Buenos días,

Seguimos con Ucrania, continuando la entrada de ayer lunes. Y es que el jefe de la inteligencia militar de Ucrania, el general de brigada Kyrylo Budanov, designado por el Decreto del Presidente de Ucrania n. 308/2020, fechado el 5 de agosto de 2020, dijo que Rusia se está preparando para atacar el país a gran escala a finales de enero o principios de febrero de 2022 en entrevista exclusiva a Military Times.

Según el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, se trata de "histeria alimentada intencionalmente", un pretexto para Estados Unidos para "enviar sus propias fuerzas armadas".

Recuerdo que en campaña electoral, el candidato a la cancillería por parte del SPD, Olaf Scholz, mencionó que lo que sucediese en Europa debería ser tratado por la Unión Europea y Rusia en el marco de la OSCE, algo que a los partidarios atlantistas del SPD y de Alemania en general resulta ser uno de los elementos que menos gracia hace, al igual que al bloque anglosajón.

El número de tropas rusas actualmente en las cercanías de la frontera sería de 92.000, pero podría incrementarse fácilmente en unos pocos días. A diferencia de los equipos, los hombres pueden movilizarse de forma repentina, incluso vestidos de civil.

El pasado 18 de noviembre, las autoridades estadounidenses manifestaban no estar seguras de por qué el presidente ruso Vladimir Putin está acumulando fuerzas militares cerca de la frontera con el este de Ucrania, pero lo ven como otro ejemplo de movimientos militares preocupantes que exigen la explicación de Moscú, en palabras del secretario de Defensa Lloyd Austin.

"Seguiremos pidiendo a Rusia que actúe con responsabilidad y sea más transparente en la acumulación de fuerzas en torno a la frontera de Ucrania", dijo Austin en una conferencia de prensa del Pentágono, y añadió: "No estamos seguros de lo que pretende exactamente el señor Putin".

Añadió Austin que la acumulación de tropas tiene la atención del Pentágono y que los rusos deberían ser "más transparentes sobre lo que están haciendo".

Estados Unidos compartió información clasificada con aliados europeos, que muestra una concentración de tropas y artillería rusas destinadas a un avance rápido y a gran escala. Las imágenes muestran un escenario en el que las tropas irrumpirían en Ucrania desde Crimea al sur, la frontera rusa al este y Bielorrusia al norte, con alrededor de 100 grupos de batalla. Según el oficial ucraniano, tal ofensiva incluiría ataques aéreos, de artillería y blindados, así como asaltos anfibios en Odessa y Mariupol, mientras que la incursión de Bielorrusia sería más contenida y con fines de distracción.

Kiev ve los vastos ejercicios militares rusos en abril y septiembre (Zapad-21) como un pre-posicionamiento antes de una ofensiva. Recordemos que Zapad-21 fueron las maniobras militares rusas, que tuvieron lugar en nueve localizaciones entre Rusia y Bielorrusia, y que involucraron un total de hasta 200.000 oficiales y hombres, alrededor de 80 aviones y helicópteros, hasta 760 piezas de equipo militar, incluidos 290 carros de combate, 240 piezas de artillería, múltiples lanzacohetes y morteros además de 15 navíos. Unas maniobras que estaban decididas desde hace tiempo, pero que fueron acompañadas sugestivamente de una nueva reunión entre los presidentes Vladimir Putin y Alyaksandr Lukašenka. Más de cuatro horas de conversaciones, con un "acuerdo total" sobre 28 capítulos de integración que van desde la economía hasta el "espacio común de defensa", un programa del que se sospecha, con razón, que contempla la unificación entre los dos Estados, algo de lo que también hablamos ayer en esta sección.

No obstante, como decimos en español, del dicho al hecho hay un trecho, y es lógico y coherente pensar que no va a resultar ni mucho menos ni fácil ni rápido pasar a la práctica, y quizás nunca se haga la culminación del proceso de unidad pues se perdería un amortiguador por parte de Alemania y Rusia, por no hablar de la triangulación comercial rusa-alemana en Bielorrusia para escapar de las sanciones. En opinión de Putin, y hay que ver que tales ejercicios se situaron en la antesala de las elecciones para la renovación de la Duma: este acto se podía vender como parte de un elemento patriótico del partido gubernamental Rusia Unida, debilitado pero que se aseguró una mayoría parlamentaria absoluta, y de paso, devolvía la maniobra del propio Lukašenka en la fase de caída libre de Yeltsin de postularse para unir ambos Estados desde Minsk, y que Putin paralizó: una suerte de "aquí mandamos nosotros, los rusos".

Para Lukašenka, en cambio, el objetivo de la unificación con la Federación de Rusia es una garantía de más sobornos, gas barato y por supuesto, la supervivencia en el poder, también de una forma u otra, al igual que para Putin es la contención de un clima que se podría extender con malas consecuencias en Rusia. De todas maneras, y visto el movimiento de la élite rusa y sus pugnas, con los agentes interpuestos ante la opinión pública, una caída de Putin ahora mismo con toda seguridad dejaría un escenario muy complicado para Rusia y para Europa, y del que los anglosajones esperarían sacar mejores réditos que la última vez, ya que fue el aparato de poder soviético el que liquidó y gestionó el paso al neoliberalismo desde la nomenklatura, con el asalto a la riqueza minera y natural de Rusia y de las zonas que Rusia trata de asegurarse en el Cáucaso, Asia Central o África, entre otros escenarios.

Del mismo modo, las maniobras Zapad-21 tienen un significado diferente para los dos países. Moscú hace gala de una posible alianza militar antioccidental en la frontera de la UE, ya que participaron Armenia, India, Kazajstán, Kirguistán, Mongolia, Pakistán y Sri Lanka, mientras que China envió observadores, y a su vez que Minsk nos recordaba que el ejército ruso está allí para vigilar las tramas internacionales anti-Lukašenka.

No obstante, Rusia hizo un repliegue de unidades desde Crimea, que también fue una forma de demostrar sus capacidades por cierto, y así nos lo enseñó:

El ejercicio militar a gran escala Zapad-21 demostró, por ejemplo, que Rusia puede lanzar más de 3.500 tropas aerotransportadas y de operaciones especiales a la vez, según afirma Kyrylo Budanov.

No obstante, en declaraciones al Washington Post el viernes pasado, el nuevo ministro de Defensa de Ucrania, Oleksii Reznikov, dijo que no estaba claro si el presidente ruso, Vladimir Putin, había decidido ya atacar, y que el presidente Putin estaba probando a Estados Unidos y a la OTAN con esas maniobras.

Pero Rusia está aumentando su capacidad para hacerlo, dijo Budanov a Military Times, incrementando los niveles de tropas y los sistemas de armas en la Crimea ocupada y poniendo a punto sistemas como los de misiles balísticos de corto alcance Iskander-M y otras armas en otros lugares cercanos a la frontera. Algo de lo que también hablamos ayer aquí y tiene que ver con una forma de tratar de eliminar la ventaja que suponen los drones armados Bayraktar Tb2, muy difíciles de derribar cuando están siendo operados, pero vulnerables cuando están estacionados en tierra.

Budanov desechó la posibilidad de que el tiempo invernal evite el conflicto en ese momento del año, pues afirma literalmente, que:

"No es un problema para nosotros ni para los rusos", dijo Budanov al referirse a los combates en esta época de frío.

Sin embargo, cualquier ataque de este tipo seguiría primero a una serie de operaciones psicológicas, las cuales afirma Budanov actualmente ya se hallan en curso y que han sido diseñadas para desestabilizar a Ucrania y socavar su capacidad de lucha:

"Quieren fomentar el malestar, a través de protestas y reuniones, que muestren que el pueblo está en contra del gobierno", dijo.

Estos esfuerzos incluyen las actuales protestas contra la vacunación de la COVID-19 que, según Budanov, han sido organizadas por Rusia, que también está tratando de avivar el malestar relacionado con la economía y el suministro de energía.

El cerco al norte y el monopolio naval ruso en el Mar Negro, que quiere ser discutido por las maniobras de la OTAN en ese mismo mar, llevan a los rusos a creer que es poco probable una concentración masiva de tropas estadounidenses en el centro-este de Ucrania. En el fondo ningún estratega se hallaría muy contento de liderar o colocar sus tropas en lo que parece una enorme bolsa desprovista de elementos orográficos defensivos. Pero es igualmente consciente del efecto de desgaste en las fuerzas de Moscú, dado por un flujo constante de material de guerra estadounidense al ejército ucraniano con la ayuda de Turquía.

Además, si nos ponemos en la mente estratégica de Putin, la ocupación militar produciría un daño a la imagen difícil de recomponer tanto dentro como fuera del país invadido. No debemos olvidar que Putin sigue esperando una gloriosa reabsorción, es decir, sin derramamiento de sangre, de Ucrania en la esfera rusa.

En palabras del propio Vladimir Putin en el artículo La unidad histórica de rusos y ucranianos y firmado por el presidente de la Federación de Rusia, con fecha de 12 de julio de 2021:

Rusia está abierta al diálogo con Ucrania y dispuesta a discutir los temas más espinosos. Pero es importante para nosotros estar seguros de que nuestro interlocutor está defendiendo sus intereses nacionales y no sirviendo los de otras personas, y que no sea más que una herramienta utilizada por terceros para combatirnos.
Respetamos la lengua y las tradiciones ucranianas, así como el deseo de los ucranianos de que su país sea libre, seguro y próspero.
Personalmente, estoy convencido de que Ucrania sólo puede lograr la soberanía plena en cooperación con Rusia. Los centenarios lazos espirituales, humanos y culturales que nos unen tienen su origen en la misma fuente, han sido atemperados por pruebas superadas juntos, por logros y victorias comunes.
Esta afinidad se ha transmitido de generación en generación. Vive en el corazón y en la memoria de quienes viven hoy en Rusia y Ucrania, en los lazos de sangre que unen a millones de familias. Juntos siempre hemos sido y siempre seremos mucho más fuertes y respetados. Porque somos un solo pueblo.
Mis palabras se pueden interpretar de múltiples formas. Algunos las percibirán con hostilidad, muchos me escucharán. Rusia nunca ha sido y nunca será "anti-ucraniana". Depende de los ucranianos decidir qué quiere ser Ucrania.