Los resultados definitivos de las elecciones para la Duma del Estado del 17 al 19 de septiembre de 2021 apuntalan el "sistema Putin" en principio hasta las elecciones presidenciales de 2024, cuando el actual jefe de Estado podría volver a postularse para quedarse como presidente vitalicio de facto, o bien lanzar un heredero.

Es interesante que a partir de 2021 entra en funcionamiento el mecanismo fijado por el Capítulo 5, artículo 96 de la Constitución rusa, que trata sobre la Asamblea Federal, fijándose el período de servicio de la Duma del Estado con una limitación de cinco años y cada escaño se asigna mediante una votación paralela: un papeleta para las listas de partidos y una papeleta para un solo candidato, con la enmienda de abril de 2021 a la Ley Federal de Elecciones a la Duma del Estado, aumentando la parte federal de la lista del partido de 10 a 15 candidatos.

En la nueva cámara baja del parlamento, el partido de gobierno Rusia Unida (49,82% de los sufragios) mantiene la mayoría cualificada al alcanzar los 324 asientos sobre 450 (y dejarse 19 respecto a los resultados de 2016), pero que le asegura la mayoría necesaria para emprender cambios constitucionales y para que la asamblea siga mereciendo el sobrenombre de la "fotocopiadora" del Kremlin.

De hecho, Rusia Unida logró el 49,82% de los votos por listas de partido y el 88% por distritos unipersonales, cosa que le concede más de dos tercios de los escaños de la Cámara Baja, lo que le permite cambiar la Constitución sin contar con otras formaciones. Con la popularidad de Rusia Unida bajo mínimos históricos (29%) y consciente de ello, el Kremlin no ha querido correr riesgos de perder la mayoría parlamentaria. En los últimos meses, le han hecho un lavado de cara al partido del Gobierno y han colocado como cabezas de lista a figuras populares, como el ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, el de Exteriores, Serguéi Lavrov.

Entre otros factores hay que contar para la caída de popularidad de Rusia Unida que el 14 junio de 2018, después de que el segundo gabinete del primer ministro Dmitry Medvedev anunciase sin previo aviso y con las manifestaciones prohibidas una reforma para aumentar la edad de jubilación aprovechando la celebración de la Copa del Mundo de Fútbol en Rusia, para hombres de 60 a 65 y para mujeres de 55 a 63 años. De hecho sería el factor que marcó más la caída en las encuestas de Rusia Unida fluctuando de alrededor del 35% al ​​25%. Esto ocasionó durante el verano de 2018 protestas contra la reforma de las pensiones rusas, particularmente las protestas más concurridas sucedieron hasta el octubre de aquel año, y con un pico particularmente alto entre el 18 de julio y del 28 al 29 de julio; en particular, el 28 de julio, más de 10.000 personas asistieron a un mitin en Moscú.

En un intento de que la base tradicional del partido acudiera a votar, Putin preparó un paquete de gasto extraordinario consistente en una ‘paga única’ para familias con niños en edad escolar, pensionistas y militares. Así, los pagos, por un valor de entre 10.000 rublos (118,5 euros) y 15.000 rublos (177,53 euros) se abonaron en septiembre a bomberos, policías, fiscales y soldados, entre otros. Los decretos decían que los pagos estaban diseñados para proteger las necesidades sociales de quienes los reciben. El líder del Kremlin prometía también en julio pagos similares a los jubilados, muchos de los cuales se han visto afectados por el aumento de los alimentos y la inflación del 6,5%, muy por encima del objetivo del 4% del banco central. De hecho, no era la primera vez, y más recientemente, que el Kremlin usa esta estratagema, pues para asegurar el resultado del referéndum de 2020 celebrado entre el 25 de junio al 1 de julio para aprobar o rechazar los cambios a la constitución, incluido uno que permitiría a Putin, en el poder desde finales de 1999, cumplir dos mandatos más de seis años en el Kremlin en lugar de dimitir en 2024, Putin aprobó la entrega de vales de compra a las personas que participaron, y que Alexei Nemeryuk afirmó que se entregarían a los residentes 2 millones de certificados por un valor total de 10 mil millones de rublos (unos 118,5 millones de euros aproximadamente) para gastarlos en tiendas y restaurantes, con la excusa de dar vida a la demanda de los consumidores después de que el bloqueo del coronavirus se levantara en gran medida precisamente esa semana.

A mediados de junio de 2021 el presidente Putin prometía gastar mucho en infraestructura, educación y salud. Con la caída de los salarios reales y el aumento de la inflación, sus calificaciones están en un mínimo de varios años, según una encuesta del Levada Center, una encuestadora independiente. Mostró que sólo el 27% de los rusos apoyaba al partido en marzo, frente al 31% en agosto. Putin propuso extender un programa de préstamos para infraestructura hasta 2026 y un programa de recuperación ante la pandemia de 100.000 millones de rublos (casi unos 1.185 millones de euros). También prometió más fondos para la construcción de carreteras y reiteró su apoyo a la prohibición de las exportaciones de algunos tipos de madera a partir del 1 de enero de 2022.

En Moscú, las autoridades también han sorteado premios para las personas que votaron por Internet que podían ganar incluso coches y apartamentos.

Como se puede ver las encuestas previas sugerían que el descontento con las medidas económicas de los últimos años y la acusaciones de corrupción harían mella en Rusia Unida. Pero el descenso es pequeño respecto a las elecciones del 2016, cuando obtuvo 334 escaños, pues ha pasado del 54,2% en 2016, al 49,84% en 2021, cuando se proyectaba entre un 25-30%. El resultado final cumple su objetivo de superar los dos tercios en la Duma.

El Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR) se acerca al 19% (18.93% y 57 asientos, 15 asientos más que en 2016), tras el 25% prometido por las encuestas en las urnas, y con la desviación del voto de protesta sobre sus candidatos, incluida la votación inteligente promovida por el encarcelado Alexei Navalny, y de la que se hacía eco The New York Times.

La aplicación de voto inteligente o Smart Voting ya se había utilizado anteriormente dos veces en las elecciones regionales, y ayudó a los candidatos de la oposición a ganar 20 de los 45 escaños en las elecciones de la Duma de la ciudad de Moscú de 2019 y a Rusia Unida a perder su mayoría en las legislaturas de las ciudades de Novosibirsk, Tambov y Tomsk. Por esa razón, el organismo de control estatal de las comunicaciones, Roskomnadzor, anunció el bloqueo de la aplicación.

El 3 de septiembre, el Tribunal de Arbitraje de Moscú ordenó a los buscadores de Internet Google y el ruso Yandex, los dos más utilizados, que dejaran de mostrar el término de búsqueda "Умное голосование" ("voto inteligente", en ruso) en sus resultados de búsqueda, después de que una empresa de lana llamada Woolintertrade registrase una marca comercial con la frase durante el verano, y exigió que la frase se elimine de los resultados de búsqueda. Según un informe de BBC Russian, la empresa, fundada en Daguestán, puede tener vínculos con la policía rusa.

El 6 de septiembre, se cortó el acceso al sitio web de Smart Voting en Rusia, y Volkov afirmó que las autoridades habían utilizado un sistema TSPU (herramientas técnicas para contrarrestar amenazas) como parte de la Ley de Internet soberana. Roskomnadzor declaraba que el sitio web fue bloqueado porque se estaba utilizando para "continuar las actividades y la celebración de eventos de una organización extremista".

Tras el bloqueo de Google Docs llegaba la ofensiva final, tal y como lo cuenta The New York Times, y Google y Apple cedieron ante el Kremlin al retirar la aplicación de Navalny que promovía el ‘voto inteligente’. Pero tan solo un 6,6% en las circunscripciones apoyaron a candidatos del PCFR en las listas unipersonales. De hecho, una de sus principales figuras, el empresario agrícola dedicado a las fresas y candidato a las presidenciales en 2018, Pável Grudinin, también fue vetado para concurrir, lo que me lleva a pensar en la ruptura entre el establishment, la búsqueda de un nuevo equilibrio de poder tras Putin... o todo junto, pero desde luego, no es "espontáneo".

Los primeros resultados del recuento de votos en el Lejano Oriente ruso, donde el descontento contra el Kremlin alumbró inéditas protestas el año pasado, daban inesperadas victorias a los comunistas y otros partidos opositores. Los comunistas eran, además, los candidatos más recomendados para derrotar a Rusia Unida en el listado de ‘voto inteligente’ del equipo de Navalny. La formación de Ziuganov ha sido la gran beneficiada del desgaste del partido del Kremlin. La reducción de los apoyos esperados que surgió del recuento enfureció a los líderes del PCFR, que amenazaron con protestas.

Se planteaba aquello que dijo Lenin, pero esta vez como absoluta farsa, como apunta Marx ("La Historia se repite dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa"). En fin, que sobrevuela la "farsa" de Lenin y de su "Qué hacer", porque ahora es un dilema entre mantener la oposición aquiescente (y muy a favor de Putin, porque el establishment ruso, que presenta o bien síntomas de fractura o bien es que se están preparando para buscar un sucesor y un cambio en los repartos de poder... o todo junto, como os decía más arriba), o intentar dar el salto hacia la disidencia real, pero sinceramente, la segunda opción parece muy poco realista.

El Partido Liberal Democrático (LDPR), aún más obediente al Kremlin, de Vladimir Zhirinovski se sentará en la Duma, con menos escaños (18 escaños menos, se queda con 21 escaños), al alcanzar el 7,55%, al igual que el centro-izquierda inofensivo, muy inofensivo, de "Rusia Justa" (SRZP), que adelanta al LDPR al lograr 27 escaños y subir 4 asientos respecto a 2016.

En cambio, hace su debut Gente Nueva, de Alexey Nechayev, el fundador de la empresa rusa de cosméticos Faberlic, que ha obtenido el 5,32% y 13 asientos. El partido nació con la aprobación de las instancias superiores del poder ya que es útil para interceptar votos de protesta y votantes agotados por la inacción del marco parlamentario. El que Alexey Nechayev haga cosméticos y se pueda pensar que coopera en maquillar las elecciones... es sentido del humor.

Durante meses, las autoridades rusas han reprimido y acosado cualquier voz disidente, desde opositores hasta medios independientes u organizaciones civiles. En fin, todo debería ir según el Kremlin. Incluso si la ejecución del guión requirió grandes esfuerzos y trucos de "tecnología electoral" antes, durante y, se sospecha, después de la votación. Quizás hasta demasiados, en particular:

- Urnas abiertas durante tres días

- Posibilidad de votar a través del teléfono móvil, con posteriores recuentos opacos

- Exclusión preventiva de la oposición más intransigente y en general de los candidatos más incómodos

- Encarcelar al destacado opositor Alexéi Navalny, que se recuperó de un intento de envenenamiento el año pasado, y con vídeos surrealistas por medio

- Candidatos clones para despistar a los electores y dividir el voto opositor

- Propaganda negra destinada a perjudicar a candidatos disidentes

- Carruseles (votantes que pasan por varias urnas)

- Puñados de papeletas juntas

- Muertos en listas de votantes (esto yo me lo tomaría como un homenaje a Gógol y su libro "Almas Muertas", hay que impulsar la cultura)

- Máquinas de conteo no selladas

- Votaciones a domicilio que alcanzan el 50% del censo

- Votantes sin registrar

- Desaparición de alguna urna que otra

- Observadores que tienen prohibido tomar fotos o son expulsados

- Muy amplio etcétera

También denunció irregularidades la oenegé de observación electoral Golos, que sufrió los bloqueos del Kremlin. La Comisión Electoral admitió las irregularidades, pero aseguró que no afectan al resultado final.

Hay que añadir la movilización del electorado leal al pacto del establishment ruso que se manifiesta en Putin por un lado, y Rusia Unida como partido político (Putin no es miembro oficialmente de Rusia Unida), y que da su apoyo a la formación política y a Vladímir Putin, ya sea por convicción o puramente por interés: la participación fue del 51,72% del electorado, unos 3,84 puntos porcentuales más que en 2016. Esto pone de manifiesto la opción de quedarse en casa por parte de muchos de los que tienen derecho a ejercer el voto porque ya se han encargado de que hayan quedado muy pocas opciones reales a los electores... y este es el resultado que da lugar a una "nueva" Duma del Estado.

No obstante, que nadie se lleve a engaño: el descontento social está en claro auge por la situación económica y la pandemia, por la pérdida del nivel de vida que ya dura años, la corrupción y la pérdida de calidad de las infraestructuras. La prueba la tenéis al repasar el discurso anual de Putin sobre el estado de la Federación, mucha menos geopolítica, menos referencias a "Occidente" y sus maniobras, y más promesas de mejora. Y esto es porque la gente está harta, y ya no les vale el nacionalismo ruso del establishment y sus negocios.

En definitiva, un Kremlin debilitado al frente de una Rusia debilitada emerge más encaramado al poder, pero en la práctica reforzado por las elecciones, que en Rusia son sobre todo un ejercicio para verificar la estabilidad del sistema. Y por ahora aguanta.