Buenos días,

Hoy abordaremos una serie de elementos que se están configurando en el Norte de África con el foco de inestabilidad de "Caoslandia", Libia.

Centrándonos en la cadena de noticias pasamos a señalar los siguientes elementos, en los que también entra España.

Así, el pasado 18 de diciembre, una delegación de la Cámara de Representantes de Tobruk visitó el Centro Turco de Navegación y Estrategias Globales (Türk Degs) y se reunió con el exjefe de Estado Mayor de la Armada Turca, el almirante Cihat Yaycı, asesor militar del presidente Recep Tayyip Erdoğan y arquitecto del acuerdo para la delimitación de las fronteras marítimas entre Turquía y el gobierno de Trípoli.

El centro publicó imágenes de la reunión en Twitter y dijo que Yaycı se familiarizó con la delegación parlamentaria con el fin de ilustrarles acerca del acuerdo marítimo firmado entre el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) y Turquía en noviembre de 2019.

Fuente de la imagen.

Yaycı informó a la delegación libia del espacio marítimo que su país ganó bajo el acuerdo, diciendo que está en el marco del enfoque "ganar" entre los dos países vecinos.

El centro publicó un tuit diciendo que "la delegación recibió información detallada sobre el Acuerdo de Delimitación de Áreas de Jurisdicción Marítima Turquía-Libia", y los citó diciendo: "Entendimos claramente que este acuerdo está a favor e interés de Libia, y vamos a protegerlo."

En la reunión participaron el presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Tobruk, Youssef Al-Aqouri, el presidente del Comité de Energía de la Cámara, Issa Al-Araibi, y los miembros de la Cámara de Representantes de Tobruk Ziad Daghim, Idris Al-Maghrabi y Badr Al-Nuhaib, todos los cuales son partidarios de Khalifa Haftar. La delegación de estaba formada por hombres todos ellos muy cercanos a Khalifa Haftar.

Al final de la reunión, los miembros del parlamento de Tobruk acordaron que el acuerdo de noviembre de 2019 "beneficia a Libia" y se comprometieron a preservar su implementación.

El reconocimiento, si bien aún de carácter informal, del acuerdo sobre fronteras marítimas por parte de los partidarios de Haftar corona la iniciativa libia de Turquía, que ha sido expuesta militarmente en Tripolitania no para defender al gobierno de los Hermanos Musulmanes, sino más bien para proteger el acuerdo que legitima su soberanía sobre parte de las aguas de la "Patria Azul", aspecto este que tratamos en un Dossier Geopolítico especial publicado el 31 de agosto de 2020, y que es clave repasar.

Como hace tiempo que sostenemos, el objetivo de la geopolítica libia de Ankara siempre ha sido el mar, no la tierra. Este aspecto, eventualmente entendido por Haftar, quien con este movimiento aumenta sus posibilidades de establecerse directamente en Trípoli, como demuestra la cumbre posterior de Bengasi entre el mariscal de campo y dos de los libios más cercanos a Turquía, los exministros Ahmed Matig y Fathi Bashaga.

La comisión electoral libia ha certificado lo obvio, a saber, que no habría votaciones en Nochebuena, proponiendo un aplazamiento hasta el 24 de enero. Hoy mismo, 29 de diciembre de 2021, la agencia de noticias Nova.news nos informa que el Parlamento aplaza el debate sobre el proceso electoral hasta la semana que viene por decisión tomada ayer del presidente interino del Parlamento libio, Fawzi Al Nuairi con la presencia de 110 diputados, postergándose la decisión hasta la semana que viene. Según el portavoz de la Cámara de Representantes, Abdullah Blihaq, durante la sesión se debatió un proyecto de ley sobre sindicatos y el dossier de atención en el exterior, así como el archivo de posiciones soberanas y la introducción de una ley sobre el sistema judicial, que también será presentada durante la próxima sesión.

La suspensión de los comicios estaban en el aire, así como en la lógica geopolítica, debido al reciente regreso de la violencia. La verdadera noticia al respecto, e insistimos en ello, es otra: tres figuras muy poderosas se han reunido en Bengasi. Se trata del mariscal de campo Khalifa Haftar, líder militar de la Cyrenaica, y ex miembros del gobierno de Trípoli Ahmed Matig y Fathi Bashaga, ambos de Misrata. Los tres han luchado en bandos opuestos en los últimos años y todos están excluidos del actual ejecutivo, que en teoría debería llevar a Libia hacia la votación pero en realidad es una expresión de los intereses de Turquía, con el visto bueno, por lo menos de momento aunque se podría matizar, de Rusia.

Este triunvirato de las arenas se reunía la semana pasada con la mediación concreta de Egipto y apuntaba a reemplazar, o al menos marginar, al actual primer ministro Abdulhamid Dabaiba, un peón de Ankara, y al candidato Saif al-Islam Gaddafi, hijo del expresidente y con marcada tendencia a posicionarse en la esfera de Moscú. Es evidente la intención de los poderes excluidos o defraudados por el equilibrio actual de cambiar el equilibrio de poder. Es muy probable que la iniciativa cuente con la bendición de Estados Unidos, cuyo único interés concreto en Libia es la retirada de los rusos y el baile geopolítico con los turcos, que más abajo abordaremos.

El acercamiento entre las dos facciones libias es en gran parte consecuencia de la reconciliación entre Turquía y los Emiratos Árabes Unidos, sellada por la reunión entre Erdoğan y el príncipe heredero del Emirato, Mohammed bin Zayed, el 24 de noviembre, alrededor de estos elementos dedicamos este Trazo de Kalamos y este otro Trazo de Kalamos, que recomendamos leer. Esta dinámica puede inducir a Ankara a más bien favorecer, y no a obstaculizar, el nacimiento de un gobierno de unidad nacional con una fuerte tracción alrededor de cirenaica y a reducir el apoyo a las facciones yihadistas libias. El efecto que a Turquía le gustaría inducir es un alivio de las preocupaciones de Egipto y Emiratos Árabes Unidos para presionar a El Cairo a seguir el ejemplo de sus agentes de proximidad libios firmando un acuerdo para la definición de fronteras marítimas similar al turco-Trípoli.

El equilibrio entre Rusia y Turquía: desde el Mar Negro hasta Libia

La geopolítica turca sabe que una de sus debilidades estratégicas proviene del Mar Negro, y en este sentido debe también contribuir a la contención de Rusia, a lo que suman otros intereses con la energía y la conexión "al gran espacio" con una posición más ventajosa. Ya hemos señalado aquí que la geopolítica turca es realista y de ahí la cooperación con Ucrania y la cooperación, suministro y hasta producción conjunta de drones armados que han demostrado sus capacidades contra las armas rusas, en concreto en el conflicto entre Azerbaiyán y Armenia por el Alto Karabaj. La victoria de los azeríes se basó, en un alto grado de probabilidad, en el hecho de haber sido capaces de neutralizar las defensas antiaéreas armenias, de matriz rusa, con el empleo de drones de manufactura turca e israelí, en la misma dirección que se mueve Marruecos en su particular reedición de la "Guerra Fría entre Irán y Arabia Saudita", donde Israel sustituye a Arabia Saudita en el binomio, y que abordamos, por ejemplo, en este Trazo de Kalamos.

Al respecto, Rusia ha buscado una asociación con Egipto pensando en Turquía y Libia, y que se ha manifestado en varios elementos, desde las vacunas (recomendamos repasar el Dossier Geopolítico publicado por el Instituto Symposium respecto a la Geopolítica de las vacunas a fecha del 31 de julio de 2021), pasa también por ejemplo por la cooperación para combatir el hambre en África en una iniciativa entre Egipto y Rusia.

En octubre, Rusia y Egipto pedían la retirada del suelo libio de todas las tropas extranjeras de una forma coordinada.

Recientemente, el sábado pasado, los presidentes de Rusia y Egipto mantuvieron una reunión en la que hablaron de las relaciones entre ambos países, El-Sisi afirmó el deseo de El Cairo de profundizar los lazos con Moscú a todos los niveles, para construir sobre los proyectos actuales que cooperan en la implementación en Egipto la Federación de Rusia, y que los más importantes son la central nuclear de El Dabaa y la zona industrial en el Eje del Canal de Suez.

De acuerdo con fuentes egipcias, el presidente Vladimir Putin enfatizó la importancia que su país otorga al desarrollo de las relaciones bilaterales con Egipto en el próximo período, dentro del marco de la asociación y el acuerdo de cooperación estratégica entre los dos países.

El Servicio de Información Estatal egipcio hacía pública la siguiente nota:

El embajador ruso en Egipto, Georgy Borisenko, dijo el domingo 26/12/2021 que las inversiones de Rusia en Egipto ascendían a 8.000 millones de dólares a finales de 2020.
El volumen de intercambio comercial entre Egipto y Rusia alcanzó los 3.300 millones de dólares de enero a septiembre de 2021, dijo el embajador en rueda de prensa.
Egipto será el invitado de honor del Foro Económico Internacional de San Petersburgo, que se llevará a cabo en junio de 2022, dijo.
Borisenko agregó que la pandemia Covid-19 había afectado gravemente a la central nuclear de Dabaa, pero sin duda se reanudarán los trabajos en este proyecto, que atraerá inversiones rusas por valor de siete mil millones de dólares.Señaló que su país exportó grandes cantidades de vacunas Sputnik a Egipto este año, y señaló que la tecnología de la vacuna se transferirá a Egipto para ser fabricada con una capacidad de producción de 40.000 vacunas.
Rusia y Egipto tienen una cooperación de alto nivel en el campo de la lucha contra el terrorismo internacional y la seguridad de la información, señaló el embajador.
También se refirió a la convergencia de puntos de vista entre Egipto y Rusia para apoyar la unidad del territorio de Libia y combatir el terrorismo.

Efectivamente, tal y como recoge el Libya Observer, el presidente egipcio Abdel Fattah El-Sisi discutió el sábado en la llamada telefónica con su homólogo ruso Vladimir Putin la situación en Libia.

La presidencia egipcia dijo en un comunicado que las discusiones reflejan un consenso sobre la importancia de intensificar los esfuerzos y la coordinación mutua entre Egipto y Rusia para resolver la crisis libia y lograr las aspiraciones deseadas del pueblo libio de un futuro mejor.

También abordaron la cuestión de combatir y disolver las milicias armadas y las organizaciones terroristas y poner fin a la injerencia extranjera "ilegal" en Libia.

Por su parte, Sisi afirmó los continuos esfuerzos de Egipto por salvar las diferencias entre los "hermanos libios" y ayudarlos a elegir a sus líderes y representantes mediante el libre albedrío para cruzar la fase de transición.

De modo que aquí tenemos definidos los dos elementos de presión sobre el terreno de Libia. Por ese motivo, unos días antes de las conversaciones entre Vladimir Putin y El-Sisi, el líder del Alto Consejo de Estado de Libia Khalid al-Mishri, en declaraciones en la aplicación de chat de audio Clubhouse recogidas por Daily Sabah, afirmaba que aún quedaban Todavía hay más de 7.000 mercenarios rusos de Wagner en Libia y que contaban con armamento variado, en concreto afirma que tienen un campo de aviación con 30 aviones entre la base militar de Algourbabia (en Sirte) y en la base de al-Jufra. Concluye que Rusia buscaba un lugar como cabeza de puente para penetrar en el continente africano y que lo halló precisamente en Libia.

Rusia, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Egipto respaldaron al Ejército Nacional Libio (LNA) del mariscal de campo Khalifa Haftar en el conflicto. Turquía apoyó al anterior gobierno con sede en Trípoli, que fue reconocido por la ONU, mientras ahora Haftar se posiciona en posiciones favorables a Turquía.

Se han desplegado en el frente mercenarios extranjeros del Grupo Wagner que es propiedad del empresario ruso Yevgeny Prigozhin, una figura cercana al presidente ruso Vladimir Putin, así como de Siria, Chad y Sudán. Siempre de acuerdo con Daily Sabah, los investigadores de derechos humanos de la ONU vincularon a los mercenarios con posibles crímenes de guerra.

Mercenarios y armas extranjeros han entrado en el país desde que Haftar lanzó su ofensiva, con Rusia y los Emiratos Árabes Unidos como los principales proveedores del mariscal de campo Haftar. Según la ONU, actualmente quedan 20.000 fuerzas extranjeras y / o mercenarios en Libia.

La mayoría de las fuerzas extranjeras se concentran alrededor de Sirte en la base aérea de Jufra en poder de las fuerzas de Haftar a 500 kilómetros al sur de Trípoli y más al oeste en al-Watiya.

En junio, el Comando de África de los Estados Unidos (AFRICOM) reveló, de acuerdo también con Daily Sabah, que 2.000 mercenarios rusos del Grupo Wagner habían estado operando junto a las fuerzas de Haftar.

¿Cuál es la posición rusa en la región MENA?

Resulta interesante el artículo en FP de Anatol Lieven, investigador principal del Quincy Institute for Responsible Statecraft. Tal y como sostiene Lieven, y cito literalmente:

Se ha creado una narrativa pública dominante en los Estados Unidos y gran parte de Europa de que Rusia es una potencia "revisionista", que busca derrocar el status quo existente, desafiar el "orden basado en reglas" y, en general, actuar como un "saboteador" en asuntos internacionales, y en las tierras de la ex Unión Soviética, hay un elemento considerable de verdad en esta descripción.
En el gran Medio Oriente, sin embargo, hay algo realmente extraño en esta imagen del comportamiento ruso. En esta región, durante los últimos 20 años, de hecho, Estados Unidos ha actuado como un disruptor del statu quo existente, y la oposición rusa a las políticas estadounidenses sobre cuestiones clave ha demostrado, en retrospectiva, ser objetivamente correcta, desde el punto de vista de vista no solo de Rusia y de la región, sino también de Estados Unidos y Occidente.
Por supuesto, las políticas rusas fueron diseñadas para servir a los intereses rusos. De todos modos, el hecho de que resultaran corresponder también a los intereses occidentales no fue puramente accidental. Estas políticas rusas se basaron en un análisis del establecimiento ruso de política exterior y seguridad de los estados del Medio Oriente que resultó ser correcto en sí mismo, y también está muy cerca de los de muchos en el establishment estadounidense.
El análisis ruso subyacente es una percepción que podría llamarse antidemocrática, pero que se caracteriza con mayor precisión como un sentido profundo de la fragilidad de los estados y el miedo al caos y la guerra civil, junto con un escepticismo profundo sobre los proyectos de cambio revolucionario rápido.

Y como Putin le dijo al Financial Times en 2019 sobre los resultados del derrocamiento occidental del estado de Muammar al-Gaddafi en Libia:

“¿[Quieren] nuestros socios occidentales que una región como Libia tenga los mismos estándares democráticos que Europa y Estados Unidos? La región [de Oriente Medio y Norte de África] solo tiene monarquías o países con un sistema similar al que existía en Libia. … Es imposible imponer estándares democráticos franceses o suizos actuales y viables a los residentes del norte de África que nunca han vivido en las condiciones de las instituciones democráticas francesas o suizas. … Todo esto condujo a conflictos y discordias entre tribus. De hecho, la guerra continúa en Libia”.

De hecho han pasado ya más de 10 años y la guerra civil continúa hasta el día de hoy en Libia, y el colapso del estado libio permitió un movimiento masivo de migrantes a través del Mediterráneo que ha desestabilizado a la Unión Europea, generando un efecto de réplica en el Sahel que enlazó con la situación de Argelia desde los años 90 del pasado siglo XX (para el caso concreto de Malí recomiendo el documento generado en el Instituto Symposium sobre la Operación Serval).

Los desacuerdos entre Estados Unidos y Rusia en el Medio Oriente llegaron a un punto crítico con la Primavera Árabe de 2011 y los levantamientos en Egipto, Siria y Libia. La respuesta rusa a estos eventos estuvo determinada en parte por el deseo de defender a los viejos aliados soviéticos y (en el caso de Siria) retener la última base naval de Rusia en el Mediterráneo.

Aún más importante, sin embargo, fue el temor de Rusia de que estos levantamientos conduzcan al triunfo de las fuerzas extremistas islamistas y la creación de bases para el resurgimiento del terrorismo en Rusia, que se llevó tantas víctimas rusas antes y durante la Segunda Guerra de Chechenia. Los temores tanto de Rusia como de los países europeos sobre el Estado Islámico en Siria se incrementaron por la gran cantidad de ciudadanos musulmanes europeos y rusos que viajaron a Siria para luchar y luego trataron de regresar a casa, que también podrían encender el Cáucaso, algo que sigue latente y que conviene cerrar definitivamente.

La entonces secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, describió la oposición rusa al derrocamiento del estado Baath en Siria como "despreciable". Pero se pasa por alto un elemento muy interesante, que de hecho le da la razón no sólo a Emiratos Árabes Unidos (recomiendo encarecidamente este artículo de The New York Times sobre MbZ) y a Rusia, también paradójicamente a la misma Hillary Clinton. En sus memorias, Barack H. Obama, llamadas Una tierra prometida, el ex presidente describe cómo su gabinete se reunió en enero de 2011 para discutir la revolución que se estaba desarrollando en Egipto y si pedir la renuncia del dictador egipcio Hosni Mubarak, luego se involucró en una brutal represión contra los manifestantes:

“Los miembros mayores y más veteranos de mi equipo — Joe, Hillary Clinton, Gates y Panetta — aconsejaron cautela, ya que conocían a Mubarak y habían trabajado con él durante años. Hicieron hincapié en el papel de su Gobierno para mantener la paz con Israel, combatir el terrorismo y asociarse con Estados Unidos en una serie de otras cuestiones regionales. Y, aunque reconocían la necesidad de presionar al líder egipcio para que llevara a cabo la reforma, advirtieron que no había forma de saber quién o qué podía reemplazarlo". (Página 537)

Libia, contrario a lo que se afirma ha sido un sitio de larga data para el activismo e influencia de los rusos desde la época soviética, impulsado tanto por la geopolítica como por los intereses económicos. En la Conferencia de Potsdam de 1945, el entonces primer ministro soviético Joseph Stalin intentó sin éxito obtener una administración fiduciaria de la ONU sobre el antiguo territorio gobernado por Italia de Tripolitania (oeste de Libia), como recoge Saul Kelly en su libro "Cold War in the Desert Britain, the United States and the Italian Colonies, 1945-52".

En los años inmediatamente posteriores al golpe de Estado libio de 1969, que derrocó al rey pro estadounidense Idris al-Senussi e instaló al entonces capitán (y luego coronel) Gadafi como jefe de estado de facto, Libia siguió una política exterior nominalmente no alineada. Pero a principios y mediados de la década de 1970, Gadafi estaba importando cantidades significativas de armamento soviético, iniciando una tendencia de cooperación militar que luego se expandiría al despliegue de miles de asesores soviéticos en Libia, a decir de Ronald Bruce St John, en "The Soviet Penetration of Libia", The World Today, abril de 1982, pág. 136. A mediados de la década de 2000, Rusia había perdonado la sustancial deuda de Libia a cambio de acuerdos sobre energía, armas e infraestructura de transporte.

Sin embargo, el comercio de armas de Libia con Moscú no se tradujo en relaciones fraternales reales ni transformó a Libia en un cliente ruso estratégico, algo más parecido al caso de Argelia. A lo largo de la década de 1970, por ejemplo, Gadafi intentó diversificar sus fuentes de armas y recurrió cada vez más a la Unión Soviética solo después de que los gobiernos occidentales se negaron o imponían condiciones. De manera similar, el ejemplo frecuentemente citado de un puerto naval ruso en Bengasi siempre fue más ambicioso que seguro; Gadafi estaba manipulando hábilmente este acceso como palanca sobre Rusia y Occidente. Y a raíz de la revolución de 2011, la narrativa común de las pérdidas financieras rusas resultantes del cambio de régimen liderado por la OTAN también fue algo engañosa. La mayoría de las veces, Moscú hablaba de pérdidas potenciales resultantes de acuerdos firmados o prometidos verbalmente.

Desde entonces, las actividades de Rusia en Libia pueden describirse mejor como oportunistas, flexibles, diversificadas y escalables. Moscú tiene como objetivo reavivar y superar los beneficios económicos cosechados bajo Gadafi mediante la instalación de un gobierno amistoso y preferiblemente autoritario que garantice estabilidad en la región, que es lo que mencionábamos de la estabilidad en la que Rusia persiguiendo sus intereses se coordina con los nuestros, de modo que podría servir para alcanzar un potencial acuerdo.

Lo que sí ha ha buscado Rusia ha sido, de manera oportunista, frustrar la diplomacia europea en Libia a través de iniciativas cada vez más agresivas sin las preocupaciones de los derechos humanos. Por ejemplo, Moscú ha hecho propuestas en varios puntos a un actor de la milicia local sobre un acuerdo ilegal de hidrocarburos, cultivado corrientes diversas y a menudo divididas de leales a Gadafi, especialmente el hijo del difunto dictador Saif al-Islam, ya que realmente nunca ha confiado en Haftar por diferentes motivos, de los que hablaremos con mayor detenimiento en un documento futuro del Instituto Symposium.

Superponiendo la pugna Irán-Israel en Argelia vs Marruecos y las posiciones atlánticas

Marruecos ha entrado de pleno en la estructura euroatlántica y se posiciona como peón en la línea Argelia/Irán. Estados Unidos se mueve en la línea de que no quiere de ninguna manera un conflicto en el Estrecho de Gibraltar, de ahí la acción turca de buscar un acuerdo con Marruecos, que con ello dota a Marruecos de los medios para cerrar a Irán/Argelia en su posición. En esta línea vienen las negociaciones de Israel con Marruecos por el sistema israelí de misiles Barak-8.

También manifiesta el lugar de Turquía: está en la estructura central de Occidente (hilvanar con lo de Ucrania y los drones Bayraktar Tb2, y los que desarrollarán de manera conjunta). También proyectan poder para cerrar lo de Libia entre todos los actores, con lo que hay que equilibrar el juego Israel-Irán, que es el nuevo Israel-Arabia Saudita antes de que llegue al golfo de Guinea.

Respecto a la posición de "presión" de Marruecos quiere que España reconozca de una vez la soberanía de las Provincias del Sur o Sáhara Occidental, es decir, está muy bien que Estados Unidos e Israel le hayan dicho que sí, la potencia colonial es España y requiere la respuesta afirmativa de España; por otro lado, la cumbre de Pedro Sánchez con Erdoğan como ya señalamos va en esta misma dirección.

Por otro lado Israel también podría seguir una línea parecida a la de Chipre y Grecia por a través de una aproximación de varios niveles hacia España: una forma de conseguir las relaciones con la Unión Europea. De ahí también el acuerdo con Pedro Sánchez y Erdoğan... y no obstante, ojo a la triangulación con Francia e Italia de Erdoğan, porque ya no compra los S-400, compra el sistema franco-italiano, que por cierto, ya está desplegado en Turquía, y que refuerza las posiciones.