Buenos días,

La configuración del gran espacio se sigue haciendo, y en connivencia de Rusia y Estados Unidos por cierto, mientras miramos hacia Ucrania con una visión quizás algo parcial, sin comprender que, como ya hemos explicado aquí varias veces, es una negociación entre varios actores lo que está en marcha y que debería verse como la persecución de diferentes intereses, con búsqueda de matizaciones de las diferentes posturas negociadoras.

Un caso paradigmático está sucediendo en paralelo, se ven implicados, directa e indirectamente, los mismos actores y parece que nadie tiene el interés de prestarle la debida atención. Vamos a intentar corregirlo.

A mediados de enero de 2022, el canal israelí Channel 12 reveló la existencia de un acuerdo secreto entre Líbano e Israel para la importación de gas israelí a través de Beirut.

En efecto, el sábado día 15 de enero de 2022 el Channel 12 informaba que este acuerdo fue negociado por Amos Hochstein, enviado especial de Washington y coordinador para asuntos energéticos internacionales, y firmado en secreto durante ese mismo fin de semana, y consiste en que Israel transferirá gas desde el campo Leviatán en alta mar a Jordania, y desde allí será transferido a Siria y luego al Líbano. Esta medida requerirá reparar y extender una línea de gas que fluye desde Siria al Líbano, cosa que podría llevar varios años, pero que cabe ver en una perspectiva que podría reducirlos al encuadrarlo en una esfera mayor, como explicaré más abajo.

El acuerdo fue aprobado por Estados Unidos y también fue coordinado con el presidente ruso, Vladimir Putin. Paradójicamente, vaya forma más extraña de hacerse la guerra, ¿no?

El acuerdo fue diseñado en parte para proporcionar a Líbano una alternativa a Irán mientras busca recuperarse de una crisis económica cada vez más profunda, que se extiende al campo de la energía, la política, etcétera, y con el puerto de Beirut, el estratégico puerto de Beirut, en el punto de mira de China... y que podría alumbrar un acuerdo entre Francia y Turquía (junto a Israel y Rusia, entre otros) para contener al coloso chino, y con miras de matizarlo en la región, como puede ser en la vecina Siria.

La grave escasez de combustible en Líbano ha provocado cortes de energía paralizantes y esperas de horas en las estaciones de servicio.

El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, anunció en agosto de 2021 que Irán estaba enviando combustible al Líbano para ayudar a aliviar la crisis. El primer petrolero iraní encargado por Hezbollah arribó al puerto sirio de Baniyas en septiembre de 2021 y el diésel se descargó en los lugares de almacenamiento sirios antes de que los camiones cisterna lo llevaran por tierra al Líbano usando sus propios puntos de cruce a lo largo de la frontera entre Líbano y Siria, lejos de los cruces fronterizos formales.

El primer ministro libanés, Najib Mikati, dijo que los envíos violaban la soberanía del Líbano y no están aprobados por su gobierno. Israel dejó bien claro que no interferiría con los envíos.

Bajo otra iniciativa para llevar algo de energía al país, los ministros de energía de Egipto, Jordania, Siria y Líbano acordaron en septiembre un plan para llevar gas egipcio y electricidad jordana al Líbano a través de Siria, como medida de réplica de Estados Unidos, donde todo apunta a la acción de Israel, y a la aprobación de Rusia (por el paso a través de Siria). Se espera que todo ello comience el próximo abril de 2022.

Evidentemente, Líbano negó este plan, dada su postura oficial hacia Israel, pero tampoco es menos cierto que Hezbollah de Líbano se proclama independiente de Irán, pues desea escapar de los planes imperialistas de este último país, de la misma forma en que lo hizo Azerbaiyán buscando una posición de apoyo con Turquía e Israel, y al igual que el propio sur de Irak.

Análisis

Estamos, es del todo evidente, ante la continuación de la política estadounidense en Oriente Medio, pues no depende tanto de la administración que esté, ya que la política exterior de Estados Unidos se define mediante una serie de pesos y contrapesos con diferentes influencias, y en este caso proviene formalmente de la que se inició bajo la administración Trump. El plan de Washington es lograr la alineación de Líbano con Jordania, Egipto e Israel, con lo que los Acuerdos de Abraham, que consisten en construir un frente de estados árabes sunitas para unirse contra Irán, y enlazar todos estos recursos de la zona MENA con los tres corredores euroafricanos, se halla en plena formación.

Líbano no es que resulte ser central en este gran juego, el país está escasamente poblado, sus recursos son limitados y no constituye una potencia militar. Sin embargo, el conflicto entre Irán y Estados Unidos se encuentra en el escenario nacional libanés, en particular por las divisiones políticas internas en el Líbano, y hoy se centra en cuestiones energéticas, a lo que hay que añadir el gran juego con China en el contexto de la Revolución Industrial 4.0, con toda su panoplia de herramientas, lo que incluye a los datos por la enorme expansión (piensen en el 5G/6G y en Huawei, y que la expansión de datos diluye el control anglosajón de los mismos con un 80%), súmenle "el abrazo" chino al Mediterráneo mediante los puertos por toda la ribera mediterránea, y con la centralidad que sí cuenta el puerto de Beirut como punta de lanza para matizar a los acuerdos entre China y Siria. No debemos olvidar que por esas fechas Siria se unía a las Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, y de nuevo Rusia vuelve a hacer el gran esfuerzo y sólo saca las migajas porque China es la que rebaña el plato y se come lo más suculento parasitando a Rusia y a sus esfuerzos, como sucede cada vez más en Asia Central y como va a suceder en África. Sin duda, todo el mundo se cansa de algo así, y de ahí la postura de negociar varias cosas con Europa, como puede ser también el mar Negro y su hegemonía en él, como ya hablamos recientemente aquí.

El tema energético es, por tanto, un instrumento de influencia en el contexto de una rivalidad geopolítica más amplia entre los grandes bloques de la región. Se moviliza con el fin de crear alianzas y espacios de acercamiento entre determinados Estados que no mantienen relaciones (en este caso, Líbano e Israel), y apunta a la construcción del gran espacio con Europa a través de Turquía, como hablaré más abajo.

En definitiva, Líbano no cuenta con la posibilidad de explotar sus recursos, debido a sus rivalidades con el vecino israelí, cosa que le impide explorar con tranquilidad su ZEE al sur, no así al norte, pero esta parte resulta ser menos prometedora. Por consiguiente, Líbano debe importar casi toda su energía. Por lo tanto, la salida de la crisis para el Líbano pasará necesariamente por la cooperación con países extranjeros. Líbano parece tener que enfrentarse a dos opciones: o recurrir a Israel, Egipto o Jordania, como le gustaría a Estados Unidos, o recurre a Irán, algo que tampoco desea realmente a partir de cierto punto Hezbollah del Líbano porque demasiado Irán no es bueno para nadie en Líbano.

Actualmente, el gobierno libanés reúne múltiples formaciones políticas, incluido Hezbollah. Para salir de la crisis energética, el movimiento libanés movilizó a sus socios tradicionales, Siria e Irán, tal y como ya he explicado. Pero el anuncio de la importación de fuel oil iraní en 2021 fue sobre todo simbólico y se explotó en clave interna política de Líbano. Efectivamente, no ha permitido resolver la crisis del Líbano, en particular porque las sanciones estadounidenses que pesan sobre Teherán no le permiten exportar su petróleo con tranquilidad.

Por su parte, los estadounidenses, al igual que Hezbollah, han movilizado a sus aliados regionales: Egipto, Jordania e incluso Israel. Pero tienen muchos más medios que Irán para afirmar ser capaces de resolver la crisis libanesa, por su parte Irán se mueve en el punto de mira de China, que también piensa en India y en romper a través de Asia Central y en un Irak y una Siria más estables hacia el Mediterráneo y unir toda su capacidad que se halla con ciertas desconexiones entre el espacio Mediterráneo y el de Asia Central para explotar en el contexto de la Revolución Industrial 4.0 con toda la fuerza y capturar a Europa y África junto a esa zona de Asia, más de mil millones de personas, y algunos de ellos, no pocos, con más capacidad de compra y consumo y generación de datos de todo tipo, a los que sumar los de la región de Asia y África que pretenden dominar y que añadiría otro mil millones de habitantes más y con fuerte capacidad de crecimiento demográfico.

Así, el lugar de Siria en estos ejes no es tan obvio, como lo demuestran las divisiones en el escenario interno estadounidense en relación con la política frente al régimen de Bashar al-Assad, y podría jugar su baza con China para negociar con el bloque de Washington con los árabes y retomar las negociaciones con Israel que propició, precisamente, Turquía, tal y como sucedió en 2008 y hasta 2009. Desde 2020, la ley César impone un régimen de sanciones a Damasco. Pero excepcionalmente, en el marco del acuerdo entre Líbano para la importación de gas egipcio y jordano, el gas cruzará Siria con el acuerdo de Washington. La noticia provocó una feroz oposición de los republicanos, porque las sanciones se implementaron durante el mandato de Trump, con el objetivo de sofocar al régimen sirio y debilitar a Hezbollah en el Líbano. Pero ahora no se trata de esto. En vísperas de las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos, las posturas son tensas y los republicanos, en una buena posición en las encuestas, dan un paso al frente y desean explotar la caída de popularidad de Biden en su beneficio para en 2024 volver a la Casa Blanca y apuntarse el tanto, con todo lo que un acuerdo de este tipo implica. La importación de gas a Líbano, por lo tanto, no solo tiene como objetivo resolver una grave crisis energética. La cuestión también es muy política.

Así, después de haber suavizado su posición sobre Siria, Washington habría pactado con Moscú aliviar la presión sobre Damasco en Naciones Unidas, de acuerdo con Foreign Policy. De hecho, se habla de reducir el número de reuniones en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre el uso de armas químicas por parte del gobierno sirio. Dada la debilidad de la oposición siria, la Administración Biden también estaría de acuerdo en dejar de enfatizar la transición política para crear una "Siria inclusiva", con miras a contener a China, algo que tanto norteamericanos como rusos estarían dispuestos a entenderse, apartándose Estados Unidos de la línea trazada para obligar a Bashar el-Assad a negociar una "transición política", de ahí la cuestión de usar a China por parte de Siria. A esto hay que sumar que Estados Unidos había decidido suavizar sus medidas coercitivas para permitir que las ONG trataran con elementos del gobierno sirio. A partir del 26 de noviembre se les permitió realizar nuevas inversiones en actividades sin fines de lucro.

A esto cabe añadir que en un intento por contrarrestar la influencia de Irán en Líbano para acabar siendo un caballo de Troya de China, tal y como explicaba en la sección anterior, Washington ya había autorizado el 19 de agosto de 2021 a Egipto a suministrar gas a Beirut a través de territorio sirio, y a lo que se añadió la apertura en octubre de 2021 del principal paso fronterizo entre Jordania y Siria. Viajando a Estados Unidos en julio de 2021, el rey jordano Abdallah II pidió a su aliado estadounidense que aflojase las sanciones contra Siria para permitir que Amman comerciara con Damasco nuevamente.

A esto cabe añadir la matización de ciertas posiciones de Emiratos Árabes Unidos con China, y subsidiariamente con Irán, cosa que lleva a los Emiratos a no invertir en Siria mientras haya sanciones y no se resuelva el expediente con respecto a China (e Irán). Ciertas empresas emiratíes ya han sido sancionadas por Estados Unidos por haber comerciado con entidades sirias sancionadas, como es el caso de dos empresas con sede en los Emiratos Árabes Unidos, Parthia Cargo y Delta Parts Supply FZC, que habían prestado servicios logísticos a la aerolínea iraní Mahan Air, que realizaba vuelos a Siria. La acción de Francia para matizar y atraer con Emiratos Árabes Unidos va en la dirección correcta.

Los israelíes y los libaneses han estado en desacuerdo durante mucho tiempo sobre el curso de su frontera marítima, y esto repercute en la definición de las ZEE. Durante años estuvieron de acuerdo sobre el punto de partida, pero no sobre el punto de llegada de esta frontera. El área en disputa formaba una especie de triángulo de 860 km2 en el espacio marítimo. Las negociaciones indirectas iniciadas a fines de 2020 tenían como objetivo llegar a un acuerdo sobre la delimitación de estas fronteras. Estados Unidos esperaba que libaneses e israelíes acordaran una división a la altura de la línea Hof, que separa casi en dos la zona en disputa (55% de la superficie de Líbano, 45% de Israel). Estas negociaciones sin precedentes testimoniaron la urgencia del tema energético para el Líbano, sumido en crisis, y entrar a negociar en tales condiciones provoca una posición de debilidad que se suele aprovechar. Pero en la primavera de 2021, los libaneses emitieron repentinamente nuevas demandas, aparándose en un estudio británico de hace unos años. Cuestionaron el punto de partida del curso de su frontera, afirmaron que la totalidad de los 860 km2 deberían integrarse en aguas libanesas y reclamaron aproximadamente 1500 km2 más en el territorio marítimo de Israel. Evidentemente, Israel no acepta esta contrarréplica de Líbano, dispuesto a no caer en la trampa de la debilidad en la negociación, con lo que suben las apuestas, y las negociaciones siguen entre Líbano e Israel.

¿Por qué Líbano se ha mostrado repentinamente más asertivo? Parece que las empresas que estudian este espacio tienen serias convicciones de que en la zona en disputa, al sur de Líbano y al norte de Israel, contaría con un gran yacimiento de gas, aunque aún no se ha confirmado al 100%.

A partir de la primavera de 2021 las discusiones han permanecido estancadas. Pero el tiempo no juega de la misma manera en cada lado. Israel ha descubierto y explotado yacimientos desde hace varios años (Tamar, Leviatán entre los más importantes). Los israelíes han desarrollado una verdadera estrategia energética. Del lado libanés, por el contrario, hay cada vez más urgencia. Para Líbano, el descubrimiento y explotación de gas es una necesidad absoluta.

Israel, en cuanto a gas natural se refiere, es autosuficiente desde los descubrimientos de yacimientos en el Mediterráneo. Este gas resulta ser fundamental para la producción de energía eléctrica en el país. Pero eso no significa que Israel disfrute de seguridad energética. Los israelíes dependen de sus dos campos, Leviatán y Tamar, que constituyen posibles objetivos militares.

Desde su creación, el Estado de Israel siempre ha estado en un estado de estrés energético. Los israelíes han consumido décadas buscando recursos naturales para abastecerse de petróleo, sin éxito, con lo que los descubrimientos de gas en el Mediterráneo en la década de 2000 cambiaron su relación con la energía. Sobre todo desde hoy, se ha liberalizado el acceso al petróleo. Ya no es un problema para el Estado de Israel, que ha pasado a acceder a las importaciones de petróleo con ciertas garantías. Estos descubrimientos de gas son claves para Israel, porque el gas sirve como una auténtica lanzadera para la Revolución Industrial 4.0.

Durante los últimos tiempos, como ya he mencionado, Israel ha comenzado a vender su gas a los egipcios y jordanos. Un acuerdo indirecto con el Líbano podría ser una buena oportunidad para Israel, porque a Beirut le falta mucha energía y el Estado de Israel la tiene de sobra, y necesita no ya unirse a Líbano, también proyectarse más allá hasta alcanzar Europa. El transporte es fácil, porque los gasoductos ya existen: el Gasoducto Árabe conecta Egipto con el Líbano, pasando por Jordania y Siria; y una rama adicional ya conecta a Israel con Egipto. Por el momento, la importación de energía iraní no parece ser una solución sostenible a largo plazo para Líbano, debido a las sanciones occidentales que pesan sobre Teherán. Beirut se prepara para importar gas de Jordania y Egipto. Quizás la crisis podría empujar al país, eventualmente, a importar gas israelí, aunque sea indirectamente, ya que ¿quién está en condiciones de poder garantizar que el gas que egipcios y jordanos venderían a Líbano no proviene de Israel?

Y el encaje de Turquía (con Irak y Europa)

Turquía e Israel pueden trabajar juntos para llevar gas natural israelí (y árabe, se sobreentiende) a Europa y los dos países discutirán la cooperación energética durante las conversaciones del próximo mes, dijo el viernes 28 de enero de 2022 el presidente turco Tayyip Erdoğan. Sobre el particular conviene repasar este Trazo de Kalamos para ver la relación con Emiratos Árabes Unidos y Turquía.

Podemos usar gas natural israelí en nuestro país, y más allá de usarlo, también podemos participar en un esfuerzo conjunto para su paso a Europa”, dijo Erdoğan a los periodistas en el vuelo de regreso de las negociaciones con Rusia en nombre de Occidente y que incluyen la seguridad estratégica rusa del mar Negro, uno de los caballos de batalla para Rusia... y, precisamente, viniendo desde Ucrania.

Erdoğan se reunió también con Nachirvan Barzani, presidente de la región kurda semiautónoma de Irak. Cuando se le preguntó qué se discutió, Erdoğan dijo que Ankara quiere firmar un acuerdo de suministro de gas natural con Irak y está manteniendo conversaciones al respecto, con lo que los árabes matizarían a los iraníes por el sur y lo turcos por el norte, guardándose también la baza del Azerbaiyán iraní y las referencias de Erdoğan a su ideal reunión con el Estado azerí.

Ahora hemos incluido el tema de Irak en nuestra agenda. Ahora estamos pensando en ello. Puede haber un suministro en el lado del gas natural de Irak a Turquía”, dijo Erdoğan, y agregó que Barzani había prometido facilitar las conversaciones.

La formación del gran espacio estaría avanzando. Hay que ver el conjunto del tablero para entender las matizaciones, y las posturas de no precipitarse en las negociaciones.