Saludamos a nuestros nuevos suscriptores y pasamos a hacer un breve comentario recuperando el formato de El Trazo de Kalamos, demandado por nuestros suscriptores, y lo hacemos partiendo de la postura de Turquía con Suecia y Finlandia en la OTAN.

Turquía no tiene ningún problema con Suecia y Finlandia en la OTAN, su diplomacia hace tiempo que en previsión de la situación actual ha ido construyendo una media luna de contención y refuerzo alrededor de Rusia (y Bielorrusia). De hecho, el ex primer ministro turco, Ahmet Davutoğlu, entre finales de noviembre de 2015 y principios de abril de 2016, realizó una serie de visitas al exterior que perfilaron una media luna dentro de la esfera de influencia rusa: Chipre, Azerbaiyán, Bulgaria, Serbia, Kazajstán, Ucrania, Finlandia, con el contexto de Rusia trabajando en la consolidación de la hegemonía del Mar Negro con la anexión de Crimea, como segundo paso de una serie de elementos estratégicos, que habría empezado en Georgia 2008 y que sigue en 2022 (y seguirá hasta alcanzar sus objetivos, en esta región y en otras).

A esto hay que añadir la lectura que el avance de Rusia en el Mar Negro supone para Turquía, cosa que abordé en este artículo y que aconsejo repasar.

De modo que la entrada refuerza a la OTAN, y por consiguiente sus intereses.

Otro asunto es que no pueda sacar partido de todo esto, cosa que ha hecho y hace. Turquía es una hábil negociadora y se mueve en varios ejes a la vez.

Aprovechando el contexto de urgencia, quiere reforzar su posición negociadora y hacerlo para sacar concesiones que le son de sumo interés, y que ya ha deslizado en declaraciones refiriéndose a "terroristas".

Va en la dirección de que se ejerza más presión sobre organizaciones kurdas vinculadas de alguna forma al PKK, sin descuidar a posibles gülenistas, principalmente en Suecia, pero también en Finlandia; además de reforzar Erdoğan su perfil electoral ante las bases más nacionalistas ejerciendo una postura de fortaleza ante la Unión Europea, algo que le es muy necesario y que ya hizo en el pasado, por ejemplo para apoyar a Rasmussen como secretario general de la OTAN, y que sirvió, además de para obtener unas mejores posiciones para Turquía dentro de la OTAN, para poner en dificultades al medio ROJ TV, vinculado al PKK, o bien la confrontación que tantos éxitos le ha reportado a Erdoğan, con los mismos ingredientes prácticamente, y que le sirvió para vencer en el referéndum de reforma constitucional que le permitió un cambio sistémico a Erdoğan, y que le "coronó" como un jefe de Estado en una república presidencialista con una concentración de poder alrededor de su cargo, y que, ya en dicha confrontación salieron a relucir el PKK, FETÖ, los tildados de "nazis" y "fascistas" de los alemanes, neerlandeses, austríacos y, por supuesto, todo Occidente empezando por la Unión Europea y hasta el propio Estados Unidos... todo ello contribuyó a una retórica que cimentó su ajustada pero legal victoria en el referéndum donde se jugaba el todo por el todo Erdoğan por un 51,4%; y, por supuesto, dirigirse hacia los intereses de Turquía en Ucrania con nuevos envíos de drones Bayraktar, Cáucaso y Asia Central mientras contemporiza (o hace ver que contemporiza) con Vladímir Putin.

Grosso modo, es esto: las condiciones que pueden tener una influencia en el sentido del voto en las próximas elecciones para Erdoğan son o pueden llegar a ser adversas, así que necesita una movilización similar a la que le permitió un ajustado margen de victoria en el referéndum, además de establecer un control del PKK y si le es posible de los gülenistas de FETÖ, y por supuesto, debe mostrarse un líder fuerte ante Occidente y la Unión Europea, aunque la realpolitik es tozuda y se impone.