Vicenç Furió es catedrático de Historia del Arte de la Universitat de Barcelona. Los campos de su especialidad son la teoría y la sociología del arte y el mundo del grabado. Ha sido Coordinador de Doctorado del Departamento de Historia del Arte desde el año 2004 al 2007, y es miembro del comité científico de la colección de libros «Memoria Artium», publicada por seis universidades catalanas, el Museo Nacional de Arte de Cataluña y el Museo del Diseño.

Su artículo ‘¿Clásicos del arte? Sobre la reputación póstuma de los artistas de la época moderna’ es un estudio donde se analizan las diferentes valoraciones a lo largo del tiempo de la crítica y la reputación póstuma de sesenta y tres artistas de los siglos XVI, XVII y XVIII, con el objetivo de comprobar si las fluctuaciones en cuanto a fama y reputación o sus elementos constantes permiten establecer algún tipo de teoría que ayude a explicar el fenómeno. La información de la reputación de los artistas recogida en este artículo proviene, básicamente, de la antología de interpretaciones críticas que figura en cada volumen de la colección Classici dell’arte (Rizzoli, Milán), de bibliografía específica sobre artistas y grandes obras de referencia, como The Dictionary of Art (1996) o las diferentes ediciones del diccionario Bénézit (1920-1999).

Es curioso comprobar las importantes oscilaciones en la reputación de algunos de ellos que pasan de ser ‘maestros’ a ‘repudiados’ en una o dos generaciones. El profesor Furió comenta el ejemplo de Rembrandt que, a pesar de no haber sufrido un descenso en su reputación artística, sí que fue criticado a finales del siglo XVII, una vez muerto, por cuestiones más relacionadas con su vida y carácter que con su capacidad artística, globalmente hablando. Hay que tener en cuenta que los principales críticos del pintor provenían de unos teóricos academicistas que tenían como referente artístico el arte clásico y que no osaron criticar sus grabados, se limitaron a la crítica de su obra pictórica. Curiosamente, a lo largo del siglo XVIII se comprobó la influencia que su arte tuvo en multitud de artistas. Esta variabilidad a lo largo de los siglos ha hecho difícil la elaboración de este estudio, en el que se ha utilizado un único registro de valores para poder trabajar: el hecho por los teóricos, críticos e historiadores del arte en sus escritos. Por otro lado, no se ha tenido en cuenta la opinión entre iguales (otros artistas), especialistas, el mercado y el público en general.

De cara a la clasificación inicial, Furió ha valorado la distinción entre notoriedad (donde está presente físicamente la obra del artista) y posteridad (los artículos y su influencia a lo largo del tiempo). Una vez el profesor Furió tuvo clara la manera de trabajar la clasificación, empezó a elaborar la forma de configurar los diagramas. Partió de la colección italiana de libros de arte Classici dell’arte, de la editorial Rizzoli, sobre todo por la selección de textos cronológicos “Antología de interpretaciones críticas”. La información obtenida fue contrastada con bibliografía complementaria más actualizada, como por ejemplo el análisis sociológico que Daniel Milo hace en su artículo Le phénix culturel: de la résurrection dans l’historie de l'art y L’exemple des peintres français (1650-1750) sobre las fluctuaciones de la reputación póstuma de un grupo de artistas de la escuela francesa. Hay que saber, de todas formas, que a pesar de la influencia de este trabajo en el estudio de Furió, el crítico catalán cambió la clasificación de notoriedad utilizada por Milo añadiendo una nueva.

En el momento de la evaluación final, Vicenç Furió es consciente de la heterogeneidad de la información y de la subjetividad de su valoración. Por este motivo, avisa que nunca ha pretendido hacer un registro ‘objetivo’, pero sí que ha querido señalar tendencias generales reales mediante diagramas que pongan de relieve aspectos que pueden pasar desapercibidos. El resultado de los diagramas muestra las oscilaciones de la reputación de los artistas desde su época hasta finales del siglo XX y destaca su grado de apreciación en cinco grupos diferentes.

La clasificación final del estudio queda de la siguiente manera:

● Nivel 1: Reconocimiento máximo en el ámbito local e internacional.
● Nivel 2: Reconocimiento alto en el ámbito local, ocasionalmente internacional.
● Nivel 3: Reconocimiento moderado.
● Criticado: A pesar de haber tenido fama en momentos puntuales en el tiempo.
● Ignorado: No queda mucho rastro de su reconocimiento como artista.

Una mirada rápida nos muestra que los cambios de opinión respecto a los artistas afectan a casi todo el mundo y que los clásicos de hoy no siempre lo fueron. Por este motivo, estas fluctuaciones son una pauta habitual de comportamiento del pasado y, seguramente, del futuro. Curiosamente, otro resultado da un toque de atención a la prepotencia occidental de la crítica artística del siglo XX y XXI, porque ninguno de los 63 artistas estudiados (con una única excepción) ha estado realmente descubierto en nuestra época, han sido ‘redescubiertos’.

Finalmente, las cuatro conclusiones definitivas que el profesor Furió observó son:

● predominio de las oscilaciones que siguen la sucesión de los estilos,
● los clásicos de siempre no son las estrellas de hoy,
● solo los grandes merecen ser criticados,
● y no hay descubrimientos, solo hay redescubrimientos.

Este artículo hace reflexionar al lector o lectora sobre la objetividad de las críticas de arte (y de cualquier representación artística). ¿Hasta qué punto la reputación de un artista no pasa por el filtro de personas (críticos de arte) con sus filias y fobias y la subjetividad que ello comporta? ¿Tenemos en cuenta el filtro cultural de cada época o pecamos de ‘presentismo’ al analizar un cuadro o un artista? Me refiero expresamente al colectivo de profesionales del arte y no al gusto u opinión del público en general porque, al fin y al cabo, es su gusto personal. Por ejemplo, no dudo de la calidad pictórica de Tàpies, pero a mí no me gusta en absoluto; lo mismo podría decir de las obras más popularmente conocidas del escultor Josep Maria Subirachs.

Hay que valorar muy positivamente la postura provocadora de Vicenç Furió que obliga al público a abrir su mente, mirar las obras de arte sin prejuicios y estar dispuesto a replantearse muchas posturas a priori inamovibles. Es destacable el hecho de hacernos conscientes, a través de este artículo, de que las opiniones también son volubles y coyunturales al momento histórico que a todo el mundo le toca vivir.

Por último y no menos importante, creo que hay que resaltar que el autor introduce el estudio y la investigación científica en un ámbito artístico o humanista, rompiendo la absurda clasificación entre ciencias y letras y abriendo una línea de trabajo que no se acostumbra a tener en cuenta dentro nuestras fronteras.

Para saber más

Furió, Vicenç. ¿Clásicos del Arte? Sobre la reputación póstuma de los artistas de la época moderna. MATERIA 3, Mirades, miratges, 2003, pp. 215-243.