La disuasión es un pilar fundamental de las relaciones internacionales, una estrategia diseñada para moldear el comportamiento de adversarios mediante la amenaza creíble de imponer costos inaceptables o negar beneficios estratégicos. Enraizada en el marco teórico del realismo, que concibe el sistema internacional como anárquico y los Estados como actores racionales que priorizan la supervivencia y la maximización del poder relativo (Waltz, 1979; Mearsheimer, 2001), la disuasión ha evolucionado desde su enfoque nuclear durante la Guerra Fría hasta abarcar dominios tan diversos como el económico, cultural, biotecnológico, climático, energético, cibernético y espacial.

Este análisis propone, entre otros aspectos, explorar la disuasión en sus múltiples facetas, con un énfasis particular en el hard power, la guerra en la zona gris (especialmente en China y Rusia), la disuasión energética, la disuasión cibernética, la disuasión climática, el soft power y el smart power. Se examina la evolución doctrinal de la disuasión en Estados Unidos, la Unión Soviética/Federación Rusa, China, Reino Unido, Francia, India y Pakistán, integrando ejemplos históricos y tendencias contemporáneas hasta octubre de 2025.

Introducción

El realismo, como paradigma dominante en las relaciones internacionales, proporciona un marco analítico robusto para comprender la disuasión no solo como una táctica militar, sino como un mecanismo estructural inherente al sistema anárquico. En este contexto, la disuasión no es meramente reactiva, sino proactiva, diseñada para alterar los cálculos racionales de los adversarios en un entorno donde la ausencia de una autoridad central fomenta la competencia perpetua por el poder (Morgenthau, 1948).

La evolución de la disuasión refleja cambios en la distribución del poder global, desde el bipolarismo de la Guerra Fría hasta la multipolaridad contemporánea, donde actores como China y Rusia desafían el orden liderado por Estados Unidos mediante estrategias híbridas y asimétricas (Costlow, 2025).

Esta expansión multidimensional de la disuasión incorpora no solo armas nucleares, sino también herramientas cibernéticas, económicas y climáticas, que exacerban las asimetrías en el poder relativo y complican la estabilidad estratégica (Lieber & Press, 2023).

Además, perspectivas rusas y chinas, influenciadas por sus propias tradiciones realistas, enfatizan la disuasión como un instrumento para preservar la soberanía en un mundo dominado por la hegemonía occidental, integrando elementos de guerra no convencional y control de recursos (Kortunov, 2023; Wu, 2023). Esta narrativa integral busca no solo describir la disuasión, sino también evaluar sus implicaciones éticas y estratégicas en un panorama global cada vez más volátil.

1. El marco realista y los fundamentos de la disuasión

El realismo en las relaciones internacionales ofrece el lente teórico a través del cual se analiza la disuasión. Según Kenneth Waltz (1979), el sistema internacional carece de una autoridad supranacional, lo que obliga a los Estados a garantizar su propia seguridad mediante la acumulación de poder. En esta lógica, la disuasión es una herramienta coercitiva que busca prevenir acciones adversas al proyectar la capacidad de imponer costos o negar beneficios, preservando así los intereses nacionales en un entorno competitivo. John Mearsheimer (2001), desde el realismo ofensivo, argumenta que los Estados no solo buscan sobrevivir, sino también maximizar su poder para alcanzar la hegemonía, lo que intensifica la necesidad de estrategias disuasorias creíbles. Thomas Schelling (1966), en su obra seminal Arms and Influence, define la disuasión como “el arte de persuadir a un adversario de que las consecuencias de actuar serán más costosas que los beneficios” (p. 2). Este principio subraya la importancia de la credibilidad, que depende de tres elementos interconectados: capacidad, voluntad y comunicación.

El realismo clásico, representado por figuras como Hans Morgenthau, enfatiza que la disuasión surge de la condición humana inherente de conflicto, donde el poder es el medio principal para la supervivencia estatal (Morgenthau, 1948).

En el contexto neorrealista, Waltz (1979) argumenta que la estructura bipolar de la Guerra Fría fomentó una disuasión estable, ya que la paridad nuclear entre superpotencias minimizaba los incentivos para ataques preventivos.

Sin embargo, la transición a un sistema multipolar ha complicado esta dinámica, con actores revisionistas como China y Rusia explotando asimetrías para desafiar el statu quo (Mearsheimer, 2014). Perspectivas rusas, influenciadas por el realismo defensivo, ven la disuasión como un medio para contrarrestar la expansión de la OTAN, integrando elementos híbridos que combinan poder militar con influencia económica (Kortunov, 2023). En China, la doctrina de “disuasión mínima” (威慑最小化) se alinea con un realismo ofensivo adaptado, priorizando la negación de acceso en regiones disputadas como el Mar de China Meridional (Wu, 2023).

Estas variaciones ilustran cómo el realismo no es monolítico, sino adaptable a contextos culturales y estratégicos, donde la disuasión actúa como equilibrador en un sistema anárquico. Estudios recientes destacan que en un mundo post-bipolar, la disuasión debe incorporar amenazas no estatales y cibernéticas, ampliando el concepto más allá de lo militar (Nye, 2017). Esta profundización teórica revela que la disuasión no es estática, sino que evoluciona con las distribuciones de poder, requiriendo una credibilidad constante para evitar miscalculations que podrían escalar a conflictos mayores (Jervis, 1985).

1.1. Elementos esenciales de la disuasión

La disuasión efectiva en el marco realista descansa en tres pilares fundamentales:

  • Capacidad: Un Estado o ente asimilable a un poder estatal a partir de una federación debe poseer los recursos necesarios para respaldar su amenaza, ya sea a través de poder militar (hard power), económico, cultural (soft power), o tecnológico (biotecnológico, climático, energético, cibernético, espacial). La capacidad refleja el poder relativo de un Estado en el sistema internacional, un concepto central en el realismo (Waltz, 1990). En el contexto nuclear, la capacidad se manifiesta en la tríada estratégica, que asegura capacidad de supervivencia y ataque de represalia (Freedman, 2004). Sin embargo, en dominios emergentes como el cibernético, la capacidad depende de infraestructuras resilientes y tecnologías de vanguardia, donde asimetrías pueden favorecer a actores no tradicionales (Nye, 2017). Estudios alemanes sobre Abschreckung (disuasión) enfatizan que la capacidad debe ser demostrable para mantener el equilibrio de poder, evitando vacíos que inviten a la agresión (Terhalle, 2023). Perspectivas italianas, influenciadas por el realismo clásico, destacan la integración de capacidad económica en la disuasión, como en sanciones europeas contra Rusia (Pantani, 2024).
  • Voluntad: La disposición a emplear dichos recursos debe ser percibida como genuina por el adversario. La voluntad se construye a través de acciones históricas, retórica estratégica y señales consistentes. Por ejemplo, la intervención estadounidense en la Guerra del Golfo (1991) reforzó su reputación como actor dispuesto a emplear la fuerza (Jentleson et al., 1992). En términos rusos, la voluntad se demuestra mediante “disuasión activa” (сдерживание активное), que incluye ejercicios militares y operaciones híbridas para proyectar resolución en perseguir los objetivos siguiendo la máxima de Clausewitz de que la guerra es la continuación de la política por otros medios (Kortunov, 2023). Desde China se viene argumentando a nivel teórico-doctrinal que la voluntad es culturalmente contingente, con Beijing priorizando paciencia estratégica sobre confrontación directa (Wu, 2023). La erosión de la voluntad, como en la retirada de Afganistán (2021), puede socavar la credibilidad global, fomentando desafíos de rivales (Biddle, 2021).
  • Comunicación: La amenaza debe ser clara, comprensible y adaptada al contexto cultural y estratégico del adversario. La ambigüedad o la mala interpretación de señales pueden socavar la credibilidad, como ocurrió en ciertos compases del final de la Segunda Guerra Mundial y los hechos que conllevaron la Guerra Fría (Martín Menjón, 2022), en la Guerra de Corea (1950-1953), cuando China subestimó la voluntad estadounidense de intervenir (Jervis, 1985). En el realismo francés, la comunicación se ve como un arte diplomático, integrando narrativas para reforzar la llamada "dissuasion nucléaire" (Tertrais, 2024). Desde China se viene destacando que la comunicación china en el Mar de China Meridional utiliza simbolismo histórico para disuadir sin escalada (Li, 2024). La teoría de juegos aplicada revela que la comunicación asimétrica puede llevar a fallos de disuasión, como en crisis cibernéticas (Brams, 2011).

La credibilidad, como la intersección de estos elementos, es el núcleo de la disuasión. En un sistema anárquico, donde la confianza es limitada y las intenciones son opacas, la percepción del adversario sobre la capacidad y la voluntad del disuasor determina el éxito de la estrategia. Investigaciones recientes sugieren que en entornos multipolares, la credibilidad requiere integración de hard y soft power para contrarrestar tácticas en el campo de las llamadas "zonas grises" (Hoffman, 2018; Martín Menjón, 2022a). Perspectivas rusas enfatizan la credibilidad mediante “escalada para desescalada”, en las que las amenazas nucleares tácticas refuerzan la voluntad (Giles, 2025). Esta interconexión subraya que la disuasión es un proceso dinámico, susceptible a percepciones erróneas a niveles tanto cognitivos como culturales, requiriendo una adaptación constante para mantener la estabilidad (Jervis, 1985).

1.2. Tipos de disuasión

La disuasión se manifiesta en múltiples formas, cada una adaptada a contextos específicos y alineada con la lógica realista de maximización del poder:

  • Disuasión directa: Protege el territorio o los intereses frente a una amenaza directa, como la doctrina nuclear estadounidense contra la Unión Soviética durante la Guerra Fría (Freedman, 2004). En el contexto actual, esto incluye defensas contra misiles hipersónicos, donde Rusia y China han avanzado en tecnologías que desafían la superioridad estadounidense (Lieber & Press, 2023).
  • Disuasión extendida: Implica la defensa de aliados, como el compromiso de Estados Unidos con la OTAN, que refuerza su hegemonía global (Huth, 1988). Desde Francia se destaca la disuasión extendida en Europa, donde la "force de frappe" francesa contribuye a la seguridad colectiva (Tertrais, 2024). La "Force de frappe", conocida también como la fuerza de disuasión nuclear francesa ("Force de dissuasion"), es el pilar central de la doctrina nuclear francesa, desarrollada principalmente bajo el mandato de Charles de Gaulle en la década de 1960. Esta doctrina se basa en el principio de disuasión nuclear independiente, con el objetivo de garantizar la soberanía nacional y la autonomía estratégica de Francia, especialmente en el contexto de la Guerra Fría y la Alianza Atlántica (OTAN). La "Force de frappe" representa la capacidad de Francia para infligir daños “inaceptables” o “mortales” a cualquier agresor potencial, disuadiendo así cualquier ataque al hacer que el costo sea desproporcionado respecto a los beneficios. Originalmente concebida como una “fuerza de ataque”, evolucionó hacia una tríada nuclear (aérea, terrestre y submarina) con una postura omni-direccional, estrictamente defensiva y de “suficiencia estricta”, es decir, sin buscar paridad con superpotencias como Estados Unidos o la URSS, sino enfocándose en dañar centros vitales del enemigo (económicos, políticos y militares) para proteger los intereses vitales franceses y, por extensión, de Europa. Esta doctrina fue impulsada para evitar la dependencia total de la protección nuclear estadounidense, argumentando que “la defensa de Francia debe ser francesa” y que las alianzas, y esta es una lección clave si no estamos en una estructura federal, no garantizan compromisos absolutos, en un contexto nuclear o en cualquier forma de conflicto, donde un aliado podría dudar en arriesgar su propia destrucción por interés, miedo o bien conveniencia. La Force de frappe se formalizó tras el primer ensayo nuclear francés en 1960 y se integró en la política de “grandeza” nacional, contribuyendo a la salida de Francia del mando integrado de la OTAN en 1966, para la ambición de crear una Europa occidental francesa en el contexto de la distensión francesa hacia la URSS de 1966, luego superada por los acontecimientos y por la distensión estadounidense hacia la URSS en los años 1970 (Université de Franche-Comté & Institut Charles de Gaulle, 1985; de Gaulle, 1970; de Gaulle, 2000; Ministère de la Défense; 1972; Gallois, 1960).
  • Disuasión general: Previene conflictos a largo plazo mediante la proyección constante de poder, como lo que persigue Estados Unidos con su presencia militar estadounidense en el Indo-Pacífico para contrarrestar a China (Morgan, 2003). Perspectivas chinas ven esto como contención, respondiendo con estrategias de negación de área (Wu, 2023).
  • Disuasión inmediata: Responde a amenazas específicas a corto plazo, como la Crisis de los Misiles de Cuba (1962) (Jervis, 1985). En 2025, esto incluye respuestas a pruebas ASAT rusas, que amenazan activos espaciales (Grego, 2017).
  • Disuasión nuclear: Se basa en la amenaza de represalias catastróficas, sustentada por la tríada nuclear en potencias como Estados Unidos, Rusia y China (Freedman, 2004). Desarrollo en evolución incluye armas hipersónicas, reduciendo tiempos de respuesta y desafiando la estabilidad (Acton, 2020).
  • Disuasión convencional: Utiliza fuerzas no nucleares para negar los objetivos del adversario, como las operaciones de Israel contra Hezbollah en Líbano (Covarrubias, 2009). En Asia, India ha empleado esto contra Pakistán en disputas fronterizas (Basrur, 2023).
  • Disuasión cibernética: Busca prevenir ataques en el ciberespacio mediante represalias digitales o sanciones económicas (Nye, 2017). Desafíos incluyen atribución, con Rusia y China liderando operaciones híbridas (Giles, 2025).
  • Disuasión espacial: Protege activos espaciales, como pueden los diferentes tipos de satélites, frente a amenazas como armas antisatélites (ASAT) (Yagües Palazón, 2018). En 2025, tests ASAT chinos y rusos han intensificado la militarización espacial (Li, 2024; Harrison, 2024). Elementos multidimensional con implicaciones en la evolución del combate aéreo, terrestre, marítimo, etcétera (Martín Menjón, 2025a).
  • Disuasión económica: Emplea sanciones, aranceles o incentivos económicos, como las sanciones a Rusia tras la invasión de Ucrania (2022) (Gómez, 2023). Cabe destacar también el uso chino de tierras raras para coerción (Hurst, 2023).
  • Disuasión cultural: Utiliza narrativas culturales y soft power para moldear percepciones, como las narrativas de soberanía histórica de China en el Mar de China Meridional (Johnston, 2014). Extensiones de Nye incluyen integración con smart power (Wilson, 2008).
  • Disuasión biotecnológica: Amenaza con el uso de armas biológicas o tecnologías genéticas, aunque plantea dilemas éticos (Koblentz, 2017). Avances en CRISPR (tecnología de edición genética que permite a los científicos modificar el ADN de un organismo) han elevado riesgos de proliferación (Bügl et al., 2023).
  • Disuasión climática: Una forma emergente que utiliza políticas ambientales o tecnologías climáticas para proteger recursos o deslegitimar al adversario (Dalby, 2022). El CBAM de la UE (o Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono, es una medida diseñada para igualar el precio del carbono entre las importaciones y la producción nacional de la Unión Europea) ejemplifica esto (Böhringer et al., 2022).
  • Disuasión energética: Controla el acceso a recursos energéticos clave, como el gas o el petróleo, para influir en el comportamiento de un adversario (McGowan, 2023). Rusia ha usado esto contra Europa (McGowan, 2023), Estados Unidos se está preparando potencialmente para ocupar una posición de influencia definitiva sobre Europa, del estilo de la de Rusia.

Cada tipo de disuasión refleja la lógica realista de competencia por el poder, adaptándose a los recursos disponibles y las prioridades estratégicas de cada Estado. En un mundo multipolar, estos tipos se solapan, creando complejidades que requieren estrategias híbridas para mantener el equilibrio (Hoffman, 2018). Perspectivas rusas y chinas enfatizan disuasión asimétrica para contrarrestar superioridad occidental (Kortunov, 2023; Wu, 2023).

1.3. Credibilidad y teoría de juegos

La credibilidad es el eje psicológico y estratégico de la disuasión. Como señala Patrick Morgan (2003, 45), “la disuasión es un juego psicológico: su éxito depende de lo que el adversario cree que harás, no necesariamente de lo que realmente harás”.

La teoría de juegos ofrece un marco analítico para comprender estas dinámicas, asumiendo que los actores actúan racionalmente para maximizar sus beneficios en un sistema competitivo. En un modelo básico, la disuasión es efectiva si el adversario percibe que los costos esperados de actuar superan los beneficios:

Costos x P(Costos)>Beneficios x p(Beneficios)

Donde P(Costos) es la probabilidad percibida de que el disuasor ejecute la amenaza, y P(Beneficios) es la probabilidad de éxito del adversario (Brams, 2011).

Los modelos de teoría de juegos aplicados a la disuasión incluyen:

  • Juego del gallina (chicken game): Dos actores enfrentan el riesgo de un conflicto devastador si ambos persisten. La disuasión efectiva requiere que el actor con mayor poder relativo convenza al otro de su voluntad de no ceder. Un ejemplo clásico sería la Crisis de los Misiles de Cuba (1962), donde la movilización militar estadounidense y la claridad de sus señales disuadieron a la Unión Soviética de escalar el conflicto (Jervis, 1985). En 2025, esto se aplica a tensiones en el Indo-Pacífico, donde China usa tácticas dentro de las zonas grises para probar la voluntad estadounidense (Hayton, 2022).
  • Juego de señalización (signaling game): El disuasor envía señales para demostrar capacidad y voluntad. La asimetría de información puede distorsionar estas señales, como en la Guerra del Golfo (1990-1991), donde la coalición liderada por Estados Unidos proyectó una amenaza creíble mediante la movilización de 500.000 tropas, disuadiendo a Irak de expandir su agresión más allá de Kuwait (Jentleson et al., 1992). Perspectivas rusas integran señalización en “disuasión activa”, con ejercicios como Zapad (Ministerio de Defensa de Rusia, 2024).
  • Juego de repetidas interacciones: La credibilidad se construye a través de un historial de acciones consistentes. La respuesta de Israel a las amenazas de Siria durante la Guerra de los Seis Días (1967) reforzó su reputación como disuasor convencional, influyendo en las percepciones de sus adversarios en conflictos posteriores (Huth, 1997). En Asia, la rivalidad India-Pakistán ilustra interacciones repetidas, con pruebas nucleares reforzando credibilidad mutua (Sagan, 2009).

Sin embargo, el realismo reconoce que los sesgos cognitivos y las diferencias culturales pueden distorsionar las percepciones de credibilidad. Robert Jervis (1985) destaca que los líderes pueden malinterpretar señales debido a prejuicios históricos o culturales, como en la Guerra de Corea, cuando China subestimó la voluntad estadounidense de intervenir tras la entrada de tropas de la ONU, lo que resultó en una escalada inesperada. Estos fallos subrayan la dificultad de mantener la credibilidad en un sistema internacional donde las intenciones son opacas y la confianza es limitada.

Investigaciones recientes en teoría de juegos aplicadas a ciberespacio revelan que la atribución complicada reduce la credibilidad, permitiendo tácticas en la zona gris (Baliga & Sjöström, 2020).

Por su parte, existen perspectivas chinas que están enfatizando juegos de señalización cultural, usando narrativas históricas para disuadir (Johnston, 2014).

En suma, la teoría de juegos enriquece el realismo al proporcionar herramientas cuantitativas para analizar credibilidad, aunque debe complementarse con factores psicológicos y culturales para capturar la complejidad de la disuasión contemporánea (Lebow, 1981).

2. Hard Power: el núcleo de la disuasión tradicional

El hard power, definido como la capacidad de un Estado para imponer su voluntad mediante la fuerza militar o la coerción económica, es el pilar tradicional de la disuasión en el marco realista (Nye, 2004). En un sistema anárquico, el hard power proporciona la base material para proyectar amenazas creíbles, ya sea a través de capacidades nucleares, convencionales, económicas o energéticas, entre otras. La lógica realista subraya que el hard power es esencial para disuadir agresiones directas y garantizar la supervivencia, ya que los Estados evalúan el poder relativo de sus adversarios en términos de capacidades tangibles (Waltz, 1990).

En el realismo ofensivo, el hard power no es solo defensivo, sino un medio para expandir influencia, como es el caso de la modernización militar china (Mearsheimer, 2001), que se desplaza hacia el hecho de advertir a Estados Unidos de ahogarla en los cuellos de botella clave para China en Indo-Pacífico. Perspectivas rusas ven el hard power como contrapeso a la hegemonía occidental, integrando nuclear y convencional para “disuasión activa” (Kortunov, 2023). En 2025, el hard power enfrenta desafíos de proliferación, con India y Pakistán desarrollando tríadas nucleares para equilibrio regional (Basrur, 2023; Khan, 2023), a lo que se podrían ver impulsados otros actores, o alianzas de actores. Esta sección profundiza en cómo el hard power evoluciona en respuesta a tecnologías disruptivas, manteniendo su centralidad en la disuasión realista.

2.1. Disuasión nuclear y la tríada nuclear

La disuasión nuclear, sustentada por la tríada nuclear:

1) Misiles balísticos intercontinentales [ICBM];

2) Submarinos lanzamisiles balísticos [SLBM]; y,

3) Bombarderos estratégicos.

Se trata de la expresión más extrema del hard power.

La tríada asegura la capacidad de un Estado para infligir daños catastróficos, incluso tras un ataque preventivo, lo que refuerza la credibilidad en contextos de destrucción mutua asegurada (MAD). Sus componentes son:

  • Misiles balísticos intercontinentales (ICBM): Desplegados en silos terrestres, como el Minuteman III estadounidense, el Topol-M ruso o el Agni-V indio, los ICBM ofrecen rapidez de lanzamiento y alcance global. Sin embargo, su vulnerabilidad a ataques preventivos y armas hipersónicas plantea desafíos (Lieber & Press, 2023). En Rusia, la modernización de ICBM como el Sarmat mejora penetrabilidad contra defensas (Ministerio de Defensa de Rusia, 2024).
  • Submarinos lanzamisiles balísticos (SLBM): Los submarinos nucleares, como los de la clase Ohio (Estados Unidos), Vanguard (Reino Unido) o Arihant (India), son prácticamente indetectables, garantizando una capacidad de segundo ataque robusta. Los SLBM, como el Trident II, son el núcleo de la credibilidad nuclear (Freedman, 2004). China ha avanzado con la clase Jin, expandiendo su alcance en el Pacífico (Li, 2024).
  • Bombarderos estratégicos: Plataformas como el B-2 Spirit estadounidense o hasta cierto punto el Rafale francés, que podríamos definir como una suerte de navaja suiza al ser un "omnirol" altamente versátil capaz de realizar una amplia gama de misiones (misiones de superioridad aérea o combate aire-aire; de interdicción; de apoyo terrestre; ataques en profundidad; reconocimiento aéreo; ataques antinavío y, llegado el caso, operar como disuasión nuclear) sin necesidad de reconfiguraciones especializadas ofrecen flexibilidad operativa, ya que pueden ser retirados o redirigidos. Sin embargo, su vulnerabilidad a defensas antiaéreas modernas limita su credibilidad en escenarios de alta intensidad (Sagan, 2009). Rusia mantiene el Tu-160 para proyección global (Giles, 2025).

La tríada nuclear refuerza la disuasión al diversificar las plataformas de lanzamiento, reduciendo el riesgo de neutralización total. Ejemplos históricos ilustran su eficacia:

  • Crisis de los Misiles de Cuba (1962): La tríada nuclear estadounidense, con ICBM Minuteman, SLBM de la clase Polaris y bombarderos B-52, proyectó una amenaza creíble que disuadió a la Unión Soviética de escalar el conflicto (Jervis, 1985).
  • Crisis de los Euromisiles dentro del Ejercicio de la OTAN Able Archer (1983): Los ejercicios de la OTAN, que simularon un ataque nuclear, resaltaron la credibilidad de la tríada occidental, aunque generaron temores de escalada en Moscú (Freedman, 2004).

Los desafíos contemporáneos incluyen la modernización de sistemas obsoletos, como sería el caso del programa GBSD estadounidense (son las siglas para Programa de Disuasión Estratégica Basada en Tierra, o bien, Ground Based Strategic Deterrent; una iniciativa de la USAF para reemplazar su sistema de misiles balísticos intercontinentales -ICBM- Minuteman III. El programa, también conocido como LGM-35 Sentinel), la vulnerabilidad a ciberataques en los sistemas de mando y control, y la proliferación de armas hipersónicas, que reducen el tiempo de respuesta (Acton, 2020; Lieber & Press, 2023). En India y Pakistán, la tríada emergente crea un MAD regional, pero con riesgos de escalada accidental (Sagan, 2009). Desde Francia se enfatiza la “suficiencia nuclear” para garantizar la autonomía (Tertrais, 2024). Hasta 2025, la tríada sigue central, pero requiere integración con dominios no nucleares para contrarrestar amenazas híbridas (Costlow, 2025).

2.2. Disuasión convencional

La disuasión convencional utiliza fuerzas no nucleares para negar los objetivos del adversario o imponer costos significativos. Desde el realismo, refleja la necesidad de proyectar poder militar en conflictos regionales o asimétricos, donde la amenaza nuclear es menos creíble (Covarrubias, 2009). Voy a citar dos ejemplos paradigmáticos:

  • Operaciones de Israel en Siria (2010s-2020s): Los ataques aéreos contra instalaciones de Hezbollah y milicias iraníes disuadieron la expansión de la influencia iraní en la región, demostrando la eficacia de la superioridad aérea ante ese tipo de adversario (Covarrubias, 2009).
  • Presencia militar estadounidense en el Indo-Pacífico: La rotación de portaaviones y bases en Japón y Corea del Sur disuade a China de acciones agresivas en el Mar de China Meridional (Morgan, 2003). A lo que China responde con A2/AD para negar acceso (Wu, 2023).

La disuasión convencional depende de la superioridad tecnológica, la rapidez de despliegue y la percepción de voluntad. Sin embargo, conflictos prolongados, como las guerras de Irak y Afganistán, pueden erosionar la credibilidad al exponer los límites de la voluntad política (Biddle, 2021).

En Europa, la OTAN integra convencional con nuclear para disuadir Rusia (Giles, 2025). Tesis sobre Corea del Sur destacan disuasión convencional contra Corea del Norte, combinando con aliados (Bowers & Hiim, 2021).

2.3. Desafíos del hard power

El hard power enfrenta varios desafíos en el siglo XXI:

  • Costos económicos: El mantenimiento de arsenales nucleares y fuerzas convencionales avanzadas requiere inversiones masivas, como los $634.000 millones del presupuesto de defensa estadounidense en 2023 (Lieber & Press, 2023).
  • Asimetrías tecnológicas: Las armas hipersónicas y los drones están reduciendo la ventaja tecnológica de las grandes potencias (Lieber & Press, 2023). China y Rusia lideran en hipersónicas, desafiando la tríada estadounidense (Li, 2024).
  • Percepción de voluntad: Las retiradas de Estados Unidos de Afganistán (2021) y Vietnam (1975) han generado dudas sobre su compromiso a largo plazo, afectando la credibilidad (Biddle, 2021). A esto se manifiestan señales evidentes en Ucrania, que cabría llegar a entender como conflicto transaccional de intereses entre Estados Unidos y Rusia. Esto invita a pruebas de rivales como en Ucrania (Giles, 2025).
  • Normas internacionales: El uso excesivo de la fuerza puede desencadenar críticas globales, debilitando la legitimidad del disuasor (Nye, 2002). El TNP y tratados limitan proliferación, pero revisionistas los desafían (Sagan, 2009).

A pesar de estos desafíos, el hard power sigue siendo el núcleo de la disuasión en el marco realista, ya que proporciona la base material para proyectar amenazas creíbles en un sistema donde el poder militar determina la supervivencia. La integración con soft power en smart power mitiga algunos desafíos, pero el realismo advierte que sin hard power, la disuasión falla (Wilson, 2008).

3. Soft Power: la disuasión a través de la atracción cultural

El soft power, definido por Joseph Nye (2004, 5) como “la capacidad de obtener lo que quieres a través de la atracción en lugar de la coerción”, es un componente clave de la disuasión cultural. Desde el realismo, el soft power no reemplaza el hard power, sino que lo complementa al legitimar las acciones de un Estado y deslegitimar las de sus adversarios, reforzando la credibilidad en un sistema competitivo (Mearsheimer, 2001). El soft power opera a través de la cultura, los valores políticos, la diplomacia pública y las narrativas globales, moldeando percepciones para disuadir sin recurrir a la fuerza.

En extensiones de Nye, el soft power se ve como un multiplicador de poder en multipolaridad, donde China usa Institutos Confucio para contrarrestar narrativas occidentales (Nye, 1990; Zhang, 2025), a lo que se empiezan a añadir otras herramientas en la línea japonesa en anime, novelas gráficas, aventuras gráficas o los que podrían ser los nuevos Hello Kitty enfocados desde China como son Labubu y Mokoko, algo sobre lo que trabajaremos pronto en el Instituto Symposium. Por su parte, desde las perspectivas rusas se integran soft power con desinformación para debilitar cohesión occidental por la vía liberal (Singer & Brooking, 2021), cosa que permite afinar en conceptos de poder, dominio y hegemonía, algo sobre lo que o bien Europa es capaz de generar su propia respuestas o acabará por entrar con toda la fuerza en ese mismo campo. Esta sección explora cómo el soft power evoluciona, incorporando digitalización y narrativas climáticas para disuasión.

3.1. Elementos del soft power

  • Cultura: Incluye el cine, la música, la literatura y el deporte, como el impacto global de Hollywood, Bollywood o la Premier League británica, que le ha pasado por encima a La Liga, como en su día hizo esta competición con la Serie A italiana. Por ejemplo, el Mundial de Fútbol de Argentina (2022) elevó su influencia cultural en el Sur Global (Brand Finance, 2022). China exporta cultura mediante la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y mucho más allá cada vez más y con más fuerza, de la misma manera que hace Corea del Sur o Japón (Zhang, 2025).
  • Valores políticos: La promoción de la democracia, los derechos humanos o la sostenibilidad, como la narrativa estadounidense y británica con encaje en la hegemonía neoliberal de "libertad", algo trasnochada en resultados en Reino Unido y en Estados Unidos, a pesar del furor con el que se atesora como gran centro de resistencia amparado por el Estado que es la Comunidad de Madrid, o bien la agenda climática de la Unión Europea, que refuerza la legitimidad internacional (Nye, 2004; Krüger, 2023). Rusia promueve “valores tradicionales” para contrarrestar liberalismo dentro, y yo diría que potencialmente también para crear una doctrina de hegemonía, dominio y poder que encaja con el momento geopolítico presente y el del devenir para el espacio América del Norte-Europa-Rusia (Kortunov, 2023).
  • Diplomacia pública: Programas de becas públicas como el Fulbright estadounidense, los Institutos Confucio chinos o el Institut Français proyectan influencia cultural y educativa (Nye, 1990). Francia usa esto en África para disuasión híbrida (Tertrais, 2024).
  • Narrativas globales: Las campañas contra el cambio climático, como el movimiento Fridays for Future, o contra la desinformación, movilizan la opinión pública global para presionar a adversarios (Krüger, 2023). En 2025, narrativas digitales amplifican soft power (Singer & Brooking, 2021).

3.2. Soft power en la disuasión

El soft power disuade al moldear percepciones y deslegitimar al adversario, creando un entorno donde las acciones no deseadas son políticamente costosas. Ejemplos históricos incluyen:

  • Propaganda estadounidense durante la Guerra Fría: Radio Free Europe y Hollywood y tendencias musicales y literarias además de arte promovieron valores democráticos, deslegitimando el comunismo soviético y reforzando la credibilidad de la disuasión occidental (Shaw, 2021).
  • Narrativas antiimperialistas de Cuba: Durante el embargo estadounidense (1960-presente), Cuba movilizó apoyo en el Sur Global con narrativas de resistencia al imperialismo, contrarrestando las sanciones (Hoffmann, 2022).
  • Campañas de Greenpeace (1980s-presente): Las campañas contra la pesca industrial en el Ártico combinaron narrativas ecológicas con presión internacional, disuadiendo a países como Noruega de actividades insostenibles (Dalby, 2022).

En 2025, el soft power se digitaliza, con China usando Weibo para narrativas soberanas (Zhang, 2025). Rusia emplea RT para desinformación, debilitando OTAN, pero lo logra al hallar los medios materiales y sociológicos que lo permiten (Giles, 2025).

3.3. Smart power: integración de hard power y soft power

El smart power, definido por Ernest Wilson (2008) como la combinación estratégica de hard power y soft power, maximiza la eficacia de la disuasión al integrar capacidades materiales con narrativas culturales. Desde el realismo, el smart power refleja la necesidad de los Estados de adaptarse a un sistema multipolar donde la influencia requiere flexibilidad. Ejemplos incluyen:

  • Estrategia de contención de Estados Unidos (1947-1991): La combinación de poder militar (OTAN, tríada nuclear) con soft power (promoción de la democracia a través de Hollywood y programas educativos) disuadió a la Unión Soviética de expandir su influencia (Gaddis, 2005).
  • Diplomacia cultural francesa en África: Francia combina su presencia militar en el Sahel con iniciativas culturales, como el Institut Français, para disuadir a actores no estatales mientras proyecta influencia (Tertrais, 2024).
  • Iniciativa de la Franja y la Ruta de China: Combina incentivos económicos (hard power) con soft power cultural (Institutos Confucio) para disuadir oposición a su influencia global (Zhang, 2025). 151

Extensiones de Nye ven smart power como esencial en las zonas grises, donde Rusia integra lo híbrido con narrativas (Wilson, 2008; Giles, 2025).

3.4. Desafíos del soft power

El soft power enfrenta varios obstáculos:

  • Subjetividad cultural: Las narrativas pueden no resonar en culturas diferentes. Por ejemplo, el soft power chino, basado en su cultura milenaria, enfrenta resistencia en Occidente debido a percepciones de autoritarismo (Zhang, 2025).
  • Contradicciones internas: Las políticas domésticas, como la polarización en Estados Unidos o la represión en China, debilitan la credibilidad del soft power (Brand Finance, 2022).
  • Desinformación: Las redes sociales amplifican narrativas falsas, complicando la construcción de credibilidad. Un ejemplo es la propaganda rusa tras la invasión de Ucrania (2022), que perdió efectividad debido a la condena global (Singer & Brooking, 2021). Aunque se mantiene como forma de influenciar desde la derecha y la izquierda en la narrativa de la paz: si Europa no forma una federación que le permita tener un Ejército, mientras las ambiciones de Estados Unidos le hacen el trabajo al entorpecer el proceso de todas las maneras posibles, entonces si llegado el momento Rusia lograse al fin el pacto político con la clave de mantener una hegemonía básica en la defensa y la seguridad, aunque sea compartida con Francia y Reino Unido, y si Reino Unido y Francia se separan mejor tanto para Estados Unidos como para Rusia (Brexit), en ese caso, y gracias a la energía y los minerales, y su posición de facilitador clave estratégico, podrá mantener esa posición de fortaleza en el encaje político europeo.
  • Dependencia del hard power: El soft power es más efectivo cuando está respaldado por capacidades materiales. Sin hard power, las narrativas culturales pueden percibirse como vacías (Nye, 2004).

En 2025, la digitalización exacerba estos desafíos, con deepfakes erosionando confianza (Singer & Brooking, 2021). Sin embargo, el soft power permanece vital para legitimar hard power en realismo.

4. La guerra en la zona gris: estrategias de China y Rusia

La guerra en la zona gris, definida como el uso de tácticas ambiguas que evitan el conflicto abierto pero buscan objetivos estratégicos, es un componente clave de la disuasión moderna. En el marco realista, refleja la necesidad de los Estados de maximizar su influencia sin provocar una escalada militar directa, especialmente en un sistema multipolar (Hoffman, 2018). China y Rusia son líderes en esta estrategia, combinando hard power, soft power y operaciones híbridas para proyectar poder y disuadir a sus adversarios.

La zona gris explota ambigüedades legales y normativas, permitiendo avances graduales que evitan respuestas masivas (Mazarr, 2015). Estudios comparativos encuentran que Rusia y China adaptan la zona gris a sus contextos, con Rusia más agresiva y China económica (Belo & Bérubé, 2019). 20 Esta sección profundiza en sus tácticas, comparaciones y desafíos hasta 2025.

4.1. China: la guerra de zona gris en el Mar de China Meridional

China utiliza la guerra de zona gris para afirmar su influencia en el Mar de China Meridional y disuadir a Estados Unidos y sus aliados sin recurrir al conflicto armado. Sus tácticas incluyen:

  • Militarización de arrecifes: La construcción de islas artificiales y bases militares en el Mar de China Meridional, como en las islas Spratly, proyecta hard power sin disparar un solo tiro, disuadiendo a países como Filipinas y Vietnam de desafiar sus reclamaciones (Hayton, 2022).
  • Operaciones marítimas ambiguas: El uso de milicias marítimas y buques de la guardia costera para hostigar a pescadores y buques extranjeros crea una presencia constante que desalienta la resistencia (Zhang, 2025).
  • Soft power cultural: Narrativas de soberanía histórica, difundidas a través de los Institutos Confucio y la diplomacia pública en coordinación con actores locales en lugares estratégicos, como puede ser Okinawa o Taiwán, y lo mismo en Asia Central entre otros, legitiman las reclamaciones chinas en la región (Johnston, 2014).
  • Presión económica: La Iniciativa de la Franja y la Ruta ofrece incentivos económicos a países del Sudeste Asiático, disuadiendo su alineación con Estados Unidos (Zhang, 2025).

Un ejemplo paradigmático es la disputa por el arrecife Scarborough (2012), donde China utilizó buques civiles para expulsar a pescadores filipinos, combinando hard power (presencia marítima) con soft power (narrativas históricas), sin desencadenar un conflicto abierto. Desde el realismo, esta estrategia refleja la maximización del poder relativo en un dominio disputado, manteniendo la credibilidad sin recurrir a la guerra total (Hayton, 2022). En 2025, China ha intensificado con drones y satélites, integrando espacial y cibernético (Li, 2024). Perspectivas chinas ven la zona gris como “guerra sin restricciones” (unrestricted warfare), adaptando realismo a asimetrías (Wu, 2023).

4.2. Rusia: la guerra híbrida y la zona gris

Rusia emplea la guerra en la zona gris como parte de su doctrina de “disuasión activa” (сдерживание активное), que combina tácticas militares, cibernéticas y de desinformación para disuadir a Occidente y preservar su influencia regional (Kortunov, 2023). Sus tácticas incluyen:

  • Operaciones híbridas: En Ucrania (2014), Rusia combinó fuerzas irregulares (“hombres verdes” en Crimea) con desinformación para anexionar territorio sin una guerra convencional, disuadiendo una respuesta militar directa de la OTAN (Giles, 2025).
  • Desinformación: Plataformas como RT y Sputnik difunden narrativas antioccidentales, debilitando la cohesión de la OTAN y disuadiendo intervenciones en su esfera de influencia aprovechando las contradicciones y debilidades sociales en los objetivos (Kortunov, 2023).
  • Amenazas energéticas: Rusia utiliza su control sobre el gas natural para presionar a Europa, como los cortes de suministro a través de Nord Stream en 2022, disuadiendo sanciones más severas (McGowan, 2023).
  • Ejercicios militares: Maniobras como Zapad proyectan hard power, reforzando la credibilidad de su disuasión convencional y nuclear (Ministerio de Defensa de Rusia, 2024).

La invasión de Ucrania (2022) ilustra los límites de la guerra en la zona gris: aunque Rusia logró avances iniciales mediante tácticas híbridas, la resistencia ucraniana y las sanciones occidentales debilitaron su credibilidad, mostrando que la zona gris es más efectiva en contextos de baja intensidad (Giles, 2025). Desde el realismo, la estrategia rusa refleja un enfoque pragmático para maximizar el poder en un sistema donde la superioridad militar occidental limita sus opciones. En 2025, Rusia ha expandido a cibernético, con ataques como SolarWinds (Nye, 2017).

Desde Estados Unidos se está siguiendo esta narrativa en ciertos puntos, no en todos, pues de momento la OTAN sigue existiendo. Al respecto, es un error considerar que esta situación es cosa de "Trump". No, "Trump", y los que vengan detrás de él tienen la hegemonía del partido Republicano. Tampoco nos podemos olvidar que la situación actual es fruto de un proceso histórico en el que Reagan fue el fundador y tras él llegó Clinton acabando de cerrar ciertos expedientes geopolíticos abiertos por Reagan, tras el intento de George W. Bush de controlar y definir un primer intento de control de minerales y energía sobre Irak y Afganistán, que no pudo continuar, en el proceso de "sovietización" occidental, y de Estados Unidos en particular, llegó Obama apuntalando esa falla en la estrategia a través de la expansión en el acceso a la energía en Estados Unidos y en su zona de influencia (caso de Venezuela, recuerden a Trump y su maniobra para imponer a Chevron en detrimento de compañías europeas y asiáticas, en la que al final si pueden volver a Venezuela de alguna forma Estados Unidos pretenderá demostrar que Venezuela "es suya" en términos de acceso y distribución de energía y minerales) para distribuirla en un juego de cooperación y competencia con Rusia por los mercados y en las mismas lógicas, a lo que suman los minerales y el control de zonas estratégicas tanto en tierra como en los mares. De modo, que no esperen que esto sea un paréntesis ni que los Demócratas no incurran en las mismas posiciones, mientras el juego de transición de hegemonía no cambie.

4.3. Comparación y desafíos

Tanto China como Rusia utilizan la zona gris para explotar las ambigüedades del sistema internacional, evitando el umbral de un conflicto abierto que activaría respuestas militares masivas. Sin embargo, sus enfoques difieren:

  • China prioriza la coerción económica y cultural, apoyada por un crecimiento militar gradual, para disuadir sin provocar (Zhang, 2025).
  • Rusia combina tácticas agresivas (desinformación, operaciones híbridas) con amenazas nucleares y energéticas, asumiendo mayores riesgos de escalada (Kortunov, 2023).

Los desafíos incluyen:

  • Riesgo de escalada: Las tácticas de zona gris pueden malinterpretarse como agresiones directas, como en Ucrania (2022), desencadenando respuestas no deseadas (Giles, 2025).
  • Resistencia internacional: La condena global a las acciones rusas y la resistencia del Sudeste Asiático a las reclamaciones chinas limitan la credibilidad (Brand Finance, 2022).
  • Dependencia tecnológica: La eficacia de la zona gris depende de capacidades cibernéticas y de desinformación, que requieren innovación constante (Singer & Brooking, 2021).

En 2025, la zona gris se ha cuantificado como marco para medir poder híbrido, con China y Rusia liderando (Small Wars Journal, 2025).

5. Disuasión energética: el control de recursos estratégicos

La disuasión energética utiliza el control de recursos energéticos (petróleo, gas, minerales raros) para influir en el comportamiento de un adversario, ya sea restringiendo el acceso o condicionando su suministro. En el marco realista, la energía es un recurso crítico que determina el poder relativo de los Estados, especialmente en un contexto de creciente demanda y transición energética (McGowan, 2023).

La energía actúa como multiplicador de poder, con Rusia y China usando control para asimetría (Hurst, 2023), y con Estados Unidos configurándose como otro actor. Esta sección explora mecanismos, ejemplos y tendencias hasta 2025.

5.1. Fundamentos de la disuasión energética

La disuasión energética opera a través de dos mecanismos principales:

  • Disuasión por castigo: Imponer costos al restringir el acceso a recursos energéticos. Ejemplo: los cortes de gas ruso a Europa a través de Nord Stream (2022) buscaban disuadir sanciones más severas tras la invasión de Ucrania (McGowan, 2023).
  • Disuasión por negación: Controlar recursos estratégicos para limitar la capacidad del adversario de lograr sus objetivos. Ejemplo: el control chino de tierras raras (97% de la producción mundial en 2010) disuade a países dependientes de desafiar sus intereses (Hurst, 2023).

5.2. Ejemplos históricos

  • Crisis del petróleo (1973): Los países de la OPEP, liderados por Arabia Saudita, impusieron un embargo petrolero a Estados Unidos y sus aliados en respuesta a su apoyo a Israel durante la Guerra de Yom Kippur, disuadiendo intervenciones directas en el conflicto (Yergin, 2008).
  • Sanciones energéticas rusas (2006-2009): Rusia cortó el suministro de gas a Ucrania para presionar por deudas y alineación política, demostrando su capacidad de coerción energética (McGowan, 2023).
  • Restricciones chinas de tierras raras (2010): China limitó las exportaciones de tierras raras a Japón tras una disputa territorial en las islas Senkaku, disuadiendo a Tokio de escalar el conflicto (Hurst, 2023).

En 2025, Rusia ha usado energía contra sanciones post-Ucrania, mientras China domina minerales para renovables (Hurst, 2023).

5.3. Desafíos de la disuasión energética

  • Diversificación de fuentes: Los Estados objetivo pueden diversificar sus proveedores, como Europa tras los cortes rusos de 2022, que aumentó las importaciones de gas de Noruega, Estados Unidos o Qatar (McGowan, 2023), aunque ahora avanzamos en Europa a una situación similar en un juego de dos colosos en este sentido: Rusia y Estados Unidos.
  • Transición energética: La adopción de energías renovables reduce la dependencia de combustibles fósiles, debilitando la credibilidad de la disuasión energética (Hurst, 2023).
  • Costos económicos: Los cortes energéticos pueden dañar al disuasor, como Rusia tras la pérdida de mercados europeos en 2022 (Giles, 2025).
  • Normas internacionales: Las restricciones energéticas pueden generar críticas globales, afectando la legitimidad del disuasor (McGowan, 2023).

5.4. Tendencias futuras

Hacia 2025, la disuasión energética se transformará con la transición hacia energías renovables y el aumento de la demanda de minerales raros (litio, cobalto) para baterías. Los Estados que controlen estos recursos, como China y Australia, tendrán una ventaja estratégica. Además, la integración de tecnologías de inteligencia artificial en la gestión energética podría amplificar la capacidad de los Estados para manipular mercados energéticos, reforzando la disuasión (Hurst, 2023). En realismo, esto exacerba competencia por recursos escasos (Dalby, 2022).

6. Disuasión cibernética: fundamentos y desafíos

La disuasión cibernética busca prevenir ataques en el ciberespacio mediante la amenaza de represalias digitales, sanciones económicas o medidas convencionales. Desde el realismo, el ciberespacio es un dominio emergente de competencia de poder, donde la capacidad de atribución y la percepción de voluntad son cruciales (Nye, 2017).

El ciberespacio complica el realismo tradicional al permitir anonimato, favoreciendo actores revisionistas (Baliga & Sjöström, 2020). Esta sección examina fundamentos, ejemplos y tendencias hasta 2025.

6.1. Fundamentos

  • Disuasión por castigo: Amenazar con represalias cibernéticas o sanciones económicas. Ejemplo: la respuesta estadounidense al ciberataque ruso SolarWinds (2020) incluyó sanciones y expulsiones diplomáticas (Nye, 2017).
  • Disuasión por negación: Desarrollar defensas cibernéticas robustas, como firewalls y sistemas de detección, para reducir la probabilidad de éxito de un ataque (Taddeo & Floridi, 2021).
  • Disuasión por normas: Promover normas internacionales, como el Report of the Group of Governmental Experts on Cyberspace de la ONU (2025), para disuadir ataques mediante presión multilateral (United Nations, 2025).

6.2. Ejemplos históricos

  • Ataque Stuxnet (2010): El ciberataque conjunto de Estados Unidos e Israel contra las instalaciones nucleares iraníes demostró la capacidad de disuadir mediante represalias cibernéticas, retrasando el programa nuclear de Irán (Nye, 2017).
  • Ciberataques rusos a Ucrania (2015-2022): Rusia utilizó ciberataques contra la infraestructura ucraniana (como el apagón de 2015) para disuadir la integración de Ucrania con Occidente, aunque la atribución clara limitó su eficacia (Giles, 2025).
  • Sanciones cibernéticas estadounidenses (2021): Tras el ataque a Colonial Pipeline, Estados Unidos impuso sanciones a actores rusos, combinando disuasión cibernética con económica (Drezner, 2021).

6.3. Desafíos

  • Atribución: Identificar al autor de un ciberataque es técnicamente complejo, reduciendo la credibilidad de las represalias (Taddeo & Floridi, 2021).
  • Actores no estatales: Grupos como Anonymous o hackers patrocinados por Estados que operan en la sombra, complicando la disuasión (Nye, 2017).
  • Escalada: Las represalias cibernéticas pueden desencadenar conflictos más amplios, como en un escenario de ciberataques a infraestructuras críticas (Baliga & Sjöström, 2020).
  • Asimetría tecnológica: Los Estados con capacidades cibernéticas avanzadas, como Estados Unidos y China, tienen una ventaja, pero los actores más débiles pueden causar daños desproporcionados (Nye, 2017).

En 2025, la IA exacerba desafíos, con amenazas sofisticadas (World Economic Forum, 2025).

6.4. Tendencias futuras

Más allá de 2025, la disuasión cibernética dependerá de la integración de inteligencia artificial para detectar y responder a ataques en tiempo real. La cooperación multilateral, como los acuerdos de la ONU sobre ciberseguridad, será crucial para establecer normas que refuercen la credibilidad. Sin embargo, la proliferación de actores no estatales y la dependencia de infraestructuras digitales aumentarán los riesgos de escalada (Taddeo & Floridi, 2021). Rusia y China lideran en cyber gray zones (Giles, 2025).

7. Disuasión climática: un dominio emergente

La disuasión climática utiliza políticas ambientales, tecnologías climáticas o narrativas ecológicas para influir en el comportamiento de Estados o actores no estatales. En el marco realista, el cambio climático exacerba la competencia por recursos escasos (agua, tierras cultivables), convirtiendo la disuasión climática en un instrumento para proteger los intereses nacionales (Dalby, 2022).

El clima como “multiplicador de amenazas” amplía el realismo a amenazas no tradicionales (McDonald, 2021). Esta sección explora fundamentos, ejemplos y desafíos.

7.1. Fundamentos

  • Disuasión por negación: Proteger recursos ambientales clave para evitar su explotación por parte de un adversario. Ejemplo: el Tratado del Indo (1960) entre India y Pakistán regula el uso del agua, disuadiendo conflictos (Dalby, 2022).
  • Disuasión por castigo: Imponer medidas punitivas, como restricciones comerciales a países con altas emisiones. El Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM) de la UE (2023) es un ejemplo paradigmático (Böhringer et al., 2022).
  • Disuasión cultural-ambiental: Movilizar la opinión pública global mediante narrativas ecológicas, como la presión internacional sobre Brasil por la deforestación del Amazonas (Krüger, 2023).

7.2. Ejemplos históricos

  • Conflicto por el río Nilo (siglo XX): Los acuerdos entre Egipto y Sudán (1959) establecieron cuotas de agua, disuadiendo conflictos por este recurso crítico (Allan, 2001).
  • Sanciones ambientales de la ONU (1990s): Las resoluciones para proteger la biodiversidad amazónica incluyeron amenazas de sanciones económicas, un precursor de la disuasión climática (Krüger, 2023).
  • Campañas de Greenpeace (1980s-presente): Las campañas contra la pesca industrial en el Ártico combinaron narrativas ecológicas con presión internacional, disuadiendo actividades insostenibles (Dalby, 2022).

7.3. Caso de estudio: el CBAM de la Unión Europea

El CBAM, implementado en 2023, impone tarifas a las importaciones de bienes intensivos en carbono de países que no cumplen con estándares climáticos, incentivando a países como Turquía a adoptar políticas más estrictas. Sin embargo, ha generado tensiones con China e India, que lo perciben como una forma de proteccionismo, reflejando la competencia de poder en el marco realista (Böhringer et al., 2022). La credibilidad del CBAM depende de la cooperación multilateral y la capacidad de la UE para absorber los costos económicos de las retaliaciones comerciales. En 2025, CBAM se ha expandido, integrando con soft power narrativas (Krüger, 2023).

7.4. Desafíos

  • Atribución: Identificar la responsabilidad por el cambio climático es difícil, ya que los impactos son globales y acumulativos (Dalby, 2022).
  • Asimetría de intereses: Los países en desarrollo priorizan el crecimiento económico sobre la reducción de emisiones, reduciendo la credibilidad de las amenazas climáticas (Böhringer et al., 2022).
  • Riesgo de escalada: Las sanciones climáticas pueden desencadenar tensiones económicas, como en el caso del CBAM (Krüger, 2023).
  • Ética: La manipulación de recursos ambientales puede exacerbar desigualdades, afectando a poblaciones vulnerables (Dalby, 2022).

7.5. Tendencias futuras

Más allá de 2025, la disuasión climática ganará relevancia debido a la intensificación de los conflictos por recursos ambientales. Tecnologías como la geoingeniería (captura de carbono, gestión de radiación solar) podrían convertirse en herramientas disuasorias, aunque plantean riesgos éticos y técnicos. Las narrativas ecológicas, amplificadas por movimientos como Fridays for Future, reforzarán la disuasión cultural-ambiental, alineándose con el soft power (Krüger, 2023). En realismo, el clima exacerba anarquía como base en las relaciones internacionales, requiriendo adaptación estratégica (Dalby, 2022). 110

8. Disuasión biotecnológica: un dominio éticamente complejo

La disuasión biotecnológica utiliza la amenaza de armas biológicas o tecnologías genéticas para disuadir, aunque está limitada por normas internacionales y dilemas éticos. En el marco realista, refleja la competencia por el poder en un dominio emergente, donde la ambigüedad puede ser una herramienta estratégica (Koblentz, 2017).

Avances como CRISPR han elevado el potencial, pero también riesgos éticos (Esvelt, 2023). Esta sección explora fundamentos, ejemplos y tendencias.

8.1. Fundamentos

  • Disuasión por castigo: Amenazar con el uso de armas biológicas, como el ántrax, para infligir daños catastróficos. El programa Biopreparat soviético (1970s-1980s) es un ejemplo histórico (Leitenberg & Zilinskas, 2012).
  • Disuasión por negación: Desarrollar defensas biológicas, como vacunas o sistemas de detección, para reducir la probabilidad de éxito de un ataque. El Proyecto BioShield estadounidense (2004-presente) ilustra este enfoque (Gottron, 2020).

8.2. Ejemplo histórico

El programa Biopreparat soviético desarrolló agentes biológicos como arma disuasoria frente a Estados Unidos, utilizando la ambigüedad para proyectar una amenaza creíble sin violar abiertamente la Convención sobre Armas Biológicas (1972) (Leitenberg & Zilinskas, 2012).

8.3. Desafíos

  • Atribución: Identificar al autor de un ataque biológico es complejo, reduciendo la credibilidad de las represalias (Lentzos, 2022).
  • Normas internacionales: La Convención sobre Armas Biológicas prohíbe el desarrollo de estas armas, limitando las amenazas explícitas (Koblentz, 2017).
  • Riesgo de escalada: Un ataque biológico podría desencadenar pandemias globales, afectando al disuasor (Esvelt, 2023).
  • Ética: El desarrollo de armas biológicas es ampliamente condenado, socavando la legitimidad del disuasor (Lentzos, 2022). Ética incluye desigualdades y doble uso (Bügl et al., 2023).

8.4. Tendencias futuras

Más allá de 2025, los avances en biotecnología, como la edición genética (CRISPR), podrían ampliar las capacidades de disuasión biotecnológica, pero también aumentar los riesgos de proliferación. La cooperación internacional para regular estas tecnologías será crucial para evitar una carrera armamentística biológica (Bügl et al., 2023). En realismo, esto representa, de nuevo un nuevo dominio de anarquía (Koblentz, 2017), a las que los Estados convencionales, puedo concluir que por sí mismos, no van a ser suficiente para actuar con cierta eficacia exigiendo escalar la potencia del núcleo de poder a través de federaciones que puedan reunir los medios y recursos suficientes, no sólo en este supuesto: en todos.

9. Disuasión espacial: el dominio del futuro

La disuasión espacial busca proteger activos espaciales, como satélites, mediante la amenaza de represalias o la negación de beneficios. En el marco realista, el espacio es un dominio crítico para la proyección de poder, ya que los satélites son esenciales para la comunicación, la navegación y el reconocimiento militar (Yagües Palazón, 2018).

La militarización espacial acelera en 2025, con ASAT proliferando (Secure World Foundation, 2025). ASAT es Anti-Satellite y se refiere a armas o sistemas diseñados para destruir o incapacitar satélites en órbita. China, junto con Estados Unidos, Rusia e India, es uno de los países conocidos por desarrollar y probar este tipo de armamento. 

Esta sección examina fundamentos, ejemplos y tendencias.

9.1. Fundamentos

  • Disuasión por castigo: Amenazar con destruir los activos espaciales del adversario, como el test ASAT chino de 2007, que demostró su capacidad para neutralizar satélites (Li, 2024).
  • Disuasión por negación: Desarrollar defensas espaciales, como sistemas láser o ciberdefensas, para proteger activos propios (Harrison, 2024).

9.2. Ejemplo histórico

El test ASAT chino de 2007, que destruyó un satélite propio, envió una señal clara a Estados Unidos sobre su capacidad de amenazar activos espaciales, reforzando su credibilidad como disuasor (Li, 2024).

9.3. Desafíos

  • Proliferación de actores: La entrada de actores comerciales, como SpaceX, complica la atribución y la regulación del espacio (Johnson-Freese, 2023).
  • Riesgo de escombros: Los ataques ASAT generan escombros que amenazan a todos los actores, reduciendo la credibilidad de las represalias (Grego, 2017).
  • Costos tecnológicos: El desarrollo de armas espaciales requiere inversiones masivas, limitadas a grandes potencias (Harrison, 2024).
  • En definitiva, nos acerca al momento en que la cantidad de basura espacial es tan alta que provoca colisiones en cadena y dificulta o imposibilita el uso de ciertas órbitas: es decir que llegamos al Síndrome de Kessler, también conocido como el efecto o la cascada de Kessler, que describe un escenario catastrófico donde la acumulación de desechos espaciales, al colisionar entre sí, genera más escombros, aumentando el riesgo de nuevas colisiones en un ciclo destructivo. El síndrome de Kessler, que por cierto, es una preocupación creciente debido al aumento de la basura espacial, y que incluye satélites fallidos, restos de cohetes y otros objetos abandonados. Estas piezas, algunas del tamaño de un coche y otras tan pequeñas como un grano de arena, viajan a velocidades muy altas, convirtiendo incluso los objetos más pequeños en proyectiles peligrosos. El escenario de Kessler podría hacer que ciertas órbitas, especialmente las bajas altitudes de la Tierra (LEO), se vuelvan inutilizables debido al alto riesgo de colisiones, haciendo que muchas aplicaciones vitales, como las comunicaciones, la navegación, la observación meteorológica y la investigación científica, que dependen de satélites en órbita, se vean ciertamente comprometidas causando los lógicos daños en todos los artefactos que los usan. Además, la acumulación de desechos espaciales dificulta el lanzamiento de nuevos satélites y dificulta la exploración espacial en general. Por estos motivos se viene insistiendo en desarrollar tecnologías para su limpieza y mitigación, desde la Universidad de Arizona (Estados Unidos) y la ESA (Agencia Espacial Europea), que estima que existen unos 900.000 objetos de más de un centímetro sin utilidad orbitando alrededor de la Tierra, además de otros restos. Este hecho, según la ONU, pone en peligro futuras misiones e, incluso, las comunicaciones terrestres.

9.4. Tendencias futuras

Más allá de 2025, la militarización del espacio se intensificará con el desarrollo de armas no cinéticas (láseres, ciberataques) y la proliferación de constelaciones comerciales. La cooperación internacional para establecer normas espaciales será esencial para evitar una carrera armamentística (Johnson-Freese, 2023). Rusia y China lideran, con nuclear ASAT rusos amenazando (National Security Space Association, 2024).

10. Evolución doctrinal de la disuasión: un análisis comparado

La evolución de la disuasión en las grandes potencias refleja sus prioridades estratégicas, capacidades y contextos históricos, alineándose con la lógica realista de maximización del poder.

10.1. Estados Unidos

Estados Unidos, como hegemonía global, ha desarrollado una doctrina de disuasión que integra hard power, soft power y smart power para mantener su dominio en el sistema internacional.

Durante la Guerra Fría, la doctrina de “represalia masiva” (1950s) evolucionó hacia la “respuesta flexible” (1970s), que combinaba capacidades nucleares y convencionales para disuadir a la Unión Soviética (Freedman, 2004).

La tríada nuclear (ICBM Minuteman III, submarinos Ohio, bombarderos B-2) aseguró la destrucción mutua asegurada, como se vio en la Crisis de los Misiles de Cuba (1962) (Jervis, 1985).

En la posguerra fría, Estados Unidos amplió su enfoque a amenazas no estatales y cibernéticas, con sanciones económicas como herramienta clave, como en el caso de Irán (2018-2025) (Drezner, 2021).

Bajo la administración en dos mandatos Trump (2017-2025), la disuasión económica cobró protagonismo con aranceles a China y sanciones a Rusia, aunque el aislacionismo debilitó el soft power estadounidense (Abdelhalim, 2025). El soft power estadounidense, basado en Hollywood, programas como Fulbright y narrativas democráticas, cada vez menos creíbles, y que había sido históricamente robusto, sobre la base de la polarización interna y la percepción de hipocresía (por ejemplo, en derechos humanos, pero el listado no hace más que crecer) han erosionado su credibilidad (Brand Finance, 2022). Hacia 2025, Estados Unidos está adaptando su doctrina para abordar amenazas emergentes, como ciberataques y armas hipersónicas, mediante la integración de inteligencia artificial y el U.S. Space Force (Lieber & Press, 2023).

10.2. Unión Soviética/Federación Rusa

La Unión Soviética basó su disuasión en el hard power nuclear, con una tríada robusta (ICBM SS-18, submarinos Delta, bombarderos Tu-95) que aseguró la paridad con Estados Unidos durante la Guerra Fría.

La Crisis de los Misiles (1962) y la Crisis de los Euromisiles en el contexto del ejercicio de la OTAN Able Archer (1983) ilustran la credibilidad de su disuasión nuclear (Jervis, 1985; Freedman, 2004).

Sin embargo, su soft power fue limitado por la percepción autoritaria, con excepciones como el apoyo a movimientos antiimperialistas en el Sur Global (Nye, 2002).

Tras la disolución de la URSS, Rusia adoptó una doctrina de “disuasión activa”, combinando hard power (modernización de misiles Topol-M, submarinos Borei, bombarderos Tu-160), tácticas híbridas (desinformación, ciberataques) y disuasión energética (control del gas natural) (Kortunov, 2023). La invasión de Ucrania (2022) debilitó su soft power debido a la condena global, pero su resiliencia económica, apoyada por alianzas con China e India, compensó parcialmente las sanciones occidentales (Giles, 2025). Ejercicios militares como Zapad y plataformas como RT refuerzan su credibilidad, aunque la percepción de inestabilidad interna limita su eficacia (Brand Finance, 2022). En 2025, Rusia ha integrado nuclear táctico para escalada controlada (Fenenko, 2021).

10.3. China

China ha desarrollado una doctrina de “disuasión mínima” (威慑最小化) para proteger intereses nacionales, como Taiwán y el Mar de China Meridional, combinando hard power (misiles DF-41, submarinos Jin, bombarderos H-6N), soft power (Institutos Confucio, narrativas históricas) y disuasión económica (Franja y la Ruta) (Wu, 2023).

Durante la Guerra Fría, su disuasión nuclear fue limitada, pero la modernización militar desde los 2000s ha fortalecido su credibilidad (Li, 2024). La guerra de zona gris, como la militarización de arrecifes en el Mar de China Meridional, disuade a adversarios sin provocar conflictos abiertos (Hayton, 2022).

El soft power chino, basado en su cultura milenaria y donaciones de vacunas COVID-19, a lo que se añaden nuevos recursos ha ganado influencia en el Sur Global, pero enfrenta resistencia en Occidente por percepciones de autoritarismo (Brand Finance, 2022). aunque crece a través de anime, aventuras gráficas, Labubu, Mokoko y otros recursos. Hacia 2025, China está ampliando su disuasión energética (control de tierras raras) y cibernética, reforzando su posición como potencia multipolar (Zhang, 2025).

10.4. Reino Unido

El Reino Unido combina la disuasión nuclear (submarinos Vanguard con misiles Trident) con soft power cultural y diplomático para reforzar su rol en la OTAN y la Commonwealth. Durante la Guerra Fría, su disuasión estuvo subordinada a la de Estados Unidos, pero mantuvo una tríada nuclear limitada (Freedman, 2004).

Tras el Brexit, el soft power británico, basado en la BBC, universidades y la cultura pop, compensó parcialmente la pérdida de influencia en la UE (Brand Finance, 2022). Las sanciones a Rusia (2022) y la cooperación con la Commonwealth ilustran su enfoque de smart power, combinando sanciones económicas con narrativas de defensa del orden liberal (Giles, 2025). Hacia 2025, el Reino Unido está invirtiendo en ciberdefensa y tecnologías espaciales para mantener su credibilidad (Harrison, 2024).

10.5. Francia

Francia basa su disuasión en la dissuasion nucléaire, que prioriza la “suficiencia nuclear” para garantizar la autonomía estratégica, con una tríada limitada (submarinos Triomphant, cazas Rafale con misiles ASMP-A) (Poirier, 1972). Durante la Guerra Fría, su independencia de la OTAN reforzó su credibilidad como potencia media (Tertrais, 2024). En la posguerra fría, Francia ha ampliado su soft power a través de la francofonía y operaciones en el Sahel, combinando presencia militar con iniciativas culturales (Institut Français) (Tertrais, 2024).

La integración de la disuasión climática (CBAM) y cibernética refleja su adaptación a amenazas emergentes (Böhringer et al., 2022). Sin embargo, la percepción colonial en África limita su soft power (Tertrais, 2024). En 2025, Francia propone disuasión europea extendida (Tertrais, 2024).

10.6. India

India adopta una doctrina de “disuasión creíble mínima” para contrarrestar a China y Pakistán, sustentada por una tríada nuclear en desarrollo (misiles Agni-V, submarinos Arihant, cazas Rafale) (Basrur, 2023). Las pruebas nucleares de Pokhran-II (1998) establecieron su estatus como potencia nuclear, disuadiendo a Pakistán tras la Guerra de Kargil (1999) (Sagan, 2009). Los enfrentamientos con China en Ladakh (2020) y las restricciones a aplicaciones chinas (2020) ilustran su disuasión convencional y económica (Kumar, 2024). El soft power indio, basado en Bollywood, el yoga y una diáspora de 30 millones, amplifica su influencia en el Sur Global, como se vio tras el Mundial de 2022 (Brand Finance, 2022). Sin embargo, la asimetría con China y la polarización interna limitan su credibilidad (Kumar, 2024). En 2025, India integra climática por disputas hídricas (Dalby, 2022). Las acciones de Estados Unidos aproximan y refuerzan el polo indio en el mundo multipolar, y los sueños estadounidenses de controlarlo se quedan de momento en sueños, y podrían tornarse en pesadilla si no comprenden de una vez qué y quién es la India.

10.7. Pakistán

Pakistán emplea una “disuasión asimétrica” para contrarrestar la superioridad convencional de India, basada en un arsenal nuclear táctico (misiles Nasr) y narrativas antiindias (Khan, 2023). Las pruebas nucleares de Chagai-I (1998) respondieron a India, estableciendo un equilibrio de MAD regional (Sagan, 2009). La amenaza nuclear tras el ataque de Pulwama (2019) disuadió a India de una escalada militar, aunque generó sanciones internacionales (Khan, 2023). El soft power paquistaní, basado en narrativas islámicas, resuena en el mundo musulmán, pero la percepción de inestabilidad interna y apoyo al terrorismo limita su credibilidad (Brand Finance, 2022). La dependencia económica de China (CPEC) y el FMI debilita su disuasión económica (Ahmed, 2025).

10.8. Dinámicas India-Pakistán

La rivalidad India-Pakistán es un caso paradigmático de disuasión en un contexto de alta tensión regional. Ambos mantienen posturas nucleares (India con “no primer uso”, Pakistán con ambigüedad) que crean un equilibrio de MAD regional (Sagan, 2009). India tiene ventaja económica y cultural, pero Pakistán compensa con apoyo chino y tácticas asimétricas (Kumar, 2024; Ahmed, 2025). El Tratado del Indo (1960) regula el uso del agua, pero el cambio climático aumenta el riesgo de conflictos, haciendo de la disuasión climática un dominio emergente (Dalby, 2022). En 2025, la tríada emergente eleva riesgos de crisis (Khan, 2023).

11. Tendencias futuras y desafíos éticos

Hacia 2025, la disuasión enfrenta un panorama complejo debido a la multipolaridad, las tecnologías disruptivas y las dinámicas ambientales:

  • Tecnologías disruptivas: Las armas hipersónicas, la inteligencia artificial, la biotecnología y las capacidades espaciales están redefiniendo la disuasión, requiriendo una modernización constante (Lieber & Press, 2023; Bügl et al., 2023).
  • Multipolaridad: El ascenso de China, India y bloques como el BRICS desafía la hegemonía occidental, exigiendo estrategias de smart power (Åslund, 2023).
  • Disuasión climática y energética: La competencia por recursos ambientales y energéticos (agua, tierras raras, litio) hará de estos dominios campos críticos de disuasión (Dalby, 2022; Hurst, 2023).
  • Zona gris: Las tácticas híbridas de China y Rusia seguirán desafiando las normas internacionales, requiriendo respuestas coordinadas (Hoffman, 2018).

Los desafíos éticos son significativos:

  • Disuasión nuclear: La amenaza de destrucción masiva plantea dilemas morales debido a su impacto catastrófico (Holmes, 1989).
  • Disuasión biotecnológica: El desarrollo de armas biológicas viola normas internacionales y riesgos de proliferación (Lentzos, 2022).
  • Disuasión climática: La manipulación de recursos ambientales puede exacerbar desigualdades globales (Dalby, 2022).
  • Disuasión económica y energética: Las sanciones y restricciones energéticas causan sufrimiento civil, como en Irak (1990-2003) o Ucrania (2022) (Gordon, 2010; McGowan, 2023).
  • Soft power y zona gris: La manipulación de narrativas y la desinformación plantean riesgos éticos, especialmente en regímenes autoritarios (Nye, 2002; Singer & Brooking, 2021).

Ética en biotecnología incluye dual-use y desigualdades (Jagota, 2025). 93

13. La disuasión europea: credibilidad frente a Rusia en un contexto de intereses compartidos entre Moscú y Washington

La disuasión europea, entendida como la capacidad de la Unión Europea (UE) y sus Estados miembros para proyectar amenazas creíbles que disuadan agresiones, por ejemplo, rusas, enfrenta desafíos estructurales profundos en un sistema internacional donde Rusia y Estados Unidos podrían compartir intereses estratégicos comunes, como la contención de China o la estabilización y gestión de rutas energéticas globales, además de minerales estratégicos y seguridad de rutas comerciales y logísticas.

Este escenario se aplica directamente al conflicto en Ucrania, pero también a potenciales puntos de fricción como Moldavia (con el enclave de Transnistria), Georgia, los Estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) o incluso Bielorrusia, si un cambio en el liderazgo de Lukashenko o su sucesión alejara a Minsk de Moscú hacia una orientación más proeuropea, algo que posiblemente las interferencias de Polonia y Lituania (que ni son Brzezinski ni Litvinov precisamente y de forma respectiva) en el proceso que seguía Lukashenko en la dirección de alejarse de Moscú y que era una ruptura de la línea roja de Moscú que va de Kaliningrado hasta la Transnistria y Crimea se encargaron de dinamitar.

En el marco realista, la credibilidad de la disuasión europea depende de la intersección de capacidad, voluntad y comunicación, pero se ve socavada por dependencias históricas de Estados Unidos, brechas militares y tecnológicas, y divisiones internas en políticas económicas, industriales y de defensa (Waltz, 1979; Mearsheimer, 2001). A esto se añade el proceso posterior a la Guerra Fría que llevó a Rusia y a Estados Unidos a definir amity lines y red lines en el istmo de la península Europea, mientras Rusia lleva 35 años pretendiendo entrar en un acuerdo político sustentado por varios pilares en la seguridad europea, y más allá, desde una posición que se pretende hegemónica en seguridad y defensa en medios convencionales y no convencionales, con el evidente pacto de entente con Francia y Reino Unido a nivel continental europeo, y con Estados Unidos en el ámbito extraeuropeo, que a su vez se halla inmerso en la situación de comprender que su pervivencia geopolítica pasa por controlar Europa adaptando los medios rusos de aproximación desde la época soviética, pero adaptados a las necesidades estratégicas estadounidenses.

El hecho de que a Estados Unidos le ha obsesionado tener bajo control un proceso federal europeo con un ejército europeo ha sido el elemento clave de entendimiento no manifiesto y de favorecimiento de la estrategia europea rusa, pues al no haber Ejército europeo en una Europa federal el pacto político y de seguridad se establece en términos más favorables y estratégicos para Rusia. Y esto, sintiéndolo mucho por propagandistas, trasnochados ideológicos de las fantasías que no realidades de la Guerra Fría, es lo que ha existido, existe y existirá mientras no se resuelva: de esto ha ido Ucrania (2014, 2022) Georgia (2008), Bielorrusia (2021, resuelto con ayuda posiblemente de la estupidez estratégica de Polonia y Lituania a favor de Moscú), la Transnistria (1990-1992), el escenario general del Cáucaso sur en lo que a intereses rusos se refiere, entre otros actores, o la guerra de Chechenia y el pacto que convierte a Chechenia en un principado bajo el dominio del islam político, el mismo que Moscú afirmaba combatir en Siria junto a Irán (sic), hasta que los acontecimientos se precipitaron en diciembre de 2024 (para más información, puede consultar este enlace a una publicación reciente).

Este análisis examina, en esta parte, el contexto histórico, las vulnerabilidades actuales y las potencialidades para optimizar la disuasión, incorporando un estudio SWOT (fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas) basado en tendencias hasta agosto de 2025.

Para profundizar en esta dimensión, es pertinente integrar las contribuciones de Franz-Stefan Gady, un analista asociado al International Institute for Strategic Studies (IISS) y al Center for a New American Security (CNAS), cuya obra se centra en la guerra moderna, la disuasión híbrida y las dinámicas militares en Europa oriental. Gady ha argumentado consistentemente que la disuasión europea contra Rusia requiere una transformación radical, alejándose de enfoques dependientes de Estados Unidos y hacia capacidades autónomas que prioricen la movilidad, la resiliencia y la credibilidad estratégica.

En su análisis, la credibilidad no se basa en despliegues estáticos o simbólicos, sino en la capacidad de generar costos inaceptables para Moscú mediante una “masa de maniobra” (mass of maneuver) concentrada y desplegable rápidamente, capaz de responder a amenazas en Ucrania, los bálticos o Georgia sin comprometer unidades clave en misiones prolongadas (Gady, 2025a).

Esta perspectiva resalta los fallos históricos de Europa en conflictos como los Balcanes o Georgia, donde la falta de unidad y dependencia logística de Washington diluyeron la voluntad percibida, permitiendo a Rusia explotar divisiones internas.

Gady critica el énfasis en despliegues de tropas en Ucrania como una “solución ilusoria” que ignora lecciones de la Guerra Fría y conflictos recientes, argumentando que tales fuerzas atarían recursos europeos sin disuadir efectivamente a Rusia, especialmente en un contexto donde Putin percibe cualquier presencia occidental como una provocación a su esfera de influencia. En su lugar, propone un enfoque de “disuasión proporcional” que integre fuerzas mecanizadas con capacidades cibernéticas y de inteligencia, inspirado en iniciativas como la NATO Readiness Initiative, pero adaptada a una autonomía europea (Gady, 2025a).

En relación con Ucrania, Gady enfatiza que Europa debe clarificar si el país es esencial para su seguridad continental; si lo es, debe invertir en una fuerza de reacción rápida de al menos 25.000-30.000 tropas, con rotaciones que alcancen los 90.000, combinando fuerzas de paz tradicionales del Sur Global en zonas desmilitarizadas con brigadas europeas robustas equipadas con carros de combate, artillería y defensas aéreas (Gady, 2024).

Esta estrategia evitaría la erosión de la credibilidad por fatiga de guerra o divisiones políticas, como las observadas en Francia y Alemania post-2022.

En cuanto a escenarios potenciales como Moldavia o Bielorrusia, Gady advierte que un giro proeuropeo en Minsk podría desencadenar intervenciones rusas similares a Crimea, requiriendo que Europa desarrolle capacidades para operaciones híbridas que combinen disuasión convencional con cibernética, sin depender de apoyo estadounidense que podría ser condicionado por intereses compartidos entre Washington y Moscú (Gady & Kofman, 2023). Su trabajo sobre la estrategia de atrición ucraniana contra Rusia destaca cómo Europa podría aprender de Kiev en la integración de drones y guerra electrónica para negar avances rusos en los bálticos o Georgia, transformando la disuasión de defensiva a ofensiva limitada (Gady, 2023).

Gady cita elogiosamente varias fuentes que refuerzan su visión realista de la disuasión europea. Entre ellas, destaca a Jim Mattis, exsecretario de Defensa de Estados Unidos, por su liderazgo en la NATO Readiness Initiative de 2018, que propuso desplegar 30 batallones, escuadrones y buques en 30 días, un modelo que Gady ve como base para una “masa de maniobra” europea autónoma, alabando su enfoque en la rapidez y la concentración de fuerzas (Gady, 2025a).

También elogia al general Mikhail Kostarakos, expresidente del Comité Militar de la UE, por su diagnóstico preciso de la falta de “habilitadores estratégicos” europeos, como logística e inteligencia, que Gady utiliza para argumentar contra despliegues precipitados en Ucrania (Gady, 2025a).

El International Institute for Strategic Studies (IISS), donde Gady es asociado, es citado positivamente por sus datos sobre capacidades militares polacas (14 brigadas), que sirven de ejemplo para reforzar Polonia como pivote defensivo contra Rusia (Gady, 2025a).

Además, Gady menciona favorablemente a Emmanuel Macron por su iniciativa de coaliciones europeas para estacionar fuerzas en Ucrania, viéndolo como un paso hacia la autonomía estratégica, aunque advierte de sus limitaciones sin apoyo logístico (Gady, 2024).

El ministro de Defensa italiano Guido Crosetto es elogiado por su disposición a participar en misiones de paz, destacando el compromiso italiano como modelo para coaliciones de 5-8 naciones (Gady, 2024).

Gady también cita positivamente informes del Congressional Research Service (CRS) sobre sistemas como el Strategic Mid-Range Fires, alabando su utilidad para añadir capas de disuasión convencional en escenarios post-cease-fire, incluso si Europa debe desarrollar equivalentes autónomos (Gady, 2024).

La clave está en que Europa debe adoptar un enfoque de “guerra combinada” para credibilidad contra amenazas híbridas (Gady & Kofman, 2023; Gady & Gressel, 2025), y avanzar en la senda de que la UE pueda llegar a mitigar vulnerabilidades al priorizar inversiones en movilidad y resiliencia, transformando su postura de reactiva a proactiva en un sistema multipolar.

13.1. Contexto histórico y dependencias estratégicas

La disuasión europea, entendida como la capacidad de la Unión Europea (UE) y sus Estados miembros para proyectar amenazas creíbles que disuadan agresiones rusas, enfrenta desafíos estructurales profundos en un sistema internacional donde Rusia y Estados Unidos podrían compartir intereses estratégicos comunes, como la contención de China o la estabilización de rutas energéticas globales. Este escenario se aplica directamente al conflicto en Ucrania, pero también a potenciales puntos de fricción como Moldavia (con el enclave de Transnistria), Georgia, los Estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) o incluso Bielorrusia, si un cambio en el liderazgo de Lukashenko o su sucesión alejara a Minsk de Moscú hacia una orientación más proeuropea.

En el marco realista, la credibilidad de la disuasión europea depende de la intersección de capacidad, voluntad y comunicación, pero se ve socavada por dependencias históricas de Estados Unidos, brechas militares y tecnológicas, y divisiones internas en políticas económicas, industriales y de defensa (Waltz, 1979; Mearsheimer, 2001). Este análisis examina el contexto histórico, las vulnerabilidades actuales y las potencialidades para optimizar la disuasión, incorporando un estudio SWOT (fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas) basado en tendencias hasta agosto de 2025.

La disuasión europea ha evolucionado en un contexto marcado por conflictos que resaltan su dependencia de Estados Unidos. La guerra en Transnistria (1992) ilustró la inestabilidad postsoviética en Moldavia, donde Rusia mantuvo influencia mediante fuerzas de paz, mientras Europa carecía de mecanismos unificados para intervenir (King, 2000). Las guerras de los Balcanes (1991-2001) expusieron divisiones internas en la UE, con intervenciones lideradas por la OTAN y dependientes de inteligencia y logística estadounidense, lo que socavó la credibilidad europea como actor autónomo (Daalder & O’Hanlon, 2000). El conflicto en Georgia (2008) demostró la capacidad rusa de actuar rápidamente en su “esfera de influencia”, con Europa respondiendo con sanciones limitadas y mediación francesa, pero sin disuasión militar creíble (Asmus, 2010). En Ucrania, desde la anexión de Crimea (2014) y la invasión a gran escala (2022), la UE ha proporcionado ayuda humanitaria y económica, pero la disuasión militar ha dependido de suministros estadounidenses, con Washington aportando el 75% de la ayuda militar total hasta 2025.

Escenarios más amplios, como Libia (2011), donde la intervención liderada por Francia y Reino Unido requirió apoyo logístico estadounidense; el conflicto palestino-israelí, influenciado por rutas energéticas del Mediterráneo Oriental; o las guerras del Golfo (1991, 2003), destacan la dependencia europea de la seguridad marítima estadounidense.

La UE no sostiene autónomamente sus rutas vitales, como el Estrecho de Ormuz o el Canal de Suez, delegando en la US Navy, lo que permite en este contexto a China como imperativo estratégico tras el anuncio del pivote hacia Asia y por la necesidad de asegurar el flujo de comercio, energía y minerales por los cuellos de botella del Indo-Pacífico, expandir influencia mediante la Iniciativa de la Franja y la Ruta, potencialmente presionando Europa en el Indo-Pacífico (European Commission, 2021). A esto hay que añadir todos los cuellos de botella que quedan dentro del espacio entre el Mar Negro, el Canal de Suez y el Estrecho de Gibraltar, con apoyo en las islas de la Macaronesia y el Golfo de Guinea, la brecha GIUK y los estrechos daneses. Esta dependencia se agrava por la brecha militar: Europa carece de una panoplia completa de sistemas de armas, inteligencia y logística, lecciones no aprendidas de 35 años de conflictos, desde los Balcanes hasta Ucrania (Bruegel, 2025), a lo que suma la brecha tecnológica.

13.2. Vulnerabilidades estructurales y divisiones internas

La credibilidad de la disuasión europea se ve erosionada por factores institucionales y económicos. El euro funciona como unidad monetaria, pero la ausencia de unión fiscal y bancaria limita la capacidad de financiar defensas colectivas, con presupuestos nacionales fragmentados (European Central Bank, 2023). La UE no es una federación con integración total económica e industrial, careciendo de políticas transversales en tecnología y defensa, lo que resulta en duplicidades y ineficiencias (European Defence Agency, 2024). Esto dispara el gasto de armas y la ineficiencia de la acción militar europea, beneficiando a la industria armamentística sin que se solvente las deficiencias vitales detectadas en estos 35 años. No existe un ejército europeo unificado con planificación integral para conflictos de alta intensidad, dependiente de la OTAN y, por ende, de Estados Unidos (NATO, 2025), que por encima de todo no quiere ver una federación política en Europa, una unidad bancaria, monetaria y fiscal, ni tampoco un Ejército europeo que garantice la seguridad de todas las rutas y el acceso a todos los mercados y recursos. Con esto cuenta Rusia para sus propias lógicas y ambiciones.

Los países de Europa del Este (Polonia, Hungría, Chequia, Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria, Estados bálticos) priorizan adquisiciones estadounidenses. A esto se añade que influenciados por fracasos en Irak y Afganistán, y la transición de Obama hacia Estados Unidos como potencia energética, compitiendo o cooperando con Rusia por mercados europeos (U.S. Energy Information Administration, 2025), los cuales particularmente con las ambiciones de Polonia y Lituania, han contado hasta el momento como una de las puertas básicas para poder competir con Rusia en este espacio y en estos términos, que vienen de la época soviética y han seguido con la Federación de Rusia.

Esto sostiene la industria armamentística estadounidense, con el 63% de los presupuestos militares de la UE destinados a empresas de Estados Unidos en 2024, incluyendo IA adaptada a defensa. A pesar de un posible pacto Estados Unidos con Rusia, estos países exigen más compras estadounidenses, temiendo abandono (The Guardian, 2025), que igualmente ha llegado por las necesidades estratégicas estadounidenses y la forma en que Rusia encaja en ellas. Obviamente, una vez hecha una parte del trabajo, Polonia y Lituania se ven desplazadas, también de la reunión del 18 de agosto en Washington D.C., cosa que Lituania entiende y ahora trata de arreglar sus relaciones con China, dañadas especialmente en noviembre de 2021... porque me temo que ni Lituania ni Polonia son Rusia ni todo lo que Rusia puede ofrecer al conjunto de la estrategia estadounidense.

Por cuantificarlo: de 1990 a 2025, Europa del Este ha importado armas estadounidenses por valor estimado de $150-200 mil millones (SIPRI Arms Transfers Database, 2025), con picos post-2014: Polonia gastó $12 mil millones en F-35 y Patriot (SIPRI, 2025); los bálticos, $5 mil millones en HIMARS y Javelin. En energía, acuerdos con empresas estadounidenses superan $100 mil millones, incluyendo LNG ($64 mil millones en 2024 para la UE, 40% a Este) y nuclear (Westinghouse en Polonia y Chequia, $20 mil millones) (Reuters, 2025; IEEFA, 2025). Esto prioriza Estados Unidos sobre empresas europeas como EDF o Siemens, debilitando integración industrial, y una parte de ese dinero vienen de los planes de la propia Unión Europea.

Los intereses energéticos ruso-alemanes, como Nord Stream, han influido negativamente: Alemania dependió del gas ruso (55% de importaciones pre-2022), retrasando sanciones y socavando unidad europea contra Rusia (Clean Energy Wire, 2024). Esto creó divisiones, con el Este viendo a Alemania como complaciente, erosionando credibilidad colectiva (OSW, 2022).

13.3. El cuello de botella en Azerbaiyán-Armenia y sus implicaciones

Adicionalmente, Estados Unidos ha creado un “cuello de botella” terrestre en el Cáucaso Sur mediante su rol en el acuerdo de paz Armenia-Azerbaiyán (agosto 2025), estableciendo el “Trump Route” (corredor Zangezur), que conecta Azerbaiyán con Najicheván a través de Armenia, operado bajo soberanía armenia pero con derechos de desarrollo exclusivos estadounidenses por 99 años (Reuters, 2025). Esto afecta rutas terrestres desde Asia Central/Oriental, Cáucaso Sur, Turquía a Europa, potenciando la Ruta Media de la Franja y la Ruta, pero excluyendo a Rusia e Irán, reduciendo su influencia en tránsito energético y comercial (Al Jazeera, 2025). Para Europa, ofrece diversificación de rutas, pero aumenta dependencia de Estados Unidos para seguridad, potencialmente debilitando disuasión autónoma si Washington prioriza intereses compartidos con Moscú (SpecialEurasia, 2025).

13.4. Análisis SWOT para optimizar la disuasión europea

Un estudio exhaustivo de la disuasión europea revela:

  • Fortalezas: Economía combinada de $18 billones (2025), superior a Rusia ($2 billones), permitiendo inversiones en tecnología de doble uso (IA, ciber); soft power cultural y normativo para deslegitimar agresiones rusas; alianzas como OTAN y asociaciones con Indo-Pacífico (European Commission, 2025).
  • Debilidades: Fragmentación presupuestaria (gasto defensa UE: 1.9% PIB vs. 3.5% Estados Unidos); dependencia de importaciones armamentísticas estadounidenses (64% NATO-Europa); falta de unión fiscal para financiación sostenible; brechas en inteligencia y logística (Bruegel, 2025; Taurillon, 2025). Rusia está en una posición extraordinaria en el aspecto industrial-militar.
  • Oportunidades: Aumento gasto defensa post-Ucrania (17% en 2024, $693.000 millones incluyendo Rusia); integración industrial vía European Defence Fund ($8.000 millones 2021-2027); diversificación energética (REPowerEU, reduciendo dependencia rusa al 10%); cooperación con Estados Unidos para transferencia tecnológica sin dependencia total (SIPRI, 2025; Clean Energy Wire, 2024).
  • Amenazas: Intereses compartidos Estados Unidos-Rusia (por ejemplo, contención China), reduciendo apoyo a Ucrania; potencial escalada rusa en bálticos/Moldavia; ciber/energética híbrida rusa; influencia china en rutas marítimas (ISS Europa, 2025; Taurillon, 2025).

Para optimizar, la UE debe:

1) Crear un ejército europeo con mando unificado y presupuestos integrados (2% PIB mínimo, que en mi estimación supone unos 430.000 millones de euros anuales);

2) Avanzar unión fiscal/bancaria para financiación;

3) Priorizar adquisiciones europeas (por ejemplo, FCAS, MGCS). Los euros en Europa, en definitiva, lo que incluye en dejar de enviar dinero masivamente a los centros financieros estadounidenses, pero para eso hace falta un poder federal europeo y un proyecto creíble europeo sobre el que invertir;

4) Desarrollar inteligencia autónoma y ciberdefensa;

5) Diversificar rutas energéticas/comerciales, incluyendo Cáucaso;

6) Fortalecer smart power para narrativas anti-rusas (ECFR, 2025; RAND, 2025).

Esto elevaría credibilidad, reduciendo riesgos en escenarios como Bielorrusia o Georgia.

14. Conclusión

La disuasión, en el marco realista, es un instrumento dinámico de poder que refleja la competencia por la supervivencia y la hegemonía en un sistema internacional anárquico.

La credibilidad, sustentada por la capacidad, la voluntad y la comunicación, es el núcleo de su eficacia, aplicándose en dominios tan diversos como el nuclear, convencional, económico, energético, cibernético, espacial, biotecnológico y climático.

El hard power proporciona la base material, mientras que el soft power y el smart power amplifican la influencia mediante narrativas culturales y estrategias híbridas.

La guerra en la zona gris, liderada por China y Rusia, ilustra la evolución de la disuasión hacia tácticas ambiguas que evitan conflictos abiertos.

Las perspectivas de Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia, India y Pakistán muestran cómo las estrategias disuasorias se adaptan a contextos históricos y regionales, integrando hard power y soft power para maximizar el poder relativo.

Hacia 2025, la disuasión enfrentará desafíos sin precedentes debido a la multipolaridad, las tecnologías disruptivas y la competencia por recursos ambientales y energéticos. La integración de inteligencia artificial, la cooperación multilateral y las narrativas culturales será crucial para mantener la credibilidad sin provocar escaladas innecesarias. Sin embargo, los dilemas éticos asociados con la disuasión nuclear, biotecnológica, climática y energética exigen un equilibrio entre la seguridad nacional y la responsabilidad global. En última instancia, la disuasión seguirá siendo un arte estratégico que combina poder, percepción y persuasión en un mundo donde la competencia define las relaciones internacionales. Esta evolución subraya la resiliencia del realismo como lente analítico, adaptándose a nuevos dominios mientras mantiene su foco en el poder como moneda principal (Mearsheimer, 2014).

En este escenario, Europa debe partir de una postura federal que transforme sus pilares básicos en cuanto a industria, capacidad industrial, control de cadenas de suministros, control de rutas comerciales, control de rutas de suministros, y contar con los medios para una disuasión vertebrada, organizada y creíble, identificando adecuadamente a los actores globales, sus intereses, y anticipar sus siguientes movimientos.

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