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Un marco histórico y geográfico para los contendientes

El poder de los dacios tomó forma para la expansión romana, tanto como rival en una zona concreta de la República/Principado así como amenaza en potencial crecimiento para zonas clave del domino oriental romano alrededor de la persona de Burebista. Estamos ante una personalidad de gran carisma y reconocimiento entre los reinos, federaciones y tribus geto-dácicas (entre los años 90 a 70 a.C.). Como nuevo poder unificado, Burebista hereda la proyección geopolítica del poder dácico sobre las costas occidentales del mar Negro, en clara competencia con Roma por el control de dicho espacio.

Para ello, Burebista inició una expansión para alcanzar la hegemonía sobre la Europa Oriental, ocupando los años 70 a 60 a.C., seguramente empezó suprimiendo la autonomía política de los germánicos bastarnos, ubicados en el lado nororiental del Reino, apoyado sobre los mismos Cárpatos. Alcanzado ese objetivo, los siguientes fueron el poder celta sobre la cuenca danubiana y la Europa del Este, para lo que dividió una potencial unidad celta al atraerse a los celtas escordiscos, para lanzarse contra la confederación de los celtas boios y tauriscos, que finalizó con el control de los dacios de la llanura húngara y el curso medio del Danubio, limitando en el mismo macizo bohemio. Adicionalmente, y como fin de esta parte, Burebista logró la integración de los aliados escordiscos, con lo que en conjunto no sólo limitaba la expansión romana: amenazaba las posiciones romanas en los Balcanes, la Dalmacia y el curso del Danubio hasta la desembocadura de este.

Sin embargo, el otro pilar del éxito de Burebista se asienta en alcanzar un control de las ciudades griegas de la costa occidental del mar Negro, en competencia directa sobre la República, cuestionando los éxitos que M. Terencio Varrón Lúculo logra en la zona diez años después de su éxito, arrebatándole a Roma ese espacio hacia el 60 a.C., para lo que Roma envió a Antonio Hybrida, que fue derrotado sin paliativos.

El siguiente espacio de lucha es Tracia, donde Roma va progresando, y donde el juego geopolítico de los dacios trató de trabar en la forma de incursiones y expediciones militares contra las mismas provincias romanas y consolidadas de Macedonia e Iliria, todo un ejemplo de audacia… pero también una manifestación de poder.

Llegamos así al año del proconsulado de Julio César en Galia Cisalpina e Iliria en 59 a.C., con la amenaza creciente para la provincia romana por el éxito de la expansión de Burebista sobre la confederación celta de boios y tauriscos. César pensó en lanzarse sobre el territorio, pero llegó el 58 a.C. y el proconsulado para César fue en la Galia Transalpina, encontrándose con una de las consecuencias de la expansión de Burebista y que le dio la oportunidad de desencadenar la conquista de las Galias: el movimiento de los helvecios.

Sin duda, Burebista miraba con cierto temor a la figura de Julio César, y seguramente identificaba no sólo el genio militar y político que se empezaba a mostrar a las claras percibiendo y aprovechando lo que los latinos llamaban momentum, además es muy posible que comprendiese las ambiciones de César sobre su Reino. Esto le lleva a aliarse con el general de tanto prestigio para el mundo oriental romano como es Pompeyo Magno dentro del contexto del enfrentamiento abierto entre ambos generales.

Cayo Julio César

Pero César acabó con Pompeyo Magno en 48 a.C. en Farsalia con una contundencia inusitada. El posterior asesinato de Pompeyo en Egipto y la victoria final de César en 45 a.C. le hizo comprender a Burebista que ahora César ya tenía su preciado casus belli, e inicia César la concentración de medios y tropas en Macedonia en 44 a.C., prevista la partida de César de Roma con la celeridad e imprevisibilidad que le caracterizaba para el 18 de marzo. Sin embargo César no sobrevivió a los idus de marzo, ni Burebista sobrevivió a su particular conjura aristocrática: dos ejemplos de concentración de poder en unos tiempos que señalaban una nueva forma de configurar "grandes espacios" con tendencias imperiales, algo en común con nuestros tiempos, iniciando ambos bloques un proceso de fragmentación, del que Roma logra resarcirse rápidamente gracias al genio político del “hijo del Dios” Julio César, Octavio.

No obstante, el poder dácico en cuanto a prestigio y dinamismo político-religioso se mantiene en la fragmentación en la capital de Sarmizegetusa Regia, y de nuevo los dacios temieron el ascenso del hijo adoptivo de César y apostaron por la jugada que consideraban segura: un gran legado como Marco Antonio, con las provincias del Oriente y apoyado por la última de los Ptolomeos, Cleopatra VII, debía imponerse sobre ese joven que controlaba la parte menos fuerte, menos cohesionada culturalmente en cuanto a recursos de la República de los romanos. Y volvieron a equivocarse. No obstante Octavio Augusto se concentró en la mitad meridional de lo que fueron los dominios de Burebista, al sur del Danubio.

Para los años 29-27 a.C. M. Licinio Craso como legado de Macedonia ataca las posiciones de los dacios y bastarnos aliados con el rey geta Roles. La consecuencia fue que los dominios geta-dacios al sur del Danubio pasaron a ser controlados por Roma y se anexaron a la provincia de Mesia, y con ello las ciudades griegas del mar Negro cayeron bajo el control romano. Ante el aparente retroceso del poder dacio, Roma consolida posiciones y lanza su influencia transfronteriza, cuyo culmen podríamos situar alrededor del 37 d.C.

Dacia antes de la conquista romana, alrededor del año 100 d.C. Fuente de la imagen.

Sin embargo, los éxitos de Escorilo, Dures-Diurpaneo y Decébalo permiten al último levantar de nuevo con vigor el Estado dacio, aprovechando la coyuntura de la crisis del año de los cuatro emperadores como punto clave. A ello responde Domiciano entre los años 85-89 d.C. emprendiendo unas guerras contra el poder de Decébalo. Posiblemente, Domiciano, además de frenar el ascenso de un rival cada vez más peligroso, pensaba en reforzar su perfil autocrático, de renovador del Imperio, impulsor de la cultura y la economía, hechos que creo que sí lograría, y que los siguientes cinco emperadores de alguna manera heredaron de Domiciano. Después de sus éxitos en Britania, contra los catos… las campañas, a pesar de hacerse con el tesoro en Sarmizegetusa Regia, fueron un fracaso para las expectativas de éxito, por no decir una casi derrota para las armas romanas, a juzgar por el tratado de paz del 89 d.C., aunque Dacia era un reino cliente de Roma por virtud de este, se le entregarían subsidios en forma de armamento y dinero, asesoramiento militar y técnico.

La primera guerra dácica

Y es así como llegamos a la primera guerra dácica de Trajano (101-102 d.C.).

¿Cuáles fueron las causas del estallido de este conflicto? Trajano encarna el ascenso al imperio de hombres de las provincias que son llamados a formar unas élites del poder. En el caso concreto del emperador simboliza la fuerte romanización de la Bética y la importancia en el ámbito cultural, de pensamiento, administrativo y militar de Hispania, y de una apuesta de una suerte de entente hispana senatorial. Por este motivo, Trajano tenía que afirmarse en el poder y promocionar a los que habían apostado por él, caso de Lucio Licinio Sura. Pero además Trajano era un vir militaris, cosa que le obligaba respecto a los compañeros de armas que habían permitido y apoyado su candidatura, de una manera activa o no tomando acción contra él. Así que además del prestigio de las armas romanas, empañadas en Dacia, había que restablecer la influencia y el reconocimiento de Roma entre los pueblos del limes del Danubio y del Rin, siendo estas razones de índole política, pero también militares: acabar con la naciente amenaza de un ejército dacio que gracias a la paz de Domiciano y a la buena explotación de esta por Decébalo, cada vez estaba mejor entrenado y cohesionado, con contingentes entrenados según la disciplina romana. No hay que descuidar el control de un flanco vital en una potencial serie de campañas partas, y no podemos descuidar razones económicas: Dacia suponía riqueza mineral, aseguramiento de fronteras que permitía potenciar rutas comerciales y accesos a recursos de todo tipo en la zona de influencia, por no hablar de regiones fértiles para colonizar.

Según parece, cuando Trajano partió de Roma para ponerse al frente de sus hombres, había acantonados en Viminacum y otros campamentos danubianos alrededor de 150.000 soldados en total, correspondientes a alrededor de 9 legiones casi completas, además de auxiliares. Goldsworthy calcula que podrían estar allí concentradas un tercio del total de la fuerza militar de Roma.

Estamos hablando de la invasión de un reino que podía poner en pie a más de 60.000 hombres, que contaba con una orografía muy beneficiosa tanto para tender emboscadas como para fortalecer puntos estratégicos y causar un enorme impacto en una guerra de desgaste y posiciones fuertes, defendidas mediante obras defensivas que reunían lo mejor de varias tradiciones militares y que además podían apoyarse con gran efectividad unas a otras, por no hablar de contar con un ejército a la altura prácticamente del romano, disciplinado, bien entrenado y con capacidad de causar bajas a la legiones que el gobernador de Mesia, Opio Sabino, y el prefecto del pretorio, Cornelio Fusco, unos años atrás habían tenido ocasión de comprobar.

El planteamiento de Trajano consiste en avanzar con celeridad hasta alcanzar las montañas dacias antes de la llegada del invierno del 101-102 d.C., rendir cuantas fortalezas y posiciones fuertes hallen y/o enfrentar al enemigo en batalla campal antes de las nieves. Es posible identificar dos líneas de frente claras, con la finalidad de desconcertar al enemigo y obligarle a distraer unidades en dos grandes teatros de operaciones fundamentales. La primera línea sigue el ascenso hacia los Cárpatos siguiendo el río Apus, hasta Arcidava y Tibiscum, lugar donde se concentra con la columna que seguía la línea desde del sudeste. La primera era dirigida por Trajano y la segunda por el gobernador de Panonia, Quinto Glitio Atilio Agrícola, que seguiría el curso del Danubio por el desfiladero de Kazan a través del camino de sirga horadado en las montañas hasta alcanzar la ciudad de Sliatis y, una vez allí remontar el río Dierna. Ambos grupos, una vez unidos en Tibiscum se adentrarían en los Cárpatos a través de las Puertas de Hierro, por el paso de Tapae.

Detalle de la Columna de Trajano que narra los episodios que en este documento se abordan.

El rey Decébalo había permitido que los romanos penetrasen en el territorio del Reino por el suroeste para ganar tiempo y concentrar su ejército en el estrecho de Tapae, precisamente donde había derrotado a Fusco años atrás, y ahí era donde ahora esperaba a los romanos con levas campesinas, contingentes reales, fuerzas de los nobles y aliados sármatas. Su idea era formar una línea en profundidad de defensa en la llanura apoyándose en las colinas adyacentes del paso, donde entre los tupidos y extraordinarios bosques la caballería sármata y los montañeses del norte de Dacia caerían sobre los flancos romanos mientras luchaban contra la línea dacia. Ya nos podemos imaginar la carga pendiente abajo de caballería pesada sármata y su poder devastador, apoyados por los montañeses con sus proyectiles y estilo de combate. Pero esta vez Trajano tomó todo tipo de precauciones y sus exploradores informaron de la presencia de contingentes ocultos en los bosques.

Columna de Trajano (vista a través de las ruinas de la Basílica Ulpia en el Foro de Trajano), mármol de Carrara, terminada en el año 113 d.C., Roma, dedicada al emperador Trajano (Marcus Ulpius Nerva Traianus, nacido en el año 53, fallecido en el 117 d.C.) en honor a su victoria sobre Dacia (actual Rumanía) en los años 101-02 y 105-06 d.C. (foto: Steven Zucker, CC BY-NC-SA 2.0)

La visión de la línea sirvió para que el estado mayor de Trajano deliberase y decidiese presentar batalla dividiendo el ejército en tres cuerpos al ejército. La fuerza principal había de chocar con la línea de infantería puesta en la llanura, mientras que sendas unidades de caballería e infantería harían lo propio contra las unidades de los bosques. La costosa victoria romana que siguió no fue decisiva, pues la retirada oportuna de los dacios les seguía permitiendo contar con una fuerza operativa ciertamente importante. Roma siguió su avance hacia la capital, con un rosario de fortalezas y posiciones claves bien protegidas que hubo de tomar con mucha paciencia y el consecuente desgaste, pero el invierno estaba a las puertas y hubieron de detenerse y acuartelarse.

Y aquí Decébalo dio muestras de su genio militar: cambió su estrategia y concentró un ejército dacio y de aliados, y en pleno invierno cayeron sobre la provincia de Mesia Inferior, mal guarnecida para una invasión de estas características, debido al esfuerzo de la campaña dácica del emperador: desde Sucidava salieron fuerzas dacias y bastarnas, y para apoyo de la ofensiva, el rey roxolano Sesagus lo hacía desde Barbosi. El objetivo de Decébalo se consiguió, y Trajano emprendió un desafío logístico de primera magnitud para desplazar a una nutrida fuerza de caballería hacia el este y el grueso del ejército embarcaba en la flota danubiana hasta Novae y Oescus.

En una batalla nocturna el rey Sesagus cae derrotado y el ejército dacio oriental es derrotado en Adamclissi. Para evitar nuevas incursiones los romanos han de construir la fortaleza de Axiopolis y dos bases navales para la flota en Aegyssus y Noviodunum.

La campaña se reanuda en la primavera del 102 d.C. con una doble tenaza para la invasión desde Mesia: desde Novae, Trajano atacaría usando el paso de Torres Rojas, con la certeza de que Decébalo tendría tropas preparadas para atacar en Tapae, la ruta tradicional desde el sur hacia el norte. La segunda parte de la tenaza venía comandada por el gobernador de Mesia Inferior, Laberio Máximo, que ataca desde Oescus y sube siguiendo el cauce del Altus y lo hace con la misión de tomar la ciudad clave de Buridava, la región de Oltenia y aislar a Decébalo cortando el apoyo de las tribus que hoy habitarían Moldavia. Las tropas de Máximo capturan a la hermana de Decébalo y con ello queda clara cuál era la idea del emperador: los movimientos en el sudeste señalan la intención de conquistar todo el terreno de la ribera del Danubio y aislar a los dacios en las montañas de los Cárpatos. Por el oeste Trajano alcanzó y tomó con paciencia todo el anillo defensivo de la capital Sarmizegetusa Regia.

La situación de Decébalo se vuelve insostenible y, tras reunir al consejo de notables, acuerdan negociar con un Trajano también predispuesto a la negociación. La primera guerra acaba con un acuerdo de paz que establece las siguientes consecuencias: en virtud del tratado de paz Decébalo pierde parte de su reino, la cuenca ribereña del Danubio. Se comprometen los dacios a demoler la mayoría de sus fortalezas, liberar a los prisioneros romanos, entregar a los desertores y todas las máquinas e ingenios de guerra. A cambio, Decébalo mantiene el trono y las tierras altas del interior, particularmente la Transilvania, rica en recursos mineros. El estatus del rey de la Dacia pasa de amigo del pueblo romano a rey aliado. Los subsidios que percibía en forma de oro en virtud del tratado de Domiciano fueron suprimidos. En el territorio dacio aún no ocupado quedarían acantonadas guarniciones romanas. Incluso en la capital histórica y simbólica se estableció un acuartelamiento romano en la colina de Gradiste. Por todo ello la recepción en Roma fue memorable. El emperador obtuvo el consulado del 103 d.C. y el título honorífico de Dacicus.

La segunda guerra dácica

Hubo una paz tensa que duró unos tres años entre romanos y dacios. Y en ese periodo Trajano ordena levantar obras de comunicación con un doble fin: garantizar unos movimientos más rápidos por la región para el ejército, y para favorecer los intercambios comerciales. La construcción del simbólico puente (recordemos a César o Constantino), además de fundamental para la organización del territorio, en este caso sobre el Danubio, requirió que el famoso arquitecto de origen sirio Apolodoro de Damasco y los cuerpos de ingenieros y soldados de la legión XIII Gemina fuesen los que lo materializasen entre los años 103 y 105 d.C. Alcanzó una longitud de 1.135 metros, sostenido por 20 pilares de piedra.

Decébalo, cuestionado en el fondo por los términos del acuerdo de paz, desde su nueva capital en Piatra Cravii veía como Sarmizegetusa Regia y su poder simbólico y político pertenecía a los romanos. Por tal motivo en invierno del 104 el rey dacio preparó una concentración de fuerzas lejos de los ojos de los romanos, en las montañas más septentrionales, y despachó embajadores a sármatas y germanos, que decidieron no acudir a su llamada: sin duda la campaña de Trajano había logrado sus objetivos. No obstante, los dacios de Decébalo no pueden permitirse continuar en este status quo y lanzan un ataque sorpresa sobre las guarniciones romanas logrando la captura del gobernador y amigo personal de Trajano: Gneo Pompeyo Longino.

Denario (moneda romana), anverso: Trajano de perfil; reverso: Daciano sentado a la derecha sobre pila de brazos, con las manos atadas a la espalda, plata, c. 103-11 (Fitzwilliam Museum, Cambridge, CM.BU.240-R)

Decébalo espera renegociar con Roma su condición de debilidad, forzando a un nuevo acuerdo, pero Longino se suicida para evitar el chantaje a su amigo y emperador. Qué duda tiene que tenemos a todos los ingredientes, incluidos los personales.

Roma ha conseguido su objetivo, las comunicaciones han mejorado en la zona incorporada, Decébalo ha cometido el error al que Roma le ha forzado y, por si fuera poco, tenemos al padre de todos los romanos y hombre de justicia, que ve cómo el pérfido Decébalo ha violado el (in)justo tratado de paz, depende de cómo y para quién hablemos. Ha causado la muerte de su querido amigo. La venganza personal se suma al cóctel de elementos y la segunda guerra dácica se desencadena, cuando Trajano sale de Roma el 4 de junio de 105 con destino al puerto de Brundisium y se pone al frente de sus tropas, concentradas y listas para avanzar sobre las obras públicas que se habían hecho en esos años. En los meses de otoño Roma expulsa a los dacios del territorio anexionado hasta que la llegada del invierno obliga a Roma a acuartelarse en Oltenia.

La diplomacia y la propaganda romana causan un efecto devastador en las filas de los dacios: una delegación de buris, roxolanos, escitas y dacios se presentan ante Trajano y se someten a la clemencia del emperador. Decébalo está aún más solo.

En la primavera del 106 d.C. Roma está planificando la campaña en un frente amplio con cuatro rutas de invasión, obligando a Decébalo a dividir sus recursos limitados en cuatro para ubicarlos en diferentes pasos de montaña y tratar de guarnecer lo mejor posible las fortalezas con las que contaba. Roma avanzaba metódica, imparable, superando obstáculos y emboscadas. Las cuatro columnas romanas caen sobre la capital y la aíslan de las tierras del norte, con Trajano en persona dirigiendo el asedio.

Y entonces empezó una de las demostraciones más temibles de Roma: su capacidad de asedio. Sistemática, organizada, constante, meticulosa: perfecta. Aparejaban máquinas, construían aproches y terraplenes para aislar la ciudad y proteger la labor de los ingenieros. Los dacios emprendieron una defensa a la desesperada que logró rechazar un primer ataque. Pero Roma optó por presionar por otro camino: el bombardeo de las murallas se hizo cada vez más intenso, se cortó el suministro de agua a la ciudad y se construía un agger para atacar con mayor eficacia y seguridad las defensas dacias.

Decébalo trató de negociar un acuerdo, cualquier acuerdo. Pero Trajano ya tenía lo que quería y no lo iba a soltar: se negó a negociar otra cosa que no fuese la rendición incondicional y la captura de Decébalo, para explotar la victoria como un nuevo Vercingétorix o Yugurta para un nuevo César o un nuevo Mario. Decébalo logra escapar, pero la trampa se cierra sobre la ciudad que ve cómo pierde parte de los graneros en un incendio. Los romanos abrirán brecha en los muros y entran al asalto, desencadenándose un gran incendio que obliga a los dacios a refugiarse en el último reducto de la ciudadela, de donde son desalojados después de intensos combates. Las tropas proclaman Imperator a Trajano por quinta vez en su vida y la capital dacia se arrasó y saqueó hasta los mismos cimientos.

A continuación, empieza la persecución de Decébalo por territorios desconocidos por Roma, pero Decébalo engaña a sus perseguidores y vuelve al sur, a Apulum, ciudad que intenta asediar, pero de la que debe desistir. Bikeliss, un consejero de confianza de Decébalo comprende el fin del rey y trata de granjearse el favor de Roma informando del lugar donde el tesoro real se hallaba, en el cauce del río Sargetia, pues Decébalo había ordenado desviar el curso del río y excavar en su lecho para construir una falsa cueva y ocultar allí grandes cantidades de oro, plata y piedras preciosas. Roma encontró dicho tesoro, que se estima en 165 tm de oro y 330 tm de plata. Decébalo ya no tiene recursos y no le queda sino huir hacia el nordeste, donde hay unas pocas fortalezas que siguen bajo su control y resistir allí con unos fieles y un grupo de roxolanos y bastarnos.

Roma estrecha el cerco y así llega la noticia de que Decébalo y sus hijos están en la zona de vigilancia de una unidad de caballería auxiliar panonia en Haghita. El suboficial del destacamento, Tiberio Claudio Máximo halla a Decébalo que se ha degollado para evitar su exposición pública y humillación. Se le decapita y mutila el brazo derecho que son llevados a Trajano, que estaba en Ranistorum.

Muerto Decébalo y capturados sus hijos, muchos nobles dacios suplican clemencia, pero en el norte la lucha continua con dacios libres y roxolanos luchando por mantener su independencia. La guerra se detuvo formalmente el 11 de agosto de 106 d.C. y el Reino de Dacia había pasado a la historia, la provincia romana de Dacia se mantuvo bajo control imperial hasta el 272 d.C.

Conclusiones

En mi opinión la primera guerra dácica de Trajano perseguía de una manera bastante aproximada lo que logró: obtener la cuenca ribereña del Danubio, reformular las condiciones del tratado de paz de Domiciano, debilitar la posición de Decébalo en todos los frentes y aspectos posibles. La campaña creo que también pretendía destruir u obligar a destruir el mayor número posible de las obras defensivas de gran calidad y eficacia que protegían el territorio, además de ganar recursos económicos y sembrar las condiciones para un periodo de debilitamiento de Decébalo que lo obligase a emprender alguna acción que preparase un casus belli que legitimase una última intervención romana que permitiese adquirir la zona de los recursos mineros, cosa que sucedió en la segunda guerra dácica. Además, preparó al ejército para combatir en las guerras partas con éxito, debido a los enfrentamientos con la caballería sármata y roxolana.

Bibliografía

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