“Nunca la lanza embotó la pluma…”

—Miguel de Cervantes

Todo buen forofo de los cómics sabe perfectamente que los héroes de Watchmen pertenecen a la franquicia DC y no a la MARVEL… Posiblemente sepa también que este relato escrito por Alan Moore y dibujado por Dave Gibbons y John Higgins (los tres británicos) ha dado pie tanto a un largometraje como a una serie de televisión de producción estadounidense. Pero seguramente ignorará de dónde proviene el nombre de la saga… Tal como reconoció el mismo Alan Moore, Watchmen (Los Vigilantes) debe este nombre a un verso del poeta de la Roma antigua Juvenal, que se preguntaba: ¿Quis custodiet ipsos custodes (quién vigila quienes nos vigilan)?

Vigilar, de hecho, es un trabajo oscuro (cuando no secreto) que puede dar pie a muchos abusos. Todas las democracias exigen transparencia a las policías y a las inteligencias militares, admitiendo con la cabeza gacha la existencia de agendas ocultas, operaciones encubiertas, juego sucio, etc… La excusa oficial siempre es la seguridad; la razón, pero, es el control absoluto, el monopolio de la información (además de la violencia).

El papel del periodista de investigación es el de proteger a la sociedad de quienes nos protegen; desenmascarar las mentiras intencionadas provenientes de despachos oficiales. Decir la verdad, aun así, puede molestar (y mucho) a quien la esconde, motivo por el cual más de mil periodistas han sido asesinados en el mundo durante los últimos diez años. En el año 2020, sin ir más lejos, también se verificó el encarcelamiento de 387 informadores, el secuestro de 54, y se dieron por “desaparecidos” cuatro periodistas más.

Llama la atención que más de la mitad de los periodistas arrestados (el 61%) se concentren en solo cinco países: China (117), Arabia Saudí (34), Egipto (30), Vietnam (28) y Siria (29), según informaciones facilitadas por Reporteros sin Fronteras.

China es un país muy avanzado en cuanto a inteligencia artificial, pero no tanto en cuanto a conciencia universal y respeto de los derechos humanos. Dispone el país asiático en todo su territorio de sistemas de reconocimiento facial que constituyen una herramienta poderosísima de vigilancia y de control social en manos exclusivas del estado. Desentrañar la gestión informativa oficial de la pandemia, o la red de “campos de reeducación” donde vive cautiva la etnia uigur de China puede tener consecuencias fatales para quienes lo investiguen… Escribir, hablar en plata, mostrar con imágenes lo que ocurre, cuando quien manda quiere mantenerlo estrictamente en secreto, expone a los reporteros a una persecución digna del mejor thriller de ficción.

Como con el diseño de ropas seductoras para femmes fatales, las transparencias estatales hay que tratarlas con mucha diligencia… Hay bastantes temas “sensibles” de los cuales tal vez es mejor no hablar, “vergüenzas” que hay que ocultar al precio que sea… En cambio, como pequeños sinvergüenzas agazapados bajo una escalera del metro para identificar la ropa interior que las mujeres esconden bajo sus faldas, muchos periodistas de investigación de todo el mundo espían el juego sucio que tiene lugar en las cloacas de los estados, y extienden después -valientes- la ropa sucia al sol; a veces, no obstante, se juegan la piel…

En Afganistán existe la emisora de radio más valiente del mundo. Se llama Merman (que quiere decir “mujer” en la etnia pastún) y la operan mujeres que cooperativamente se ayudan las unas a las otras en la región de Kandahar, a pesar de ser sistemáticamente perseguidas y amenazadas por el régimen talibán que no consiente la igualdad de la mujer ni la educación de las niñas.

Otra valiente, Lina Attalah, es la redactora en jefe del diario digital Mada Masr, en Egipto. Posiblemente se trate del único medio de comunicación independiente del país y, por este motivo, las autoridades egipcias hace tres años que bloquean el acceso a su web.

El rapto de Elena

Sin embargo, si tuviéramos que otorgar ahora mismo un premio a la vigilante de vigilantes más valiente del mundo habría que pensar concienzudamente en la periodista rusa Elena Milashina, víctima constante de ataques, detenciones, amenazas de muerte y censura por sus informaciones sobre Chechenia.

El 12 de abril del año pasado, el diario ruso Novaya Gazeta publicó un artículo de la Milashina que criticaba la respuesta de las autoridades de la República Rusa de Chechenia a la pandemia de covid-19… El líder checheno Ramzan Kadyrov había proclamado impunemente que “las personas que transmiten infecciones deben ser tratadas como terroristas y exterminadas”, y cuando la periodista lo explicó al mundo entero, Kadyrov en persona amenazó con matarla… Elena Milashina fue galardonada el 2000 con el premio Pluma de Oro de investigación periodística en Rusia, y el 2009 fue galardonada por la organización de derechos humanos Human Rights Watch por su valentía como reportera cubriendo el conflicto de Chechenia y denunciando la corrupción y los abusos en aquella región conflictiva; el 2019 fue también premiada con el título de doctora honoris causa por la Universidad de Bruselas… ¿No se asusta? Pues no. Dos meses antes de publicar su artículo en Novaya Gazeta, Elena fue raptada y apaleada por un grupo de personas en un hotel de Grozni, junto con la abogada Marina Dubrovina… “También me amenazaron diciendo que me matarían; pero recibo amenazas de muerte constantes desde el 2015…”

La prensa libre vigila quienes nos vigilan, tanto como quienes nos vigilan vigilan a la prensa libre… “La verdad os hará libres”, escribió el evangelista Juan, pero la verdad también condena periódicamente a muchos periodistas entre la espada y la pared. No hay que andar muy lejos de donde estamos para identificar a gente valiente perseguida o exiliada por haber escrito verdades incómodas, por haber dicho simplemente la verdad… Pensad y recordad que el tres de mayo es el Día Mundial de la Libertad de Prensa.