La Tríada Desarmada: Clausewitz, Maquiavelo y la guerra ideológica como arma de subversión del Estado moderno
El presente ensayo propone una relectura estratégica y filosófica de los mecanismos contemporáneos de guerra no convencional. A partir de las tesis de Tucídides, Clausewitz, Maquiavelo, Gene Sharp y Gramsci, se analiza cómo los conflictos modernos desestructuran los Estados mediante campañas ideológicas, manipulación informativa, uso de actores interpuestos y subversión interna. Se defiende la necesidad de recuperar una noción republicana de poder basada en cohesión, justicia y virtù, en contraposición al dominio oligárquico y la instrumentalización del odio como herramienta de colapso sistémico.
La Guerra como Prueba Sistémica
De acuerdo con Tucídides, la guerra tiene el efecto de someter a una comunidad a presión de una forma excepcionalmente intensa y profunda, cosa que conlleva inmediatamente y de forma vinculante poner a prueba la consistencia del tejido social, del sistema político, de la estructura económica, y necesariamente lo hará poniendo al límite sus propias contradicciones, incoherencias, debilidades, puntos de ruptura... además de las del adversario.
La Guerra en Tres Fases: Una Estrategia de Desarticulación
Fase I: Guerra civil no declarada
Ante este escenario, siendo necesaria una campaña en dos fases, primero civil (que incluye el aparato propagandístico, el uso de medios de comunicación, redes sociales, elementos propagandistas locales, etcétera) la organización del Estado atacado quedará absolutamente desestructurada, sin servicios esenciales, sin que pueda existir una comunicación eficiente (por no decir que, o totalmente anulada o bien, incluso mejor aún, manipulada) de los dirigentes con sus unidades de combate y de éstas entre sí, y del liderazgo político con la ciudadanía; promoviendo intereses financieros, de lucro, etcétera para que el enemigo no refuerce sus capacidades industriales de todo tipo, fortalezca sus infraestructura, cierre las brechas sociales para evitar que se fortalezca la sociedad civil y su capacidad de mantener el pulso del desafío multidimensional, y en última instancia, político-económico-social.
Más aún, la capacidad del Estado bajo ataque para utilizar los medios de comunicación de masas e Internet para transmitir consignas en un sentido ideológico (nacionalismo, ideología política, religiosa) queda totalmente bloqueada, o mejor aún, manipulada durante un "ataque" previo masivo utilizando personalidades, medios de comunicación, redes sociales, intereses económicos, financieros y políticos... sería encontrar y usar, en una dimensión, lo que los soviéticos llamaban "Полезный идиот", es decir "tontos útiles", que por avaricia empobrecen a sus propias sociedades, persiguen intereses económicos, financieros, políticos, etcétera que debilitan porque rompen las capacidades de vertebración social, territorial, industrial, política...
Fase II: Ataques indirectos y guerra proxy
Llegamos al punto en que se siembran las condiciones de la segunda fase, que sería en esta propuesta, el ataque a infraestructuras críticas, eliminación mediante actores interpuestos bajo control estatal, tales como los del crimen organizado, y que cumplirían una función de exacerbar la confusión alimentando los actores políticos y propagandísticos; y abriría el paso para la tercera fase, que implicaría la campaña militar sobre el objetivo.
Fase III: Campaña militar clásica
El resultado es que se forzará a la población a levantarse contra sus dirigentes, rompiendo de esta manera la triada de Clausewitz: ejército-gobierno-sociedad, en la que los tres deben vertebrarse desde un punto de vista político-moral-económico en que se fortalezca dicha tríada y se eliminen los comportamientos que potencialmente puedan llegar a romperla.
El Colapso de la Tríada Clausewitziana
Esta es la reflexión que se puede hacer a partir de Clausewitz, pues trasciende lo militar y adopta los tres tres elementos como ejes: razón, voluntad y pasión, materializados en la política, las fuerzas armadas (el ejército) y la ciudadanía o sociedad, debiendo los tres elementos desarrollarse e incardinarse en un sólo núcleo para su coordinación, siendo necesario un estado óptimo de cada uno de ellos y una relación virtuosa y sana entre ellos, pudiendo escoger aquellos enfoques que los hagan optimizarse, en una clave multivectorial democrática, social, multilateral y con una clara orientación federal, con un núcleo industrial y una fortaleza y sentido de la justicia, aplicable a cada uno de esos elementos y en la relación que se establezca entre sí. Es decir, que Clausewitz debe ser leído sobre la referencia de Maquiavelo tanto como la de Rousseau (2007), en cuanto al buen Contrato Social se refiere, algo en lo que Rousseau y Maquiavelo se ponen de acuerdo, aunque no en la naturaleza del alma humana.
Subversión y Oligarquía: El Rol de las Camarillas
Socavar cada uno de esos tres elementos en el rival, o directamente subvertirlo, es la clave para vencer sin luchar por provocar el colapso y el desgarro social y político, con la expresión del autoritarismo como panacea llena del "mercurio" que intoxica el cuerpo social, político, industrial y en las Fuerzas Armadas como potencial "solución" buscada en el rival y que, sólo es cuestión de tiempo, llegados al conflicto acabe por ser la ruina de quien la aplica abandonando posiciones democráticas e industriales, pues buscando en apariencia "curar el cuerpo social, político e industrial" bajo el simple disfraz autoritario, este no hace más que potenciar los vicios mismos de la degradación y alberga la voluntad de favorecer los elementos oligárquicos en su asunción de un poder mayor para imponer sus intereses, dándose en verdad las condiciones para ser instrumentalizado este escenario por el enemigo, y así llegar a imponerse, incluso sin combatir, ya que pasan a asumir el control real al controlar la oligarquía y sus agrupaciones lobistas en forma de "camarillas" los destinos de tal Estado o alianza, y si se recurre a la violencia del conflicto bélico, la condición de la triada de Clausewitz, inspirada en una lectura de Maquiavelo (2005), como podemos reflexionar juntos más abajo, es tan lamentable que cede ante el envite de una fuerza militar mejor sincronizada y capaz ante otra debilitada y resquebrajada en todos los factores.
Maquiavelo Revisitado: Virtù como Clave del Liderazgo Político
Conviene que se recuerden aquí las siguientes frases de Talleyrand:
Agitar al pueblo antes de utilizarlo, sabia máxima; pero es inútil incitar a los ciudadanos a despreciarse unos a otros; son lo suficientemente inteligentes como para despreciarse solos.
Siempre que el poder se dirige al pueblo, se puede estar seguro de que pide dinero o soldados.
En tiempos de revoluciones, solo se encuentra habilidad en la audacia y grandeza en la exageración.
Los financieros solo hacen bien sus negocios cuando el Estado los hace mal.
La mejor manera de derrocar un gobierno es formar parte de él.
Sirvan estas máximas como reflexión cuando las "camarillas" de oligarcas se lanzan a por el poder político para usarlo para sus propios fines en el contexto de incitar el odio en el pueblo a través de una facción contra otras, pues siempre ambicionarán, mediante el engaño y la manipulación, sus propios fines egoístas y su impulso. Esto es algo que un enemigo sabe que se da en ciertos momentos, como los presentes hoy en día y los que vendrán, y es una herramienta a usar en las democracias liberales para socavarlas y lanzar una ofensiva en caso necesario.
Gene Sharp, Gramsci y la Subversión Silenciosa
La desarticulación de la triada de Clausewitz ya está ampliamente desarrollada en el trabajo de Gene Sharp (2012), que habla de usar una oposición "pacífica" como arma de guerra, a modo de quinta columna, y pone en el foco de la acción a Clausewitz con ello, además de a Maquiavelo, sirviendo de guía para derrocar Dictaduras y llevarlas hacia la Democracia.
Aquí se hace necesario hacer una correcta lectura de Maquiavelo, alejada de la recepción que se hace de los comentarios, prefacios, etcétera de hombres como Napoleón Bonaparte y Benito Mussolini, los cuales, bajo la apariencia del comentario de hombres que desean presentarse como guerreros gobernantes, calculadores y pragmáticos, e instintivos líderes político-militares, también sin embargo, se aprecia oculto astutamente la correcta lectura de "El Príncipe", de Maquiavelo, algo que también nos dejó Kissinger como testamento-legado-anticipación, como tuve ocasión de explicar en este análisis. La forma en que se ocultan en una lectura interesada de Maquiavelo hombres como Napoleón y Mussolini, lejos de lo que cabría pensar en aquellos que se confunden en la lectura de "El Príncipe" y toman a Maquiavelo por el perfecto realista, cosa que no lo es, deviene precisamente de la comprensión del "hombre providencial", capaz de cerrar las brechas, unir y lanzar hacia el futuro un poder bajo presión de enemigos internos y externos, una situación bajo la cual se halla, lo digo con total claridad, Europa bajo acciones directas de actores globales, dentro de los Estados de Europa y como comunidad llamada "Europa", o una de sus formas, la "Unión Europea", enemigos que en el campo exterior se sitúan a Oriente y Occidente de Europa.
Se pone el centro, pues, en el término “Virtù”, un concepto que sobreabunda en Maquiavelo. El florentino la despoja del revestimiento cristiano para devolverle el sentido de la Antigüedad clásica. Le devuelve una connotación masculina a la palabra, y la enfrenta a la fémina “Fortuna”, diosa y mujer, que ha de poner sus favores en el hombre en el que abunde la “virtù”, es decir: el más capaz, el más audaz, el más viril. La fortuna está al servicio de quien sepa imponérsele, la sepa seducir, la someta (El Príncipe, XXV, 26-27).
En este sentido, si Gramsci (2003) entiende "El Príncipe" como una suerte de institución supra individual, que en todo caso se materializaría en un partido político; hoy hablaríamos de un movimiento de masas global, bajo el liderazgo de un hombre-ideología en sí mismo, un movimiento social-político-global (algo que los mismos "antiglobalistas" ansían crear y dirigir, por cierto).
Sobre lo reflexionado en estos párrafos inmediatamente superiores, pongamos en relación todo ello con las siguientes ideas de Maquiavelo en "El Príncipe", para que sobreabunde de Virtù y ose seducir e imponerse a la Fortuna. Y la idea central, allí donde se encuentran todos los pensadores con Nicolás Maquiavelo es en su critica a los Príncipes que basan su poder en la construcción de fortalezas y la de erigir murallas (podríamos decir hoy día Fuerzas Armadas, poder de coerción desmedido, poder financiero sin frenos que lastra a la industria y a la sociedad, y la forma en que todos estos elementos, y otros, se vinculan en el dominio de oligarquías en forma de "camarillas" en extremo poderosas y excesivamente vinculadas a la capacidad de dirección del poder político), sin preocuparse por una cuestión fundamental y mucho más valiosa que las propias murallas y fortalezas: el no construir odios, pues el odio es una fuerza avasalladora, incontenible, no controlable, destructiva y autodestructora, que penetra en todo el cuerpo social; el odio es síntoma y causa de la ruptura de la tríada de Clausewitz, debilita el cuerpo social, acaba con la industria, toda ella, aplasta al pueblo en una palabra. Un buen Príncipe tiene que evitar, por encima de todas las cosas, el ser odiado por el pueblo, porque en verdad no hay fortaleza o muralla que pueda contener el odio del pueblo, que pasa a ser instrumentalizado por diferentes fuerzas, las "camarillas" de oligarcas, para conducir las políticas en su beneficio. Podríamos concluir, que no existe la forma de controlar a la masa una vez esta se ve consumida por el odio y percibe que ha sido engañada bajo diferentes promesas vanas que la oligarquía en forma de camarilla ha lanzado egoístamente en pos de sus beneficios y en contra de "el pueblo".
La Nueva Guerra: Del Campo de Batalla al Océano de Herramientas
Es pues el odio −y no sólo las armas− lo que derrumba cualquier fortaleza o muralla. El Príncipe debe cumplir con su deber y evitar privar de sus bienes y, especialmente de su honra, amor propio y dignidad, a sus súbditos. Debe evitar todas aquellas cosas o actividades que le hagan ganar el desprecio o el odio, a la par que cultivar un carácter firme, definido, y decidido, que le gane el respeto y el aprecio del pueblo, que deberá contar con diversiones que le hagan sentirse contento, además de estar correctamente alimentado.
He aquí cuando, en este momento, Maquiavelo habla de lo que él llama "nobleza", y hoy llamaríamos "aquellos que son claves para la proyección del poder y que pueden socavar el mismo poder", a través de las finanzas, la industria (o la insuficiencia o falta de ambición de la misma), el conocimiento, etcétera. Estamos hablando de un punto crucial también de una inteligente gestión gubernamental, pues reflexiona Maquiavelo que los "nobles" deberán estar, no sólo contentos, sino además disciplinados y convencidos de las ventajas y bondades de formar parte del gobierno del Príncipe, el cual debe procurar “no exasperar” a la nobleza, pero recordando que, de la relación entre El Príncipe y la "nobleza" debe evitarse siempre las políticas que conlleven la aparición y gestión del odio en el pueblo: percepción de injusticia, insolidaridad, falta de empleo correctamente remunerado para llevar una vida digna, lo que incluye alimentación, techo, trabajo, ocio adecuado... y esto debe conectar con una "nobleza" que se incardina en la satisfacción de esto, y a través de esto, sublima su avaricia para construir un poder compartido, que es la clave de su auténtica estabilidad y prosperidad, evitando las peleas de camarillas por el acceso y control del poder a través del odio, causando males en varios aspectos: dentro y fuera, ahora y en el futuro, comprometiendo la existencia misma del elemento generador de poder en el que medran.
De todos modos, el escenario en el que nos hallamos inmersos pone de relevancia también, paradójicamente, a Clausewitz cuando afirma "En abstracto la forma defensiva de la guerra es más fuerte que la ofensiva". Y se subraya "En abstracto", porque también el nuevo escenario le da una nueva dimensión a la "ley de los números" del pensador prusiano, pues ahora los números contemplan dimensiones inversas, y que pueden enfocarse en la saturación de información manipulada hasta colapsar conciencias, impulsar actores políticos en el espectro político que sean capaces de mover a otros actores políticos en posiciones más centristas para exacerbar el enfrentamiento social y favorecer una política nacional de extremos en la que la sociedad bajo ataque se resquebraja, se enfrenta, y la avaricia de ciertos actores económicos y políticos acaban por romper por completo a la sociedad objetivo bajo ataque.
La ley de los números establecía que el tamaño de los ejércitos era una variable determinante cuando las demás variables eran constantes (tecnológica, armamento, teoría...), la ley de los números en la guerra antigua favorecía al Estado bajo ataque ya que, al estar en su territorio, podía gestionar más recursos. En la Nueva Ley de los Números que se propone aquí, el número de soldados de los ejércitos es sustituido por un océano de herramientas de guerra como la Guerra Electrónica, la guerra climática, psicológica con una multitud de registros, etcétera, algo sobre lo que hablé en 2019.
Conclusión: Una Nueva Arquitectura Estratégica y Política
La forma que tome en un futuro que nos está alcanzando ya la revolución industrial 4.0 y las nuevas fuentes de energía, entre otros multifactores, determinarán cómo puede seguir la senda de lo que quizás sea una nueva revolución militar. Revolución que ha de marchar de la mano de una nueva forma de Estado y de profundas transformaciones políticas y sociales, además de económicas y morales.
Bibliografía
Clausewitz, Carl von, De la Guerra, La Esfera de los Libros, 2014.
Gramsci, Antonio, Notas sobre Maquiavelo, Nueva Visión, 2003.
Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe, Tecnos, 2005.
Rousseau, Jean-Jacques, El contrato social o Principios de derecho político, Tecnos, 2007.
Sharp, Gene, De la Dictadura a la Democracia, Editorial Séneca, 2012.
Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso, Cátedra, 2005.