(Viene de una Parte 1)

Baltic Pipe: Polonia, Dinamarca y Noruega, y las eventuales amenazas rusas

Pero la pérdida de Nord Stream 1 y 2 podría, por un lado, haber beneficiado a los proveedores de gas rivales. El día anterior a la fuga, Polonia y Noruega abrieron un nuevo gasoducto de 850 kilómetros, Baltic Pipe, a través de Dinamarca, una iniciativa de Polonia, Dinamarca y Noruega. De hecho, los líderes europeos elogiaron el gasoducto como una alternativa muy necesaria a Nord Stream 1 y 2. El ministro de energía de Noruega calificó a Baltic Pipe como “un hito en el importante camino hacia la independencia europea”.

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En palabras del primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki: "La era de la dominación rusa en el campo del gas está llegando a su fin, la era que estuvo marcada por el chantaje, las amenazas y la extorsión".

Baltic Pipe se adelantará un mes según el calendario previsto dados los esfuerzos para este fin aportados por las autoridades danesas. El proyecto es el plan de Polonia para trazar otro panorama energético una vez se acababa su contrato con Gazprom a finales de 2022. El gasoducto del Báltico cubrirá, de acuerdo con lo pactado, un 15% de la demanda polaca anual, aunque su capacidad total es cuatro veces superior: hasta 10.000 millones de metros cúbicos de gas por año. A esto hay que añadir el programa nuclear de Polonia que dio comienzo en 2006, y del que, de momento, se puede señalar que se ha construido un reactor para investigación. El programa pretende estar operativo en 2033. En noviembre de 2022 Polonia elegirá a un socio. A su vez, antes de la guerra se pensaba que Électricité de France (EDF) podría ganar el contrato para el suministro de servicios de ingeniería, adquisición y construcción para los nuevos reactores en Polonia y que además abriría la posibilidad de colaborar políticamente en otros sectores que inciden en el espacio europeo, pero ahora es casi seguro que los estadounidenses lo harán. Una demostración de que a Estados Unidos le importa, y mucho, conseguir buenas relaciones con Europa y atraerla a su lado, de la misma manera que el eje Beijing-Moscú lo pretende hacer, aunque está recurriendo a soluciones demasiado expeditivas. Además de la propuesta francesa hay una oferta oficial de Corea que técnicamente es muy buena, tanto que los tecnócratas la prefirieron porque era rentable.

Otro aspecto remarcable es que al imposibilitarse por parte de Alemania la importación de gas natural directamente de Rusia a través de Nord Stream y sus dos tuberías, algo pensado para eludir Polonia y no pagar las regalías correspondientes en Varsovia, es posible que Alemania ahora tenga que depender de su vecino del este, que de repente se ha convertido en un centro de gas para Europa Central, y que con ello establecerían un seguro sobre el fuerte rearme alemán, girando hacia el Atlántico y sujetando a Alemania, y oponiendo a Rusia. Y esto es así, porque la única ruta terrestre alternativa y lógica para el gas natural ruso a Alemania también fija a Minsk, que actuaba como barrera entre la Alianza Atlántica y Moscú, y le daba un papel a Bielorrusia como intermediario de los hidrocarburos rusos ante la Unión Europea. Los gasoductos Northern Light y Jamal-Europe y el oleoducto más largo del mundo pasan por Bielorrusia: el oleoducto “Amistad” (Družba), que transporta oro negro siberiano, úrico y caspio desde Tatarstán hasta Brandeburgo, Alemania. También llega a Alemania un ramal del oleoducto Jamal, pero pasa a través del suelo polaco.

Por otro lado conviene resaltar la inauguración de la vía fluvial de Nowy Świat el 17 de septiembre de 2022, pues implica un nuevo paso adelante para Polonia hacia la independencia marítima y el acceso al mar Báltico. ¿Por qué? Porque el tráfico marítimo local ya no se va a tener la obligación de pasar por la laguna del Vístula, que son aguas territoriales de Rusia con una solicitud simultánea a las autoridades rusas pertinentes para acceder a la única abertura existente, que es el Estrecho de Baltiysk.

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Esto implica para Moscú una pérdida de ingresos y de proyección estratégica sobre la Bahía de Gdańsk, ya que ya no podrá ejercer ningún control sobre el tráfico marítimo polaco hacia y desde la ciudad de Elbląg, y además exacerba el aislamiento del enclave ruso de Kaliningrado, pues reduce su importancia, salvo que tanto Kaliningrado como San Petersburgo se adhieran a la unidad báltica, cosa que podría matizar las pérdidas, pero esto refuerza también el puerto de Gdańsk, y resta al de Hamburgo, pues supondrá que la mayor parte del tráfico marítimo de la zona inevitablemente se redirigirá al nuevo canal polaco. De hecho, las autoridades polacas esperan que Elbląg se convierta en el quinto puerto polaco después de Szczecin, Gdynia, Gdańsk y Świnoujście.

Un barco militar ruso, un crucero de la clase Slava de acuerdo con la designación OTAN, para los rusos tiene la designación soviética Proyecto 1164 Atlant, uno de las cuales fue hundido en Ucrania, el Moscú, según parece se posicionó con fines intimidatorios inmediatamente en la desembocadura del canal cerca de la ciudad portuaria de Elbląg; se trata del barco, que va y viene de Elbląg al enclave de Kaliningrado y generalmente transporta material no embargado, pues los rusos estarían ocupados acumulando la mayor cantidad posible de material no embargado para abastecer al ahora casi aislado óblast de Kaliningrado.

Crucero ruso de la clase Slava en designación OTAN, en designación soviética Proyecto 1164 Atlant. Fuente de la imagen

De acuerdo con las autoridades polacas la guerra en Ucrania no ralentizó la actividad comercial rusa con el puerto de Elbląg, sino que la incrementó a expensas del embargo del carbón.

Es preciso señalar ahora que los gasoductos que proceden desde Noruega aportan el 25% del suministro de gas europeo. Noruega es el principal suministrador de gas al resto de Europa, con más de 4 millones de barriles por día.

El ministro de energía de Noruega, Terje Aasland, ha declarado que redoblarán la seguridad de sus instalaciones de petróleo y gas, así como vigilarán movimientos de drones: cualquiera de las instalaciones de petróleo y gas de Noruega cuentan con una zona de exclusión de 500 metros en horizontal y vertical para evitar los drones.

En un comunicado, explican que habían "advertido/notificado recientemente sobre una serie de observaciones sobre drones/aviones no identificados cerca de instalaciones en alta mar", e instan a "una mayor vigilancia por parte de todos los operadores y propietarios de embarcaciones".

Pero lo cierto es que esta acción, si se trata de una acción rusa, o así se percibe por actores, como en este caso Polonia, el sabotaje o guerra híbrida tendría una finalidad de explotar debilidades. Por ejemplo, la Armada polaca presenta una muy gran debilidad en varios niveles y esto se traslada a cosas como podría ser el caso de lo que rodea al proceso de descarbonización, ya que Polonia está tratando de construir parques eólicos marinos en el Mar Báltico para poder cerrar las minas para 2030. De modo que si se tratase de una agresión rusa, o se percibiese como tal, Polonia podría llegar a quedar marginada del suministro de energía del Mar Báltico, al que conviene añadir al recepción del GNL. Recordemos que Polonia se siente insegura en cuanto al espacio aéreo y su seguridad, y también por tierra, dada la frontera con Bielorrusia y el alineamiento de Minsk con Moscú, de ahí también su interés en los carros de combate... pero la dimensión marítima de la defensa y la vulnerabilidad de infraestructuras críticas ha quedado con esta acción más que señalada como un peligro para Polonia, pero también para otros actores.

La nueva Liga Hanseática y el ejemplo de Hamburgo como puerta de entrada de China a Alemania, y a través de ella, a Europa

Es decir que Rusia se encarga, independientemente de si está detrás de estos hechos o no, de crear una amenaza de daños en el Báltico, una región que desde Alemania hasta Finlandia, por ambas riberas, las empresas se benefician del libre comercio, el flujo sin precedentes de personas, ideas y bienes, tecnología, las iniciativas culturales y la densa red de conexiones marítimas, aéreas y terrestres y de infraestructura crítica que sostiene todo ello, una suerte de resurrección de la Liga Hanseática que busca nuevos nodos con los que conectar. La palabra deriva del concepto de Hanse, la estrecha alianza entre ciudades de la zona costera del Báltico y el Mar del Norte entre los siglos XII y XVI, pero no se refiere únicamente a esto. Tras el final de la Liga Hanseática, pocas ciudades mantuvieron su independencia, de hecho, a finales del siglo XIX, quedaban tres: Hamburgo y Bremen en el Mar del Norte, Lübeck en el Báltico, y desde 1937 tan sólo Hamburgo y Bremen.

Los "hanseáticos" se definieron en un principio como miembros de las clases más ricas de una de las tres últimas ciudades que permanecieron independientes. El atributo denotaba aquellas familias de comerciantes con una tradición centenaria caracterizada por un estilo de vida específico. Se consideraba que el pueblo hanseático era un pueblo abierto al mundo, digno de confianza, dispuesto al riesgo, independiente y comprometido con el éxito, en cuya palabra se podía confiar. Sin embargo, en ese momento, los derechos civiles completos estaban reservados a quienes habían obtenido el estatus de Grossbürger (gran burgués). En una ciudad donde no había príncipes, ni aristocracia noble, ellos, los patricios, eran la clase dominante. Los privilegios específicos de este patriciado fueron abolidos durante el siglo XX, pero aún se mantienen antiguas redes de relaciones y patrimonio.

De hecho, de una forma simbólica, Hamburgo (y Bremen, por supuesto) son un ejemplo de lo que es Alemania, en todos los aspectos: Hamburgo es la segunda ciudad más grande de Alemania y la primera ciudad por número de habitantes de las que no son capitales de la UE. También es el centro industrial más grande de Alemania, con el PIB per cápita más alto entre los 16 Länder alemanes, mientras que a nivel europeo es la cuarta región por riqueza per cápita. El motor económico de la ciudad es su puerto, como antaño, con la logística y el comercio. Otro pilar de trascendencia mundial es el sector de la aeronáutica civil que gira en torno a Airbus, donde tan sólo Toulouse (Francia) y Seattle (Estados Unidos) cuentan con mayor importancia. El tercer pilar gira alrededor de los medios de comunicación (por ejemplo, Der Spiegel o Die Zeit tienen sede en la ciudad), las nuevas tecnologías y las industrias creativas.

Hamburgo tiene la particularidad de ser un puerto fluvial, algo que lo caracteriza a nivel global, ya que todos los demás puertos importantes del mundo están, de hecho, en el mar o no lejos de él. En Hamburgo, el Elba está a unos 130 kilómetros de su desembocadura en el Mar del Norte. En el caso de Hamburgo esto tiene una doble perspectiva pues desde allí es posible continuar el transporte por agua hacia el interior del país, ahorrando costes considerablemente, pero también presenta el problema de que el volumen y los límites de calado de los barcos lo hacen menos adecuado para los modernos y grandes portacontenedores. Dada la excelente red de conexiones por ferrocarril, agua y tierra en varias direcciones del continente europeo, se puede considerar a Hamburgo como el puerto más meridional del norte de Europa y el más occidental de Europa del Este.

Sin embargo, la tendencia del comercio mundial a moverse hacia el Mediterráneo debido a las inversiones chinas, por lo que los grandes portacontenedores de Asia optan por centrarse en El Pireo desde donde las mercancías continúan luego hacia el norte de Europa en barcos más pequeños. El mencionado calado, ampliado en Hamburgo mediante dragados se sitúa a 13,5 metros (14,5 metros con marea alta), pero lejos de los 16 metros necesarios para los portacontenedores de nueva generación. A su vez, las fuertes inversiones en infraestructuras de Gdańsk y San Petersburgo (ahora fuera de la competición por la guerra... otro factor de presión a tener en cuenta, y a ser neutralizado, por la fuerza si es preciso, por Putin) han ido mermando el papel de puerto de tránsito de Hamburgo en beneficio de estos dos competidores.

Hamburgo es la puerta de entrada de Beijing al mercado europeo, pues ninguna otra ciudad europea alberga tantas empresas chinas: hasta 550. Gigantes como Cosco, China Shipping, Sinotrans y Bank of China tienen en Hamburgo su principal sede europea. Hamburgo organiza una de las cumbres económicas chino-europeas más importantes cada dos años, la Cumbre de Hamburgo. De hecho, las relaciones comerciales entre Hamburgo y China datan de finales del siglo XVIII. En el siglo XIX la ciudad pasó a representar el segundo socio comercial de los chinos tras el Reino Unido, y antes de Francia y Estados Unidos. El hermanamiento firmado en 1986 entre Hamburgo y Shanghái no hizo más que ser la punta de lanza para que las relaciones entre China y Hamburgo, y con Alemania, se hayan fortalecido aún más. Numerosas asociaciones apoyan el intercambio chino-alemán, así como las diferentes redes existentes en la comunidad de habla china de gran implantación en la ciudad. Hay varias instituciones que lanzan iniciativas destinadas a la promoción del diálogo científico y cultural, además de las relaciones económicas entre China y Hamburgo, y por extensión Alemania, tales como la Chinesisch-Deutsche Gesellschaft, la Hamburger China-Gesellschaft, la Hamburger Sinologische Gesellschaft o la Gesellschaft für Deutsch-Chinesische Verständigung. En este aspecto, y recordando que Scholz fue alcalde de Hamburgo, se entiende la noticia que comenté en el Trazo de Kalamos del pasado 21 de diciembre de 2021, pues Xi Jinping se dirigió al nuevo canciller Scholz para estrechar lazos, y a través de Alemania, presionar a la Unión Europea para que aceptase el CAI negociado por Merkel, y dado que los Verdes están en la coalición de gobierno de Alemania, presionar a europarlamentarios como Reinhard Bütikofer de los Verdes europeos, alguien que de acuerdo con el 'Global Times', el diario chino ultranacionalista vinculado al Partido Comunista, es el "N. º 1 en la lista de sanciones" de Beijing, pues resulta que Bütikofer ha venido ejerciendo como líder de la Delegación del Parlamento Europeo para las relaciones con China, y miembro del Comité de Relaciones Internacionales. También en Hamburgo hay que señalar el evento China Time, que tiene lugar cada dos años, y en el que se incluye conciertos, conferencias y eventos que ilustran los diversos aspectos de las relaciones entre China y Hamburgo. En este sentido, los contactos culturales cuentan con una larga tradición, como son los que giran alrededor del Institut für Asienkunde, hoy GIGA-Institut (Instituto Alemán de Estudios Globales y de Área), durante décadas la mayor institución científica de investigación contemporánea sobre China en Europa. Además, Hamburgo tiene una de las cátedras universitarias de sinología más antiguas de Alemania.

El Báltico hacia nuestros días: Rusia, Occidente y el factor de China más allá de Alemania

Este panorama dista del que se vivía al final de la segunda parte de la Guerra Fría, con una Alemania unificada que estaba buscando soluciones para alcanzar una convergencia económica con sus territorios orientales. Polonia sentía un entusiasmo al calor de Solidarność y unas apetencias de influir que va renovando a través de su contención a una Rusia que por motivos geopolíticos y geoeconómicos decide, en sintonía con su establishment, girar en la dirección que marca Primakov, mientras los polacos se sentían el semillero de la democratización del Bloque del Este y aspiraban al liderazgo de la transición de toda la región. Lituania, Letonia y Estonia se quitaban de encima 50 años de ocupación soviética. Y hasta la cristalización de las ideas de Primakov Rusia parecía dispuesta a convertir sus provincias de Kaliningrado y San Petersburgo en herramientas de colaboración, en lugar de amenazas a la seguridad colectiva, aunque en esa época también Putin, vinculado a San Petersburgo creaba posiblemente las bases del putinismo.

El Consejo de Estados del Mar Báltico se estableció en 1992 y proporciona un marco amplio para la cooperación intergubernamental. En poco tiempo, surgió una amplia gama de iniciativas regionales y locales que involucraron a autoridades municipales, académicos y entusiastas; pero también en 1992 se encomendó a Putin la supervisión del esquema de intercambio para traer suministros de alimentos esenciales para San Petersburgo porque la economía estaba implosionando en Rusia a golpe del neoliberalismo ruso. En aquel momento Putin entregó las licencias de exportación a sus compinches más cercanos. Tenían que importar alimentos a cambio, pero no lo hicieron. Aparentemente se escaparon con el dinero. Putin entregó las licencias a los aliados conectados con el antiguo KGB porque estaban creando un fondo para sobornos con la finalidad de que la ciudad pudiera seguir funcionando. Es posible que no llevaran alimentos, pero estaban creando cuentas bancarias ocultas en Liechtenstein y Suiza para que la ciudad pudiera pagar las importaciones de equipos y pagar a las llamadas empresas amigas, intermediarios conectados con el antiguo KGB que se utilizaron en tiempos soviéticos para financiar operaciones de influencia, y necesitaban continuar pagándoles deudas para mantener las redes de inteligencia. Y esto fue lo que tenían que hacer de manera encubierta entonces porque después del colapso de la Unión Soviética Rusia había asumido las deudas soviéticas, pero no podía pagarlas y estaba en suspensión de pagos, así que todas las cuentas bancarias oficiales en el extranjero estaban congeladas. Por tal motivo necesitaban crear estas cuentas bancarias ocultas.

Para Putin, se convirtió en un modelo de cómo iba a dirigir Rusia. Un presidente que reparte activos estratégicos entre compinches y no solo lo hace para llenarse los bolsillos, que también. Por supuesto, se trata de crear fondos para que el Kremlin opere en el escenario mundial. Muchos dicen que Putin es codicioso y que su fortuna ronda los 500.000 millones de dólares y otras sumas astronómicas. Él y sus compinches atraparon grandes porciones de la economía del país. Por supuesto, les gustan los palacios, los yates y demás, pero se trataba de tener un fondo estratégico para sobornos, que, en primer lugar, usaron para consolidar el poder dentro de Rusia, para comprar elecciones y pagar la propaganda estatal, y otras operaciones. Y luego, una vez que alcanzaron una masa crítica en casa, pudieron usar este dinero para canalizarlo hacia su riqueza en el extranjero y para comprar y corromper a funcionarios e instituciones en Occidente para socavar a sus rivales. Siempre hubo un componente estratégico en la corrupción: no se trataba solo de robar por robar. Comprender este punto es clave.

Para el año 1995 la Unión Europea se expandió para incluir a Suecia y Finlandia, y en 2004, con la adhesión de Polonia, Lituania, Letonia y Estonia, el Mar Báltico estuvo a punto de convertirse en un "lago europeo". Los territorios rusos se incluyeron parcialmente en los programas de cooperación transfronteriza, pero la progresiva expansión de Occidente tuvo algunas influencias negativas sobre ellos. Al igual que en 2003, cuando Varsovia, Riga, Vilnius y Tallin instituyeron visas para su membresía en la UE.

Por esa época ciertos líderes regionales vieron con buenos ojos el compromiso popular de los rusos, llevado a cabo con la esperanza de alentar el cambio desde abajo en Rusia. Pero para fortalecer el régimen oligárquico fue necesario atacar a la sociedad civil rusa, lo que sucedió a gran escala después de las protestas de 2011 y 2012. Desde entonces, Rusia ha cuestionado abiertamente el statu quo europeo e hizo del Báltico un escenario para expresar su insatisfacción, formulando iniciativas que han venido afectando regularmente a la isla de Bornholm, con una actualización de las apetencias e intereses rusos/soviéticos, pero con la mezcla ideológica que es el putinismo, tal y como explicaré más abajo. Iniciativas como el acuerdo sobre el tráfico fronterizo menor entre el óblast de Kaliningrado y el noreste de Polonia no cambiaron la situación general.

De hecho, conviene recordar la apertura del puerto de Kaliningrado a los barcos extranjeros en 1991, pero también la visión del gobernador del óblast de Kaliningrado Jurij Matočkin, que afirmó que las riquezas del Báltico se encuentran en la encrucijada de dos mundos, Rusia y Occidente. En virtud de su historia de preguerra y de los cambios en las circunstancias geopolíticas, Kaliningrado pertenecía a ambos. Desde diferentes partes se quiso ver a Kaliningrado como una pieza para intercambiar, incluso se pensó en ello por parte de ciertos analistas cuando el Kremlin lanzó su ofensiva roja y de ultraderecha sobre el Donbas, pero la realidad es otra: el Kremlin no estaba, no está, ni tampoco estará dispuesto a conceder tal reconocimiento a su provincia más occidental, por temor a debilitar su control sobre el territorio. El mando militar ruso se opuso aún más, ya que el óblast se había convertido en el punto de tránsito de las fuerzas retiradas de Polonia y de la Alemania Oriental (RDA), de la misma manera que la cercana isla de Bornholm lo fue para los alemanes en su retirada del frente oriental en la Segunda Guerra Mundial. En definitiva, Kaliningrado siguió siendo el cuartel general de la Flota del Báltico, incrustada entre los países en vías de inclusión en el universo euroatlántico.

Esta integración adquirió gradualmente dos o incluso tres velocidades. Varsovia, Tallin, Vilnius y Riga deseaban acceder a la OTAN y a la Unión Europea lo antes posible y consideraban que el Báltico era un marco útil para alcanzar sus propios objetivos estratégicos. Suecia y Finlandia fueron más selectivos: se adhirieron a la UE en 1995, pero optaron por salvaguardar su neutralidad al no unirse a la Alianza Atlántica. Mientras tanto, Dinamarca mostró su escepticismo respecto a la cooperación europea en materia de defensa. Todo ello ha sido resuelto en una clara dirección por el error ruso, y en ello también tiene que ver que Moscú se vio relegada a un segundo plano. La participación de sus óblasts bálticos en la cooperación regional comenzó a depender de las relaciones ruso-occidentales, particularmente con Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Países Bajos, etcétera. Cuando éstas mejoraron, San Petersburgo y Kaliningrado tuvieron libertad para cooperar con sus vecinos; cuando se deterioraron, se congelaron la mayoría de los acuerdos que se habían firmado laboriosamente en tiempos mejores.

Las últimas esperanzas de involucrar a Rusia en la cooperación báltica se extinguieron en 2014, con la anexión de Crimea y la guerra en el Donbás. Desde entonces, las interacciones se han reducido a programas de cooperación transfronteriza de la UE, cortesías diplomáticas entre municipios e iniciativas locales. Hasta que el brote de la COVID-19 impidió incluso tales actividades. En definitiva todo ello es debido a errores de apreciación. Vamos a ser claros: el cosmopolitismo, particularmente el neomercantilista alemán que ha influido en la Unión Europea, ha creado los elementos por los que hemos llegado a esta situación, y por los que el Reino Unido tomaba la vía del Brexit primero, y a continuación cortaba lazos con Rusia y apunta hacia China en una visión global. La mentalidad y las motivaciones de otros agentes, como Rusia o China, siempre ha estado allí. En definitiva, todo el mundo acaba por ser engañado por aquello que quiere o le conviene creer. Esto apunta hacia la necesidad de reformular el liberalismo y el cosmopolitismo, no a su eliminación aparándose en los mismos medios que usaron las ideologías futuristas tales como el fascismo y el nazismo aparándose en Carl Schmitt, lógicas seguidas por Rusia y China.

Y es que la debilidad estratégica causada en el permanente empate técnico en casi todos los frentes entre rusos y norteamericanos ha acabado por dar dos beneficiarios: Alemania y China; pero realmente un auténtico y claro ganador: China.

El Báltico ha venido siendo escenario de numerosas provocaciones militares menores desde 2014, este mar debe su fama sobre todo a su creciente potencial económico, siendo un anuncio de la importancia renovada de los mares y de las tierras ribereñas con grandes concentraciones de cuellos de botella, a los que sumar grandes iniciativas logísticas, industriales y tecnológicas. Con una infraestructura marítima muy desarrollada y una densa red de carreteras y ferrocarriles, los países de la región se han beneficiado de la eliminación de las barreras aduaneras y de la globalización. El resultado ha sido una expansión sin precedentes del transporte marítimo. Recientemente, este fenómeno se ha relacionado en parte con la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), ya que varias mercancías chinas han llegado a los puertos bálticos en tren para continuar su viaje en barco. A partir del 24 de febrero de 2022, la entrada de mercancías ha disminuido considerablemente. Las sanciones occidentales contra Moscú y Minsk se han visto agravadas por la destrucción de numerosas infraestructuras ucranianas por parte de las fuerzas rusas. Factores que, al menos por el momento, hacen imposible el uso de las líneas ferroviarias. Por consiguiente, cada vez se demandarán más barcos en un mundo en el que el transporte marítimo es ya el principal vector comercial entre Europa y Asia reforzando al Mediterráneo y su dominio, como un gran Báltico pero mucho mejor conectado y estratégico, pero al que debe estar unido.

En el complejo entramado de comercio y seguridad entre Rusia y la Unión Europea, hay que tener presente a China. Para Beijing, la guerra en Ucrania ha aumentado la importancia del Báltico como centro estratégico para el flujo de mercancías hacia Europa, flujo que ya se vio obstaculizado en agosto de 2020 por las elecciones presidenciales bielorrusas. Por tal motivo, hay que sumar a los países del Báltico a Bielorrusia, que ya busca vincularse más a China y matizar a Rusia, pero siguiendo procesos históricos y migratorios milenarios, a Ucrania y Turquía, e Israel. La presencia de China no hace más que reforzar este eje, y además empujarlo hacia una creciente carrera para dominar el Mediterráneo donde el sur de Europa mira hacia el norte demasiado, no hay una estrategia europea coordinada para el Mediterráneo que comprenda que es un mar con tres extremos marcados por muchos cuellos de botella y unas capacidades descomunales. El hecho de que tampoco Washington tenga, por el momento, una estrategia para el Mediterráneo es otro aliciente para ello, y de la suma de todo ello Turquía ha sabido anticiparse y forjar una estrategia con ventaja mientras tiene que contener cada vez más a Rusia... pero puede acercarse cada vez más a China (otro motivo más de una nueva y relanzada relación transatlántica, a sumar la cuestión tecnológica-industrial, etcétera, y donde Italia y España pueden girar hacia otro tipo de relación que les lleve a aprovechar no sólo la geografía, también los recursos naturales y otras capacidades).

En definitiva, la región del Báltico presenta una tendencia clara hacia la unidad, cada vez más completa, y de cierta solidaridad histórica que el Mediterráneo ha perdido por mirar excesivamente hacia el norte. El Báltico vuelve a estar en el centro de las tensiones europeas y mundiales que van realmente mucho más allá de las cuestiones comerciales y energéticas, y de hecho, es posible que las sanciones y otros acontecimientos generen a los habitantes de Kaliningrado y San Petersburgo unas visiones de los acontecimientos y apreciación de su posición báltica para que se dirijan al oeste, pues la unidad y ventajas están claras y al alcance de todos... excepto para Rusia, que se asoma a través de Ucrania, Kaliningrado, San Petersburgo, Siria y la proyección sobre Libia para, a través de ella, alcanzar el corazón de África, y poner el pie sobre la manguera del gas, el petróleo, el uranio y la unión del Mediterráneo sobre los ejes oriental, central y occidental. La cuestión es si Rusia podrá contener realmente estos impulsos... y las muertes "en extrañas circunstancias" de tanto oligarca podría ser un indicativo que se empieza a emplear a fondo para evitar estos escenarios... y llegados a este punto, su derrota se va acercando, si esa fuera la motivación.

(Continúa en una parte 3)