Uno de los aspectos que más llaman la atención sobre la propuesta de Trump, de pasar de un G7 a un G11, en el que entrarían Rusia, India, Corea del Sur y Australia es la posición de Rusia y el juego geopolítico de fondo, que existe.

Como era evidente, las reuniones entre Francia y Rusia, tanto las formales dentro de organismos y cumbres internacionales, como las informales, van cuajando.

Lejos de celebrarse la negativa de Alemania a asistir al G7, creo que debería leerse como una consecuencia de los últimos G7/G8 y de la Conferencia de Berlín del pasado enero.

Tal y como era de prever, Rusia no se manifestó inmediatamente a favor de la propuesta que ha hecho oficial Donald Trump, y que puede parecer a primera vista una improvisación. Pero creo que no debería entenderse así.

Desde su exclusión, tanto del G7 como del G8, Rusia siempre ha manifestado que no estaba interesada en ese formato de reuniones, y que como tal evento, no estaba interesada en volver. A continuación siempre afirmaba que un formato G20 le parecía más interesante. Esta propuesta "informal" de Trump presenta varias virtudes que hacemos mal en no valorarlas en su justa medida, vamos a destacar que es exactamente el punto intermedio entre el caduco modelo G7/G8 y G20. La otra perspectiva que no deberíamos obviar es que este G11 se construye para oponerse a China... y a ello Rusia podría decir que sí, pues su extremo oriente, Siberia, Asia Central se hallan bajo presión china bajo diferentes factores: desde los económicos, productivos, tecnológicos, de recursos hídricos y tierras cultivables además de demográficos. No olvidemos que dentro del "Hagamos grande a China de nuevo", más allá de la asimilación definitiva de Hong Kong, la absorción de Taiwán... también debemos contar con la tierra que el entonces Imperio ruso ocupó en la Manchuria, y que ya ocasionó problemas entre ambas naciones en el pasado, calentándose dicho conflicto hasta el enfrentamiento casi nuclear. Rusia se sabe potencial objetivo de ampliación e influencia directa de una China milenaria que vuelve. Por no hablar de las estructuras en el Caspio, ideadas por Rusia y explotadas por China, al igual que la Gran Ruta del Norte a través de Ártico, donde se repite el guión.

Al respecto, desde Europa Occidental llegan señales, muy oportunas, que se vienen repitiendo desde hace ya un tiempo, y que provienen de Francia. No es casualidad que el "desfile de la Victoria" pospuesto hasta el próximo 24 de junio cuente con la asistencia confirmada tras su invitación formal del Señor Presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron. Tampoco cabe descartarse la intervención por separado en Italia de Rusia y China con motivo del SARS-CoV-2, donde ambos perseguirían objetivos geopolíticos distintos, pero ambos en clave "Europa", al igual que chinos y rusos compiten de manera mútuamente excluyente en África, y cuyos resultados podríamos empezar a ver ahora.

A la par, mientras tanto, con todo ello en mente, se atornilla el edificio del régimen unos días más tarde, pues el 1 de julio, fecha en la que ya sabemos que se celebrará el Referéndum Constitucional que cuestiona a los rusos sobre la reforma impulsada desde el Kremlin. En este escenario, se mantendría la postura manifestada por el Primer Ministro de Reino Unido, Boris Johnson, en la reunión informal con Vladímir Putin, durante la Conferencia de Berlín de enero pasado, "aún sería demasiado pronto".