
Introducción
El ascenso económico de China en el siglo XXI constituye uno de los fenómenos más transformadores de la economía global, desafiando las categorías tradicionales de socialismo y capitalismo. Este modelo híbrido, caracterizado por una potente intervención estatal combinada con un dinamismo de mercado, ha captado la atención de académicos y analistas en todo el mundo. Keyu Jin, profesora de economía en la London School of Economics (LSE), se posiciona como una voz destacada en este debate gracias a su perspectiva bicultural y su capacidad para traducir las complejidades del sistema chino a una audiencia global. En su libro The New China Playbook: Beyond Socialism and Capitalism (2023), Jin propone una reinterpretación del modelo económico chino, destacando tres pilares fundamentales: una robusta capacidad estatal, una descentralización competitiva que denomina “economía de los alcaldes” y un auge innovador liderado por una nueva generación de emprendedores. Su enfoque, que combina análisis académico con una narrativa accesible, se complementa con sus contribuciones en plataformas como el podcast de Lex Fridman (2025), donde explora temas como las sanciones tecnológicas, la relación Estado-empresa y los desafíos demográficos de China.
Esta monografía ofrece un análisis crítico y exhaustivo del pensamiento de Jin, situándolo en un diálogo interdisciplinario con académicos de renombre que han estudiado el desarrollo económico asiático y global. Entre ellos se encuentran Jostein Hauge, Barry Naughton, Dani Rodrik, Alice Amsden, Dwight Perkins, Joseph Stiglitz, Justin Yifu Lin, Ha-Joon Chang, Masahiko Aoki, T.J. Cheng, Gregory C. Chow y economistas coreanos como Atul Kohli y Byung-Nak Song. Cada uno aporta perspectivas complementarias o críticas al modelo chino, enriqueciendo el análisis con enfoques históricos, institucionales y comparativos.
Además, se profundiza en el caso de Corea del Sur como un modelo de industrialización tardía que ilumina las dinámicas del desarrollo chino, y se incorporan ejemplos concretos para ilustrar los argumentos.
El texto se organiza en siete secciones:
(1) el marco conceptual de Keyu Jin;
(2) su producción académica;
(3) un análisis detallado de su intervención en el podcast de Lex Fridman;
(4) una comparación con Hauge, Naughton, Rodrik, Amsden, Perkins, Stiglitz, Lin, Chang, Aoki, T.J. Cheng y Chow;
(5) un análisis ampliado de economistas coreanos;
(6) el caso de Corea del Sur como referencia comparativa; y
(7) una evaluación crítica de las contribuciones y limitaciones de Jin.
1. El pensamiento de Keyu Jin: una reinterpretación del modelo chino
Keyu Jin ofrece una visión renovada del desarrollo económico chino, argumentando que su éxito no puede explicarse mediante las lentes tradicionales de socialismo o capitalismo. En The New China Playbook (2023), Jin identifica tres elementos clave que sustentan el modelo chino:
1) una capacidad estatal excepcional;
2) una descentralización competitiva que fomenta la innovación a nivel local; y,
3) un auge tecnológico impulsado por una generación joven y emprendedora.
Estos elementos, según Jin, han permitido a China transformar su economía desde las reformas de Deng Xiaoping en 1978 hasta convertirse en la segunda economía mundial, con un PIB de 18 billones de dólares en 2022.
1.1. Capacidad estatal excepcional
La capacidad estatal, según Jin, es la columna vertebral del modelo chino. A pesar de la fragilidad de sus instituciones formales en comparación con economías avanzadas como Estados Unidos o Japón, el gobierno chino ha demostrado una habilidad única para implementar políticas macroeconómicas estratégicas. Un ejemplo paradigmático es la red de trenes de alta velocidad, que alcanzó los 45.000 kilómetros en 2023, conectando el 93% de las ciudades chinas con más de 500.000 habitantes y reduciendo el tiempo de viaje entre Beijing y Shanghai de 12 a 4 horas. Otro proyecto emblemático es el Puente Hong Kong-Zhuhai-Macao, una obra de infraestructura de 20.000 millones de dólares que conecta tres regiones económicas clave, facilitando el comercio intrarregional y consolidando la integración económica de la región del Delta del Río de las Perlas (Jin, 2023, p. 50). Jin contrasta esta capacidad estatal con lo que percibe como una erosión de la misma en países occidentales:
“China has strong state capacity and weak institutions, whereas advanced countries like the United States have strong formal institutions but state capacity is gradually eroding” (Jin, 2023, p. 45).
1.2. Descentralización competitiva que fomenta la innovación a nivel local
El segundo pilar, la “economía de los alcaldes”, describe un sistema de descentralización competitiva en el que los gobiernos locales compiten para implementar políticas innovadoras, atrayendo inversión y fomentando el crecimiento económico. Shenzhen, que pasó de ser un pueblo pesquero en los años 1970 a un centro tecnológico global con un PIB de 460.000 millones de dólares en 2022, es un ejemplo icónico de este modelo. Gracias a incentivos fiscales y asociaciones público-privadas, Shenzhen atrajo a gigantes tecnológicos como Huawei y Tencent, que generaron ingresos combinados de 200.000 millones de dólares en 2022. De manera similar, en Hangzhou, el gobierno local apoyó el desarrollo del Parque Tecnológico de Yuhang, que impulsó el crecimiento de Alibaba, una empresa que alcanzó ingresos de 130.000 millones de dólares en 2022 (Jin, 2023, pp. 127-130). Este enfoque de experimentación local, según Jin, permite a China adaptar sus políticas a contextos regionales específicos, generando un dinamismo económico que contrasta con sistemas más centralizados.
1.3. Auge tecnológico impulsado por una generación joven y emprendedora
El tercer pilar es el auge de la innovación tecnológica, liderado por una nueva generación de emprendedores. Jin desafía la percepción de China como un mero imitador tecnológico, destacando empresas como ByteDance, que, fundada en 2012, alcanzó una valoración de 400.000 millones de dólares en 2023 gracias a sus algoritmos de inteligencia artificial que han transformado plataformas como TikTok, con 1.500 millones de usuarios globales. Otro caso es DJI, líder mundial en el mercado de drones, que controla el 70% del mercado global y generó ingresos de 4.000 millones de dólares en 2022 mediante innovaciones en tecnología de cámaras y software. Además, Pinduoduo ha revolucionado el comercio electrónico con su modelo de compras grupales, generando 20.000 millones de dólares en ingresos en 2022 al conectar directamente a productores agrícolas con consumidores urbanos (Jin, 2023, p. 245). Estos ejemplos ilustran cómo China ha pasado de ser un seguidor tecnológico a un innovador global, impulsado por una generación joven educada en un contexto de creciente inversión en educación superior.
1.4. Por qué la mirada de Jin merece ser tenida en cuenta
La perspectiva bicultural de Jin, forjada por su crianza en Beijing, su formación en Harvard y su experiencia en instituciones como el Banco Mundial y la Comisión Reguladora Bancaria de China, le permite ofrecer un análisis que combina una comprensión profunda de la cultura y el sistema político chino con un marco analítico occidental. En el podcast de Lex Fridman, Jin explica esta ventaja:
“Having grown up in China and studied in the West, I can explain why Chinese policymakers make decisions that seem puzzling to outsiders” (Fridman, 2025, 10:45).
Por ejemplo, Jin destaca cómo la cultura confuciana fomenta un enfoque colectivo que se refleja en la alta tasa de ahorro de los hogares chinos (30% del ingreso disponible en 2022), lo que impulsa inversiones en propiedades para garantizar la seguridad intergeneracional, contribuyendo a un mercado inmobiliario de 4 billones de dólares. Sin embargo, esta misma dinámica ha alimentado una burbuja inmobiliaria, con empresas como Evergrande acumulando deudas de 300.000 millones de dólares, un desafío que Jin aborda con cierto optimismo, pero que otros académicos analizan con mayor cautela.
El contexto histórico de las reformas de Deng Xiaoping en 1978 es fundamental para entender el análisis de Jin. Estas reformas, que incluyeron la descolectivización de la agricultura, la apertura a la inversión extranjera y la creación de zonas económicas especiales, sentaron las bases para el crecimiento económico chino. Las empresas municipales y aldeanas (township and village enterprises) generaron 28 millones de empleos en la década de 1980, contribuyendo al 20% del PIB industrial chino y produciendo bienes de consumo como electrodomésticos que impulsaron las exportaciones a mercados asiáticos y europeos. La Zona Económica Especial de Shenzhen, por ejemplo, atrajo 200.000 millones de dólares en inversión extranjera entre 1980 y 2020, transformándose en un hub tecnológico que alberga a empresas como Huawei, Tencent y DJI (Jin, 2023, pp. 22-25). Este enfoque pragmático, adaptado al contexto chino, resuena con las ideas de Justin Yifu Lin, quien enfatiza la importancia de políticas “contextuales” para el desarrollo económico (Lin, 2012, p. 150).
2. Producción académica de Keyu Jin
La producción académica de Jin complementa su narrativa en The New China Playbook, proporcionando un análisis técnico y empírico que respalda sus argumentos. En su artículo “China’s Financial System and Economic Growth” (2019), publicado en el Journal of Economic Perspectives, Jin examina cómo el sistema financiero chino, a pesar de su opacidad y la presencia de bancos en la sombra, ha sido un motor clave del crecimiento económico. Por ejemplo, los bancos estatales canalizaron 2,5 billones de dólares hacia proyectos de infraestructura entre 2010 y 2020, incluyendo el Aeropuerto Internacional de Beijing Daxing, inaugurado en 2019 con una inversión de 11.000 millones de dólares. Sin embargo, esta estrategia ha incrementado la deuda local a 35 billones de yuanes en 2022, un desafío que Jin reconoce, pero que otros académicos, como Gregory C. Chow, abordan con mayor énfasis en sus riesgos (Jin, 2019, p. 90).
En “Entrepreneurship and State Capacity in China” (2021), coescrito con Calvin Li y publicado en la NBER Working Paper Series, Jin analiza cómo el Estado chino fomenta el emprendimiento mediante políticas selectivas. Un ejemplo es Huawei, que recibió 75.000 millones de dólares en financiación estatal entre 2008 y 2022, lo que le permitió liderar el mercado de telecomunicaciones 5G, con ingresos de 120.000 millones de dólares en 2022 y la instalación de 3.000 estaciones base en todo el mundo. Este apoyo estatal, según Jin, ilustra la capacidad del gobierno chino para impulsar sectores estratégicos, aunque no aborda plenamente los riesgos de dependencia tecnológica, un tema que otros académicos como Hauge y Chang critican (Jin & Li, 2021, p. 12).
En “Global Trade Imbalances and China’s Role” (2022), publicado en el International Economic Review, Jin destaca la transición de China hacia un modelo basado en la demanda interna, con el consumo interno alcanzando el 55% del PIB en 2022, impulsado por una clase media de 400 millones de personas. El comercio electrónico, liderado por plataformas como JD.com, generó 1,5 billones de dólares en ventas en 2022, con eventos como el “Doble 11” generando 150.000 millones de dólares en un solo día. Este cambio refleja la capacidad de China para adaptarse a las dinámicas globales, un punto que Jin conecta con las ideas de Dani Rodrik sobre la necesidad de equilibrar la apertura comercial con políticas nacionales (Jin, 2022, p. 460; Rodrik, 2006).
3. El podcast de Lex Fridman: una ventana al pensamiento de Jin
La conversación de Keyu Jin con Lex Fridman en 2025 ofrece una plataforma accesible para explorar los temas de The New China Playbook, revelando tanto las fortalezas de su análisis como algunas de sus limitaciones. Jin aborda las sanciones tecnológicas impuestas por Estados Unidos, como la CHIPS Act, que restringe el acceso de China a tecnologías avanzadas. Argumenta que estas sanciones han acelerado la autosuficiencia tecnológica china, con una inversión de 180.000 millones de dólares en investigación y desarrollo de semiconductores entre 2018 y 2023. Un ejemplo es SMIC, que produjo chips de 7 nm para el smartphone Mate 60 de Huawei en 2023, un avance significativo, aunque aún depende de equipos de litografía holandeses (ASML) para chips de 5 nm. Esta dependencia limitó la producción de dispositivos 5G de empresas como Xiaomi, que experimentó una caída del 10% en exportaciones tecnológicas en 2022 (Fridman, 2025, 1:16:56). Aunque Jin presenta este proceso como una fortaleza, no aborda en profundidad los costos a corto plazo, un aspecto que economistas como Hauge y Chow critican.
En cuanto a la relación Estado-empresa, Jin destaca la flexibilidad del modelo chino, que combina control estatal con autonomía empresarial. Cita el caso de Alibaba, cuya valoración alcanzó los 700.000 millones de dólares en 2020 antes de enfrentar multas de 2.800 millones de dólares en 2021 por prácticas monopólicas, y Tencent, que generó 80.000 millones de dólares en ingresos en 2022, pero enfrentó regulaciones para limitar el tiempo de uso de videojuegos por menores, afectando su división de gaming, que representa el 30% de sus ingresos. Estos ejemplos ilustran el equilibrio entre crecimiento e intervención estatal, pero también reflejan las tensiones que surgen del control del Partido Comunista de China, un tema que Jin aborda con optimismo, pero que otros académicos, como Minxin Pei, analizan con mayor escepticismo (Fridman, 2025, 58:25; Pei, 2016, p. 80).
Jin también explora el impacto de la cultura confuciana en la economía china, destacando cómo fomenta una alta tasa de ahorro (30% del ingreso disponible en 2022). Esta mentalidad ha impulsado el mercado inmobiliario, que alcanzó los 4 billones de dólares, pero también ha contribuido a la crisis de deuda de empresas como Evergrande, con pasivos de 300.000 millones de dólares. Jin ve en la innovación tecnológica una solución a desafíos demográficos, como el envejecimiento poblacional resultante de la política del hijo único (1979-2015), que ha dejado al 14% de la población mayor de 65 años en 2022. Cita el caso de Ping An Healthcare, que atendió a 400 millones de usuarios en 2022 mediante inteligencia artificial, como un ejemplo de cómo la tecnología puede mitigar estos problemas. Sin embargo, no aborda el impacto fiscal, que podría requerir un aumento del 20% en el gasto público en pensiones para 2030, según estimaciones del FMI (Fridman, 2025, 1:05:12).
Finalmente, Jin aborda la desigualdad regional, con el PIB per cápita de Shanghai (22.000 dólares) triplicando el de Gansu (7.000 dólares). Destaca el desarrollo de Chengdu, que atrajo 200.000 millones de dólares en inversión tecnológica en 2022 gracias al Chengdu Hi-Tech Zone, pero no profundiza en las tensiones sociales derivadas de esta desigualdad, como las protestas en regiones rurales por la falta de acceso a servicios básicos (Fridman, 2025, 45:30). El podcast revela la habilidad de Jin para comunicar ideas complejas, pero su optimismo puede minimizar desafíos estructurales, un punto que otros académicos abordan con mayor profundidad.
No obstante, este episodio del podcast de Fridman con Jin es más que necesario verlo y prestarle atención. Por este motivo lo reseño y comento, además de incorporar el enlace para que lo puedan ver con atención.
4. Diálogo interdisciplinario: comparando a Jin con economistas asiáticos y globales
El pensamiento de Jin se enriquece al situarlo en diálogo con economistas que han estudiado el desarrollo económico asiático y global, ofreciendo perspectivas complementarias y críticas. A continuación, se explora esta comparación, con un enfoque ampliado en Gregory C. Chow y los economistas coreanos.
4.1. Jostein Hauge y Alice Amsden
Jostein Hauge, en The Future of the Factory (2023) y “China’s Industrial Policy and Its Implications for Global Value Chains” (2020), analiza las políticas industriales chinas desde una perspectiva crítica, inspirándose en Alice Amsden. En Asia’s Next Giant: South Korea and Late Industrialization (1989), Amsden argumenta que el éxito de Corea del Sur se debió a “mecanismos de control recíproco”, donde el gobierno exigía resultados a cambio de subsidios. Por ejemplo, Samsung recibió préstamos estatales para desarrollar semiconductores, logrando el 20% del mercado global en 2022. Hauge aplica este marco a China, destacando que los subsidios de 150.000 millones de dólares a la inteligencia artificial entre 2017 y 2022 han impulsado empresas como Baidu, pero han generado ineficiencias, como la sobreproducción de paneles solares (50% de exceso de capacidad en 2022) y proyectos abandonados en Yunnan, con deudas de 10 billones de yuanes (Hauge, 2020, p. 350). A diferencia de Jin, Hauge enfatiza los riesgos de la descentralización competitiva, como la corrupción local, mientras que Jin ve este modelo como un motor de innovación.
4.2. Barry Naughton y Dwight Perkins
Barry Naughton, en The Chinese Economy: Transitions and Growth (2018), y Dwight Perkins, en “Completing China’s Move to the Market” (1994), contextualizan el desarrollo chino desde las reformas de Deng Xiaoping. Perkins destaca el enfoque gradual de China, como las empresas municipales y aldeanas, que produjeron electrodomésticos y generaron el 20% del PIB industrial en la década de 1980. Naughton subraya cómo las zonas económicas especiales atrajeron 1,2 billones de dólares en inversión extranjera entre 1978 y 2010, transformando ciudades como Shenzhen y Pudong (Naughton, 2018, p. 112). Ambos son más cautelosos que Jin sobre desafíos como el envejecimiento poblacional (14% mayor de 65 años en 2022) y la deuda local (35 billones de yuanes en 2022), temas que Jin aborda con optimismo.
4.3. Dani Rodrik
Dani Rodrik, en “What’s So Special about China’s Exports?” (2006), argumenta que el éxito exportador de China se debe a políticas industriales adaptadas, como los subsidios a Foxconn, que emplea a 1 millón de trabajadores. En “Making Room for China in the World Economy” (2010), Rodrik aboga por equilibrar la apertura comercial con la protección de intereses nacionales, un punto que Jin comparte al analizar las sanciones comerciales (Rodrik, 2006, p. 5; Rodrik, 2010, p. 90). Sin embargo, Rodrik es más crítico sobre la dependencia de exportaciones, sugiriendo que China debe priorizar la demanda interna, un proceso que Jin considera en marcha (Jin, 2022, p. 460).
4.4. Joseph Stiglitz
Joseph Stiglitz, en Globalization and Its Discontents (2002), critica las políticas neoliberales, destacando cómo China resistió la liberalización total mediante controles de capital que estabilizaron su mercado financiero en 2008. Jin comparte esta visión, citando los subsidios a empresas tecnológicas que generaron 300.000 millones de dólares en exportaciones en 2022 (Stiglitz, 2002, p. 120; Jin, 2023, p. 85). Stiglitz aborda las desigualdades regionales, un tema que Jin toca pero no profundiza.
4.5. Justin Yifu Lin
Justin Yifu Lin, en Demystifying the Chinese Economy (2012), argumenta que el éxito de China radica en su enfoque “pragmático”. Cita las zonas económicas especiales, que atrajeron 1,2 billones de dólares en inversión extranjera, y el aumento de la matrícula universitaria de 1 millón en 1998 a 8 millones en 2022. Lin es más crítico que Jin sobre la dependencia tecnológica, como los chips de 5 nm, un punto que resuena con Hauge (Lin, 2012, p. 150).
4.6. Masahiko Aoki
Masahiko Aoki, en The Chinese Economy: A New Transition (2012), destaca la descentralización competitiva en China, como el mercado de valores de Shanghai, con una capitalización de 7 billones de dólares en 2022. Sin embargo, advierte sobre la corrupción local, como el escándalo de Chongqing en 2012, donde funcionarios desviaron 1.000 millones de yuanes en proyectos de infraestructura (Aoki, 2012, p. 125). Aoki coincide con Jin en la importancia de la descentralización, pero enfatiza la necesidad de instituciones sólidas.
4.7. T.J. Cheng
T.J. Cheng, en “The Political Economy of Taiwan’s Development into the 21st Century” (1999), analiza cómo Taiwán apoyó a TSMC, que generó 70.000 millones de dólares en ingresos en 2022. Aplica este marco a China, destacando Shenzhen, pero advierte sobre la corrupción en Guizhou, donde proyectos redundantes generaron deudas de 500.000 millones de yuanes (Cheng, 1999, p. 50). Cheng comparte con Jin el énfasis en la descentralización, pero coincide con Hauge y Aoki en destacar los riesgos institucionales.
4.8. Gregory C. Chow: una perspectiva crítica desde el interior
Gregory C. Chow, economista chino-estadounidense y profesor emérito en Princeton, es una figura clave en el análisis del desarrollo económico chino, conocido por su “Chow test” y su trabajo como asesor de gobiernos en China y Taiwán. En China’s Economic Transformation (2015), Chow sostiene que el éxito de China se debe a una combinación de reformas de mercado y políticas industriales dirigidas por el Estado. Por ejemplo, la liberalización de precios en la década de 1980 permitió a empresas como Haier transformarse de un fabricante de electrodomésticos básicos a un competidor global, con ingresos de 50.000 millones de dólares en 2022, desafiando a marcas como Whirlpool. Chow también destaca el papel de la descentralización competitiva, citando el caso de Suzhou, que atrajo 100.000 millones de dólares en inversión extranjera en electrónica entre 2000 y 2020, convirtiéndose en un hub para empresas como Apple y Samsung (Chow, 2015, p. 120).
En “Economic Reform and Growth in China” (2004), Chow profundiza en las reformas de Deng Xiaoping, destacando la descolectivización de la agricultura, que aumentó la producción de cereales en un 30% entre 1978 y 1984, y la creación de zonas económicas especiales, que atrajeron 1,2 billones de dólares en inversión extranjera entre 1978 y 2010. Estas reformas permitieron a ciudades como Pudong en Shanghai transformarse en centros financieros globales, con un mercado de valores que alcanzó una capitalización de 7 billones de dólares en 2022. Chow también subraya la inversión en educación, con 300.000 millones de dólares destinados a la educación superior entre 2010 y 2022, lo que resultó en 8 millones de graduados universitarios anuales (Chow, 2004, p. 130).
Sin embargo, Chow es más crítico que Jin sobre los desafíos estructurales. En “Corruption and China’s Economic Reform in the Early 21st Century” (2005), analiza cómo la corrupción ha obstaculizado el desarrollo, citando el escándalo de Chongqing en 2012, donde funcionarios desviaron 1.000 millones de yuanes en proyectos de infraestructura. Chow también destaca la ineficiencia de las empresas estatales (state-owned enterprises), que controlan el 40% de los activos industriales pero generan solo el 20% del PIB. Por ejemplo, PetroChina, con ingresos de 400.000 millones de dólares en 2022, enfrenta problemas de burocracia que limitan su competitividad frente a empresas privadas como Sinopec (Chow, 2015, p. 130).
Además, Chow aborda la desigualdad regional, con el PIB per cápita de Shanghai (22.000 dólares) triplicando el de Gansu (7.000 dólares), y la necesidad de reformar el sistema financiero para reducir la deuda local, que alcanzó los 35 billones de yuanes en 2022. Estos puntos contrastan con el optimismo de Jin, quien tiende a minimizar estos desafíos, y se alinean con las preocupaciones de Hauge, Aoki y T.J. Cheng sobre la fragilidad institucional (Chow, 2005, p. 10; Hauge, 2020, p. 345; Aoki, 2012, p. 125; Cheng, 1999, p. 50).
4.9. Economistas coreanos: Ha-Joon Chang, Atul Kohli y Byung-Nak Song
Los economistas coreanos Ha-Joon Chang, Atul Kohli y Byung-Nak Song ofrecen perspectivas complementarias sobre el desarrollo económico asiático, con un enfoque en el papel del Estado y las políticas industriales, que enriquecen el análisis de China en el contexto de Jin y Chow.
Ha-Joon Chang, en Kicking Away the Ladder (2002), argumenta que los países asiáticos lograron industrializarse mediante políticas proteccionistas y de intervención estatal. Por ejemplo, el gobierno chino protegió su industria automotriz, permitiendo a BYD convertirse en líder mundial en vehículos eléctricos, con 1,8 millones de unidades producidas en 2022 y una cuota de mercado global del 20%. En 23 Things They Don’t Tell You About Capitalism (2010), Chang destaca el éxito de la red 5G de Huawei, que generó 50.000 millones de dólares en exportaciones en 2022, pero advierte sobre ineficiencias, como la sobreproducción de acero (1.000 millones de toneladas en 2022), que generó pérdidas de 50.000 millones de dólares. Chang comparte con Jin el reconocimiento de la intervención estatal, pero coincide con Chow en destacar los riesgos de ineficiencias y corrupción (Chang, 2002, p. 45; Chang, 2010, p. 120; Chang, 2016, p. 95).
Atul Kohli, en State-Directed Development: Political Power and Industrialization in the Global Periphery (2004), analiza cómo Corea del Sur, China, India y Brasil lograron industrializarse mediante políticas estatales dirigidas. En Corea del Sur, el gobierno apoyó a conglomerados (chaebols) como Samsung y Hyundai, que recibieron préstamos estatales y subsidios, generando el 20% y el 10% del PIB surcoreano en 2022, respectivamente. Por ejemplo, el gobierno invirtió 10.000 millones de dólares en los años 80 para apoyar la industria de semiconductores, lo que permitió a Samsung dominar el 40% del mercado global de memorias DRAM en 2022. Kohli aplica este marco a China, destacando los subsidios de 50.000 millones de dólares a la industria de semiconductores entre 2015 y 2022, que han impulsado empresas como SMIC. Sin embargo, advierte que la falta de instituciones democráticas en China, a diferencia de Corea del Sur tras 1987, genera riesgos de corrupción, como los proyectos redundantes en Henan, que operan al 30% de su capacidad y generaron deudas de 1 billón de yuanes (Kohli, 2004, p. 120). Kohli se alinea con Jin en la importancia de la intervención estatal, pero comparte las preocupaciones de Chow sobre la necesidad de instituciones sólidas.
Byung-Nak Song, en The Rise of the Korean Economy (2003), analiza cómo Corea del Sur combinó políticas industriales con incentivos de mercado para transformar su economía. El gobierno apoyó a POSCO, la mayor empresa siderúrgica del país, con subsidios de 5.000 millones de dólares en los años 70, lo que permitió a Corea del Sur convertirse en el quinto mayor productor de acero del mundo, con 40 millones de toneladas en 2022. Song también destaca la inversión en educación, con el 10% del PIB destinado a formar 5 millones de graduados universitarios entre 1970 y 2000. Aplicando este marco a China, Song cita el desarrollo de Guangzhou, que atrajo 150.000 millones de dólares en inversión automotriz entre 2000 y 2020, impulsando marcas como GAC Group, que produjo 2 millones de vehículos en 2022. Sin embargo, Song advierte sobre los riesgos de la sobreinversión, como los 50.000 millones de dólares invertidos en proyectos de inteligencia artificial con retornos inciertos, un punto que resuena con Chow y Hauge (Song, 2003, p. 90; Chow, 2015, p. 130; Hauge, 2020, p. 352).
Comparación con Gregory C. Chow: Chang, Kohli y Song comparten con Chow y Jin el reconocimiento de la descentralización competitiva y las políticas industriales como motores del crecimiento, pero difieren en su evaluación de los desafíos institucionales. Chang y Kohli destacan las ineficiencias de la descentralización en China, como la sobreproducción de acero y proyectos redundantes, mientras que Song enfatiza la importancia de la inversión en educación, similar a Chow. Chow, con su enfoque cuantitativo, ofrece un análisis técnico, citando datos como la deuda local de 35 billones de yuanes y la ineficiencia de las empresas estatales. Jin, en cambio, adopta un tono más optimista, minimizando estos desafíos, mientras que Chow, Chang, Kohli y Song abogan por reformas institucionales para garantizar la sostenibilidad del modelo chino.
5. Corea del Sur como referencia para el estudio de China
Corea del Sur ofrece un modelo de referencia crucial para entender el desarrollo económico de China, dado su éxito como economía de industrialización tardía. En 1950, Corea del Sur tenía un PIB per cápita de 80 dólares; en 2022, alcanzó los 34.000 dólares, gracias a políticas industriales lideradas por el Estado. Alice Amsden, en Asia’s Next Giant (1989), destaca que conglomerados como Samsung y Hyundai, que generaron el 20% y el 10% del PIB surcoreano en 2022, respectivamente, fueron apoyados con préstamos y metas de exportación. Por ejemplo, Samsung recibió subsidios para desarrollar semiconductores, lo que le permitió dominar el 40% del mercado global de memorias DRAM en 2022 (Amsden, 1989, p. 145). Este modelo comparte similitudes con la “economía de los alcaldes” de Jin, donde los gobiernos locales chinos fomentan la innovación.
Corea del Sur enfrentó desafíos similares a los de China, como la dependencia inicial de tecnologías extranjeras y la necesidad de acumular capital humano. En los años 1980, Corea invirtió el 10% de su PIB en educación, formando 5 millones de graduados universitarios entre 1970 y 2000. China ha seguido un camino similar, destinando 300.000 millones de dólares a la educación superior entre 2010 y 2022, lo que resultó en 8 millones de graduados anuales. Sin embargo, China enfrenta desafíos únicos debido a su escala (un PIB de 18 billones de dólares frente a 1,7 billones de Corea del Sur) y su sistema político autoritario, que limita la autonomía empresarial, como señala Minxin Pei (2016, p. 80).
Las políticas industriales de China, como los subsidios de 50.000 millones de dólares a la industria de semiconductores, reflejan estrategias similares a las de Corea del Sur, pero Hauge advierte sobre ineficiencias, como la sobreproducción de paneles solares (Hauge, 2020, p. 350). Mientras que Corea del Sur desarrolló instituciones sólidas tras su democratización en 1987, China enfrenta problemas como la deuda local (35 billones de yuanes en 2022), un punto que Jin minimiza, pero que Chow, Chang, Kohli y Song abordan con mayor énfasis (Jin, 2023, p. 45).
6. Críticas y limitaciones del pensamiento de Jin
El análisis de Keyu Jin, aunque esclarecedor y perspicaz, tiene limitaciones que han sido señaladas por otros académicos y críticos. Su tono optimista tiende a minimizar desafíos estructurales, como la burbuja inmobiliaria, que representa el 30% del PIB chino, y la deuda local de 35 billones de yuanes en 2022. Foreign Policy (2023) critica que The New China Playbook subestima estos problemas, así como las tensiones políticas derivadas del control del Partido Comunista de China sobre el sector privado, como las sanciones a empresarios como Jack Ma, cuya empresa Alibaba enfrentó multas de 2.800 millones de dólares en 2021 (Pei, 2016, p. 80). Hauge, Naughton, Aoki, T.J. Cheng, Chow, Chang, Kohli y Song coinciden en señalar riesgos como la sobreinversión en sectores como la inteligencia artificial (150.000 millones de dólares entre 2017 y 2022) y la dependencia tecnológica, particularmente en semiconductores, donde China aún depende de equipos extranjeros (Hauge, 2020, p. 352; Naughton, 2018, p. 200; Aoki, 2012, p. 125; Cheng, 1999, p. 50; Chow, 2015, p. 130).
La perspectiva bicultural de Jin, aunque extremadamente valiosa y esclarecedora, podría simplificar las complejidades políticas del sistema chino, un aspecto que economistas como Pei abordan con mayor profundidad. Además, su énfasis en la innovación tecnológica y la descentralización competitiva no aborda plenamente los riesgos de desigualdad regional y las tensiones sociales que surgen de la brecha entre regiones como Shanghai y Gansu. No obstante, escucharla en fundamental, porque aporta una visión interesante sobre ciertas perspectivas que en Occidente tendemos a ver con sesgo, y más porque estamos en 2025... y quizás las críticas que se le pueden hacer a Jin son cada vez menos, salvo quizás matices en la cuestión estatal, en la línea marcada por Hauge, y alguna cosa más. Pero su visión es extremadamente valiosa, si es que les interesa intentar desentrañar las cosas para obtener una visión sin sesgos, porque China está consolidando cosas que creíamos que iban a tomar mucho más tiempo, por no hablar de la región en general de Asia Oriental y de cómo se engarza con el Sudeste de Asia.
7. Conclusión
Keyu Jin ofrece una contribución excepcional al estudio de la economía china, destacando su modelo híbrido que combina capacidad estatal, descentralización competitiva e innovación tecnológica. Su perspectiva bicultural y su capacidad para comunicar ideas complejas, como se evidencia en The New China Playbook y el podcast de Lex Fridman, enriquecen el debate sobre el desarrollo chino. Sin embargo, su optimismo debe equilibrarse con las perspectivas críticas de economistas como Jostein Hauge, Barry Naughton, Dani Rodrik, Alice Amsden, Dwight Perkins, Joseph Stiglitz, Justin Yifu Lin, Ha-Joon Chang, Masahiko Aoki, T.J. Cheng, Gregory C. Chow, Atul Kohli y Byung-Nak Song, quienes destacan los riesgos de la descentralización, la corrupción, la deuda local y la dependencia tecnológica.
El diálogo interdisciplinario revela que, si bien el modelo chino comparte similitudes con el de Corea del Sur, su escala y contexto político presentan desafíos únicos. Economistas coreanos como Chang, Kohli y Song, junto con Chow, ofrecen perspectivas críticas que complementan el análisis de Jin, subrayando la necesidad de reformas institucionales para garantizar la sostenibilidad del crecimiento chino.
Referencias
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