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El pasado día 6 de junio de 2022 The Washington Post dedicaba un artículo que citaba tanto a fuentes de un funcionario occidental como de un funcionario anónimo chino, que especifican que la República Popular de China estaba construyendo secretamente instalaciones militares, de tipo naval, en Camboya, para su uso exclusivo.

Recomiendo encarecidamente repasar este reciente Trazo de Kalamos para comprender el resto de movimientos de China en este amplio espacio y su proyección.

La presencia militar se situará en la parte norte de la base naval de Ream en Camboya, en el Golfo de Tailandia, donde está previsto que se celebre una ceremonia de colocación de la primera piedra esta semana (quizás hoy jueves), según los funcionarios, aunque sólo difieren en un matiz, pues mientras el funcionario occidental habla simplemente de la construcción de la base naval de Ream, el funcionario anónimo chino habla de que se trataría de una porción de la actual base naval de Ream, que se estaría preparando para tal fin.

Siguiendo a The Washington Post, podemos ver que las fuentes occidentales autorizadas dijeron que esperan que en la ceremonia próxima se reconozca la participación china en la financiación y construcción de la ampliación de la base naval de Ream, pero no los planes para su uso por parte del Ejército Popular de Liberación. Los planes de ampliación se finalizaron en 2020 y, significativamente, preveían que los militares chinos tuvieran "el uso exclusivo de la parte norte de la base, mientras que su presencia permanecería oculta", recoge The Washington Post citando a un segundo funcionario.

El establecimiento de una base naval china en Camboya, de momento el segundo puesto de avanzada en el extranjero tras las instalaciones de este tipo inauguradas en 2017 de Yibuti, y el primero en la región indopacífica, de gran importancia estratégica, forma parte de la estrategia de Beijing de construir una red de instalaciones militares en todo el mundo en apoyo de sus aspiraciones de convertirse en una verdadera potencia mundial. En este aspecto, contar con una instalación capaz de albergar grandes buques navales al oeste del Mar de China Meridional sería un elemento importante de la ambición de China de ampliar su influencia en la región y reforzaría su presencia cerca de las rutas marítimas clave del sudeste asiático, acercándose en la búsqueda de la competencia marítima con India y el resto del Quad en términos generales.

Beijing empieza a considerar que la región del Indo-Pacífico (y la de Oceanía) o bien no está dispuesta o bien podría ser incapaz de desafiar los intereses de China, y mediante una combinación de coerción, castigo e incentivos en los ámbitos diplomático, económico y militar, cree que podría conseguir que los países se plieguen a sus intereses, y cuyo propósito final es la asunción del espacio sínico y aquel otro que convierte a China en "el Reino del Medio" de esa región. Este movimiento de la República Popular de China pretende ganar un terreno en la península de Indochina para conectar con la base de Hainan y las islas artificiales en el disputado Mar de China Meridional; además de para aumentar la presencia del Ejército Popular de Liberación en las inmediaciones del estrecho de Malaca (guarnecido por los estadounidenses) y aprovechar los países ribereños en su propia red de rutas navales, que ahora también puede hacer uso de un puesto de escala en las Islas Salomón. Incluso más que el Estrecho de Malaca, la comunidad estratégica estadounidense controla el Canal Bashi, el tramo de mar de 156 kilómetros de ancho entre Taiwán y la isla más septentrional de Filipinas. De hecho, la puerta de entrada a la US Navy en los mares en disputa de los que China podría mantener fuera a Estados Unidos con sus propias capacidades de interdicción de área, o A2/AD.

Los gobiernos de Camboya y de la República Popular de China se han esforzado por enmascarar la presencia de los militares chinos en Ream, de acuerdo con la fuente citada por The Washington Post. Por ejemplo, a las delegaciones extranjeras que visitan la base sólo se les permite el acceso a lugares previamente aprobados. Durante estas visitas, el personal militar chino en la base lleva uniformes similares a los de sus homólogos camboyanos o no lleva ningún uniforme para evitar las sospechas de los observadores externos. Cuando el agregado de defensa de la embajada estadounidense en Camboya visitó la base el año pasado, sus movimientos estuvieron "muy restringidos", de acuerdo con la misma fuente.

La vicesecretaria de Estado, Wendy Sherman, visitó Camboya en 2021 y pidió aclaraciones a Camboya sobre el derribo el año anterior de dos instalaciones financiadas por Estados Unidos en la base naval de Ream, según un comunicado de prensa del Departamento de Estado. La demolición tuvo lugar después de que Camboya rechazara una oferta de Estados Unidos de pagar la renovación de una de ellas, según un informe del Pentágono sobre los avances militares chinos del año pasado. Esa medida, según el informe, "sugiere que Camboya puede haber aceptado en cambio la ayuda de la [República Popular China] para desarrollar la base".

Es digno de resaltarse que en 2021, el edificio de la "Amistad Común Vietnamita", una instalación construida por los vietnamitas, pasó a ser reubicado fuera de la base naval de Ream. Recordemos que China y Vietnam mantienen desde hace tiempo una relación tensa, con Hanoi y Beijing enfrentados por reivindicaciones territoriales contrapuestas en el Mar de China Meridional desde hace medio siglo, además de otros elementos de desconfianza de mayor tradición histórica y que permanecen.

Todo este secretismo alrededor de la base gira alrededor de factores de orden interno, asociados a las sensibilidades camboyanas y la preocupación por una reacción como consecuencia, pues en el fondo hay una prohibición constitucional de la presencia de militares extranjeros en el país. Como presidente de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), que cuenta con 10 miembros, este año Camboya quiere evitar la percepción de que es una suerte de pieza sin voluntad y con mucho interés en ser utilizada para sus propios fines por parte de un Beijing en ascenso y que allí donde establece el orden jerárquico y las relaciones de poder a su favor en el grado deseado, pasa a comportarse de acuerdo a una concepción del poder compartida por la región al autoproclamarse de facto el hegemón.

Camboya se viene mostrando en una aparente posición de ambigüedad que el elemento de la base de Ream podría acabar por dilucidar. Así, Camboya se mostró entusiasta en la cumbre especial entre Estados Unidos y la ASEAN celebrada en Washington el mes pasado; en el mes de marzo, pasaba a sumarse a otros 140 países en la votación de la Asamblea General de la ONU para condenar la invasión rusa de Ucrania. No obstante, la influencia china en Camboya ha crecido, incluso con gran rapidez, espacialmente en los últimos años, con una ayuda e inversión sustanciales por parte de China, una tendencia que también ha causado cierta preocupación en Phnom Penh por la excesiva dependencia de Beijing.

En definitiva la República Popular de China está buscando instalaciones militares para apoyar su proyección de poder naval, aéreo, terrestre, cibernético y espacial y, de hecho, de acuerdo con el mencionado informe del Pentágono, es probable que haya "considerado una serie de países", enumerando más de una docena, incluyendo Camboya, Tailandia, Singapur, Indonesia, Pakistán, Sri Lanka, Tanzania y los Emiratos Árabes Unidos. Una red global que podría, siempre de acuerdo con el informe del Pentágono, "tanto interferir en las operaciones militares estadounidenses como apoyar operaciones ofensivas contra Estados Unidos".

De hecho, China también ha intentado establecer una instalación militar en secreto en un puerto cercano a Abu Dhabi en los Emiratos Árabes Unidos. Tras reuniones y visitas de funcionarios estadounidenses, la construcción se detuvo, informó el Wall Street Journal. El estado actual del proyecto no está claro.

El informe también añade que los académicos militares chinos han afirmado que tales bases pueden permitir el despliegue de fuerzas militares en el teatro de operaciones, y el monitoreo de inteligencia de los militares estadounidenses.

La fuente anónima china citada por The Washington Post afirma que la tecnología de la estación de tierra para un sistema de navegación por satélite BeiDou se encontraba en la parte china de la base naval de Ream. Recordemos que BeiDou es la alternativa china al Sistema de Posicionamiento Global o GPS gestionado por la Fuerza Espacial estadounidense, y tiene usos militares que incluyen el guiado de misiles.

El Ejército Popular de Liberación usa los servicios de posicionamiento y navegación de alta precisión de BeiDou con la finalidad de facilitar los movimientos de sus fuerzas y la entrega de municiones guiadas de precisión.

De modo que es del interés de China, de ahí que se concentre en este esfuerzo, el alcanzar una red de bases globales, que por un lado afirma la proyección de poder, y por el otro permite construir los medios para el rastreo global y los activos espaciales.

Apoyando esta afirmación tendríamos que la armada china es ya la mayor del mundo por número de buques, pues mientras la US Navy cuenta con 297, China tiene 355 y se prevé que alcance 460 para 2030, motivo por el cual también le urge una red significativa de instalaciones sólidas en el extranjero, ya que su capacidad para utilizarlas disminuye rápidamente y en una medida proporcional con la distancia a China, además de precisar los elementos de apoyo que se dan en dichas bases navales, y que ya hemos mencionado, en la forma de hacer la guerra naval que China podría estar desarrollando si atendemos al tipo de sus naves, en la línea de lo que hemos visto en las islas Spratly en el disputado Mar de China Meridional a partir de 2015, un mar con una extensión de 1,4 millones de millas cuadradas y sobre el que Beijing viene reclamando aproximadamente entre el 80 y el 90%, siendo que en sus mapas delimita este espacio exclusivo con una línea punteada curva, a la que llama la línea de diez puntos, por donde transita alrededor de un tercio del comercio mundial, y donde Beijing ha cimentado y luego militarizado las pequeñas islas en disputa, desde Spratly hasta las islas Paracelso. De ahí que en noviembre de 2018 la República Popular de China intentase, por ejemplo, fortalecer sus relaciones con Filipinas al producirse un encuentro entre Xi Jinping y Rodrigo Duterte.

Como decía, China ha desarrollado hace ya tiempo una intensa actividad que ha estado relacionada con la construcción de islas artificiales para uso militar y civil en algunos atolones en los archipiélagos Spratly y Paracel, y con ello además crear y extender Zonas Económicas Exclusivas, entre otros beneficios de orden estratégico, pues el control de esta cuenca hidrográfica, que es rica en petróleo, gas, pescado, además del mencionado centro, absolutamente fundamental, del comercio hacia y desde China, y que se viene disputando Beijing con Vietnam, Taiwán, Filipinas, Brunei y Malasia, que también tomaron la vía de construir este mismo tipo de infraestructuras levantadas por Beijing, pero con menor intensidad.

Beijing ha dirigido esfuerzos con la intención de mejorar los llamados "diez puntos" en el Mar de la China Meridional, y lo ha hecho a través del proyecto de infraestructura/comercial "A Belt, A Street", que se basa en el desarrollo de las dos rutas: el "cinturón económico de la Ruta de la Seda", que atraviesa por tierra Asia Central y Oriente Medio para llegar a Europa, donde progresa al respecto repartiendo intereses con el establishment ruso, en fase de afirmación ante esta nueva gran competencia global que se desata por la hegemonía; y, la “ruta marítima de la seda del siglo XXI”, que parte de las costas de China, pasa por el Estrecho de Malaca, India, toca África y luego se adentra en el Mar Mediterráneo por ambas riberas lanzando tentáculos hacia Europa Oriental apoyándose en los Balcanes Occidentales, donde se encontraría con sus posiciones en Bielorrusia, pero también por el Mediterráneo africano, para fusionarse a la primera ruta.

Por otro lado, una vez asegurado el frente del "Heartland" con Rusia, desde el punto de vista geoestratégico, la costa de 14.000 kilómetros de longitud de la República Popular China es la zona más vulnerable del país. Así lo demuestran las invasiones por mar sufridas por las potencias occidentales y Japón durante las Guerras del Opio (1839-42 y 1856-60) y la Primera Guerra Sino-Japonesa (1894-1895). Beijing está acostumbrado a recordar estos episodios humillantes, que marcaron el final de la era imperial, para no sufrir más derrotas. Además, el núcleo político y económico de la República Popular de China se encuentra justo en la costa este, cuyos principales centros son Beijing, Shanghái y Hong Kong, lanzando una nueva visión que está ejecutando respecto a los datos y los cuellos de botella. Por estas razones, el presidente Xi Jinping ha colocado la transformación de la República Popular de China en una potencia marítima ya hace más de un lustro entre las prioridades de seguridad nacional.

Otra ventaja adicional por parte de Beijing es poder crear una Zona de Defensa para Identificación Aérea (ADIZ, por sus siglas en inglés) en el Mar de China Meridional, cuya creación, en términos generales, no viola ninguna norma de derecho internacional, ya que cada país tiene derecho a determinarla en el espacio aéreo internacional adyacente al nacional. Esto implica que cualquier aeronave que transite por el área debe identificarse, declarar el país de origen y anunciar el plan de vuelo al Ministerio de Relaciones Exteriores de China.

En definitiva, el Mar de China Oriental y el Mar de China Meridional juntos constituyen una de las fallas geopolíticas más importantes del mundo, el área donde los intereses estratégicos de China y Estados Unidos chocan. Respecto al Mar de China Oriental, la República Popular de China reclama el control de las islas Senkaku/Diaoyu en disputa con Japón.

Antes de la Guerra Sino-Japonesa de 1894-1895, las islas Senkaku pertenecían a China bajo el nombre de Diaoyu. Posteriormente, Japón los controló hasta la década de 1940. Durante el escenario del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial la región se convirtió en escenario de violentos enfrentamientos entre estadounidenses y japoneses. Después de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, Japón se vio obligado a rendirse. Las islas permanecieron bajo control estadounidense desde 1945 hasta 1972, cuando fueron devueltas a Tōkyō. Desde entonces, este último no ha dejado de afirmar su voluntad de controlar el archipiélago, de acuerdo con el acuerdo de paz que le impusieron las potencias vencedoras. Según el tratado de 1972, es el archipiélago de Okinawa el que se devuelve a Japón.

China pasó bastante tiempo en que estaba centrada en lo que yo llamo "cambiar el ecosistema" en el que sus aspiraciones pudieran crecer y desarrollarse hasta colmarlos de frutos mientras los frutos de sus competidores, cambiados a enemigos sólo en el momento oportuno, se agostaban precisamente "por el cambio de las condiciones del ecosistema". En la década de 1970, un acuerdo tácito entre China y Japón propuso llamar Islas Senkaku en Japón y Diayou en China. Es por esto por lo que Deng Xiaoping y Zhou Enlai, que tenían asuntos mucho más urgentes que tratar, habían decidido dejar cualquier discusión a las "generaciones futuras" para permitir la normalización de las relaciones entre los dos países (el cambio de ecosistema). Durante cuarenta años, la cuestión de Senkaku / Diaoyu estuvo cerrada (no sin algunos imprevistos regulares).

A partir de 2012 China explora periódicamente entrando en aguas japonesas (lo hizo también en febrero de 2017) y en 2013 trazó una Zona de Identificación para Defensa Aérea, parcialmente superpuesta a la definida por Tōkyō.

Lo que nos lleva a una visión compartida por ciertos círculos de Beijing y que aboga por volver a discutir la propiedad de todo el archipiélago de Ryukyu (esa es la cuestión de Okinawa) considerada como quizás el mayor obstáculo para la expansión del poder naval chino en el Pacífico y una señal de ruptura radical con el pasado. Al bloquear sus estrechos, Okinawa podría de hecho bloquear el acceso de China al océano, aspecto este de una naturaleza estratégica superior: algunas de las principales bases de la Marina de Estados Unidos en el Pacífico están ubicadas en Okinawa, donde por otro lado, cuestiones de matiz económico y social o cierta versión de su idiosincrasia podría ser jugado por Beijing contra Tōkyō.

Por otro lado, la Península de Corea, que alguna vez fue una plataforma para las invasiones japonesas hacia China, es ahora el eje sobre el que gira el equilibrio geopolítico entre la República Popular y los Estados Unidos. China no puede prescindir de Corea del Norte como un amortiguador estratégico entre ella y las tropas estadounidenses ubicadas más allá del paralelo 38, además de las surcoreanas. Pero, a su vez, el auge nuclear de P'yŏngyang es una amenaza para la estabilidad en la periferia de China.

Es por esto por lo que Japón (además de Corea del Sur y Taiwán, por supuesto), adquieren un elemento de pujanza en el plano de la estrategia que se está sabiendo adoptar, y más por los diferentes elementos que se recogen en este extraordinario análisis del Dr. Jagannath P. Panda, que aconsejo leer para cerrar este comentario.