China

El 28 de enero de 2020 decía el presidente de China, Xi Jinping: "Este virus es un demonio. No podemos permitir que el diablo se esconda". Dentro del contexto de la visita del director de la Organización Mundial de la Salud a Beijing hizo el presidente chino estas declaraciones para enfatizar el valor y la eficacia de las medidas tomadas por su gobierno emprendidas con la finalidad de contener este coronavirus. Aunque tales palabras iban, más bien, dirigidas hacia el pueblo chino, pues es una tradición china bien arraigada el comparar cualquier tipo de desastre natural, incluidas las epidemias, con demonios, espíritus o dioses. En la mente de los chinos está el referente más próximo vivido en el siglo XXI, por supuesto, pero la expresión empleada por Xi Jinping los conecta con la epidemia de peste que azotó Manchuria entre 1910 y 1911, y que costó alrededor de 60.000 muertos antes de que el dios de la peste pasara de largo, parafraseando a Mao. El contexto que quiere fijar Xi Jinping en la mente de los chinos es el de la dinastía Qing haciendo todos los esfuerzos posibles para evitar una debilidad más en China que pudieran aprovechar las potencias extranjeras para interferir más aún en los asuntos locales de China, o incluso, arrebatarles más territorio, como bien pudieran haber hecho en aquel momento del siglo XX Japón y Rusia. Además, la dinastía Qing resultó derrocada en la revolución emprendida en 1911, llamada Revolución de Xinhai (10 de octubre de 1911 a 12 de febrero de 1912) con la abdicación del Emperador Xuantong o Puyi, aunque luego fue impuesto por los japoneses como el Emperador de Manchukuo (1934-1945). Con la Revolución de Xinhai dio paso a la República de China y a la aparición del Kuomintang o Partido Nacionalista Chino y, en 1921 al Partido Comunista de China. La República de China abarcó hasta 1949, momento en que sigue en la isla de Formosa o Taiwán, mientras la China continental pasó a ser la República Popular de China, bajo el control del Partido Comunista de China.

La estrategia de comunicación del gobierno chino ha sido cambiante y con una clara línea de evolución desde el inicio de la epidemia. El eje de inflexión viene determinado por la comparecencia del presidente Xi Jinping hacia mediados de febrero. Tras varias semanas ausente, y la circulación de rumores acerca de la legitimidad del "timonel" al frente de la nave de la República Popular de China, sobre todo fuera de las fronteras del gigante asiático. Y entonces es cuando vimos a Xi Jinping en el centro mediático del relato, y lo hizo haciendo algo desacostumbrado: en la calles de Beijing reuniéndose con ciudadanos, pretendiendo transmitir una imagen de control de la situación, eficacia y eficiencia, replicando en el mundo real a las duras críticas que se vertieron sobre él en las redes sociales chinas. Tomó la decisión de despedir a importantes funcionarios políticos, como a Jing Chaoliang, máxima autoridad del Partido Comunista en la provincia de Hubei, y a Ma Guoqiang, su homólogo para la ciudad de Wuhan, señalados, en definitiva como responsables de los errores que han llevado a tomar acción con retraso ante los acontecimientos, con ello se refuerza la línea meritocrática del régimen ante los ojos de la población, y de paso refuerza al conjunto del sistema. También a destacar el nombramiento de sustitutos destacados, como el caso del antiguo alcalde de Shanghai, Ying Yong. La clave fue la muerte en Wuhan del médico Li Wenliang.

Al poner el foco y cambiar la estrategia de comunicación, de la negación del mes de enero, a la máxima concentración mediática: se ha declarado al Covid-19 como la más importante emergencia sanitaria de China desde 1949 (por delante de las grandes hambrunas que siguieron al Gran Salto Adelante, demostración de idoneidad del sistema y de sus líderes, que purga a los deficientes y controla los más grandes riesgos). Y esto coincide cuando las medidas tomadas empiezan a dar resultados y se empiezan a arrojar paulatinamente mejores resultados: una estrategia de comunicación muy inteligente hacia el interior y, en parte, también hacia el exterior donde el presidente Donald Trump aplaudía por esos días la actuación de China en la crisis. Pero también la Organización Mundial de la Salud felicitaba a China y la ponía como ejemplo a través de Bruce Aylward, jefe de la misión de expertos de la OMS y China, que ha tenido ocasión de ver in situ la labor del gigante asiático. Por otro lado, la focalización de la tensión mediática en Italia, Japón y Corea del Sur, y paulatinamente el resto del globo hizo perder precisamente la centralidad de China en este aspecto en las noticias, que se quiso recuperar por parte de Bannon. Además, China ha hecho una acción propagandística de gran entidad cuando desvelaba de qué está hecha la cara oculta de la Luna, gracias a las imágenes que ha proporcionado el pequeño rover Yutu-2, que ha obtenido las imágenes de radar más precisas del interior de nuestro satélite hasta el momento, "un logro más de la tecnología y el sistema chino, también en el espacio". Ese es el mensaje, además de la captura de rocas lunares por la sonda Chang'e 5 y el despliegue global del sistema de satélites Beidou son, entre otras muchas señales, elementos todos que confirman que la República Popular de China quiere cerrar la brecha con Estados Unidos también en el espacio.

Esta crisis ha demostrado, antes del control de las redes sociales chinas por parte del aparato del poder, que la población se muestra cada vez más exigente con las autoridades locales, y esto es fundamental para la legitimidad. En China la legitimidad es la clave de la estabilidad. No hay una sin la otra. Y se ha de dar en toda la estructura del poder y de la mentalidad colectiva. De manera que cuestionar, con posibles argumentos, la legitimidad del poder local implica cuestionar al sistema entero.

También hemos tenido ocasión de contemplar el control de la información y de las redes sociales desde el poder de Beijing. Una de las cosas que la República Popular de China tiene muy clara es que debe aprender del colapso y caída de la Unión Soviética en temas como la glásnost, el funcionamiento de la economía en todos los aspectos o cómo las instituciones pudieron contribuir al colapso del gigante soviético en el siglo XX. Es, precisamente en este sentido de lo desarrollado en este epígrafe cómo hay que entender la desaparición del profesor Xu Zhangrun, profesor de Jurisprudencia y Derecho Constitucional en la Universidad de Tsinghua, y miembro investigador del Instituto de Economía Unirule, un think tank con sede en Beijing cerrado en agosto de 2019 ante presiones del gobierno chino. La investigación del profesor Xu se focaliza en jurisprudencia, filosofía jurídica occidental, teoría constitucional y la relación entre el confucianismo y el derecho. En julio de 2018, el profesor Xu publicaba un ensayo, "Temores inminentes, esperanzas inmediatas", en el que analiza y critica los cambios de política del secretario general del Partido Comunista, Xi Jinping, entonces introducidos, como la abolición de los límites de mandato, y lo que el profesor Xu considera una suerte de restauración del culto a la personalidad. Ese trabajo del profesor Xu Zhangrun se tradujo al inglés por Geremie Barmé, y como consecuencia fue suspendido y puesto bajo investigación.

Por otro lado, Beijing evitó que crecieran en exceso las fricciones en el frente interior y su perfil geopolítico y que presentan un perfil que abarca cuestiones geográficas, sociales, económicas, culturales y étnicas. Me refiero al frente bienestar de la costa, del que hablaremos más abajo en contraste con la situación social del interior, con predominio rural; otra barrera está en la línea geográfica y económica que se puede trazar con el río Yangtsé respecto al norte (carbón, tierras raras y trigo), del sur (arroz, té, algodón y madera), el mismo río además de conectar el interior con la costa, es un cinturón económico que es la punta de lanza para cerrar la brecha de pobreza del interior, de lo que hablaremos más abajo, a lo largo del curso del Yangtsé se ubican toda una serie de centros urbanos diseñados primorosamente de antemano, y que están siendo objeto de un estudiado plan estratégico y de infraestructura para conectarlas entre sí y proyectarse a la par que vertebrar el interior; también cabe señalar el papel que se atribuye desde el poder central al núcleo Han, grupo étnico mayoritario, a la zona amortiguación en la que China trabaja con un exhaustivo programa para que adopten la cultura china, que ha sido objeto de críticas por, entre otros, la Fundación Jamestown formada por Tíbet, Mongolia Interior, Xinjiang (y los uigures), Manchuria, lo que incluye Jilin, Heilongjiang y Liaoning; la cuestión de la separación identitaria entre la China continental y la región administrativa de Hong Kong, y la búsqueda de una convergencia; la cuestión de Taiwán y su incorporación paulatina al núcleo chino continental, elemento clave para el renacer chino en la mente estratégica de Xi Jinping, es la idea de "una China" (yige Zhongguo), y la consolidación final de China como gran Superpower en 2049. No obstante, en este frente, Taiwán trabaja en construir un acercamiento doble a Estados Unidos, impulsado por la reelección de la presidenta Tsai Ing-wen, mediante las relaciones económicas y las militares. Se afirman los taiwaneses manifestando sentirse cada vez menos vinculados culturalmente a la China continental o al menos, muy apáticos al respecto, y el gobierno de Taipei, contando con el apoyo estadounidense, ha rechazado de forma explícita la reunificación pacífica propuesta por Xi Jinping. Tanto Beijing como Washington tratan de realizar un mayor número de operaciones navales alrededor de Taiwán y los estrategas chinos como el general del Ejército Popular de Liberación, Qiao Liang y el profesor Deng Tao se preguntan sobre sí mismos, cómo y cuándo tomarlo por la fuerza. Al respecto, cabe mencionar ciertos cambios en la retórica de Beijing, como durantel el informe anual ilustrado durante la apertura de trabajos de la Asamblea Popular Nacional, del pasado 22 de mayo de 2020, donde el primer ministro Li Keqiang volvía a incidir en la importancia de que Taiwán se integre en la esfera de Beijing, pero esta vez omitió el adjetivo "pacífico", que era tradicional en este tipo de documentos. La posible intervención militar estadounidense, la situación en Hong Kong y la oposición local desalientan esa decisión por ahora. Sobre la cuestión de Taiwán trabajaremos algún artículo en esta revista digital.

Es interesante subrayar cómo, tal y como decíamos unos párrafos más arriba, Trump pasó de alabar a China a acusarla de todos los males. Esto subraya también la capacidad del sector del Partido Comunista Chino que se agrupa alrededor de Xi Jinping, el llamado "Ejército de Zhejiang". No olvidemos la relación claramente ambigua que mantiene el presidente de China con el número dos, Li Keqiang, puesta de manifiesto a propósito como estrategia de potencial asedio y derribo de Li hacia Xi Jinping cuando el primer ministro Li Keqiang visitaba Wuhan al finalizar el mes de enero de 2020. Estar en el epicentro de la epidemia y presentándose en el hospital erigido en 10 días, con ello Li demostraba su candidatura con firmeza, mientras el presidente de China estaba en Beijing. Trump podría haber tratado de explotar la brecha y haber mandando el mensaje que apoyaba las acciones de Li Keqiang, y cuestionaba a Xi Jinping. Evidentemente, Xi Jinping y sus leales le dieron la vuelta a la situación, y ante la evidencia de no poder poner una cuña efectiva en el poder de Beijing y la caída potencial de Xi Jinping, la estrategia de comunicación de Trump y de Estados Unidos fue la de cargar contra China, pues Li Keqiang desaparecía del centro mediático.

El "Ejército de Zhejiang" es como se llama a los funcionarios con los que el presidente Xi Jinping se relacionó y estrechó vínculos en su juventud o mientras desarrollaba su carrera dentro del Partido Comunista de China entre 1982 y 2007. En ese tiempo Xi jinping ejerció el liderazgo en Hebei (1982-1985), hasta 2002 en Fujian, hasta 2007 en Zhejiang y tras ello en Shanghai. Sus leales supervisan a los distinto líderes del Partido, el Estado, Fuerzas Armadas y los más destacados órganos del país, y lo cierto es que ocasión que tienen para ganar posiciones, la aprovechan. Cabe mencionar a Cai Qi, Chen Min'er y Li Qiang, que controlan los ejes geopolíticos marcados por Beijing, el eje estratégico y el eje político; Shanghai, que es la plataforma financiera y económica más destacada de la China continental; además de Chongqing, clave como centro impulsor y receptor en la iniciativa One Belt One Road, además de ser un escenario de las luchas de poder, como la protagonizada por Zhou Yongkang dentro de los servicios secretos chinos, donde la "seguridad política" (zhengzhi anquan) se considera ahora la rama más importante de la seguridad nacional. La pandemia, como hemos visto, les ha permitido controlar Wuhan y Hubei. El círculo de calidad y de seguridad del presidente supervisa el núcleo geopolítico del país, que pivota alrededor de tres agrupaciones: la megalópolis Jing-Jing-Ji formada por Beijing, Tianjin y Hebei; el delta del ya mencionado estratégico río Yangtsé, cuya cabeza es la impresionante Shanghai; y, el delta del río Pearl, en el que se encuentran Guangdong, Macao y Hong Kong.

Por otro lado, las estrictas medidas de control y prevención adoptadas por las autoridades chinas la primavera pasada dieron como resultado una disminución drástica de las infecciones por coronavirus en la República Popular de China. Esto permitió la recuperación a gran escala de su economía, la única entre las de las grandes potencias que crecerá en 2020, con unos datos dignos de resaltarse en el interesante análisis que le dedica The Wall Street Journal.

Tal y como se puede comprobar, las importaciones a China aumentaron un 13,2% en un año, o 202,8 millones de dólares en septiembre de 2020, de los cuales +17,6% fue el petróleo. Los principales socios son Estados Unidos con +24,7%, Taiwán: 35,8%, ASEAN: 13,2%, Corea del Sur: 7,2% y Japón: 13,4% – FuenteTrading Economics

Elementos a tener en cuenta de China

China enfrenta un colapso demográfico de unas proporciones considerables, estamos hablando que en menos de 80 años China contará con unos 500 millones de habitantes, mientras que Estados Unidos, simplemente, superará esa cifra. Por algo se ha definido la región como Indo-Pacífico, pues en corto es contención de China ahí, pero a medio-largo el objetivo pasa a ser India, que por esas fechas rondará los 2.000 millones de habitantes. ¿Cuál es la estrategia de China ante esta circunstancia? Alta tecnología. China está ahora ya altamente conectando a más de la mitad de su población online desde 2017. Estamos hablando, por dar una cifra, que unos 400 millones de chinos juegan regularmente a juegos online; de hecho, la empresa china Tencent, creadora de la aplicación WeChat, la alternativa a WhatsApp, ha adquirido la mayorí­a de las acciones de SuperCell, el estudio creador del videojuego Clash of Clans, por unos 7.000 millones de euros. A lo que se suma SuperCell, el estudio japonés detrás de Clash of Clans es propiedad de SoftBank, y que ya poseía una parte Alibaba, que venderá su participación a Tencent por otra cifra que rondará los 7.000 millones de euros.

En el dominio de Internet China persigue librarse de ICANN, las siglas detrás de Internet Corporation for Assigned Names and Numbers, que tiene sede en Marina del Rey, California, y que funciona como una suerte de autoridad reguladora de espíritu global, eso sí, bajo la ley del Estado de California, y sigue una política de sillas vacías en reuniones multilaterales. Lo que quiere China es crear una diferenciación entre el “Internet chino” y el “Internet global”. El PCCh trabaja con intensidad en practicar una “purificación” de Internet, que oculta el deseo de contrarrestar su debilidad percibida ante Occidente mediante un fortalecimiento de su control sobre lo que llama el PCCh “la contaminación de la información y el opio electrónico”. Los usuarios chinos de Internet presentan una media de unas tres horas al día en conexión, de la que más del 50% de dicho tiempo es en dispositivos móviles. Se dedican a navegar y ver vídeos online, abandonando la pantalla de la tele a favor de la del móvil.

China está avanzando a pasos agigantados en la Inteligencia Artificial, que alimenta la necesidad china de gestionar una masificación de datos. Es esta avalancha de datos lo que le permite pensar en superar a los estadounidenses. A ello se suma el sistema de “crédito social” de China, que asigna puntos a cada ciudadano y que arranca en 2020, que contribuye a aumentar la extracción de datos.

Ante tal cuestión, tenemos a GAFAM que a nivel global extrae el 80% de los datos, hasta el momento. Tenemos a los chinos que hacen lo propio con sus ciudadanos, con un sector público trabajando a marchas forzadas para lograr saltos cuantitativos y cualitativos. Los chinos han tenido los datos de sus ciudadanos, cada vez a mayor escala, y los norteamericanos tienen los algoritmos. ¿En qué ha consistido la estrategia con Xi Jinping? En saquear los algoritmos de los norteamericanos, algunos pocos de los europeos, o bien en atraer a su país a los mejores ingenieros para que les den “los algoritmos”, unirlos con los “datos”, y lanzarlo a una escala sin precedentes a partir de la tecnología 5G/6G en adelante.

De momento, India queda relegada a una posición de proveedora, mediante el desarrollo de los programas que se pueden encontrar. Pero haríamos bien en fijarnos en que India empieza a moverse hacia posiciones de constituirse como una suerte de Superpower en la esfera de los media, superando el archiconocido Bollywood y con un programa espacial. Pero es que, como menciono, India es capaz de construir alternativas digitales a Hollywood... como ha hecho China, y también a Harvard y al The New York Times. De hecho, los mejores cerebros que se hallan en esas instituciones y otras como los GAFAM provienen de aquí. Y no tardarán en dar pasos hacia la Inteligencia Artificial, etcétera. Cuidado no nos vaya a pasar lo mismo que con China, e India "nos sorprenda", cuando ya tiene todos los elementos para ir consolidando cada vez más sectores y avanzando posiciones hasta convertirse en otro Superpower, sin discusión.

La independencia digital de China se mantiene por el control de la exportación y el consumo de tierras raras que se usan para la fabricación de teléfonos móviles, entre otros componentes que se fabricarán a escala ingente. En este sentido, podemos percibir una guerra por las tierras raras y minerales tecnológicos que está detrás de la llamada “transición digital”, con puntos de fricción en los territorios que están afectados por la cibercolonización. ¿Dónde se produce tal pugna? En África, y en Oriente Medio, que presenta una característica de islas digitales y territorios saqueables.

Con la intensificación de la guerra comercial chino-estadounidense y el hecho de que China ya no acumula reservas de divisas, parece que el duopolio chino-estadounidense, otro “Bretton Woods”, no ha funcionado desde 2014. El motivo es que China es un país que envejece y pronto tendrá déficits externos. Entrará en un período de envejecimiento demográfico acelerado, experimentará una desaceleración muy pronunciada en su crecimiento y ahorro. Está llegando al final de su período de fuerte crecimiento. Quizás dentro de 5 años tengamos tasas de crecimiento del 2%, salvo que entremos en otra fase, la nueva Revolución Industrial, en la que China está muy bien situada y está preparándose para lanzarla.

Hay que añadir otros mercados en los que Huawei ya está muy presente en 4G, y lo estará en 5G, como África, Asia y América Latina, donde se está produciendo el mayor crecimiento demográfico y económico. Y esto es lo que le interesa a Beijing y a Huawei a largo plazo.

El renminbi tiene ahora complicado convertirse en una alternativa al dólar como moneda internacional y reserva de divisas, porque cuando compras una moneda lo que estás buscando son los activos líquidos y seguros de la misma. El problema con China es que no tienen nada que ofrecer. La deuda pública china consiste esencialmente en créditos otorgados por bancos chinos a las comunidades locales. La deuda pública de China pesa el 40% de su PIB, y es propiedad total de los bancos del país, por lo que no hay nada que un no residente pueda comprar. Para ser una moneda de reserva, necesita confianza en la moneda y un activo de reserva. Sin embargo, la deuda estatal china no está disponible para los no residentes por el momento.

Las proyecciones de Naciones Unidas y otras instituciones apuntan a que la población mundial pasará de 7.700 millones de habitantes en la actualidad a 9.700 millones en 2050 y que la mitad de este crecimiento se registrará en nueve países: India, Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo, Etiopía, Tanzania, Indonesia, Egipto y Estados Unidos (que contará con menos de 500 millones de habitantes), mientras la población europea se reducirá. Traducir esto en puntos de conexión, en conectividad, indica algunas prioridades para estas visiones.

En Asia, Huawei está penetrando fuertemente en los inicios del 5G (salvo en Japón). En India, el segundo mercado de Internet del mundo (el primero es la propia China), y en principio país rival geopolítico de Pekín, Huawei ha recibido la luz verde para proceder a pruebas de 5G.

África empieza a avanzar en este terreno, pero, el África subsahariana, no está aún preparada. En Suráfrica una red 5G anunciada por Rain y Huawei ha empezado a comercializarse, pero de forma muy limitada. En Nigeria, la empresa MTN ha iniciado pruebas, y espera que esté funcionando en algunas ciudades este mismo año. Un informe de GSMA cree que solo siete países africanos dispondrán de 5G para 2025, destacándose Kenia, Nigeria y Suráfrica, dado que hay poca prisa pues las actuales redes sirven para cubrir sus actuales necesidades. De hecho, ya hay una sobrecapacidad de 4G en relación con el precio.

En la región de Oriente Medio y Norte de África, Huawei está muy presente. Los que van más avanzados, no sorprendentemente dados sus recursos energéticos —a los que China acude crecientemente—, son los países del Golfo. De hecho, el año pasado, Arabia Saudí, aliado de Estados Unidos, firmó un “Proyecto Aspiracional” con Huawei para la modernización de sus actuales sistemas y la construcción de una red 5G.

En América Latina, el impulso para el 5G de cara a 2021 y 2022 está encabezado por México y Brasil, seguidos de Colombia, Chile y Argentina. Pero la región, donde 380 millones de personas no usan Internet, va algo retrasada a este respecto; no obstante, allí Huawei está muy presente, algo a lo que Estados Unidos parece prestar atención. Si en España, de cara al 5G, una gran compañía como Telefónica está reduciendo su dependencia en equipo de Huawei, en América Latina esta misma compañía va a hacer un uso más intenso de ellos, dados los compromisos adquiridos y la diferencia de costes.

En lo que respecta a la Inteligencia Artificial, Huawei cuenta con una hoja de ruta que destaca especialmente en este campo, y que demuestra que la empresa del señor Ren Zhengfei avanza a mayor velocidad que cualquier otra del mundo en esta, pero también en otras tecnologías. Pero lo que realmente le dará una potencia incomparable a Huawei y a China, en la estrategia compartida por el Gobierno y el sector privado chino de crear compañías que compitan y tomen la delantera en cualquier campo de la tecnología, es la estrategia de Inteligencia Artificial, además de plantear nuevos desafíos y respuestas, incluso nuevas temáticas dentro de la cuestión de la seguridad.

Así, el señor Xu asegura que Huawei planea aumentar sus inversiones en Inteligencia Artificial además de integrarla en toda la compañía para poder ofrecer productos de Inteligencia Artificial que cubran todo el espectro. Es difícil de hacer un cálculo preciso de las inversiones en I+D que hace Huawei, pero entre 2018 y 2019 la compañía duplicó el esfuerzo, situándose entre los 13.000 y los 17.000 millones de euros, cosa que la sitúa entre el quinto y el segundo lugar en gasto mundial de I + D.

Fuente de la gráfica

El alcance de Huawei se sitúa desde los chips de IA para centros de datos y dispositivos móviles hasta el software de Deep Learning y los servicios en la nube, que ofrecen una alternativa a los de Amazon, Microsoft y Google. La compañía está investigando los principales desafíos técnicos: hacer que los modelos de aprendizaje automático sean más eficientes en cuanto los datos y la energía, y también que sean más fáciles de actualizar, explicó Xu, y añadió que,

"Muchas empresas de esta industria, como Huawei, están creando sus principios en torno a la inteligencia artificial. Por ahora, sabemos al menos tres cosas con certeza: la tecnología debe ser segura y transparente; la privacidad y los derechos del usuario deben ser protegidos; y la IA debería facilitar el desarrollo de la igualdad social y del bienestar".William Xu. Huawei

A principios de 2019 la Asociación China para la Inteligencia Artificial, una organización estatal, creó un comité para la redacción de un código nacional ético de Inteligencia Artificial. Y al respecto, varias de las compañías insignia del sector tecnológico chino tienen iniciativas que se dirigen a la comprensión del impacto de la Inteligencia Artificial, como por ejemplo Baidu, Alibaba y Tencent.

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