Seguimos percibiendo signos de negociación entre las partes, y hemos llegado a algo que ya avanzábamos en el Trazo de Kalamos de análisis en profundidad del pasado 21 de enero de 2022 (y que conviene repasar, aunque la parte de Turquía se halla al final del documento), y que tiene que ver con el papel jugado por Turquía en los diferentes encajes para dirigir la construcción del gran espacio y, en el caso concreto, con la cuestión relacionada con la tercera zona de la gran línea entre Gdansk (Polonia) y Constanța (Rumanía), a la que se opone la línea roja rusa entre Kaliningrado y Tiraspol, apoyando a Odesa, Crimea y la zona rebelde del Bajo Don en Ucrania, de lo que hablé en este otro Trazo de Kalamos, y que también se hace imprescindible repasar.

Como se puede ver, en concreto en este Trazo de Kalamos del 23 de diciembre de 2021, donde se puede leer lo siguiente:

"No debemos olvidar que el mar Negro es una cuenca semicerrada con una sola vía de acceso, que puede bloquearse artificialmente con accidentes inducidos. De ahí que la idea del Canal de Estambul de Erdoğan, cuyas obras empezaron este año, sea algo que potencialmente sea del interés atlántico de contención a Rusia y del juego de Turquía."

Y en ese mismo Trazo de Kalamos del 23 de diciembre de 2021 en el apartado "Conclusiones" explicaba lo siguiente que paso a copiar en su literalidad, pues es imprescindible para comprender, a mi juicio:

"Vladimir Putin está jugando una partida ejemplar: primero enrocó el Kremlin, luego puso a la reina Crimea en condiciones de moverse en todas las direcciones (por tierra y por mar), luego movió el alfil bielorruso con la crisis de los migrantes, finalmente practicó un jaque mate diplomático, mientras que abre también el tablero con India, matiza a China y buscará profundizar y unirse al conjunto de Europa en el Golfo y la zona MENA, Sahel, etcétera.
Sin embargo, una victoria táctica en el plano militar no se convierte automáticamente en un triunfo estratégico, al contrario: echaría a perder todos elementos propagandísticos rusos y encendería a la vez Ucrania, Bielorrusia y el Cáucaso en su contra, con repercusiones en Asia Central. La ocupación de Ucrania tendría importantes costes y consecuencias para Moscú.
Solucionar esto también es algo que Rusia necesita, para cerrar la "herida" que el Canal de Estambul cuando se finalice en siete años supondría para la entrada de unidades navales en el mar Negro, sin las normas que rigen actualmente por el paso a través del Bósforo-Dardanelos.
Desde el plano estratégico, si bien los estrategas de Washington ganaron la carrera hacia el istmo de Europa estableciendo la línea Gdansk-Constanța, a lo que Rusia replica con la línea roja Kaliningrado-Tiraspol, los errores de bulto de Polonia y Lituania en el caso de Bielorrusia, y la posibilidad de captura de Crimea ha hecho que Rusia haya ya embolsado a Ucrania, de tal manera que cualquier operación allí es una trampa mortal para Washington. El hecho de que aún se puede acceder sólo a través del estrecho de Bósforo-Dardanelos al mar Negro y la superfortaleza de Crimea, apoyada por Odesa y con la parte correspondiente de la línea Kaliningrado-Tiraspol hace que, bloqueándose mediante sabotaje la entrada al mar Negro, la flota atlántica quedaría a la merced de la guerra electrónica rusa y del poder terrestre sobre la dimensión marina, con lo que la única opción posible para la Alianza Atlántica no es otra que la de poner más efectivos en el flanco sur de la línea Gdansk-Constanța, que se traduce en mayores concentraciones de efectivos en Rumanía y Bulgaria. En ambos casos, el uso de la guerra por cualquiera de las partes es un error de carácter estratégico irreparable.
Por otro lado, Sergey Lavrov ha dicho que Moscú y Washington tienen algunos puntos de acuerdo sobre los mecanismos de diálogo relacionados con las garantías de seguridad, señalando que no existen conflictos de intereses entre todos los países de la región.
En cuanto a la participación de sus [mecanismos de diálogo], en mi opinión, hay un acuerdo, al menos entre Moscú y Washington, seguro. Pero no veo ninguna razón por la que tal enfoque contradiga los intereses de algunos otros estados en nuestro región el miércoles el principal diplomático ruso al canal de televisión RT
Lavrov también señaló que los contactos bilaterales sobre salvaguardias de seguridad entre la parte rusa y estadounidense estaban programados para principios de 2022."

De este modo llegamos al Al-Monitor y a la noticia del 1 de febrero de 2022, dos días antes de la visita oficial de Recep Tayyip Erdoğan a Ucrania, donde ya ha quedado patente que acude para ejercer un papel de mediador.

El Al-Monitor nos explica que "Ankara tranquiliza a Moscú en vísperas de la visita de Erdogan a Ucrania". ¿En qué sentido ha tranquilizado a Moscú? Precisamente en la línea que estamos explicando en este artículo, pues Ankara ha tranquilizado a Moscú con una rara muestra pública de apoyo al tratado marítimo clave que salvaguarda los derechos de Rusia en el Mar Negro, en medio de los temores de una guerra inminente entre Rusia y Ucrania: la Convención de Montreux.

El ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, destacó el compromiso de Ankara con la Convención de Montreux de 1936, que es uno de los tratados fundacionales de la República turca moderna que restringe estrictamente el acceso de las fuerzas de la OTAN al Mar Negro.

“Siempre hemos sostenido que el estatus proporcionado por Montreux es ventajoso para todas las partes”, dijo el jefe de defensa de Turquía en su discurso en video a los altos mandos del ejército el 31 de enero. “Está fuera de discusión renunciar [al tratado] en las condiciones actuales”.

Pero esto no es exactamente de esta forma. Los comentarios de Akar de hecho suponen un cambio con respecto a las declaraciones anteriores del presidente Erdoğan y de otros funcionarios del AKP, el partido gobernante en Turquía, que abrían la Convención de Montreux a discusión en un intento por obtener apoyo para el proyecto del Canal de Estambul, un plan para construir una vía fluvial artificial que una los mares Negro y de Mármara. Más recientemente, el año pasado, Erdogan se jactó de que la vía fluvial estaría “ totalmente bajo la soberanía [de Turquía] ”, a diferencia de la Convención de Montreux que limita el acceso militar de los estados no ribereños.

Tales declaraciones fueron ampliamente vistas como un intento de Ankara de ganar favores con Washington y otras capitales occidentales en un intento por revertir el curso del rápido deterioro de los lazos entre Turquía y Occidente debido a varios desacuerdos, lo que provocó una firme oposición de Moscú. En cualquier caso, en medio de la crisis económica paralizante de Turquía, la perspectiva de concluir el proyecto parece sombría, si no oscura.

Fuente de la infografía: BBC. Usada sin fines de lucro y para facilitar la comprensión del presente artículo.

¿Qué dice la Convención de Montreux?

Lo que especifica la Convención de Montreux es lo siguiente. Según la Convención de Montreux, los buques mercantes gozan de libertad de paso a través de los Estrechos Turcos (el Centro de Servicios de Tráfico de Buques del Estrecho Turco regula los pasos de acuerdo con el Reglamento de Tráfico Marítimo para los Estrechos Turcos de 1998), mientras que los pasos de los buques de guerra están sujetos a algunas restricciones que varían en función de si estos buques pertenecen a Estados ribereños del mar Negro o no.

Además de algunas restricciones generales aplicables a todos, los buques de guerra pertenecientes a Estados no ribereños están sujetos a restricciones específicas, como las relativas al tonelaje máximo total y a la duración de la estancia en el mar Negro.

Las principales disposiciones de la Convención de Montreux que regulan el paso de los buques de guerra se describen a continuación:

  • Los portaaviones, pertenezcan o no a Estados ribereños, no pueden pasar en ningún caso por el Estrecho de Turquía.
  • Sólo los submarinos pertenecientes a Estados ribereños pueden pasar por el Estrecho de Turquía, con el fin de volver a su base en el mar Negro por primera vez después de su construcción o compra, o con el fin de reparar en astilleros fuera del mar Negro.
  • El número total y el tonelaje máximo agregado de todas las fuerzas navales extranjeras que pueden pasar por el Estrecho de Turquía están limitados a 9 y 15.000 toneladas respectivamente.
  • El tonelaje máximo agregado que los Estados no ribereños pueden tener en el mar Negro es de 45.000 toneladas.
  • A este respecto, el tonelaje máximo agregado de los buques de guerra que un Estado no ribereño puede tener en el Mar Negro es de 30.000 toneladas.
  • Los buques de guerra pertenecientes a Estados no ribereños no pueden permanecer más de 21 días en el mar Negro.

Los pasos a través de los estrechos turcos se notifican a Turquía por vía diplomática antes de los pasos previstos. El plazo de notificación es de 8 días para los buques de guerra pertenecientes a Estados ribereños y de 15 días para los de Estados no ribereños.

Es decir, que de acuerdo con lo que se había afirmado hasta este momento se consideraba que el Canal de Estambul, al finalizarse, no se contaría como "Estrechos turcos", y por consiguiente no estarían sujetos los buques de guerra, fuesen o no fuesen de Estados ribereños, a ningún tipo de limitación, pudiendo introducir la OTAN a través del Canal de Estambul submarinos, portaaviones, y sin estar limitados a ningún tipo de número máximo de buques, ni de tonelaje, ni tampoco habría una limitación de 21 días de navegación dentro del espacio del mar Negro. Todo esto ponía en cuestión, es fácil entenderlo, las posibilidades de Rusia de mantener con las mismas posibilidades y seguridades su flanco sur, desde el Cáucaso pasando por el mar Negro, con la Transnistria, Odesa, Crimea, y esa zona de Rusia alrededor del mar de Azov.

Y, tal y como señalaba y anticipaba, era un factor a tener en cuenta de lo que Rusia podría negociar en clave de evitar que el Canal de Estambul supusiese una amenaza para su seguridad e intereses en caso de no considerarlo un espacio al que aplicar la Convención de Montreux.

Como también señalo en el Trazo de Kalamos de análisis en profundidad del pasado 21 de enero de 2022, había que contar con el papel de Turquía en estos y otros aspectos, pero hay que recordar que Turquía ha dejado meridianamente claro lo que ya decía en ese análisis que acabo de volver a enlazar:

"(...) Turquía juega un papel, como en la crisis de los misiles de Cuba, para reconducir la situación, y es bienvenido por Rusia. Recordemos que Turquía busca afianzarse como pilar en Asia Central... pero mirando a Washington y a la Unión Europea, y recordemos también que Turquía ha alcanzado acuerdos con Ucrania para la producción de drones. Si leemos la noticia que enlazo en Twitter sobre la visita de Erdoğan a Ucrania [ver a continuación de esta cita], con la bendición de Rusia, vemos en sus motivos que lo hace como parte de la OTAN, en el encaje de Occidente, y recalca sus acuerdos de cooperación y sus aspiraciones de ampliarlos con Reino Unido, una de las tres patas: Washington, París y Londres. Esto hace que pensemos aún más en la naturaleza de los acuerdos y cuál sería exactamente el papel asignado a Ucrania, que no es tan simple, tan de blanco o negro, como podríamos pensar."

Y es que el mar Negro se halla entre los puntos más débiles de las líneas trazadas por los estrategas atlánticos, debido a las poderosas medidas anti-acceso/negación de área, A2/AD adoptadas por Moscú tras la crucial anexión de Crimea. Durante mucho tiempo los países aliados prestaron más atención a la subregión báltica que a la zona del mar Negro, donde el cuestionamiento de Lukashenka a las capacidades Moscú sobre Minsk se vino abajo al fallar, a mi juicio, la aproximación de Polonia y Lituania para favorecer un régimen que atrajese a Minsk definitivamente a la esfera atlántica y rompiese el embolsamiento a Ucrania por el Norte, considerando la proximidad geográfica del rival ruso que es lo más determinante de su proyección geoestratégica. Visión aparentemente lógica, que sin embargo no coincide con los objetivos estratégicos reales del Kremlin.

Históricamente, Rusia siempre ha tratado de reforzar su presencia política y militar en la región del mar Negro, como demuestran las numerosas anexiones territoriales, los diversos conflictos del Cáucaso, la docena de guerras ruso-turcas y la constante influencia ejercida sobre Besarabia, la construcción de Odesa... Mientras que las cancillerías occidentales más influyentes siempre han prestado poca atención a lo que consideran un mar periférico y ocluido, por lo tanto con un impacto estratégico limitado, Rusia ve en él una importancia geopolítica crucial. Sólo con capacidad de hegemonía en la cuenca y ejerciendo presión político-militar sobre los estrechos (Dardanelos, Bósforo y Kerch) podrá Rusia enlazar con las florecientes rutas comerciales de los mares cálidos.

Esencial para el desarrollo de las capacidades rusas A2/AD es la península redescubierta de Crimea, transformada en poco tiempo en una superfortaleza impenetrable capaz de garantizar el control del centro de la cuenca gracias a defensas costeras eficaces (Bastion, Bal y Sepal) y una parte sustancial del espacio aéreo y terrestre circundante por medio de sistemas balísticos eficientes (S400 e Iskander-M).

Si la posesión de Crimea juega un papel principalmente geoestratégico, las políticas de poder que irradian muestran una tasa geoeconómica que tiene un carácter marcadamente consistente. La inevitable modificación de las zonas económicas exclusivas (ZEE), la gestión de los flujos energéticos (estoy pensando en el gasoducto Turk Stream) y el control de las materias primas son las previsibles maniobras que adoptará el Kremlin para empujar a los distintos actores implicados a reconsiderar el mar Negro como una zona de control ruso... pero que tiene su completo sentido conectada a Europa y a Asia, no aislada con una bandera rusa: es decir, otro elemento de negociación entre las partes.

En materia de contención y desgaste del adversario ruso se contaba con la captación de Erdoğan tras permitirle jugar su juego geopolítico, momento en que por el simple éxito se alcanzaba el choque con Rusia y con China por parte de Turquía, el proyecto disruptivo del Canal de Estambul fuera de los marcos normativos de la Convención de Montreux, unas limitadas medidas de defensa convencionales, por algo Moldavia se halla en la posición que se halla y la Transnistria está ahí como realidad de apoyo a Odesa, Crimea y la zona rebelde del Bajo Don, y sobre estos elementos se han venido sumando los instrumentos típicos de la guerra económica, desarrollándose líneas que han perseguido:

1/ El debilitamiento del contendiente ruso en los mercados internacionales;

2/ El uso de sanciones económicas como chantaje político; y,

3/ En el plano militar, el embargo de armas.

El primer caso sería destacado por el fracaso del proyecto del gasoducto South Stream, para golpear a la economía rusa precisamente donde sobresale, el rico y estratégico mercado del gas, impidiendo su diversificación logística hacia los rentables mercados europeos. La construcción del gasoducto Turk Stream no es más que la variante no deseada en respuesta a la actitud de contención a Rusia de Bruselas, de la que emerge un único ganador concreto: Turquía, que piensa aprovecharse y disfrutar de generosos royalties y una palanca adicional de chantaje contra de las cancillerías occidentales para usar... efectivamente: en la gran negociación.

En el segundo caso, las sanciones adoptadas por Bruselas y Washington contra Moscú tras la anexión de Crimea y el estallido del conflicto bélico en el Bajo Don persiguen inducir a Rusia a cambiar de política. Las medidas restrictivas de carácter diplomático (suspensión del G8), financiero (congelación de activos y restricciones de viaje) y más puramente económico (prohibición de importaciones y exportaciones en sectores específicos) perseguían inducir al Kremlin al arrepentimiento, renunciando a la ocupación de los territorios ucranianos. Pero Moscú ha demostrado exactamente lo que advertía en un reciente Trazo de Kalamos, una alta capacidad de resiliencia y suficiente ingenio para replicar con medidas similares, y lo puede mostrar más allá aún, recurriendo a la lógica de la Gran Guerra Patria, algo que ya salió a relucir con Crimea.

El tercer tipo de guerra económica librada contra Rusia en el mar Negro no solo atañe al extraño embargo de armas para el Kremlin (del cual el Kremlin es un gran productor y exportador), sino especialmente y de forma adicional, la suspensión de la venta de los F-35 para Ankara. Esta elección pretendía inducir a Turquía a la renuncia de la compra de los sistemas defensivos tierra-aire rusos S-400 y realinearse junto con los otros socios de la OTAN. La difícil protección del espacio aéreo, derivada también de la delicada posición geográfica de la península de Anatolia, es el elemento crucial de fragilidad sobre el que quiere jugar la OTAN para inducir a Ankara a renunciar a sus intenciones neo-otomanas y su juego estratégico condicionado con Moscú.

Como señalaba en este Trazo de Kalamos:

"(...) la cooperación en aguas del mar Negro de la que hablábamos recientemente en un Trazo de Kalamos, entre París y Ankara, [a lo que hay que añadir] la idea aireada en el G20 por el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan de desempeñar un papel "positivo" en el desarrollo de los sistemas de misiles Samp-T, un proyecto franco-italianoy que también tiene un peso interesante en la ecuación. El que las fuerzas armadas de París y Ankara señalen de diferentes formas y a varios niveles su respectiva disposición a mantener abierto el diálogo a pesar de las rivalidades franco-turcas entre el Mediterráneo, el norte de África y el Sahel es algo muy interesante, y no hace sino hacer pensar en que la cooperación de ambos en escenarios como Líbano y alrededor de Beirut, y como punta de lanza para contener a China en Siria y en la región MENA, dentro del encuadre estratégico y formación del gran espacio."

La anexión de Crimea cambia las fronteras de facto también en lo que a ZEE se refiere, pues ahora Rusia y Rumanía se han convertido en países vecinos por medio de la contigüidad de sus respectivas ZEE en el cuadrante noroccidental del mar Negro, que casualmente es el más rico y no plenamente explotado. La negación de las nuevas fronteras por parte de la comunidad internacional puede deberse legalmente, pero no evitará que la mano larga del Kremlin (la compañía de energía de Crimea Chornomornaftogaz) explore y perfore en las aguas de Odesa.

No debemos olvidar que Rumanía sueña legítimamente con convertirse en el tercer mayor productor de gas natural de Europa gracias a la extracción de recursos submarinos (más de 200.000 millones de metros cúbicos). Compensar parcialmente los inconvenientes derivados de la no construcción de South Stream y garantizar la diversificación del suministro de gas en el Sudeste de Europa. Para Bucarest esto es alrededor de 40 mil millones de dólares de producción hasta 2040, más del 20% del PIB.

A esto hay que añadir la cuestión de Moldavia y de la Transnistria, que implica a ucranianos, rusos y rumanos (de Rumanía y de Moldavia)... vaya, otro motivo más de negociación entre actores.

En esta coyuntura histórica, con la formación del gran espacio de hegemonía en competencia con el gran espacio de hegemonía de China, la Revolución Industrial 4.0, un nuevo Bretton Woods que nos permita despegar de verdad... en la geopolítica del mar Negro, los elementos típicos de la guerra económica se hibridan con la geoestrategia y ciertos aspectos en los que no se suele poner el foco y que incluyen elementos como los que estoy tratando de explicarles. Hay que comprender perfectamente bien la relación, que la hay, entre la guerra económica y la información local, en este contexto que ya hemos definido, para prestar un servicio útil a los diferentes actores públicos y privados y para aprovechar el auténtico potencial y fortalecer las posiciones de los distintos actores en el gran acuerdo, para proyectarse más allá y lanzarse a la gran competencia hegemónica contra China y en la que no puede faltar ni una sola pieza.