Como bien saben las personas que escuchan el podcast "La llamada de Páralos", el tercer programa de la segunda temporada se dedicó a la Argentina de Milei, pueden repasarlo aquí.

En él anticipé ciertas políticas que seguiría el presidente y qué tipo de acciones cabían dentro del sistema de partidos de Argentina.

Si recuerdan, repasé las promesas del candidato Milei respecto a una dolarización de Argentina y de la economía argentina, junto a los diferentes planteamientos al respecto. Como la mayoría de sus planes, no era realista y nunca se llevó a cabo. Como anticipé a lo largo del programa, el gobierno de Milei acabó por devaluar el peso, y se afirmó que permitir un "mercado libre" de la moneda resolvería los problemas de Argentina.

Fuente: The Economist

Esto dio lugar a un más que predecible estallido de hiperinflación, tal y como anticipé que haría el gobieno de Milei en el programa. Un aspecto interesante de estos hechos fue que un grupo de libertarios, que no paran de hablar de la devaluación de la moneda, lo aplaudieran.

El gráfico muestra la evolución de dos indicadores económicos clave entre 2018 y 2024: la inflación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) y la tasa de política del banco central. Representada por la línea azul, mide el aumento general de los precios de bienes y servicios en una economía. En el gráfico, se observa que la inflación del IPC se mantuvo relativamente estable y baja hasta principios de 2022, momento en el que experimentó un aumento significativo y constante hasta 2024. Representada por la línea rosa, la tasa de interés que el banco central establece para influir en el costo del dinero y, por lo tanto, en la economía. El gráfico indica que la tasa fijada por el banco central siguió de cerca la tendencia de la inflación, aumentando en respuesta al incremento del IPC, aunque con cierto desfase. Generalmente, los bancos centrales ajustan su tasa de política para controlar la inflación. Un aumento en la tasa de política busca encarecer el crédito y desincentivar el consumo y la inversión, lo que a su vez ayuda a desacelerar el aumento de precios. El gráfico ilustra esta relación, mostrando cómo el banco central trató de reaccionar al alza inflacionaria con fluctuaciones sobre la tasa de interés. El descenso acabó por disparar la inflación, como se aprecia al final del eje temporal en relación con la tasa inflacionaria del IPC.

Esta inflación absolutamente disparada significaba que los productos argentinos eran cada vez más caros y menos competitivos, y el consumo se había de frenar, incluyendo productos básicos para la vida y el sustento humanos. Así que el gobierno de Milei diseñó una recesión.

La imagen muestra el gráfico de la Tasa de Crecimiento Anual del PIB de Argentina. El gráfico ilustra un período de crecimiento positivo del PIB en 2023, seguido de una recesión significativa. Se observa una recuperación proyectada para finales de 2024 y un crecimiento más robusto en 2025, según la previsión, y una vez el parón obligatorio del consumo básico empieza a causar efectos. La economía de Argentina creció un 5.8% interanual en el primer trimestre de 2025, por debajo del 6.1% que esperaban los analistas, extendiendo la recuperación que comenzó con una expansión del 2.6% en el cuarto trimestre de 2024 después de seis trimestres consecutivos de contracción. El repunte fue liderado por la agricultura (3.7% vs. 1.6% en el cuarto trimestre de 2024) a medida que los efectos de la histórica sequía del año pasado se aliviaron, junto con avances en la construcción (6.1% vs. -12.4%), manufactura (5.1% vs. 0.7%), comercio mayorista y minorista (7.3% vs. 2.5%), transporte (2.6% vs. 2.0%) e intermediación financiera (27.2% vs. 8.4%). En términos trimestrales, el PIB aumentó un 0.8%, tras un incremento del 2.0% en el cuarto trimestre.

Es decir, tal y como anticipé en el programa, la recesión provocó un fuerte descenso de la demanda de importaciones. Esto quitó presión al peso a pesar de la disparatada inflación que provocó el gobierno de Milei.

Como era obvio, ahora que la economía empieza a crecer de nuevo, la demanda de importaciones se dispara, y el peso se ve sometido a nuevas presiones. El superávit comercial de Argentina se redujo a USD 608 millones en mayo de 2025, frente a los USD 2.640 millones revisados del mismo mes del año anterior, y por debajo de las expectativas del mercado de USD 859 millones.

Las importaciones aumentaron un 29,4% interanual hasta USD 6.490 millones, impulsadas por importantes incrementos en los envíos de bienes de capital (69,0%), bienes intermedios (1%), partes y accesorios para bienes de capital (32,7%), bienes de consumo (75,1%) y vehículos automotores de pasajeros (160,1%).

Mientras tanto, las exportaciones cayeron un 7,4% a USD 7.100 millones, en medio de menores ventas de productos primarios (-1,4%), productos manufacturados agrícolas (-11,3%) y combustibles y energía (-29,2%), que fueron parcialmente compensadas por mayores ventas de productos manufacturados (2,1%).

Durante los primeros cinco meses de 2025, el superávit comercial cayó a USD 1.883 millones, frente a los USD 8.862 millones del mismo período de 2024.

Por consiguiente, el presidente Milei ahora recurre como idea salvadora ante el inminente ciclo electoral a un préstamo masivo del FMI para apuntalar artificialmente el peso. Cosa que nos lleva a la cuestión capital: ¿qué pasó con su discurso del libre mercado? Lo mismo que pasó con la dolarización.

Recordemos que hay elecciones legislativas en Argentina el 26 de octubre de 2025, que será la primera gran prueba que enfrentará el Gobierno sobre el devenir del humor social y ya desde abril hay comicios en distintas provincias hasta que el 26 de octubre llegue la hora del veredicto nacional; a esto se suman las presidenciales en 2027.

Pero, en realidad, que es lo que importa después de las guerras culturales y de lo que se puede hacer con ellas desde las élites con respecto a los gobernados, el peso está muy sobrevalorado.

¿Ven ustedes ese breve repunte en la gráfica inmediatamente superior a este párrafo? Es la mejora de la competitividad después de la devaluación inicial. Bien, por favor, fíjense cómo TODA esa competitividad se ha más que esfumado. Sí, es así de simple: Argentina es ahora MENOS competitiva internacionalmente que cuando Milei tomó el poder. Y como muestra la gráfica inmediatamente siguiente a este párrafo, tal y como era de esperar, el peso está empezando a resquebrajarse bajo la presión. A pesar del préstamo del FMI que intenta apuntalar la divisa argentina como sea, la moneda empieza a mostrar síntomas de desmoronarse.

La solución, parece obvia, y podríamos anticipar que, al final, se tratará desde el gobierno de Milei de generar una devaluación; pero si se devalúa rápidamente, Argentina sufrirá OTRO brote de inflación que arruinará aún más su competitividad. Y vuelta a empezar el ciclo, con otro préstamo del FMI que apuntale el peso, momento en que habrá que hacer una devaluación, pero si devalúa rápidamente, habrá OTRO brote más de inflación. Estas presiones aumentarán y aumentarán a medida que la economía vuelva a crecer.

Por supuesto, hay que tratar de ajustar, en la medida que se pueda, al ciclo electoral de turno, y culpar a los zurdos de todo, mientras los seguidores de Milei se vuelven más sectarios, como ya sucede, y se están llenando la boca para defender las intervenciones en el mercado del peso, a pesar de que afirman ser libertarios del libre mercado.

En lo que respecta a los datos de pobreza monetaria y privaciones no monetarias, los datos no aportan ningún cambio realmente sólido en las condiciones de vida de un número inaceptablemente alto de seres humanos, tal y como podemos ver en este reporte de UNICEF. En el caso de las privaciones no monetarias, a diferencia de la pobreza monetaria, dichas privaciones se ven menos afectadas por los vaivenes del ciclo económico. Su evolución depende menos del ingreso corriente de los hogares, y más de procesos estructurales y políticas públicas de mediano y largo plazo, que obviamente no se dan.

Ahora mismo, la estabilización de la inflación entre el 2% y el 3% mensual, junto a la parcial recuperación salarial de algunos sectores de la economía, provocaron una fuerte reducción de la pobreza, que se había disparado al inicio del Gobierno de Milei. Los datos oficiales indican que en Argentina un 38,1% de la población es pobre, o lo que es lo mismo, 11,3 millones de personas son pobres: la cifra supone una caída en 14,8 puntos porcentuales respecto de la medición previa, del 52,9%. La indigencia —es decir, quienes no cuentan con ingresos para cubrir sus necesidades alimentarias— alcanza al 8,2%, unas 2,5 millones de personas.

El sector de la población más afectado es el de los menores de 14 años: el 51,9% de los niños es pobre y el 11,5%, indigente. La desigualdad social es también geográfica, ya que en el noreste y el noroeste argentino la tasa de pobreza llega al 47 y al 42,8%, respectivamente. En cambio, en la región patagónica, en el sur del país, cae debajo del promedio nacional, al 33,5%.

El uso de la apreciación cambiaria como herramienta para contener la inflación permitió una reducción temporal de la pobreza. Sin embargo, su sostenibilidad está condicionada a la estabilidad del tipo de cambio. Si la presión sobre el dólar aumenta y el Gobierno se ve forzado a devaluar, los precios —en especial los de los alimentos— podrían dispararse de nuevo, deteriorando el poder adquisitivo y revirtiendo los avances en la reducción de la pobreza e indigencia. Precisamente lo que estoy anticipando y señalando en este breve comentario.

Además de excluir a la población no urbana y el acceso a la salud y la educación, la medición del Indec subestima gastos como el alquiler de vivienda. El cálculo se realiza en base a los ingresos de las personas y su relación con el precio de alimentos y algunos servicios básicos, por lo que resulta profundamente afectado por la tasa de inflación y por la evolución de salarios y jubilaciones. Los expertos advierten que esa metodología incrementa su margen de error cuando hay súbitos cambios en los índices de precios, como viene ocurriendo en Argentina. 

La consultora brasileña Atlas Intel, que es una de las pocas que anticipó el triunfo de Milei en las elecciones de 2023, registró una marcada caída en la imagen del presidente de Argentina: la percepción favorable se desplomó del 54% al 45% entre diciembre y febrero, cuando la valoración negativa subía del 42% al 50%.

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