El análisis de Hofstadter sobre el "darwinismo social"

Tras lo trabajado en la Parte 1 y en la Parte 2 de este documento, y que conviene tener en mente, paso a resolver en esta Parte 3 el contexto inmediato al análisis de las obras propuestas de H. G. Wells, y con todo ello proyectarnos en este momento histórico de transición de hegemonía, que adquiere dimensiones de ser definitiva.

Para ello he de hablar de Richard Hofstadter. El término "darwinismo social" se popularizó en las ciencias sociales como consecuencia del libro de Richard Hofstadter (2016), publicado por primera vez en 1944. En él se deja ver una crítica a los pilares del "darwinismo social" tal cual son asumidos por las élites norteamericanas, y presta atención también a la forma en que toman en Europa a lo largo del tiempo. Esto le hace reflexionar que Herbert Spencer y su filosofía son realmente productos del industrialismo inglés.

Percibiendo los puntos basales del "darwinismo social" Hofstadter se muestra contrario al laissez-faire, la sociología de Spencer (y la forma en que es asumida por las clases dirigentes para sus fines), y la economía clásica, junto a su loa desmedida al egoísmo. Para Hofstadter está claro que debe estar presente la llamada regla de Charles Beard que afirma que la interpretación histórica debe partir del hecho de la comprensión de que "los cambios en la estructura de las ideas sociales dependen de los cambios generales en la vida económica y social". Una segunda referencia en "The Age of Reform: From Bryan to FDR" (2011), publicada en 1955 y que resulta ser igualmente necesaria para comprender los puntos de vista de Hofstadter y la forma en que se luchó contra el autoritarismo y la forma en que desde la banca, el rentismo y los monopolios se persiguió una deriva populista, nacionalista y autoritaria en Estados Unidos, algo de lo que ya he hablado a través del análisis de la película Meet John Doe ("Juan Nadie" en España), que al final el Partido Demócrata conjuró de la mano de Roosevelt (y Truman), luchando para fijar otro modelo social, político, económico, laboral... el cual sólo tuvo éxito en el contexto de la guerra y cuando se dejó de pensar sólo en "Estados Unidos" para extenderlo a un tercio del mundo, el llamado New Deal o el sistema socialdemócrata que funcionó en la Europa Occidental libre, con los oasis conservadores del siglo XIX darwinista social de España y Portugal y de los imperialistas del resto de Europa: británicos, franceses, belgas, los que cayeron bajo la férula del Tercer Reich alemán (me refiero, obviamente a los colaboracionistas o aquellos que no veían nada mal las ideas de la Italia fascista y el Tercer Reich, que fueron ciertamente bastantes).

En lo que respecta a Estados Unidos, Hofstadter se mostraba más que crítico hasta hostil con los defensores de la llamada Era Progresista, que abarcó los años entre 1890 y 1920, una época de intensa reforma social y política encaminada a, desde el gobierno federal, lograr eliminar las prácticas comerciales poco éticas y/o injustas con tendencias monopolísticas, reducir la corrupción tanto en las administraciones públicas como desde las empresas, contrarrestar los efectos sociales considerados negativos de la industrialización controlada por los llamados "robber barons"... incluso alcanzaron el derecho al sufragio femenino (Decimonovena Enmienda).

Los pilares de la Era Progresista quedaron definidos por:

1/ La naturaleza humana era susceptible de ser mejorada a través de la aplicación ilustrada de normas, incentivos y castigos;

2/ El gobierno federal contaba con poderes que deberían usarse para mejorar la vida de todos los individuos y transformar la sociedad.

A este punto se oponen los conservadores, algo que es cíclico en Estados Unidos y que forma parte de las luchas que anteceden a una expansión de su poder global, tal y como analicé aquí y aquí.

El impacto se pudo medir en elementos tales como la aprobación de gran parte de la legislación sustantiva, lo que incluye varias enmiendas a la Constitución, además de la ya mencionada Decimonovena Enmienda que establecía el sufragio femenino, la Decimosexta Enmienda estableció un impuesto federal sobre la renta, la Decimoséptima Enmienda permitió la elección directa de senadores y la Decimoctava Enmienda prohibió la venta de alcohol; a lo que hay que añadir la Ley de Alimentos y Medicamentos Puros de 1906, por la que se creó la Administración de Alimentos y Medicamentos con la finalidad de asegurar que todo producto alimenticio y farmacéutico contaba con la seguridad y pureza adecuadas; o la Ley Antimonopolio Clayton de 1914, que pretendía limitar las prácticas comerciales dirigidas a eliminar la competencia. No obstante, fue en esa época en la que se aprobaron políticas discriminatorias, como la agenda racial de la administración Wilson (1913-1921) que acabaría culminando con la segregación del gobierno federal, esto animó un fuerte resurgir del Ku Klux Klan; hubo discursos xenófobos y las políticas federales de inmigración en la Era Progresista, incluida la Ley de Inmigración de 1917 y la Ley de Cuota Nacional de 1921, limitaron severamente la inmigración basada en la nacionalidad y excluyeron prácticamente a todos los inmigrantes asiáticos.

Adicionalmente, insistieron en que la naturaleza humana podría ser manipulada por la vía biológica atendiendo a sus criterios, impulsando prácticas eugenésicas con una jerarquía racial y de clase, enfocadas a una exaltación de los WASP de clase alta, quedando abajo de dicha jerarquía clases bajas en general, minorías étnicas, inmigrantes recién llegados, enfermos mentales y los discapacitados; para las políticas raciales de Wilson he consultado a Yellin (2016).

Así, el 16 de mayo de 1897 Michigan se convirtió en el primer estado en presentar un proyecto de ley de esterilización obligatoria. Aunque la ley propuesta no se aprobó, sentó un precedente para leyes similares en otros estados. Finalmente, de 1907 es la primera ley que aprobó la esterilización obligatoria... y esto sería una referencia en el permanente diálogo y mutua influencia que hemos mantenido, mantenemos y mantendremos cada vez más, para bien y para mal, Europa y las Américas, y dentro de Europa y dentro de las Américas. Para la parte de la eugenesia en Estados Unidos he resumido a Lombardo (2011).

Para el conjunto del movimiento progresista y la era de reformas he consultado a McGerr (2010); para la ideología progresista he seguido a Stromquist (2010).

Por tales motivos, Hofstadter se muestra crítico con el movimiento progresista, al que tilda en Hofstadter (2011, 17-21) de haber tenido un carácter ambiguo, y señala que, en cierto momento, una gran parte de la tradición populista-progresista se vuelve airada, antiliberal y acaba por servir a elementos muy cuestionables, algo de lo que hablé en este artículo sobre el populismo y la forma en que se percibe en A Face in the Crowd ("Un rostro en la multitud"). De ahí que resalte que el New Deal estaba imbuido de un espíritu muy diferente de la Era Progresista, y concluye que "el odio a Europa y a los europeos, las fobias raciales, religiosas y nativistas... todo ello se ha encontrado no sólo en oposición a la reforma, sino a veces extrañamente combinado con ella".

El New Deal y los liberales, usando la expresión norteamericana, que lo impulsaban compartían con progresistas que les antecedieron en ciertas partes la oposición a la economía de libre mercado, pero la reforma de la Era Progresista difería de forma importante de la reforma del New Deal. De hecho, los liberales del New Deal, a diferencia de los progresistas, no eran hostiles a los políticos de la máquina y, en cambio, formaron alianzas con ellos. El "modelo alemán" de reforma progresista, el asistencialismo social bismarkiano, era, tras la Primera Guerra Mundial, insostenible políticamente, y la izquierda abandonó Alemania por el interés que despertaba la Unión Soviética bajo Lenin y Trotsky. Los liberales del New Deal también apartaron el ethos progresista de mejora humana y su lenguaje moralizante y el liberalismo del New Deal ya no daría cabida fácilmente al pensamiento de base biológica, como la eugenesia, el racismo científico y el imperialismo inspirado en la raza, cosa que algunos de los principales progresistas defendieron en la Era Progresista.

El punto de vista reformista hacia la biología en las ciencias sociales experimentó un giro copernicano en los 40 años que siguieron la elección de Theodore Roosevelt a la presidencia. Es decir, que el declive de la eugenesia estadounidense en las décadas de 1930 y 1940 fue sólo una parte de la creciente hostilidad, especialmente en la izquierda política, hacia el uso de la biología de forma más general en las ciencias sociales, concluyendo que las explicaciones biológicas de la acción humana y de la sociedad humana eran ilegítimas y peligrosas.

Se seguía una línea marcada también por Franz Boas, antropólogo de la Universidad de Columbia, que argumentaba que la cultura más que la naturaleza determinaba la forma de la humanidad y la sociedad; y, por su parte, Hofstadter sostenía que la biología era irrelevante para la vida social humana. El resultado era la condena de las "ideas tan biológicas como la 'supervivencia del más apto'" por ser de "dudoso valor en la ciencia natural" y por ser "totalmente inútiles para intentar comprender la sociedad". Podemos concluir que se condenó el determinismo biológico, y se propuso sustituirla por el determinismo cultural.

En definitiva, la perspectiva de Hofstadter proponía dos postulados intelectuales:

1/ La reforma planificada por el Estado debía ser social, económica y éticamente mejor que los mercados libres; y,

2/ Las explicaciones biológicas, particularmente las llamadas darwinianas, de la sociedad humana eran ilegítimas y peligrosas.

Así, conviene especificar, si seguimos a Bannister (2010) y Bellomy (1984), que el "darwinismo social" tenía orígenes continentales no angloamericanos y que se refería a la competencia entre grupos (naciones o razas) más que a la competencia entre individuos dentro de un grupo. Los escasos usos de "darwinismo social" anteriores se referían, tal y como expliqué en la Parte 2, a los usos de la biología para defender el militarismo y la guerra. Lo mismo se puede decir de, por ejemplo, cierta teoría del conflicto racial, promulgada en un principio por los sociólogos austriacos Ludwig Gumplowicz y Gustav Ratzenhofer, y que pretendían constituir como explicación de la evolución social progresiva. Ward (1907) explicó la teoría del conflicto racial tomada de Gumplowicz y Ratzenhofer como el "homólogo sociológico de la selección natural".

Hofstadter argumentó que los empresarios estadounidenses con tendencias monopolísticas y todos aquellos que se hallaban bajo su esfera de interés propagandística encontraron en Darwin una defensa conveniente para sus defensas del libre mercado y el monopolio con todas las condiciones derivadas para el mercado laboral, salarial, desempleo, etcétera. A esto se añadían invocaciones "a la mano invisible" es decir, Dios y la religión, el supuesto "bien común", el "mito" de Horatio Alger (este escritor se caracterizaba por contar historias en las que un chico pasa de pobre a rico, generalmente por ser agraciado por un acto que podemos calificar de la Providencia, y donde siempre se premian las buenas virtudes... en la parte final de su producción literaria en las últimas décadas del siglo XIX el esquema siempre es el mismo, de pobre a rico como premio de la virtud, pero desaparece la ética del trabajo protestante y hay una presencia de elementos sensacionalistas tales como asesinatos o la violencia), la tradición republicana estadounidense e incluso la economía política clásica. Esto generaba un relato de éxito merecido y fracaso merecido como elemento justificativo de un orden social, laboral y político controlado por los monopolistas y que estaba a su servicio, con un relato donde se establece una enérgica defensa del individualismo y la competencia económica.

De hecho, es en esta época, entre el siglo XIX y el siglo XX, donde podemos hallar un interesante punto de vista que tendrá amplia repercusión también en nuestros días a través de una figura como Sumner y su defensa a los millonarios como el producto de la selección natural... y, por cierto, Sumner también se autoproclamó defensor del hombre común (o en sus propias palabras "olvidado") llamando un mal no sólo al socialismo, sino también la plutocracia, ya que ambas serías formas igualmente malas de control social. Fue la hostilidad de Sumner hacia la plutocracia lo que le llevó a atacar al Partido Republicano en 1909, acusándolo de adquirir "el carácter de una conspiración para detentar el poder y utilizarlo con fines plutocráticos" (tal y como Sumner afirma aquí).

Sumner, si seguimos a Bannister (1973) era un defensor del laissez-faire, pero no de la industria, y cuando la industria se beneficiaba de las políticas opuestas al laissez-faire, como el arancel, Sumner era su enemigo, ya que estaríamos ante el pensamiento encaminado hacia el desarrollo de Hamilton, el American System, y no lo que de verdad apoya Sumner, que es el rentismo. Esto es algo que en verdad, siguiendo a Ruse (1980), se describe como "spencerismo social", es decir, la opinión de que el Estado no debería intervenir en los mercados, sino dejar que la "naturaleza" siga su curso... aunque se precisa en todo momento del Estado para afirmar los objetivos (parece que la "mano invisible" de Dios es más profana y real y menos figurativa y bienintencionada con aquellos que no la pueden manejar).

Henry Steele Commager (2015) celebró a Ward como el legítimo arquitecto del Estado del bienestar estadounidense. Hofstadter también describió a Ward como un "precursor de la planificación social", un pionero "que predicaba una sociedad planificada" y que era un "campeón de las masas".

La teoría de Ward distinguía fundamentalmente los fenómenos "télicos", aquellos regidos por la voluntad o el propósito humanos, de los fenómenos "genéticos", aquellos que son producto de fuerzas naturales aleatorias. Cuando Ward dijo que "el principio fundamental de la biología es la selección natural, [y] el de la sociología es la selección artificial", no estaba esgrimiendo un argumento eugenésico como tal; estaba defendiendo su opinión de que la evolución natural y la social eran diferentes y que la sociedad podía (y debía) dirigir su propia
evolución.

Los críticos de la reforma, leídos a través de la dicotomía de Ward, pensaban en la sociedad como regida por fenómenos "genéticos": el cambio social es el producto del "resultado sin plan de variaciones aleatorias", no de la intervención social. Por consiguiente, la evolución social, al igual que la evolución natural, fue lenta y gradual.

Los partidarios progresistas de la reforma, por el contrario, consideraban la evolución social como "télica", susceptible de un propósito humano, en particular, susceptible de un control social planificado de los mercados. En palabras de Hofstadter: "La tarea del hombre no es imitar las leyes de la naturaleza sino observarlas, apropiárselas, dirigirlas".

En la Era Progresista, los reformadores progresistas abandonaron el individualismo clásicamente liberal, característico no sólo de los antiestatistas como Spencer y Sumner sino también de los Mugwumps, los reformistas de la Edad Dorada precursores del progresismo. Ward fue pionero del progresismo estadounidense que pone énfasis en la nación o el Estado o la sociedad como la unidad legítima de la cuenta teórica, en palabras de Hofstadter "solidarismo"; y, concluye Hofstadter: "La actividad con propósito debe reconocerse en adelante como una función propia no sólo del individuo sino de toda la sociedad".

En la práctica, la cuestión primordial de la Era Progresista para la economía política era cuál debía ser la relación del Estado con la economía, lo que incluye a la banca. Así que tenemos, en un lado de la divisoria, a los defensores progresistas de la reforma, que, como propugnó Ward, consideraban que la mejor forma de promover el bienestar colectivo era a través de expertos económicos estatales que dirigieran la mejora de la sociedad humana; y, en el otro lado tenemos a los defensores de la economía de libre mercado, que negaban la existencia de intereses sociales más allá de los de los individuos que constituyen la sociedad y que veían en el intercambio voluntario y no en la planificación social la fuente del bienestar económico.

Como en Ward el "crítico" era un crítico de la economía de libre mercado, también los progresistas recibieron el título de "disidentes", cuya disidencia no se refería a la "especulación social biológicamente derivada", porque muchos eran biologizadores entusiastas, sino al laissez-faire. De tal manera que, a principios de la década de 1940, cuando el New Deal ya había transformado radicalmente la relación del Estado estadounidense con la economía y cuando el gobierno de Estados Unidos planificaba la producción económica para aumentar la producción destinada al esfuerzo bélico, en una aproximación basada en un corporativismo que cabe distinguir entre el liberal del New Deal, el fascista del Tercer Reich y la Italia fascista y el soviético de la URSS. El modelo corporativista liberal se basa en el pensamiento de Keynes, tal y como expliqué aquí, y que por su importancia paso a citar a continuación:

Precisamente, un elemento de esa convergencia llegó a través de lo que los juristas llaman la "revolución de los derechos". Se trata de la sucesión de acciones del Congreso y del Tribunal Supremo, sobre todo a partir de la década de 1960, que reforzaron el suelo de los derechos nacionales y redujeron la capacidad de los estados para restringir esos derechos, elemento central de la situación que analizamos en la primera parte. Los momentos determinantes de dicha revolución fueron la aprobación de las Leyes de Derechos Civiles y de Derecho al Voto y las decisiones del Tribunal Supremo que derribaron las prohibiciones estatales sobre la anticoncepción, el matrimonio interracial, el aborto y, mucho más tarde, las prohibiciones de las relaciones íntimas y el matrimonio entre personas del mismo sexo, a lo que se sumaba el avance de una economía donde los impuestos tenían un papel igualitarista y nivelador y de una economía impulsada desde la planificación estatal. Y es aquí donde entra la recepción en 1941, y que cabría leer como una forma de contener el New Deal, de Burnham (2019) transformado abiertamente en neoconservador con el tiempo, por parte de los partidarios del neoliberalismo afianzado y que tuvieron que ceder ante los desafíos de la época de la Segunda Guerra Mundial y su posguerra: todo esto resulta que no es más que una dictadura comunista, según el mantra, totalmente interesado, del neoliberalismo y su fuerte ofensiva. Keynes defendía que se negociaran políticas de ingresos y salarios a través de sindicatos libres, gremios patronales y gobierno, manteniendo como siempre al parlamento. Tal y como acabo de explicar, la Segunda Guerra Mundial puso en competencia al New Deal con los modelos fascista y potencialmente con el de la URSS, y acabó por definir al sistema ganador convirtiéndose en el más palpable éxito que podía tener la intervención estatal masiva para desarrollar aceleradamente la producción, reducir las desigualdades y acabar con el autoritarismo.
Por consiguiente, lo que Keynes al final pone de manifiesto es que cuando una sociedad es hiperfinanciera y hay grupos inversores rentistas, bajo la justificación de la moral victoriana y una lectura interesada de la ética protestante de la frugalidad y el ahorro, entonces se especula y se acumula el ahorro poniéndolo en una situación perdedora respecto a la inversión, cosa que lleva a situaciones de subempleo crónicas, de las que se benefician las industrias futuristas del momento al introducirse, porque empujan los salarios a la baja y destruyen derechos sociales y laborales. Lo que propone Keynes es que se beneficie en un pacto social descendente a aquellos grupos de interés que pugnen por capturar las rentas que surgían de la actividad del Estado en torno a su gasto compensatorio del faltante privado, interesado en contener esta ofensiva, seguir especulando, contar con un mercado laboral muy favorable e imponer líneas autoritarias. El gobierno, por consiguiente, podía determinar el nivel de demanda agregada pero no debía interferir ni en la producción ni en la fijación de precios. La estabilidad de los salarios es un factor que debe considerar como importante y su crecimiento tendería a reforzar más la demanda agregada que a comprometer la rentabilidad de los empresarios.
Phillips (1969) demuestra que el empleo tendía a aumentar bajo situaciones de demanda intensa e inflación, no así las condiciones para el rentismo y las malas condiciones laborales, y esto tiene un impacto sobre la democracia, directamente proporcional a la forma en que ataca los cimientos de la desigualdad y del autoritarismo. El pleno empleo tenía como costo 'algo de inflación", y eso implicaba una política concreta de tipos de interés que incentivaba acabar con el rentismo y todo lo que trae asociado, y que había que pagarlo porque el alto empleo era un compromiso de la democracia liberal frente a la población.
Efectivamente, las diferencias entre los estados y dentro de los estados se vieron moderadas por las olas de inversión nacional, incluyendo el gasto del New Deal en electrificación rural, la Autoridad del Valle de Tennessee, las ayudas a los precios agrícolas y la Seguridad Social durante la década de 1930, y los programas de la Gran Sociedad que proporcionaron ayuda federal para las escuelas K-12 y la educación superior, así como con Medicare y Medicaid.
El impacto de estas inversiones, apuntalado por el gasto masivo en defensa en ambos periodos, con una industrialización en el sur de la federación, en los estados que históricamente habían gastado poco en servicios públicos y desarrollo económico se ayudó a reducir constantemente la diferencia de ingresos per cápita entre los estados de la antigua Confederación y el resto del país desde la década de 1930 hasta aproximadamente 1980. Ese progreso, sin embargo, se detuvo después de 1980, y la brecha se mantuvo prácticamente sin cambios durante las tres décadas siguientes. Desde aproximadamente 2008, siempre según Podhorzer, los estados del sur en el corazón de la nación roja han vuelto a quedar más rezagados con respecto a la nación azul en cuanto a la renta per cápita.

Como consecuencia, Hofstadter declaró la victoria de la planificación y el colectivismo sobre el libre mercado y el individualismo. "La sociedad dirigida que Ward había anticipado y a la que Sumner se había opuesto con tanta firmeza se estaba convirtiendo en una realidad. A pesar de la interrupción de los años veinte la tendencia hacia la cohesión social siguió creciendo". A medida que la legislación del New Deal se acumulaba, Hofstadter urga en la victoria de la democracia sobre el autoritarismo señalando que, "los hijos de la generación que aplaudió a Spencer fueron testigos de la creación de una maquinaria estatal mucho mayor que cualquiera que pudiera haber aparecido en la peor pesadilla".

Y es que, en Estados Unidos había partidarios de continuar con la "evolución natural" y llevar la dirección de los acontecimientos en la línea en que Europa lo estaba haciendo a través de los autoritarismos, particularmente el caso fascista. De igual manera es perfectamente fácil poder seguir los paralelismos y analogías entre ese momento histórico y el nuestro, ante lo cual me planteé en un artículo cuáles eran los motivos que se hallan detrás del ascenso de los populismos en ambos lados del Atlántico, del retroceso de la democracia y del ascenso de la extrema derecha y la captación de grupos de la derecha, junto a la confusión ideológica de ciertos grupos autoetiquetados de "izquierda" y que se posicionan en claras posiciones de afinidad con la extrema derecha, consciente o inconscientemente (y que se dan cíclicamente en estas etapas históricas sólo para ser instrumentalizados por quien tiene una mayor fuerza y controla verdaderamente el discurso que es la extrema derecha y jamás estos grupos de izquierda, que cumplen una función de lanzadera o de puente). Por consiguiente, recomiendo volver a repasar a la luz de este documento en tres partes, el siguiente artículo, para una mayor y más clara comprensión. Y, a su vez, repasar este artículo que trata de las posiciones de afirmación del corporativismo con tendencias autoritarias, en este otro artículo.

(Continúa en una Parte 4. Al finalizar el documento hallarán la bibliografía utilizada)