El pasado 20 de octubre de 2021, cuando no había pasado ni siquiera un mes desde los resultados de las elecciones en Alemania, Jens Weidmann, que había estado presidiendo el Bundesbank una década dimitía alegando "razones personales", tal y como recogía el Financial Times.

Weidmann como presidente del Bundesbank ha sido uno de los críticos más acérrimos de la política monetaria "ultra laxa" seguida por el Banco Central Europeo, donde libró una batalla a menudo en solitario contra sus políticas de compra de bonos y tipos de interés negativos. Weidmann trabajó como asesor de la canciller Angela Merkel antes de su nombramiento para dirigir el Bundesbank en 2011. Su decisión de dimitir significa que parece que dejarán el cargo casi al mismo tiempo.

Weidmann, que perdió en la carrera para reemplazar a Mario Draghi como presidente del BCE en 2019, tomó la decisión de dimitir a principios de año, pero esperó hasta después de las elecciones para evitar la impresión de que se trataba de una cuestión motivada por razones políticas. También sintió Weidmann que debería renunciar antes de que Alemania asuma la presidencia del G7 en enero. Está previsto, adicionalmente, que el Bundesbank se traslade a una nueva oficina en el centro de Frankfurt a principios del próximo año. Como el miembro más antiguo del consejo de gobierno del BCE y una de sus voces más "duras" que defendió las opiniones tradicionalmente ortodoxas del Bundesbank sobre la política monetaria que se basan en la experiencia de hiperinflación de Alemania en la década de 1920, en concreto de 1921 a 1923 en el contexto de la República de Weimar y el periodo inflacionista situado entre 1936 y 1945, su partida abre la puerta a un potencial mayor cambio a favor de la mayoría "moderada" del BCE.

La cuestión de la hiperinflación resulta ser un elemento central en el pensamiento de los economistas alemanes, partiendo por ejemplo de Hayek y otros, y si se desea contar con más información recomiendo la lectura del siguiente "paper" que aborda la cuestión desde la perspectiva de autores economistas alemanes.

De hecho, y en el análisis que hace Simon Mee del Bundesbank en su ensayo "Central Bank Independence and the Legacy of the German Past" la Alemania de posguerra fue el lugar para la construcción de una 'mitología monetaria', una narrativa histórica cuidadosamente construida sobre el período de entreguerras de Alemania que floreció en la esfera pública de Alemania Occidental después de la Segunda Guerra Mundial. Analiza Mee la forja de dichos mitos partiendo de la forma en que las lecciones de la experiencia alemana de la inflación, en los periodos que ya he señalado: la hiperinflación de 1922 a 1923 y la inflación de 1936-1945, se politizó en la era de la posguerra y se transformó en armas políticas en apoyo de la independencia del banco central.

El Bundesbank se ha sentido tradicionalmente incómodo con la compra de grandes cantidades de bonos por parte del BCE, por temor a que avive una inflación galopante, fomente las burbujas de precios de los activos y reduzca la disciplina fiscal al reducir los costos de endeudamiento de los gobiernos llamados "derrochadores", y que la prensa como Bild se encarga de airear, como hace este comentario en Twitter Olaf Storbeck, a la sazón corresponsal del Financial Times en Fráncfort.

Esta inflación del 6% ha despertado cierta angustia política, en palabras del Financial Times,

"No deberíamos apuntar a una inflación alta como la que tenemos hoy", dijo Scholz a Bild TV esta semana, y agregó que si no cae tan rápido como se esperaba "tenemos que hacer algo".

Weidmann salió tras la reunión del consejo de gobierno del BCE del pasado 16 de diciembre que ha discutido los planes para comenzar a reducir su respuesta insignia a la crisis del coronavirus: el Programa de compras de emergencia pandémica de 1,85 billones de euros... aunque la variante Omicron está dando unos números que apuntan a ser cada vez más preocupantes, a lo que hay que sumar el impacto de la pandemia en un contexto de transición de modelo económico, gran competición entre grandes regiones, con Estados Unidos, Europa, India y China, con la Revolución Industrial 4.0 en proceso y la transición de hegemonía de Estados Unidos, con todo lo que implica.

En 2019, las ambiciones de Weidmann en el BCE fueron bloqueadas por el nombramiento de Lagarde. Ha tenido que ceder terreno en cuestiones políticas como el clima. Quizás no resulte tan sorprendente que Weidmann eligiera no desempeñar un segundo mandato completo como presidente del Bundesbank.

Desde su nombramiento en el Bundesbank tras la abrupta dimisión de Axel Weber de la primera línea de la banca central a principios de 2011, Weidmann se convirtió en la figura decorativa del conservadurismo financiero en Europa. Se negó a alinearse con la mayoría en el directorio del BCE y se dejó instrumentalizar por los medios populistas de Alemania.

Nagel, quien estudió economía en el Instituto de Tecnología de Karlsruhe, fue consultor del partido socialdemócrata en la década de 1990 antes de mudarse a los Estados Unidos como investigador y luego unirse al Bundesbank en 1999, donde fue jefe de mercados y luego miembro de la junta. Responsable de las relaciones internacionales y de las tecnologías de la información. Después de dejar el Bundesbank en 2016, se unió a la junta ejecutiva de KfW, el banco de inversión y desarrollo de propiedad estatal alemana. Hace poco más de un año se incorporó al equipo de alta dirección de BIS. Si bien su experiencia es más sólida en el lado de la supervisión financiera y los mercados de la banca central que en el lado de la política monetaria, Nagel obtuvo apoyo al hablar con los tres partidos políticos que acordaron formar el próximo gobierno, incluidos los Verdes y el Partido Socialdemócrata y el FDP. El nombramiento de Schnabel habría dejado a Scholz con la difícil tarea de encontrar otra mujer para reemplazarla en el BCE, mientras que ahora se espera que Jörg Kukies tenga un papel importante en el equipo del canciller electo.

Y así llegamos al pasado 20 de diciembre de 2021, momento en que el ministro de Finanzas de Alemania, Christian Lindner, confirmó que él y el canciller Scholz designarían conjuntamente a Joachim Nagel para suceder a Jens Weidmann como presidente del Bundesbank. Christian Lindner describió a Nagel como una "personalidad experimentada" que aseguraría la "continuidad". En un momento de mayor preocupación por la inflación, "la estabilidad de la política monetaria en la tradición del Bundesbank es importante", agregó, y describió el nombramiento como "una buena señal para el pueblo alemán y para Europa". Descrito por quienes lo conocen como “el banquero central de un banquero central”, Nagel es prácticamente un desconocido fuera de los círculos financieros y no ha jugado un papel activo en el debate público alemán sobre la estrategia del Banco Central Europeo.

El director del Bundesbank es miembro del consejo de gobierno del BCE, integrado por 25 personas, y, como representante de la mayor economía de la eurozona, desempeña un papel clave en el establecimiento de la política del BCE.

La forja del coloso: cómo se reafirmó el poder del Bundesbank

Entre 1945 y 1973, es decir dentro de la época del auténtico multilateralismo impulsado por Bretton Woods y respaldado por oro y basado en dólares, las competencias de los bancos centrales nacionales se vieron severamente restringidas. Solo después del colapso de Bretton Woods, el Bundesbank podría emerger como una fuerza dominante en Europa y en el escenario mundial.

Al respecto resulta interesante observar, aunque esto se desarrollará adecuadamente en futuros documentos del Instituto Symposium como muestra de nuestro trabajo como centro de pensamiento para comprender el pasado, situarnos en el presente y proyectarnos en el devenir, que la llamada economía social de mercado de la República Federal de Alemania después de la guerra como un modelo de desarrollo orientado hacia el exterior que reclutaba capital y fuerza de trabajo o mano de obra para una ofensiva exportadora global. El éxito de la industria alemana se tradujo en un compromiso de clase. Para proteger este modelo, el gobierno alemán abogó repetidamente por reformas neoliberales, inicialmente en el extranjero arrancando en los estertores de Bretton Woods y leyendo bien diferentes elementos que se dibujaban en el horizonte en esos años de los estertores de Bretton Woods, y que podemos sintetizar en los siguientes elementos:

1/ Fin del multilateralismo: Bretton Woods se construye en un momento en que se aspiraba a incorporar a la Unión Soviética y con la presencia de los Imperios británico, francés, neerlandés, belga, portugués... con predominancia de los dos primeros. La Guerra del Canal de Suez y la cooperación entre Estados Unidos y la Unión Soviética sacó fuera del tablero a Reino Unido y a Francia. La consecuencia fue, dentro de la panoplia de medidas destinadas a afianzar al dólar y debilitar a la libra esterlina y a la estructura del Imperio, el surgimiento del mercado del eurodólar o el principio de la fiscalidad offshore: los paraísos fiscales, para entendernos.

2/ A su vez, la administración Kennedy empezó a rebajar impuestos en nombre del crecimiento económico, tuvieron éxito y generaron crecimiento económico. No obstante, empezaron a alimentar un incremento de la desigualdad que persiste hasta nuestros días porque la estructura de aquellos recortes fiscales que puso en marcha Kennedy y, más tarde, la Administración Johnson, redundaron en beneficio de los ricos más que del resto. La idea era que si la gente tenía más dinero para gastar, saldría a gastárselo y la economía crecería. Y eso es lo que pasó, pero también se expandieron las desigualdades.

3/ La formación de un "Occidente Corporativo", es decir el éxito de las corporaciones estadounidenses implicó una réplica por el resto de las corporaciones incrustadas en las estructuras de "Occidente", y ante la necesidad de encontrar unos mercados que no se generaban (recuerden que un tercio del mundo es "libre" es decir bajo la esfera norteamericana; el otro tercio está bajo la esfera del socialismo, sea el de los países del "socialismo real" de Europa Central y Europa del Este, la propia Unión Soviética o los países de influencia socialista y corte nacionalista como China, Corea del Norte, Egipto/Siria, Argelia, Cuba... Esto deja a un tercio de países como posibles elementos de expansión, de los cuales la América Latina presentaba cierto elemento de desarrollo en vías de un mayor desarrollo, en África se luchaba entre el colonialismo, el post colonialismo, el neocolonialismo y las nuevas formas de revolución de corte nacionalista-religioso-socialista, impulsados por Egipto y más aún por Argelia, a lo que se añadirá Libia y el auge de Siria para otros escenarios; y el modelo llevado por Reino Unido, Francia, Bélgica (como socio minor) y bajo la esfera de la esfera "libre" de Estados Unidos, al igual que la Unión Soviética hacía lo propio, particularmente años 80 del pasado siglo XX.

Así las cosas, nos encontramos precisamente la ofensiva por América Latina, y de ahí la idea de la creación del gran bloque, impulsada sobre la base del desarrollismo alrededor del polo de industrialización Chile, Argentina, Uruguay y partes de Brasil centrado en el polo sur y con la idea de dirigirla hacia el interior en lugar de recurrir hacia la exportación de materias primas como elemento capilar, ya que estas últimas contaban con precios a la baja. Hay que contar que a principios de la década de 1960 el principal debate económico en el Cono Sur no era el sostenido entre el capitalismo del laissez-faire y el desarrollismo, sino el que hablaba de cómo conseguir llevar el desarrollismo a su siguiente fase. Los marxistas defendían nacionalizaciones masivas y reformas agrarias radicales; los centristas decían que la clave estaba en una cooperación económica mayor entre los países latinoamericanos, con el objetivo de transformar la región en un poderoso bloque comercial que pudiera rivalizar con Europa Occidental y América del Norte. El camino escogido, el de los marxistas, se basa en el típico error: soberanía, que enlaza con la auténtica ideología de la América Latina, es decir el nacionalismo impulsado por sus respectiva élites para mantener el statu quo ante todo, y por los marxistas porque se afirman en el Estado, pero el Estado no es más que un consenso de unas determinadas élites que definen un espacio: la soberanía realmente es otra cosa y no depende de la ley ni del derecho en último término, algo no entendido desde 1648, cuando la "revolución" y ascenso al poder de los neerlandeses, definiendo las primera hegemonía, y basada en dos errores de apreciación en su gestión:

A/ Las élites rentistas españolas no deseaban el control del comercio triangular porque tal aspecto podría ir en la vía que ellos siempre han querido evitar, y que se basa en el hecho de cargar los impuestos abajo, favorecer la especulación y el rentismo, evitar en la medida de lo posible la industrialización y la revolución agropecuaria. Es evidente que con estos rivales el comercio triangular de los neerlandeses les iba muy bien a las élites españolas, que no lo quería en sus manos ni impactando en la península: que Sevilla fuera Ámsterdam era su pesadilla, como lo ha venido siendo hasta nuestros días y adaptando siempre el mismo fenómeno. No es el caso de los ingleses (luego británicos) y de los franceses que lucharon por arrebatárselo, y sobre ello construir sus espacios de discusión en término de hegemonía.

B/ A pesar de la arquitectura y de la estructura contraria al papado y al Imperio, la preeminencia del derecho y del Estado-nación como forma de cortar la expansión de los grandes poderes. La realidad es otra muy diferente, y la misma Polonia bajo los guerrilleros comunistas descubrió: la Unión Soviética la avasalló sin ningún miramiento. Finanzas, poder industrial, y la capacidad de reunir todos los medios mediante la fusión de élites de todo tipo en un gran espacio capaz de detener las influencias o las ofensivas desde cualquier frente: desde el monetario al financiero, desde los medios de comunicación hasta el elemento del aparato académico, desde la capacidad tecnológica e industrial hasta el militar... la clave es tener esto o construirlo, como se ha venido haciendo a lo largo de la Historia por los espacios con capacidad de hegemonía y auténtica, y subrayo auténtica, soberanía.

Estas circunstancias endurecieron el choque y les llevó a formar un frente a Europa Occidental y Estados Unidos para controlar a los disidentes y, de paso, aprovechar las circunstancias y emprender un modelo de grandes concentraciones de capital descapitalizando a las clases medias (Argentina contaba con la clase media más numerosa del continente en los años 50 del pasado siglo XX) aprovechando su división y debilidad autoinducida.

4/ Así las cosas, la expansión corporativa no era algo tan fácil de conseguir, no en aquellos números, de modo que también desde finales de los sesenta las grandes corporaciones empezaron a desviar una parte de sus beneficios a los territorios offshore, los paraísos fiscales.

5/ Las élites alemanas leen también de una forma muy correcta tres elementos que a los estadounidenses (y británicos) les empezaban a causar una notable preocupación:

A/ El ascenso de la Francia de De Gaulle y sus planes para tragarse a Europa Occidental;

B/ La guerra de divisas que emprende la Francia de De Gaulle contra Estados Unidos;

C/ La distensión de De Gaulle con la Unión Soviética y el camino abierto hacia una cooperación con las élites socialistas para integrar espacios y mercados.

Tras el intento de De Gaulle de atraer a los alemanes, estos se escapan de esta posición y, con la referencia del "peligro soviético" suman sus intereses particulares a los de los norteamericanos.

6/ El elemento revolucionario alrededor de Mayo de 1968 como revolución neoliberal.

El "shock de Nixon" en 1971, cuando el gobierno de Estados Unidos bajo el presidente Richard Nixon levantó la paridad del oro del dólar estadounidense y contribuyó así al fin del sistema internacional de tipos de cambio regulados, se debió en parte a la política de Alemania Occidental, pues Estados Unidos también necesitaba a Alemania para contener la entente entre franceses y soviéticos, por un lado; pero no es menos cierto que los alemanes contaban con los medios para, valiéndose de ese hecho, impulsar a su propio establishment industrial en detrimento de franceses, italianos del Norte y británicos.

El dólar estadounidense era la moneda de reserva del mundo capitalista, pero debido a que cada vez más dólares circulaban por el mundo, las reservas de oro estadounidenses ya no cubrían la oferta monetaria, este hecho unido a la entrada de más elementos en el sistema de masas, mujeres y otras razas, precisaba de un gran salto adelante en términos de una mayor industrialización, lo que a su vez generaría más crecimiento y ampliaría los márgenes del sistema, por tal razón Nixon comisionó a Kissinger para ampliar ahora para Estados Unidos los márgenes para seguir ampliando la distribución de dólares al sistema, de tal manera que se pudiera reafirmar la hegemonía indiscutible de Estados Unidos en detrimento del intento francés captando a las élites soviéticas y sus necesidades de encontrar mercados a sus materias primas y cohesionar industrialmente su espacio, por un lado, aunque esto fracasó por la oposición liderada por Henry Jackson con Vanik, contra los acuerdos comerciales entre Washington y Moscú, que harán descarrilar todo un trabajo liderado por Kissinger en la Administración Nixon; y, por el otro lado, cerrar el acuerdo con la familia Saud que les permitía, literalmente "imprimir" dólares sobre los barriles de petróleo en un contexto de gran desarrollo industrial, que llegó de todas formas tras el fin del telón de bambú, la muerte de Mao y el fin de la Revolución Cultural y el lanzamiento de la industrialización de China; contando también con la cooperación de la República Federal de Alemania en la vía neoliberal de una forma determinante. Al mismo tiempo, el gasto público aumentaba en Estados Unidos de manera constante, porque el gobierno quería financiar:

A/ La expansión del estado de bienestar;

B/ La Guerra de Vietnam; y,

C/ Garantizar el pleno empleo.

En mayo de 1971, el gobierno de Alemania Occidental anunció que abandonaría el vínculo entre el marco alemán y el dólar estadounidense. Esta decisión "ejercerá una presión saludable sobre nuestros socios para que acuerden una política de estabilidad común", dijo un representante del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania Occidental en ese momento. La República Federal de Alemania perseguía protegerse de los efectos de la política financiera expansiva estadounidense y garantizar la estabilidad de precios. En agosto de 1971, ahora ha hecho 50 años, y como consecuencia de la acción de la República Federal de Alemania, Nixon anunció sorprendentemente el fin de la convertibilidad del dólar estadounidense en oro.

Unos años más tarde, el gobierno de Estados Unidos bajo Jimmy Carter preparó un nuevo programa coordinado internacionalmente para aumentar el gasto público. Pero el canciller Helmut Schmidt propuso un modesto objetivo de crecimiento de sólo el uno por ciento, que debería lograrse mediante recortes de impuestos en lugar de mediante el gasto público, cosa que sintonizaba con las necesidades de las Corporaciones Occidentales globales, de las cuales unas cuántas eran alemanas. Se suponía que esta política antiinflacionaria protegería la estabilidad del mercado y las exportaciones de la economía alemana, y ayudaría a controlar a Francia e Italia. Esto también empujó a Estados Unidos a tomar un curso deflacionario: en lugar del pleno empleo, la estabilidad de precios se convirtió en el objetivo decisivo. El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Paul Volcker, elevó drásticamente la tasa de interés clave, lo que en 1979 desencadenó una fuerte recesión, el llamado choque de Volcker.

También en Europa, la política alemana se volvió contra las soluciones keynesianas de la crisis. En 1975, el gobierno italiano intentó superar su crisis económica aumentando el gasto público, pero la dependencia del crédito externo se interpuso. Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia presionaron a Italia para que aceptara un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI), que exigía recortes en el presupuesto nacional y la exclusión del Partido Comunista Italiano de cualquier coalición gobernante.

La DC o Democrazia Cristiana, fundada en 1943 por intelectuales de la talla de Alcide De Gasperi o Attilio Piccioni, entre otros, obtuvo siempre la victoria en los comicios a los que se presentaba en Italia, con la excepción de las elecciones europeas de 1984 en las que se impuso el PCI. La DC fue un partido que se puede definir de centro, variando según los momentos y circunstancias electorales entre posiciones siempre moderadas de centro-izquierda o centro-derecha. Habitualmente gobernó en solitario o con el PSI (Partito Socialista Italiano). En la década de los años 70 se apoyó en el arco parlamentario en el Partido Comunista Italiano o PCI, es lo que se conoce como el compromesso storico (compromiso histórico), teorizado e impulsado por el secretario general del Partido Comunista Italiano Enrico Berlinguer en 1973 en el órgano de comunicación del PCI, la revista Rinascita, en los números 38 del 28 de septiembre, 39 del 5 de octubre, y 40 del 12 de octubre, y que contó con el inmediato apoyo de sectores de la DC vinculados a la Azione Cattolica (Acción Católica), como es Aldo Moro (de manera muy destacada) y con la oposición de Giulio Andreotti; para el PSI se trataba de una estratagema para ser desplazados de la hegemonía dentro del espacio de la izquierda a nivel nacional, caso de Bettino Craxi y Riccardo Lombardi, mientras que otros afirmaban que con ello se alejaba definitivamente cualquier tentativa seria de alcanzar un gobierno de izquierdas dirigido por el PSI con el apoyo del PCI.

El acuerdo con el PCI por parte de la DC se mantuvo hasta las elecciones de 1980 y después del asesinato de Aldo Moro por parte de las Brigadas Rojas. En 1980 se inicia el Pentapartito, que es el acuerdo liderado por la DC, aunque los primeros años le cedió la presidencia al PSI, y que además de los socialistas sumaba al Partito Socialista Democratico Italiano (PSDI), Partito Repubblicano Italiano (PRI) y el Partito Liberale Italiano (PLI).

También en 1975 la alta inflación puso en peligro el programa keynesiano del gobierno laborista británico. Alemania se negó nuevamente a apoyar la moneda británica, por lo que en 1976 el gobierno británico se vio obligado a aceptar un préstamo del FMI y recortar el gasto público. Esto supuso el ascenso de Margaret Thatcher y la conquista del poder de la revolución administrativa del neoliberalismo en 1979, 11 años después del momento revolucionario de mai 1968.

Mucho antes de la crisis del euro, Alemania apoyó la austeridad como estrategia para la gestión de crisis en otros países europeos. Incluso entonces los políticos alemanes jugaron sus bazas en clave de entender que cualquier solución de crisis proteccionista, intervencionista estatal e inflacionaria como una amenaza para los mercados abiertos y los precios estables en los que se basó el éxito del modelo exportador alemán.

Esta presión de adaptación sólo llegó a Alemania con retraso. Con la moneda común de la zona del euro, Alemania se vio expuesta a nuevas presiones competitivas en el cambio de milenio, paradójicamente con la República Popular de China, que ha supuesto también ciertos elementos de cooperación en un contexto de transición de hegemonía por parte de los dos motores con capacidad de generar sus propios espacios, aunque Alemania per se no puede hacer absolutamente nada en ningún aspecto, para eso es precisa Francia, Italia, España... y dar forma a la Unión Europea en clave federal con una unión monetaria a la que sumar la unión fiscal y bancaria y los eurobonos, y por el otro lado China y la reconstrucción de su espacio en varios niveles, aspectos estos que también estudiaremos en el Instituto Symposium con detenimiento, pues son absolutamente claves para la correcta comprensión e interpretación de estos tiempos y los que están por venir. A fin de combatir el elevado desempleo sin sobrecargar la competitividad de la industria mediante un mayor gasto público, se ha flexibilizado el mercado laboral rebajando de facto los salarios.

Todo ello explica la reacción anglosajona en varias vertientes:

A/ Brexit;

B/ El principio de la contención a Alemania;

C/ El aumento de la presión a China hasta el choque en los términos que estamos observando;

D/ La presión sobre Francia y contener a Francia en varios escenarios; y,

E/ Los AUKUS o la Commonwealth 3.0.

A partir de 1973 la adopción del monetarismo por parte del Bundesbank fue un elemento determinante en la función de dar forma a toda una narrativa del dinero como una fuerza exógena que tenía que ser domesticada por la política del banco central, sobre lo que dedicaremos otro documento de estudio en el Instituto Symposium para detallarlo adecuadamente.

En las décadas de 1970 y 1980, el Bundesbank demostró su independencia yendo al choque de forma repetida con los ejecutivos social-liberales encabezados por Helmut Schmidt.

El Bundesbank también fijó los términos de la política de intereses dentro y fuera de Europa, cosa que supuso un complejo proceso de negociación con los vecinos europeos de Alemania a través del Mecanismo de Tipo de Cambio Europeo. Yendo a lo concreto, el Bundesbank sospechaba de la tendencia de Bonn a hacer concesiones a París, propiciando con ello a la postre el juego del antipoder en el seno de Europa que evitó la formación de la UEO como uno más de los factores que contribuyeron a este fin.

A finales de la década de 1980, tres cambios supusieron el comienzo de la apoteosis del poder del Bundesbank:

1/ La liberalización de los movimientos de capital en Europa a partir de 1988, cosa que supuso un aumento de la vulnerabilidad a los flujos de capital.

2/ En 1988, el Bundesbank inició un esfuerzo concertado para elevar las tasas de interés y alinearlas con las de Estados Unidos con el ascenso de este factor en la Reaganomics; y,

3/ En 1990, el final de la Guerra Fría y el proceso de unificación alemana crearon más presión para subir las tasas.

El resultado fue que el Bundesbank provocó un impacto dramático en las tasas de interés en tres escalones con reafirmación del poder del Bundesbank.

La estrategia del Bundesbank en esta horquilla de 1988-1990, y particularmente en 1989, desencadenó una secuencia de eventos transnacionales que cambiaron el orden monetario internacional de una manera consistente con los intereses alemanes, de nuevo dando un empuje en la dirección neoliberal. La transición estuvo marcada por un cambio del enfoque pragmático de coordinación macroeconómica internacional liderado por Estados Unidos a un enfoque basado en reglas fundado en el principio de metas de baja inflación.

Paradójicamente con su apoteosis llegó su caída en términos reales: aunque según afirma el propio Bundesbank, sus acciones fueron significativas a la hora de poner en marcha la difusión mundial del modelo de banca central independiente, pero a su vez, con el Tratado de Maastricht de 1992, se estaban tomando medidas para frenar su poder nacional independiente, al sumergirlo en la moneda común europea, de forma tal que dependerá del camino que tome esta última realmente, con una primera parte de doctrina neoliberal alemana para el beneficio de Alemania y sus intereses, y así, con la crisis económica de 2008, que se tradujo en una crisis de la deuda soberana en la eurozona, Alemania pudo asumir de nuevo el conocido papel de impulsar las reformas neoliberales en su periferia y, al mismo tiempo, señalar a su propia población que así protegería la estabilidad del modelo económico nacional. La política de austeridad de la UE no sólo protegió de las pérdidas a los bancos alemanes en concreto que hasta entonces habían concedido préstamos rentables en la periferia, sino que también encajó en el intento a largo plazo de integrar la periferia europea en las cadenas globales dominadas por los exportadores alemanes. La devaluación de la periferia, forzada durante la crisis, ha contribuido a reducir los costes de las empresas industriales alemanas que producen allí o se abastecen de piezas en ese país, y a mejorar la competitividad de los exportadores alemanes en los mercados mundiales, y con ello competir con China junto a otros factores, a la par que abrir mercados en los BRICS.

El que Estados Unidos haya ido cegando esos espacios, el propio ascenso de China (y atención que viene India), junto al eje del Extremo Oriente en el contexto de transición de hegemonía estadounidense y la contención tanto a China como a Berlín-París en diferentes materias y usando el clásico del egoísmo y no colaboración (juego del antipoder europeo) la esperanza de los AUKUS es contener al retador de Europa Occidental y revertirlo a un Mercado Común.

En definitiva, la suma de estos y otros factores hacen que ahora la situación haya cambiado, y a pesar de que Angela Merkel se empeñó en no abordar esta situación contemporizando con ella (o procrastinando, que también se podría decir) ha llevado a lo que sucede siempre que se procrastina y la situación es muy compleja en cuanto a desafíos y amenazas: que te estrellas contra el muro de la realidad de una forma extremadamente violenta. De ahí la necesidad de transformar el espacio europeo en un Superpower en competencia extrema con otros Superpowers.

¿Qué es hoy día el Bundesbank?

Lo mismo que cualquier banco central de un Estado miembro de la Unión Europea, con el desafío de tener una unión monetaria, pero no fiscal ni bancaria, ni contar con eurobonos.

Conserva el aura de haber sido una importante institución nacional y viene a ser el símbolo de una solidez monetaria. Pero la ficción de un "nosotros nacional" (sí, también para Alemania), elude el hecho de que el Bundesbank en su actividad operativa ya no es una institución alemana, sino parte del Eurosistema supranacional. Lo que sucede es que se halla en una forma de estado híbrido por el que el presidente de la institución no tiene más remedio que navegar.

Si bien podría presentarse al BCE como esencialmente una continuación de la herencia del Bundesbank, generó relativamente poca tensión. Pero este aspecto está totalmente acabado desde 2008.

Es totalmente oportuno que señalemos aquí las evidencias que pone sobre el tapete Mervyn King, que fue gobernador del Banco de Inglaterra en una entrevista que le hizo el periódico El País y en la que es rotundamente claro (y preclaro) respecto a estos puntos:

"En 2020 los países desarrollados caímos un 10% y este año creceremos en torno al 5%: las cifras exactas dan completamente igual, lo de verdad importante no es pronosticar el PIB, sino ampliar el foco. Y lo que se avecina es una crisis de endeudamiento, que llegará pronto. La deuda global está por encima de los niveles de 2007, y empresas y Estados la han aumentado aún más con la pandemia. Cuando se retiren las muletas del Estado habrá quiebras de empresas, y muy probablemente crisis de deuda soberana en los países emergentes. El hecho de que todo eso vaya a suceder de forma más o menos sincronizada es un problema serio, con potencial para provocar una crisis financiera, particularmente en la zona euro. Es imposible saber cuándo y dónde va a suceder exactamente eso, por la incertidumbre radical, pero el sistema chirría por el lado de la deuda"
"El caso extremo es el BCE, que se ha convertido en un animal político: lleva años relocalizando recursos de una parte de la eurozona a otra sin mandato para ello. El euro se creó pretendiendo que una unión monetaria es viable sin unión fiscal. Eso provoca constantes tensiones, como ya vimos en 2010 en el Sur: en ausencia de transferencias fiscales del Norte al Sur es muy difícil mantener unida la zona euro. Con la covid, Europa no ha optado esta vez por la austeridad sino por los fondos europeos: por las transferencias fiscales. Pero de momento es algo temporal, para una sola vez, y en cambio ese es un reto permanente para la eurozona"
"El ministro alemán Wolfgang Schäuble vino una vez a mi despacho en Threadneedle para pedirme consejo sobre cómo solucionar los problemas del euro. Y yo le di tres opciones: desempleo permanente en el Sur, más inflación en el Norte o unión fiscal. ‘No me gusta ninguna de las tres’, dijo. Y ese es el problema, porque lo único seguro es que llegará otra crisis y entonces será tarde para arreglar el avión en pleno vuelo. Argumentar como hizo Schäuble en su día que el superávit alemán es útil para el conjunto del euro porque genera déficits en otros países es no haber entendido las consecuencias de una unión monetaria."
"Con la pasada crisis descubrimos que hay un límite al dolor económico que puede imponerse en la búsqueda de una Europa federal sin una respuesta política. Y en la próxima crisis pueden resurgir las divisiones en esa batalla entre la voluntad política y la realidad económica"
"Trump ha convencido a los estadounidenses de que los EE UU han sido los perdedores de la Guerra Fría y de la globalización; los alemanes están convencidos de que son los paganinis de Europa. Tremendo error
"El síntoma más evidente del gran desequilibrio que tiene la economía mundial son los bajísimos tipos de interés. La otra cifra preocupante es el nivel de deuda. Tarde o temprano veremos quiebras de empresas, reestructuraciones de deuda privada, y crisis de deuda soberana en los emergentes. También necesitamos una reforma de la gobernanza monetaria global, que corre el peligro de fragmentarse. Ojalá seamos suficientemente audaces"

La economía de Alemania en el contexto del ascenso de Nagel a la presidencia del Bundesbank

El Financial Times recogía que los economistas advierten que Alemania corre el riesgo de caer en recesión este invierno después de que el principal indicador de confianza empresarial del país cayera a su punto más bajo desde febrero y el banco central recortara sus previsiones de crecimiento.

El vasto sector industrial alemán se ha visto paralizado durante meses por retrasos y escasez de materiales causados ​​por cuellos de botella en la cadena de suministro, cosa que debe obligar a cambiar los planteamientos y desarrollar las cadenas de suministros en la doble vertiente de punteras tecnológicamente y cercanas geográficamente, y de paso prepararnos para la gran competencia entre grandes regiones.

No obstante, hay que añadir que ahora el sector de servicios de Alemania más grande también se ve afectado por nuevas restricciones para contener un aumento en las infecciones por coronavirus. El deterioro de las perspectivas para la economía más grande de Europa fue subrayado por el Bundesbank recortando sus pronósticos de crecimiento para este año y el próximo. El indicador mensual del sentimiento empresarial alemán producido por el Instituto Ifo de Munich cayó más de lo que esperaban la mayoría de los economistas a 94,7 en diciembre, por debajo de 96,6 el mes anterior.

“Las empresas evaluaron su situación comercial actual como menos positiva”, dijo Clemens Fuest, presidente de Ifo. “También aumentó el pesimismo con respecto al primer semestre de 2022. La economía alemana no recibe ningún regalo este año”. Fuest dijo que la confianza disminuyó en los sectores de servicios, comercio minorista y construcción, incluida una fuerte caída en la confianza entre las empresas de turismo y hotelería. La confianza aumentó entre los fabricantes alemanes, pero muchos de ellos también advirtieron sobre el empeoramiento de los atascos de suministro.

Carsten Brzeski, jefe de investigación macro de ING, dijo: "La [nueva] ola de la pandemia ahora podría llevar a la economía al borde del estancamiento, o incluso a una recesión técnica". Sin embargo, algunos economistas dijeron que un repunte reciente en la producción industrial alemana, impulsado por un salto en la producción de automóviles en octubre, podría salvar a la economía de una caída en la producción general durante el último trimestre.

"Es poco probable que el crecimiento del cuarto trimestre sea negativo dado el impulso que está teniendo", dijo Sven Jari Stehn, economista jefe para Europa de Goldman Sachs. Sin embargo, agregó que había "riesgos a la baja" para el pronóstico de Goldman de un crecimiento alemán del 0,4 por ciento en el primer trimestre del próximo año, especialmente si se introduce un bloqueo nacional más estricto para contrarrestar la variante del coronavirus Omicron, y dura más que previsto.

El Bundesbank recortó el viernes sus previsiones de crecimiento alemán para este año del 3,7 al 2,5 por ciento, y para el próximo año del 5,2 al 4,2 por ciento. Advirtió que el producto interno bruto "podría caer algo" en el último trimestre de este año, pero que se recuperará a partir de la próxima primavera gracias a un "boom del consumo privado", así como a mayores exportaciones e inversión empresarial.

Hubo más evidencia de problemas de suministro que empujaron al alza las presiones inflacionarias, después de que los precios al productor alemanes subieran un 19,2 por ciento en noviembre, su tasa más rápida desde 1951, impulsada principalmente por el alza de los precios de la energía, los metales y los productos de madera. El Bundesbank predijo que los cuellos de botella de la cadena de suministro no se resolverían hasta finales del próximo año. Tanto Deutsche Bank como Commerzbank, los dos mayores prestamistas del sector privado de Alemania, también advirtieron sobre una probable recesión este invierno. Deutsche Bank pronosticó que la economía alemana se contraería un 0,5 por ciento en el trimestre actual y el siguiente "en gran parte debido al freno en el consumo privado causado por la regulación más estricta de la Covid y el distanciamiento social voluntario". Jörg Krämer, economista jefe de Commerzbank, también pronosticó que el gasto del consumidor alemán caerá a corto plazo. Pero dijo que los hogares habían acumulado ahorros adicionales por valor del 10 por ciento de sus ingresos disponibles durante la pandemia, y predijo que "esto impulsará fuertemente el consumo" una vez que se levanten las restricciones, incluso si solo se gasta una parte.

Nagel y sus posicionamientos

Joachim Nagel ha resultado ser el elegido para sustituir a Weidmann. De 55 años, que pasó la mayor parte de su carrera en el Bundesbank antes de unirse al BPI como subdirector de la unidad bancaria el año pasado. Las opiniones de Nagel sobre la política monetaria son poco conocidas, ya que la mayor parte de su carrera de 17 años en el banco central alemán la dedicó a supervisar los mercados de capitales.

El nombramiento de Nagel se produce en un momento tenso para el Bundesbank, ya que los funcionarios de la institución alemana se han preocupado por el aumento de la inflación de la eurozona a un máximo histórico del 6% el mes pasado, muy por encima del objetivo del 2 por ciento del Banco Central Europeo.

Una fuente familiarizada con las conversaciones declaró al Financial Times que Scholz se inclinaba hacia Nagel en parte por el deseo de instalar un banquero central en lugar de un académico al frente del Bundesbank para mantener la estatura y la influencia de la institución.

Nagel también logró la rara hazaña de complacer a todas las partes en el complejo nuevo gobierno de coalición de Alemania. Su afiliación al partido socialdemócrata, lo hizo agradable para Olaf Scholz, el canciller del SPD, mientras que sus puntos de vista ortodoxos sobre la política monetaria lo hicieron aparecer con rasgos positivos por parte del ministro de Finanzas Lindner, quien es líder del liberal - y fiscalmente agresivo- y por consiguiente, del FDP.

Nacido en Karlsruhe y con un doctorado en economía en el Instituto de Tecnología de la ciudad, Nagel asesoró al SPD sobre política económica durante la década de 1990, y a partir de ahí tenemos al típico perfil de lo que podríamos llamar el típico miembro del SPD de la "nomenklatura" de esa parte de las élites alemanas, con su paso de un año en Washington haciendo investigación, para unirse al Bundesbank en 1999.

Previamente, en 1997 Nagel obtuvo su doctorado en Karlsruhe con un doctorado sobre la política económica del lado de la oferta de Ronald Reagan, que presenta la forma de un ejercicio narrativo de la escena de las políticas económicas de los años 80 del pasado siglo XX en Estados Unidos. Concluye Nagel que la administración Reagan no logró reducir drásticamente las tasas impositivas marginales (el aumento a nivel estatal compensó los recortes federales). Pero, en lugar de rechazar directamente las medidas del lado de la oferta, en conclusión, Nagel aboga por una reconciliación entre la política macroeconómica del lado de la demanda y la política del lado de la oferta. Sobre todo, pide una coordinación de políticas.

En 2010 fue nombrado miembro de su consejo de administración, responsable de los mercados y las tecnologías de la información. En 2016 se trasladó al banco de desarrollo estatal KfW, donde luego dirigió el trabajo del banco en el apoyo a los mercados emergentes. En 2020 pasó al Banco de Pagos Internacionales, donde fue subdirector de banca. Mientras estuvo en el KfW, Nagel fue presidente de KfW Ipex Bank, una subsidiaria que ha sido criticada por su papel en el asunto Wirecard.

El banco otorgó un préstamo no garantizado de 100 millones de euros a Wirecard en 2018 y lo extendió en 2019, una época en la que abundaban los informes de los medios de comunicación sobre actividades sospechosas en la empresa. En septiembre del año pasado, la policía alemana allanó las oficinas de Ipex como parte de una investigación criminal sobre los empleados que aprobaron el préstamo original. Sin embargo, los parlamentarios que investigaron el papel de Ipex como parte de una investigación sobre el colapso de Wirecard descubrieron que la junta del banco sólo fue informada sobre el préstamo a la compañía de pagos en desgracia en 2020, días antes de que se declarara insolvente, y no había desempeñado ningún papel en la concesión o prórroga.

Lo que buscará Olaf Scholz en su presidente del Bundesbank, no es una tribuna conservadora al estilo de Weidmann, sino alguien que pueda seguir cerrando la brecha entre la confianza alemana en sus instituciones nacionales y la autoridad del BCE.

Conclusión: Nagel podría traer más cambios de lo que parece a simple vista

¿Por qué? Porque el contexto lo es todo, simplemente. La situación es realmente de muerte cerebral, tal y como acertadamente señaló Emmanuel Macron respecto a la situación actual de la OTAN, en el caso de la Unión Europea y la supervivencia de todos y cada uno, no hablo ya de la Unión Europea, pasa por un momento federal de gran intensidad y hamiltoniano, como ya señalé en este documento del Instituto Symposium cuya lectura es totalmente imprescindible.

Tal y como informa Johanna Treek en POLITICO, Nagel a pesar de ser ampliamente visto como una opción de continuidad, "sus raíces en el Bundesbank y su profundo conocimiento de la institución pueden darle credibilidad para desafiar su ortodoxia desde adentro y ayudarlo a adaptarse a los tiempos".

Nagel ahora puede tener la oportunidad de restablecer las relaciones Bundesbank-BCE y transformar el papel del Bundesbank en el sistema de bancos centrales con el BCE en el centro.

"Señalaría cierto grado de continuidad del Bundesbank, junto con experiencia en el mercado e internacional", afirma el economista de Berenberg, Holger Schmieding. "Podría convertirse en un puente entre el BCE y el público alemán, dando forma a las decisiones del BCE y ayudando a explicarlas al público alemán".

Otros economistas que han trabajado con Nagel, hablando de forma anónima, dijeron que, en términos de política, es más moderado y probablemente más pragmático que Weidmann, que acabó por ser el rostro respetable de AfD en no pocos asuntos.

La carrera de Nagel en el Bundesbank también puede allanar el camino para el cambio. Tiene muchas posibilidades de incorporar al personal del Bundesbank, que es más probable que lo vean como un aliado y lo ayuden a modernizar posiciones e ideas de larga data sobre la banca central.

Pero Schumacher también advirtió que no se espere una revolución. Más bien, el Bundesbank podría funcionar mejor si ofrece alternativas más constructivas que en el pasado. Y en esto está totalmente acertado, pues las soluciones no vienen de ese lugar, emanan de la armonización de Europa en la vía federal con una euro "de verdad" y con eurobonos que permitan aplicar fuertes palancas para proveer de todo lo necesario para la soberanía estratégica que podemos permitirnos los españoles, alemanes, franceses, polacos, portugueses, etcétera dados los colosos a los que nos enfrentamos: la de un espacio europeo convertido en un completo Superpower.