La influencia de los godos en la historia del Imperio romano: una aproximación

Los godos: orígenes y clasificación

Los godos se situarían de una manera cuasi mítica en Gothiscandza, al sur de lo que entonces se tenía por la isla de Escandinavia (¿es esta la mítica Thule?). Acerca del origen escandinavo de los godos Jordanes lo afirma en el siglo VI d.C. en la Getica, la primera historia escrita acerca de un pueblo “bárbaro” y que, de acuerdo con el propio autor, es un resumen en un solo libro de los doce de una hoy perdida “Historia Gótica” de Casiodoro, modelo de las subsiguientes historias de francos, sajones, godos (por San Isidoro de Sevilla), burgundios, y que dicha obra de Casiodoro, a su vez, bebía de otra obra también perdida sobre los godos de un griego llamado Ablavio (Getica 28,82 y 117). No obstante, no es infrecuente en los testimonios grecolatinos el confundir a los getas vinculados a los dacios con los godos, o al menos se presta a la confusión el uso del término. Pero se puede asegurar que el inicio de su migración que los llevaría a su contacto con el Imperio romano parte del norte de la actual Polonia, en las llanuras que se dan entre los ríos Vístula y Oder. Arqueológicamente corresponde a la cultura de Wielbark. Unas referencias posibles a los godos podrían encontrarse en la Geografía de Ptolomeo (2. 11. 16) donde los “goutai” vivirían en el siglo II d.C. en la zona de Suecia donde hallamos topónimos como la isla de Gotland, Östergötland. Asimismo, y de acuerdo con Chambers (en Chambers, R.W. Widsith: A Study in Old English Heroic Legend. Cambridge 1912. Pp. 219-221. ¿Acaso podrían ser los “gutones” de los que habla Tácilo en “Germania” 43-4 o los “butones” de Estrabón en su “Geografía” 3.5.8), los escandinavos de la Edad Media llamaban a las costas bañadas por el Vístula la como “tierra gótica”.

En verde, Götaland o "Tierra de los gautas", región histórica de Suecia. En morado, la isla de Gotland o "el hogar de los gautas", isla de Suecia situada en el mar Báltico, al este de la península Escandinava y al norte de Polonia. Con 2.994 km², es la mayor isla del país, la mayor isla del Báltico. En rojo zona de extensión de la cultura Wielbark, que englobaba a los vénetos del Vístula, los rugios, los godos, y los gépidos antes de emprender la gran migración hacia el sur y ocupar la zona naranja, llamada cultura Cherniajov o cultura Sântana de Mureş, mezcla entre godos, sármatas, Dacios y getas, incluidos a los tracios, y poblaciones eslavas de la zona, ocupando espacios que hoy se situaría en regiones de Ucrania, Moldavia y Rumania. Esta cultura, que presenta una continuidad con la de Wielbark, sustituyó a la cultura Zarubintsy, y con los hunos fue desplazada a favor de la llamada cultura Penkovka.

¿Qué causas influyeron en el desplazamiento gótico hacia el Ponto, cosa que les pondría en contacto con Roma? Sin duda, variadas. La zona no permitía nadan más allá que una agricultura de subsistencia. Los godos podrían calificarse de seminómadas en este estadio: solían asentarse en un lugar, en el que generalmente se producen los hallazgos funerarios, y alrededor del mismo se movían en círculos agotando los recursos con fines agropecuarios. De modo que sus principales ingresos y excedentes tenían su origen en el comercio y la guerra. Hacia el año 168 d.C. la geopolítica romana sufría una nueva transformación después de adaptarse y tratar de manejar los teatros renanos (fase anterior, tribus menores) y danubiano (fase contemporánea en aquel momento marcada por las grandes confederaciones como la de los marcomanos y los alamanes). Dichas confederaciones, que habían vivido en la frontera romana acabando por desarrollar una serie de intercambios con mejores condiciones que les impulsa en su bienestar material los llevan a solicitar asilo en el Imperio porque ubios y longobardos los están presionando fuertemente en su frontera norte (al norte de la actual Hungría), con ello empezaban las guerras marcománicas. Pronto se añadían en el Danubio medio los cuados y los sármatas yazigos (de lengua irania) y con los vándalos, vecinos al sur de los godos en aquel momento, que se abalanzan sobre la frontera del norte de la Dacia romana. Ante esta situación Roma concede asilo a grupos pequeños y se deniega a marcomanos y naristos por el potencial demográfico y militar de estos grupos. Y precisamente esto es lo que causa el estallido de dichas guerras. El motivo de esa fuerte presión venía del norte: eran precisamente los vándalos (asdingos y lacringos) y posiblemente y por la vecindad que mantendrían y por el hecho de continuar unidos durante un tiempo más en el futuro, los godos también estarían implicados en ello posiblemente. Esto nos sitúa en la época de la migración de los godos hacia el sur y que se corresponde con la segunda fase de la expansión hacia el sur de la cultura Wielbark, a partir del 150 d. C. aproximadamente, y que después de la renuncia a mantener la frontera de Dacia y retrasarla hasta el Danubio en tiempos del emperador Aureliano (c. 275 d.C.), ésta penetra con fuerza en esta zona surgiendo en la zona la cultura de Cherniakov, mientras que disminuye la cultura Wielbark. A su vez, en esta época los sármatas toman la costumbre de construir cámaras funerarias, nichos con hornacinas en las tumbas, el uso de espejos metálicos… el caballo empieza a proliferar como elemento militar en los ajuares funerarios de las manifestaciones más “góticas”, siguiendo el modelo de sármatas y alanos. Tenemos un testimonio claro del asentamiento y aculturación que supuso el asentamiento de los godos en la frontera del Imperio entre los pueblos germánicos godos y los iranios como los sármatas o alanos, y estos a su vez toman modelos culturales germánicos.

Los godos en la proximidad del Imperio romano

Es en este momento cuando se inicia el período de anarquía militar (235-284), donde se suceden las usurpaciones y las guerras civiles dentro del Imperio, cosa que hace que las fronteras o limes se vean superadas en todos los frentes, siendo particularmente costoso el oriental o persa, con el episodio del Imperio de Palmira. Atendiendo al conflicto entre Roma y los godos y dejando de lado otros desafíos, podemos señalar los pulsos entre godos y romanos, marcados por el saqueo, acciones punitivas y enfrentamientos de cada vez mayor intensidad, como el que le costó la vida a emperador Decio y a su hijo en 251 a manos de los godos.

Con el tiempo la fricción entre los recién llegados godos y la frontera vecina romana a través del Danubio permite el comercio y los intercambios culturales, además de la oportunidad de relacionarse en ambas direcciones, cosa que va permitiendo a los godos cierta proximidad con el mundo romano que afecta a su conocimiento del poder, el mundo, el aspecto militar, etcétera. Pero eso no les impide continuar con el saqueo, como queda atestiguado en las fuentes en 238 d.C. de Histria en Mesia Inferior. En efecto, a lo largo de Asia Menor y los Balcanes se sucederán las incursiones en busca de botín que no dejan de perfeccionarse con el tiempo. Un año después de derrotar y matar a Decio, los godos inician campañas de botín a través del saqueo de ciudades usando el mar, acompañados por sármatas, bastarnos y carpos. Una década después sus razzias llegaban a la Grecia continental; en 263 atacan Éfeso y 267-268 amenazan Atenas, Corinto, Argos y Esparta, cosa que obliga a reconstruir fortificaciones y defensas en la zona que llevaban siglos abandonadas. Son rechazados entre 269 y 270 por Galieno y Claudio II les asesta su primera derrota seria, ganando el título de “Gótico” el emperador Claudio II por dicho mérito (lo que nos podría ayudar a hacernos a la idea de cómo eran vistos los godos por los romanos… y lo ciertamente difícil que había sido asestarles un golpe de esa magnitud. Pero los godos insisten en sus desafíos y esta vez penetran en territorio imperial con los vándalos para caer sobre las dos panonias. Aureliano en un contexto de movilización para restaurar las fronteras orientales cae sobre ellos y los derrota. Seis años después, en 277 d.C., una incursión goda cae sobre Grecia, donde Probo la rechaza con contundencia y por ello recibe el título del “Gothicus Maximus”, lo que me reafirma en la auténtica dimensión del poder de los godos y su poder de presión sobre el limes romano.

Las razzias de los godos en la zona durante el siglo III

Después del discurrir hacia el sur siguiendo las rutas comerciales Báltico/Mar Negro a través de los cursos fluviales, caso de los Varegos, la dinastía Rurik o las propuestas como el Intermarium o los mismos Visegrado de nuestros días, los godos se asientan hacia finales del siglo III d.C. en la zona, dándose lugar a la subdivisión entre los tervingos y los greutungos. Los tervingos habitaban la tradicional Dacia y las tierra al este, cosa que los situaría grosso modo con Rumania, Moldavia y el oeste de Ucrania, y los situaría en contacto con el Imperio romano al limitar con éste en el Danubio; al norte estarían los vándalos que hasta el siglo IV ocupaban Eslovaquia y el sur de Polonia, el oeste de los Cárpatos; al este estaban sus hermanos los godos greutungos, cuya frontera estaría en el Dniéper y se extendían por el resto de Ucrania y zonas de la actual Rusia. Los hérulos estarían al sureste y los alanos, un pueblo de lengua irania y procedencia asiática, al noreste. El testimonio de Amiano Marcelino es clave al referirse a los greutungos o tervingos como parte de un mismo ente: los godos. Green en su obra “Linguistic Evidence for the Early Migrations of the Goths”, en su página 18 afirma que la división entre los godos (siglos III-IV d.C.) ha de ser de esta época porque en la zona que ocupan es costumbre en las lenguas eslavas, huna y turca las clasificaciones atendiendo a aspectos como los que estarían detrás de tervingos (“habitantes de los bosques”) y los greutungos (“habitantes de las estepas y litorales”). Estos dos grupos o diferenciaciones quedarán desplazadas progresivamente en las fuentes clásicas cuando entran en el Imperio romano en 376 d.C.

Las relaciones del Imperio con los godos durante estos siglos III y IV d. C. se mueven en términos de inestabilidad, dándose las campañas militares en ambas direcciones de la frontera danubiana, hasta que Constantino I emprende una serie de enfrentamientos que lleva a alcanzar un tratado de paz en 332 d.C., por el que se convertirán en federados oficiales del Imperio romano y marcará un paso más en las relaciones entre godos y romanos. En el año 297 los tervingos ya son una suerte de federados o aliados del tetrarca Galerio y tomaron parte en su campaña contra los persas. Dicho tratado será respetado hasta el 323. Así, durante la guerra civil entre el Augusto de Occidente (Constantino el Grande) y el de Oriente (Licinio), toman partido por el más próximo y el que a priori contaba con más recursos por dominar Oriente, es decir Licinio. Constantino los derrotó y tomó el título de El Gótico. En 323 los tervingos bajo Rausimod cruzan el Danubio y depredan el territorio de Licinio, pero ha de ser Constantino el que los sorprende y persigue al otro lado del Danubio, acabando muerto Rausimod. Fue así como Licinio los ganó para su causa y se preparó con ellos para asestar el golpe definitivo sobre Constantino, pero éste derrotó y condenó a muerte a Licino y unió Oriente y a Occidente como único Augusto. En 327 Constantino construyó un puente sobre el Danubio de grandes dimensiones entre Oescus y Sucinava, a la manera en que César lo hizo sobre el Rin en las Guerras Gálicas, y que sirvió para que los tervingos se expandieran hacia Transilvania. A cambio de percibir un subsidio de carácter anual, el Imperio obtendrá ayuda militar de los reinos godos y se abrirán las rutas comerciales en paz a través de ese territorio que permitía llegar al Cáucaso por su vía norte y terrestre, obteniendo más recursos de toda esa zona Báltico/Mar Negro de la que ya hemos hablado, entre otros el ámbar, por ejemplo. Constantino inauguró una nueva geopolítica para la zona con una intervención lo más directa posible en las disputas tribales entre los bárbaros y siempre en favor de sus aliados, es así como envía a su hijo con un potente ejército para que ataque a los tervingos y taifalos por la retaguardia, tomando prisioneros y asentándolos como colonos en Frigia. Este equilibrio se rompió hacia 370 d.C. haciendo saltar todo el orden construido y aceptado por todos los actores: los hunos aparecen en el horizonte. Tras los intentos de Ermanarico y Atanarico, los godos tervingos comenzaron a solicitar ayuda y asilo a Roma. Los godos traspasarían el limes.

Los godos dentro del Imperio romano

El emperador Valente era cristiano arriano, al igual que la inmensa mayoría de los practicantes del cristianismo en la zona, y los godos, que ya tenían contacto e incluso habían cometido persecuciones contra los cristianos en su territorio temerosos de ver aumentar la influencia romana en la zona de su domino, aceptaron tomar dicha forma de cristianismo para facilitar su entrada en el Imperio. Valente vio la oportunidad de apuntalar el Danubio con estos contingentes godos, a los que les seguían alanos y sármatas (iranios) y otros pueblos germánicos aliados de los godos. Pero la codicia del comes y dux que deberían haber hecho ese proceso para el bien del imperio y no para el bien de su bolsillo provocó una situación que obligó a Valente a presentarse con un contingente preparado para enfrentarse a los persas. Es así como se llegó a la batalla de Adrianópolis (378 d.C.) y que marcaría el declinar de la infantería en favor de la caballería como reina del campo de batalla, aspecto que sería así hasta la batalla de Ceriñola donde el Gran Capitán puso de nuevo a la infantería como reina de la batalla precisamente ante las grandes cargas de caballería pesada del reino de Francia.

Jinetes Godos entre siglos IV y V

El conflicto se mantuvo abierto hasta que las autoridades romanas concedieron tierra a los godos, libre de impuestos, pero bajo control romano mediante foedus. Con ello la frontera danubiana ganaba estabilidad por algo de tiempo, pero esto era insuficiente para los godos, que en 395 verían ascender un nuevo líder: Alarico, quien en un par de años controlaba por cesión de Roma las ciudades de Epiro y mediante su nombramiento como magister militum per Illyricum una opción de influencia sobre la corte en Constantinopla, en lo que fue superado por otro godo: Gainas. Así que Alarico cambió de objetivo: se fijó en Italia, empezando una ocupación del norte de Italia entre 401-402 d.C. marchando incluso sobre Milán y obligando a Honorio como emperador de Occidente a buscar refugio en la ciudad fortificada de Rávena. El general Estilicón marchó con un ejército y derrotó a los godos, ya más propiamente “visigodos” en las puertas de Pilentia y Verona, haciendo que Alarico se replegase sobre la Iliria y la Panonia. Pero lejos de detener a Alarico lo sucedido sirvió para que cambiase de objetivo y en 408 d.C. marchaba sobre Roma directamente. Tres asedios sobre la ciudad se sucedieron como herramienta de presión sobre el Imperio para alcanzar sus objetivos políticos; y así llegamos al 410 d.C. cuando Roma cae bajo las fuerzas visigodas. Desde allí marchó hacia el sur de Italia con la idea de invadir África desde allí, pero en ese proceso Alarico muere y Ataulfo es nombrado sucesor inaugurando una nueva política más conciliadora con Roma que no puede mantenerse al ser asesinado en poco tiempo.

En 416 d.C. tenemos a los visigodos sitiados en el sur de la Galia con lo que son obligados a pactar con Roma: actuarían como fuerza de choque para expulsar a los vándalos y sus aliados de Hispania. En 418 d.C. su excelente cometido lleva aparejada una recompensa: serían asentados en la Aquitania, iniciando bajo las condiciones pactadas con Roma el Reino de Tolosa, ocupando las tierras entre el Loira y el Garona. Fue el éxito político de Teodorico I que mantuvo a los visigodos en la esfera romana del foedus, y que los llevó a pelear contra Atila en 451 d.C. en los Campos Cataláunicos, donde murió Teodorico I. Teodorico II mantuvo la alianza con Roma, y sirvió a sus intereses, como cuando actuó para acabar contra los bagaudas en 454 d.C., o en 456 d.C. cuando marchó con francos y burgundios contra los suevos en Hispania, derrotándolos e iniciando la ocupación goda de la Península Ibérica. Es precisamente en el cénit de la política de Teodorico II en 456 d.C. cuando es asesinado por su hermano Eurico, que lo sustituye en el poder y se dedica a destruir los restos de poder romano en sus dominios, dejando el cuadrante noroccidental de la península a los suevos, optando por mantener la maquinaria administrativa romana y nutrirla con romanos o godos. Promovió un Código legal, a la manera de los recopilatorios imperiales de la época en el que diversos puntos de la ley consuetudinaria goda se adaptan a los principios legales romanos.

Sin embargo, la política imperial romana en Oriente aún guardaba un as en la manga para asestar un golpe sobre el Mediterráneo de predominio germánico. Y para ello, se valdría de la alianza con los francos, cuya conversión al catolicismo impulsa una comunión con su cuerpo oligárquico y sus súbditos de una manera temprana, lo que le abre las puertas de la diplomacia romana oriental. En efecto, una estudiada acción diplomática y de ofensiva con, a mi juicio, el interés de controlar el espacio comercial del Mediterráneo, dejando el Atlántico, grosso modo, a los francos, por parte del Imperio Romano de Oriente, lleva a preparar la caída de los Vándalos en el norte de África, y del poder Godo que se extendía por Italia, Hispania y la Galia de centro mediterráneo. Teodorico I se convierte en dominador de Italia en 491 d.C. al acabar con Odoacro en el campo de batalla, y en 493 d.C. el asesinato pone fin al que depuso a Rómulo Augusto en 476 d.C. Para 497 d.C. el Imperio romano de Oriente reconoce lo evidente, y concede la ciudadanía romana a Teodorico, lo nombra cónsul y magister militum. Por su parte, Teodorico, que sigue siendo arriano, mantiene el Senado en su lugar de honor y éste y la población romana lo reconocen como dominus y Augustus. En 507 d.C. Clodoveo derrota en Vouillé a los visigodos que pierden todo, excepto la Galia Narbonense. A principios del siglo VI d.C. llega la ruptura entre el Imperio romano de Oriente y los ostrogodos por la entente entre Clodoveo y el Imperio. En 508 el consulado es concedido a Clodoveo y su suceden 18 años de tensión creciente hasta la muerte de Teodorico I en 526 d.C., y para 536 d.C. Justiniano enviaba un ejército para controlar Italia, que esperaba el control de Italia con cierta facilidad, alargándose la campaña veinte años y abriendo las puertas de Italia a la influencia y control de francos y longobardos.

Por si fuera poco, el rey Alarico II muere en la batalla y su sucesor, Gesalico no tarda en ser depuesto con la aquiescencia de Teodorico I, rey de los ostrogodos, que dominan en Italia en espera de la acción conjunta de romanos orientales y francos en una pinza perfecta. Hasta la muerte en 526 d.C. de Teodorico I de los ostrogodos, existe una suerte de protectorado militar ostrogodo para los visigodos encarnado por el general Theudis, que será asesinado en 548 d.C., provocando con ello la necesidad de negociar de los ostrogodos con los visigodos a cambio de estabilizar fronteras en el norte, el sur de la Galia y el retorno del tesoro de los visigodos, y el ascenso en la Hispania visigoda como rey de Agila, momento en que el Imperio romano establece una ocupación de buena parte de los recursos y posiciones de la costa meridional de la Península Ibérica. Con el ascenso de Leovigildo en 573 d.C. se alcanza el statu quo con los romanos en el sur, lo que le da la libertad de acabar con los suevos y obtener sus recursos, llega la consolidación con los francos de las fronteras en el frente galo. Sin embargo, las tensiones internas en el reino visigótico de Toledo llevan a la colusión por la política religiosa entre el rey Leovigildo y su hijo Hermenegildo, convertido al catolicismo, provocando un conflicto abierto entre padre e hijo que se saldó con la vida del hijo. En 587 d.C., un año después de suceder a su padre, Recaredo se convierte al catolicismo y exhorta al conjunto de obispos y notables a seguir su ejemplo. Con ello, la legitimidad de la ocupación romana peninsular quedaba pendiente de un hilo demasiado fino en el momento más propicio que permitió acabar con la reconquista visigótica peninsular, mientras acerca posturas con los francos, digamos que hizo la pinza con los francos, tal y como los romanos habían hecho anteriormente.

Conclusiones

Los godos contaron con interesantes fortalezas, como fue su capacidad de aculturación y de recibir influencias en el ámbito militar de los diferentes pueblos con los que tienen contacto, cosa que les permite crear una interesante ductilidad entre las tradiciones germánicas y orientales, que se manifiesta en su sistema de batalla de caballería pesada “catafracta” como arma definitiva dentro de una interesante combinación de infantería y caballería ligera.

Otra interesante fortaleza: su tendencia al matrimonio agnaticio les da una capacidad de influencia limitada en su estructura de poder a grupos ajenos, los cuales se refuerzan y les permiten contar con una capacidad de influencia sobre otros pueblos. Pero se da la siguiente paradoja: una vez asentados creo, insisto a mi juicio, es precisamente ello lo que confluye en los motivos del fracaso de los godos, pues si se hubieran unido con mayor prodigalidad a los itálicos, galorromanos e hispanorromanos, hubieran reforzado su élite, su capacidad de influencia y su estabilidad al adoptar y participar de la misma ley, de la mejora de la administración, etcétera. Otro de sus errores fue no adoptar el catolicismo lo más pronto posible. De hecho, la clave de la victoria de los francos consiste en este fenómeno: la fuerte aculturación dentro del imperio, cosa que se manifiesta en la conversión de Clodoveo, lo cual le lleva a contar con mejores simpatías entre una población más desarrollada, culta y organizada, como la galorromana; gana para sí a la élite del clero, e influye en los burgundios, como una suerte de eficaz Estado tapón sobre los godos.

Otro aspecto fundamental fue mantener dos reinos godos en dos antiguas grandes provincias de gran riqueza y con influencia sobre la parte más rica de la tercera del Imperio de Occidente: las Galias. Unir los dos reinos en una sola corona, presentarse como restauradores del imperio en Occidente influyendo sobre los galorromanos sometidos a los francos en el núcleo de Soissons, no desarrollar una potente flota para contrarrestar una ofensiva del Imperio de oriente llegado el caso y de una potencial alianza de los romanos orientales con los vándalos también fue otro error.

Bibliografía

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