la entrada en la organización militar, sino "de la naturaleza de las amenazas que surjan", es decir de aspectos como la asignación de bases, tropas y armamentos aliados en los dos países nórdicos.

Recordemos que los funcionarios rusos hasta el momento en que se ha producido las votaciones en sentido afirmativo a unirse a la OTAN de Finlandia y Suecia habían recibido valoraciones contradictorias y que se hallaban concentradas en dos propuestas:

1/ Las "respuestas técnico-militares", que es exactamente la misma fórmula retórica adoptada en la preguerra con Ucrania; y,

2/ Desplegar armas nucleares tácticas en los 1.300 kilómetros de frontera con Finlandia, y en el enclave de Kaliningrado, que ahora pasaría a estar más amenazado para los rusos, compensando la ventaja adquirida con Bielorrusia de cortar el corredor de Suwałki y aislar a Estonia, Letonia y Lituania, con Suecia y Finlandia como neutrales, y favorecer diferentes tipos de operaciones rusas con esas antiguas repúblicas socialistas soviéticas, dentro de la Unión Europea y de la OTAN.

Inicialmente, las líneas expuestas se trazaron con la ilusión de influir en la toma de decisiones en Estocolmo y Helsinki. Al no haber tenido efecto, resulta contraproducente que el oponente sepa cómo se responderá a la ampliación. De momento es una advertencia no definida, aunque sí se han sugerido dos posibles escenarios, para no hacerlo. Moscú, al igual que hizo con Ucrania, está ganando tiempo.

Por otro lado, es mejor aguardar a que se filtren noticias, por ejemplo en la inminente cumbre de la OTAN en Madrid en el próximo mes de junio, en la que los aliados, además de reconocer y agilizar la petición finlandesa-sueca de adhesión, tendrán que tomar decisiones sobre cómo se debe fijar el despliegue militar en el flanco oriental. Entre otras cosas, se determinará si la presencia de Estados Unidos en Suecia y Finlandia es de carácter permanente, qué tipo de despliegue se va hacer y cómo se va a llevar a cabo.

Finlandia y Suecia cuentan con unas fuerzas armadas grandes y capaces, Suecia con una industria de defensa ciertamente interesante, así que su situación no es, en ningún aspecto, como las mencionadas repúblicas bálticas, donde también hay grandes minorías de habla rusa, como potenciales quintas columnas: de hecho, cuando empezaron las operaciones rusas a gran escala en Ucrania coincidió con la fecha de la independencia de Estonia.

Si la línea roja de Moscú acaba por ser realmente esta, queda meridianamente claro que Rusia es extremadamente cautelosa a la hora de ampliar el campo de rivalidad con el frente occidental... y esto no es prudencia: es signo de profunda debilidad... si sumamos la evolución del conflicto en Ucrania, y si se unen los destinos del Estado, de Putin y de las fuerzas armadas... entonces la reacción pasará a ser peor.

Con lo que respecta a Suiza, la Confederación Helvética está discutiendo un acercamiento a la OTAN. Funcionarios suizos señalaron su interés por aumentar la cooperación con la Alianza del Atlántico Norte, por ejemplo, mediante una mayor coordinación entre los militares y un aumento de la participación en los ejercicios. En septiembre, las autoridades suizas completarán un informe que se presentará al Parlamento para debatir la profundización de las relaciones.

Aproximadamente un tercio de la población estaría a favor de la adhesión a la OTAN, mientras que más de la mitad (56%) está a favor de estas formas más intensas de cooperación. En ambos casos, las cifras han aumentado en torno al 10% en los últimos meses, partiendo de este estudio.

Antes de la guerra de Ucrania, la política de neutralidad no implicaba que Suiza estuviera completamente desvinculada del lado occidental. Está fuertemente armada (como con el F-35) y en los planes de Estados Unidos durante la Guerra Fría su territorio habría jugado un papel muy destacado en caso de ataque soviético. La profundización de lazos de Suiza con Reino Unido es una constante, por otro lado.

Con el estallido de las hostilidades en Ucrania se ha puesto de manifiesto que, entre los dos países neutrales del arco alpino, Suiza se inclina hacia Occidente, mientras que Austria lo hace hacia el este, fruto de sus relaciones con los intereses rusos. La adhesión de Berna a las sanciones financieras occidentales y la cautela de Viena en los embargos energéticos lo demuestran.

Por otro lado, y quiero señalarlo aquí, me he encontrado con la retirada del siguiente vídeo en varios enlaces, como por ejemplo, aquí. A estas horas, aún se puede ver el siguiente enlace:

Se trata de la emisión de la televisión pública nacional rusa Россия 1. El columnista especialista en asuntos de defensa, el coronel (r) Mikhail Khodaryonok, lleva a cabo un análisis serio de la guerra en Ucrania, la evolución del apoyo occidental en cuanto a armamento, avisa de lo que eso puede llegar a comportar en un futuro próximo (estoy totalmente de acuerdo: nuestro suministro de ayuda militar se ha ido volviendo cada vez de mayor calidad y para alcanzar objetivos cada vez mayores vistos los acontecimientos en Ucrania... yo no descarto, efectivamente, que un millón de hombres y mujeres en armas, con los factores que señala Khodaryonok y con el debido entrenamiento y suministro de armas acorde con los objetivos... pueda ser un escenario que comprometa las posiciones rusas en el sur y en el este...). De hecho, el pasado 26 de abril de 2022, en una visita a Kiev, los secretarios de Estado y de Defensa de Estados Unidos anunciaron la reapertura de la embajada estadounidense en Ucrania, un envío masivo de armas sofisticadas y sobre todo un nuevo objetivo: “Queremos debilitar a Rusia hasta que pueda hacer lo que hizo al invadir Ucrania”, en palabras del jefe del Pentágono, Lloyd Austin.

Con este movimiento Estados Unidos daba inicio a una nueva fase táctica, haciendo lo que han hecho desde el principio: ser flexibles y adaptarse al curso de la guerra. Al comienzo de la invasión, estaban dispuestos a convivir con una Ucrania dividida en dos, con una Ucrania prooccidental reducida a los alrededores de Lviv, desde donde armar una insurrección contra el ocupante. Apreciando la resistencia de los ucranianos y las dificultades logísticas de los rusos, armaron a Kiev para evitar que sucumbiera. Ahora que la guerra se concentra en el este y el sur, en un terreno que teóricamente era más favorable a las fuerzas de Moscú, se ha convertido en la necesidad de evitar que Putin niegue a los ucranianos el acceso al Mar Negro, aunque se acabe por reconocer el control del Mar de Azov por parte de los rusos, algo de lo que hablaré inminentemente.

Por consiguiente, comenzaron a enviar armamento más sofisticado, a compartir inteligencia para golpear profundamente al enemigo, a difundir una narrativa más optimista, centrada en las posibilidades de Kiev no ya sólo de resistir sino también de ganar. Sobre qué significado le damos a ganar aún podemos tener ciertas dudas, sin riesgo a equivocarnos podemos decir que fluctuará hasta que se ajuste a la situación táctica y con cierta línea de movimiento estratégica definida por los acontecimientos, pero para el gobierno ucraniano la definición es muy clara: restaurar las fronteras anteriores a 2014, lo que implica recuperar la integridad de Crimea y el Donbás. Lo que señala el coronel en la reserva Khodaryonok es precisamente esto: ¿qué escenario se avecina para Rusia cuando se aproximen a esta situación? ¿Dará Estados Unidos luz verde, con el correspondiente apoyo de todo tipo para mediante los proxies ucranianos volver a la integridad territorial de Ucrania previa a 2014?

Washington envía un mensaje, cada vez más claro, y también amenazante a Moscú: a través de nosotros, los ucranianos podrían desgastarte. Rusia debe evaluar muy bien este riesgo: su poder de intimidación ya ha disminuido, cualquier derrota podría ser un golpe fatal, y los últimos acontecimientos resultan ser dramáticos, aunque ahora la propaganda rusa arrecia con la retórica de "nazis" y con el control de Mariupol total.

El debilitamiento del que habla Estados Unidos se refiere únicamente al poderío militar de Moscú, no a su gobierno. El objetivo no es lograr una derrota que desencadene el derrocamiento de Putin, sino sellar a Rusia en preparación para años de gran contención.

Habla también Khodaryonok del aislamiento geopolítico de Rusia y de la entrada de los países escandinavos a la OTAN y lo que implica para Rusia, además de lo que puede hacer Rusia de una forma cuerda y razonable al respecto.

Aunque lo he buscado no encuentro ningún corte que siga la discusión, pero a continuación hay un interesante intercambio entre Skabeyeva y Khodaryonok. Skabeyeva insiste en que se trata sólo de Occidente el que actúa contra Rusia, con una línea argumental en la dirección de que China e India apoyan a Rusia. Khodaryonok le contesta educadamente y le menciona que esta no es una situación normal. El desarrollo de los acontecimientos, explica Khodaryonok, hace que tanto China como India se sitúen en posiciones cada vez más lejanas de un apoyo incondicional a Rusia, como os explicaba de pasada precisamente en el Trazo de Kalamos de ayer lunes 16 de mayo de 2022.

Las fuerzas rusas sufrieron importantes reveses en el frente nororiental de la guerra de Ucrania. Según fuentes gubernamentales de Kiev, el ejército hizo retroceder al invasor de Kharkiv y se acercó a la frontera con la Federación Rusa. Además, diezmó un batallón enemigo que intentaba cruzar el río Severodonetsk con varias decenas de carros de combate. Por último, hay indicios de que los rusos están descargando el frente de Izium de los intentos fallidos de abrirse paso hacia Sloviansk.

Es un compendio de las dificultades del intento de los rusos de separar el grueso del ejército ucraniano desplegado en el este del resto del país con una maniobra de pinza. Esta maniobra es el objetivo de la llamada fase 2, centrada en el Donbás.

Los rusos parecen verse obligados a reducir aún más sus objetivos, desplazándolos cada vez más hacia el este y reduciendo la superficie de territorio conquistable. Primero intentaron atravesar Kharkiv, luego Izium, ahora ni siquiera pueden rodear Severodonetsk, cerca de la línea del frente. Esto podría significar que Moscú no logrará conquistar todo el óblast de Donetsk, mientras que parece estar en mejor posición en Luhansk.

Estos reveses pueden haber animado al ministro de Defensa Sergei Shoigu en su primera llamada telefónica desde el inicio de la guerra con su homólogo estadounidense Lloyd Austin. También pueden haber despertado la esperanza en Francia, Italia y Alemania de una oportunidad para negociar. En esto los estadounidenses esperan jugar para llevar a Putin a negociar. Quien, sin embargo, tendrá que sopesar otro riesgo: el de conformarse con una victoria parcial, o el de llevar las cosas hasta sus últimas consecuencias.